Perdonar es el
privilegio de los perdonados.
Tú que quieres la paz
sólo la puedes encontrar perdonando completamente.
Perdonar es
pasar por alto. Mira entonces más allá del error, y no dejes que tu percepción
se fije en él, pues, de lo contrario, creerás lo que tu percepción te
muestre.
No
dejes que
ninguna creencia que afirme que el error es real se infiltre en tu mente,
o creerás
también que para poder ser perdonado tienes que deshacer lo que tú mismo, has
hecho.
Si perdonas
completamente es porque has abandonado la culpabilidad,
al haber
aceptado la
Expiación y haberte dado cuenta de que eres
inocente.
En lo
relacionado a las parejas, uno no está enamorado del otro en absoluto.
Simplemente cree estar enamorado del sacrificio.
Y por ese,
sacrificio que se impone a sí mismo, exige que el otro acepte la culpabilidad y que se sacrifique
a sí mismo también.
El perdón se
hace imposible, pues el ego cree que perdonar a otro es perderlo.
De la única
manera en que el ego puede asegurar la continuidad de la culpabilidad que
mantiene a todas sus relaciones intactas
es atacando
y negando el perdón.
Pero
no te olvides de lo siguiente: cuando te alteras y pierdes la paz porque otro
está tratando de resolver sus problemas valiéndose de fantasías, estás
negándote a perdonarte a ti mismo por haber hecho exactamente lo mismo.
Y
estás manteniéndote a ti y al otro alejados de la verdad.
Al
perdonarlo, restituyes a la verdad lo que ambos habían negado.
Y
verás el perdón allí donde lo hayas otorgado.
Perdonar
no es otra cosa que recordar únicamente los pensamientos amorosos que diste
en el pasado,
y
aquellos que se te dieron a ti.
Todo
lo demás debe olvidarse.
El
perdón es una forma selectiva de recordar que no se basa en tu propia
selección.
Un
Curso de Milagros
