Por Fabián Smara
Aunque a primera vista pueda parecer que es una circunstancia externa a nosotros, sobre la cual nada podemos hacer, encontramos en la Biblia muchos relatos en los cuales la oración de hombres consagrados logró poner a raya los peligros inminentes por problemas atmosféricos. Por ejemplo, se cuenta que el profeta Elías oró y “los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y hubo una gran lluvia”.1 También en el Evangelio según Mateo dice que Jesús estaba con sus discípulos en una barca y se desató una gran tempestad, y él “levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza” .2
Tiempo atrás leí un cuento tradicional chino que me ayudó a comenzar a entender un poco más cómo opera el pensamiento en estaba sufriendo una sequía. Entonces llamaron a un “hacedor de lluvia”, hombre que según decían, tenía la capacidad de ocasionar esto. El señor llegó al pueblo, y después de estar unos días en un lugar a solas, comenzó a llover. Cuando le preguntaron qué había hecho, dijo que al llegar y ver que las plantas se secaban, los animales se morían y todo el mundo estaba preocupado por ello, se sintió perturbado. Entonces se dio cuenta de que primero necesitaba tranquilizar su propio pensamiento. En cuanto estuvo en paz, se restauró la armonía a su alrededor, y como lo que faltaba era agua, simplemente llovió.
Empecé a considerar la relación que guardan los pensamientos con las circunstancias que vivimos en un sentido más amplio, incluyendo los fenómenos climáticos. El protagonista del cuento no había implorado por lluvia, ni hecho ningún ritual maravilloso, simplemente había aquietado su propio pensamiento con ideas que le trajeron paz y un sentido de seguridad.
Este relato me invitó a pensar, y halló luego su sustento en lo que fui aprendiendo de la Ciencia Cristiana. Fui viendo que todo lo que nos rodea de alguna manera se debe a un estado mental. Cuando el pensamiento se ve perturbado, expresa esas características, así como el cuerpo puede que exprese estados enfermizos cuando el pensamiento no es armonioso. Del mismo modo, temores, emociones desbordadas, odios, hallan de alguna forma expresión en los fenómenos climáticos. Esto me hizo pensar que en lugar de lamentarnos por todas esas consecuencias desagradables, podemos reemplazar todo pensamiento nocivo que observamos en nosotros o en nuestra comunidad, por las ideas del Alma, la Mente divina, reconociendo así el gobierno perfecto de Dios y Sus leyes de armonía suprema que subordinan las creencias materiales que se presentan como leyes.
Con esta percepción, para mí fue más evidente la importancia de estar alertas al clima mental colectivo, a fin de poder corregir los estados perturbados y reemplazarlos por ideas espirituales de paz, armonía y justicia, por ejemplo.
En una ocasión tuvimos unas lluvias muy copiosas en el lugar donde vivo. En pocas horas cayó el volumen de agua que suele llover en un mes. Esto hizo que el río que pasa por el centro de la ciudad creciera mucho y casi rompiera las protecciones, lo cual generó varios problemas. Me puse a orar por la situación, teniendo por delante un pronóstico de alerta meteorológico que preveía casi una semana más en iguales condiciones. Durante esa mañana observé que había un banco de niebla muy cerrado sobre las calles, lo que me llevó a preguntarme qué estado mental estaría eso expresando.
Al orar en busca de inspiración, me encontré con esta cita del libro Escritos Misceláneos por Mary Baker Eddy: “Por encima de las nieblas de los sentidos y las tempestades de la pasión, la Ciencia Cristiana y su arte se elevarán triunfantes; la ignorancia, la envidia y el odio —el trueno impotente de la tierra— no les arrancan sus alas celestiales”. 3 Enseguida recordé que en esos días los diarios habían publicado ciertas noticias preocupantes de orden local, que incluían este tipo de estado de ánimo. Me di cuenta de que esas tormentas se relacionaban con las “tempestades de la pasión”. Fue así que decidí limpiar mi pensamiento de cualquier sugestión errada, sabiendo que Dios creó un reino armonioso, gobernado por leyes de equilibrio y belleza que infunden a todo un ritmo de serenidad y paz. El ambiente colmado de las ideas que emanan de Dios, no puede expresar pasiones nocivas. Sólo puede reinar el entusiasmo, la alegría y los sentimientos de bondad. El efecto fue que al poco rato el banco de niebla se levantó, y el pronóstico de más lluvias no se cumplió; la tormenta terminó mucho antes de lo previsto.
Estas experiencias me alientan a estar cada día en un mayor estado de alerta y a orar para prevenir los estados mentales desequilibrados que se expresan en la atmósfera como tormentas, sequías o cualquier otra inestabilidad.
Tengo la certeza de que paso a paso podremos ir demostrando lo que afirma Mary Baker Eddy: “El marino tendrá dominio sobre la atmósfera y las grandes profundidades, sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo”. 4 Ésta es, ciertamente, una promesa que podemos comprobar.
Fabián Smara es practicista de la Ciencia Cristiana en El Bolsón, Argentina.
1 1° Reyes 18:41-46. 2 Mateo 8:26. 3 Esc. Misc., pág. 374. 4 Ciencia y Salud, pág. 125.
1 comentarios:
Estupendo testimonio.
Coincido en que el estado mental es fundamental, y que la plegaria reune todo lo necesario para hacer un contacto a nivel espiritual con nuestra alma y con Dios y desde ese estado de conexion, pedir lo que sea necesario.
abrazos
Nelson Guizzo
http://antecedentes.zzl.org
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