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El Amor Nunca Deja de Ser
Durante el otoño las hojas se marchitan, caen y perecen. Esto nos habla
de la fragilidad de la vida en esta tierra, pero el amor que viene de
Dios nunca deja de ser. No tiene fin, es eterno. Antes del principio
del tiempo el amor existía, porque Dios es amor. Se manifestó
plenamente en Jesús. A su vez, el cristiano puede amar con ese amor que
viene de Dios y que nunca se acaba.
El amor nunca deja de ser, pero no siempre parece alcanzar su
meta, por lo menos en esta tierra. No es una llave mágica que haga caer
todas las barreras del odio y de la maldad. Jesús era el amor divino
encarnado, sin embargo no ganó para Dios a todos aquellos a quienes
encontró. Pero nunca se dejó sumergir por el mal, por la violencia y el
odio. La victoria del amor fue lograda en la cruz de Jesús; y la prueba
de ello es su resurrección. Cristianos, Dios quiere darnos esta
victoria, aun cuando humanamente todo parezca perdido.
Quizás usted diga: «¡Basta! Ya he dado bastante. ¡No aguanto
más!». Entonces piense en Jesús, quien amó a los suyos hasta el fin (Juan
13:1), es decir, hasta la cruz. Hoy, en su servicio en la presencia
de Dios, sigue ocupándose de ellos con amor. Al igual que él, y con su
ayuda, no nos cansemos de amar hasta el fin, es decir, siempre y cada
día. El amor divino tendrá la última palabra.
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