Riyadât
(Disciplina)
De
Al-Hayy Al-Imam Ash-Shayj Tosun Bayrak Efendi Al-Yerrahi Al-Haveti
7
Shawwal 1422 / 22 diciembre 2001
Acabamos
de finalizar nuestro ayuno durante el bendito mes de Ramadán. Quiera Allah
Altísimo acepar vuestros esfuerzos, y ojalá que vuestra experiencia con la
austeridad deje en vosotros algunas señales beneficiosas para los días
posteriores a Ramadán.
El
principio de Ramadán es aprender a disciplinarse por la causa de Allah. Y esto
se llama Riyadât.
Riyadât
es el intento por llevar a ambos, la carne y el ego, a un estado de obediencia,
un estado de humildad, para que de esta forma nos sea posible vivir nuestras
vidas como buenos siervos de nuestro Señor. Nuestro ego ama su independencia y
ama todavía más conducirnos a la rebeldía contra los mandatos divinos.
Generalmente, la disciplina que se emprende a fin de educar al ego en la
obediencia a Allah consiste en negarle sus deseos, mientras se lo somete al
hambre, a experiencias desagradables, a la austeridad, dificultades y
sufrimiento, hasta que aprenda a hacer frente a estas dificultades y las acepta
fácilmente. Sólo entonces somos capaces de liberarnos de vidas consistentes
meramente en hábitos. Y sólo entonces podemos despertar del sueño de la
distracción, asumiendo un carácter y una ética divinamente inspirados, y estar
en armonía con la armonía divina.
No
obstante, uno de los principios del Sufismo es reformar a la gente
indoloramente, de forma tal que a ellos les guste lo que están haciendo. En
consecuencia, el mejor medio de desarrollar la disciplina en el ego y no
combatir contra él. En lugar de eso debemos primero tratar de comprenderlo,
entrar en diálogo con él para de esta forma aprender sus deseos. Entonces
podemos permitirle que tenga aquellas cosas que quiere y que no lo dañan, pero
en una cantidad menor a lo que desea. Y podemos tratar de razonar con él
mientras nos negamos a sus demandas ilícitas. Mientras tanto, emprendemos la
tarea de convencer al ego de que los placeres de la vida espiritual son mejores
que los juegos y la diversión de la vida mundana habitual. Pero para poder
apreciar la belleza de la vida espiritual, es preciso que nuestro ser se limpie
de hábitos. Y la forma de liberarse de los hábitos es reducir el involucramiento
con lo mundano en nuestras vidas. Y por cierto tiene sentido: necesitamos crear
un espacio en nuestras vidas que pertenezca a lo que es espiritual, y tenemos
que limpiar ese espacio, vaciándolo de nuestros diarios deseos
mundanos.
Riyadât
no es reflexión, meditación e intención. Es una cuestión de acción, y las
acciones son de dos clases. Hay acciones visibles, exteriores, físicas y
materiales, tales como rezar, ayunar, dar caridad, ir en peregrinación, hacer
buenas acciones, etc. Y hay también acciones que son invisibles, interiores,
tales como la paciencia ante el dolor y las dificultades, el contentamiento con
una cantidad menor de las cosas placenteras de la vida, la satisfacción con lo
que uno tiene sin desear más, la alegría frente a las amargas quejas del ego, y,
en cierta medida, retirarse en libertad de la sociedad.
El
propósito de riyadât no es obtener dones espirituales, o abrir las puertas de
los reinos angélicos para recibir revelaciones. Algunas personas lo hacen
esperando esto, pero ellos no lo reciben a menos que Allah Altísimo así lo
elija, y El elige a quien El quiere. Por el contrario el propósito de esta
disciplina es mejorar el propio carácter, adoptar una buena conducta ética,
estar en armonía con el orden divino, convirtiéndonos de esta forma en seres
humanos como Allah pretende que seamos. Cuando la gente se convierte en aquello
que está destinado a ser , su vida material y su ser físico resultan
profundamente afectados. Se sienten frescos, fuertes, vitales, conscientes,
felices y en paz. El sustento espiritual que uno recibe en este camino es mucho
más sabroso y nutritivo que la comida ordinaria. Y de hecho, la gente bendecida
con este estado a menudo no siente ni hambre ni sed (durante el ayuno) y a pesar
de todo puede que incluso suban de peso, como nos ocurre a algunos de nosotros
durante Ramadán.
Para
reducir la satisfacción y el placer que sentimos por el alimento de la carne,
por la diversión y la vestimenta atractiva, por el sexo, la seducción, y el
sueño de la distracción, por la depravación, la violación y la imaginación,
tenemos que temer a Allah, en lugar de temer a nuestros egos.
Porque
el miedo es el factor principal que nos paraliza, que nos impide escapar del
miserable estado de esclavitud a que nos someten nuestros egos. Es (el miedo) la más fuerte influencia de
nuestros egos sobre nosotros. Nos inmovilizan con el miedo al fracaso, al miedo
a la pobreza, el miedo a la gente; miedo a ser abandonados por la sociedad, por
nuestras esposas o esposos, por nuestros propios hijos; miedo a la retribución,
al castigo y a la soledad; miedo a ser heridos, y el miedo último a la
muerte. El ego dice: “¡Obedéceme! Sé un hipócrita, un mentiroso y un
charlatán, codicioso y ambicioso, y trepa sobre los demás, y de esta forma
triunfarás y serás respetado. Sé un miserable: guarda tu dinero y tu
conocimiento para ti y no te preocupes si los otros se mueren de necesidad,
porque de lo contrario puede que tú mismo caigas en la necesidad, como ellos
están. Golpea a la gente para que sepan que eres fuerte: entonces estarás a
salvo. Come bien, vístete bien, vive en grandes casas, sé altivo y arrogante, y
de esta forma serás prominente. Publicítate a ti mismo en los periódicos y en la
televisión, y así no serás olvidado y serás inmortal”.
¿No es
acaso para liberarnos de estos miedos que vive la mayoría de nosotros? ¡Si sólo
escucháramos los deseos de nuestro Creador de la forma como escuchamos los
deseos de nuestros egos! Si invirtiéramos el mismo esfuerzo en hacer aquello que
El nos garantiza que nos proveerá de paz y felicidad en este mundo y el Más
Allá, alcanzaríamos la salvación. Y después no nos arrepentiríamos, como a
menudo hacemos cuando obedecemos a nuestros egos.
¡Guay
del tonto que es engañado por su demonio privado! ¿Dónde están los faraones, los
Nimrods, los Hitler? ¿Dónde están los ricos y famosos que se han suicidado de
desesperación?
Tu ego
es la más maldita de todas las creaciones temporales, pero sigue siendo una
creación de Dios. Como todas las cosas ponzoñosas, tiene su función. El veneno
de los escorpiones es también una medicina. Si te opones al Demonio, el puede
conducirte a la salvación. Cuanto más abandones la falsedad de la fantasía, más
cerca estarás de la verdad. Aquel que se aleja de la verdad, no es amado por
Allah. Y quien se acerca a la verdad es amado por Allah. Quien teme a Allah, es
temido por todas las cosas, y quien es amado por Allah es amado por
todo.
Quiera
Allah salvarnos de la tiranía de nuestros egos. Amín.