Ahimsa para los Animales (afortunadamente) no
humanos
El Ahimsa o
compasión dinámica es un principio de no agresión y no violencia. El
comportamiento humano que viola este principio ético es considerado moralmente
incorrecto y, desde un punto de vista más tradicional, como karma negativo que
se vuelve en contra del causante de la violencia y daño infligidos.
Durante el siglo XX, uno de sus mayores defensores fue Mahatma Gandhi,
que estuvo profundamente influenciado por la doctrina jainista del Ahimsa. El
primer padre espiritual jainista justamente, ordenó a sus seguidores: considerad
a cada ser vivo como a vosotros mismos y no hiráis a nadie. Gandhi reconoció
este precepto como fundamental para la ética humana, lo que le llevó a adoptar
una vida de no violencia. El Ahimsa establece que no tenemos ningún derecho a
causar sufrimiento o muerte a ningún ser vivo (sea humano o no humano) y asegura
que si nuestras vidas se rigieran por el principio de no violencia, se crearía
más armonía en el mundo que con cualquier otra disciplina.
A lo largo de
la revolución industrial, Occidente no ha hecho sino institucionalizar cada vez
más la violencia hacia todos los seres, tanto humanos como no humanos. Uno de
los ejemplos más claros de este comportamiento indigno es el desmedido maltrato
y matanza de los animales en las granjas industriales, para el consumo humano
biológicamente innecesario- de carne (palabra que no es otra cosa, sino un
eufemismo de asesinato y violencia).
Si tan aficionados estamos a comer carne, ¿por qué no
esperar a que los animales mueran para comerlos? Y si no puedes esperar, ¿por
qué no lo asesinas tú mismo? ¿No te resulta apetitoso ver como desangra el
cadáver que luego pondrás en tu mesa? Bueno, es obviamente más fácil cocinarlo
después del disfraz de alimento con el que el cadáver se expone en el
supermercado. ¡Ah! Por cierto, ¿sabías que parte de ese disfraz es el nitrito y
otras sustancias cancerígenas que le dan a la carne ese aspecto rojizo? De otro
modo, el animal muerto tendría un color gris-verdoso en el momento en que lo
compras, por los dias de descomposición del
cadáver.
Nuestra falta de comprensión del daño que directa o
indirectamente causamos a los animales refleja un profundo desorden ético y
espiritual.
Y entonces me pregunto, ¿se puede construir un mundo mejor
con las manos manchadas de sangre por la matanza de millones de animales
inocentes? La violencia contra los animales es real y dramática, tanto o más
como la que se practica contra el ser humano, sobre todo si consideramos que los
animales se encuentran completamente indefensos ante la tiranía despiadada y la
cruel manipulación abusiva por parte del humano.
Gandhi sostuvo que el
Ahimsa es el deber más elevado. Incluso si no podemos practicarlo en su
totalidad, debemos tratar de entender su esencia y abstenernos en todo lo más
humanamente posible de la violencia.
La no-violencia supone un gran
reto. No se trata de mantener únicamente una actitud pasiva, sino que requiere
de un estado activo del ser interior. Normalmente, reconocemos la necesidad de
la no-violencia a nivel intelectual; sin embargo, nuestra cultura ha hecho que
estemos lo suficientemente insensibilizados como para ignorar la sangre y
sufrimiento que puede haber en un plato de comida, lo que por defecto perpetúa
esta situación.
El aprendizaje del Ahimsa requiere que nos enfrentemos a
nuestra indiferencia, nuestra ignorancia y nuestra falta de coraje moral, y así
reconozcamos que los animales poseen una dignidad silenciosa propia que nosotros
hemos violado.