Para ser libre, debe usted examinar la autoridad, toda la
estructura de la autoridad,
y hacer pedazos toda la sucia cosa que ella implica.
Y eso requiere energía, concreta energía física,
y también exige energía psicológica.
Pero la energía se destruye, se desgasta cuando uno se halla en
conflicto [...].
Así, pues, cuando se comprende todo el proceso del conflicto,
éste llega a su fin
y hay abundancia de energía.
Entonces uno puede proceder a demoler la casa que ha construido a
lo largo de siglos
y que no tiene en absoluto sentido
alguno.
¿Sabe?, destruir es crear.
Debemos destruir, no los edificios, no el sistema social o
económico ‑esto sucede todos los días-, sino las defensas psicológicas, las
conscientes y las inconscientes,
las seguridades que hemos desarrollado racionalmente,
individualmente,
tanto en lo profundo como en lo superficial.
Debemos romper con todo eso,
a fin de estar completamente desprovistos de defensas,
porque para amar, para sentir afecto,
tenemos que vivir sin defensa psicológica alguna.
Entonces, uno ve y comprende la ambición, la autoridad;
y comienza a entender cuándo y en qué nivel la autoridad es
necesaria
‑la autoridad del policía y nada más-.
En consecuencia, no hay autoridad del aprender
ni autoridad del conocimiento o de la capacidad,
como tampoco la autoridad que asume la función y que se convierte
en rango.
Comprender toda forma de autoridad ‑la de los gurús, la de los
Maestros y otros-
requiere una mente muy aguda y un cerebro claro,
no un cerebro contuso,
embotado.
15 de
Enero - Ock - Vol. XII
Krishnamurti
