|
¡Más
Justicia!
¿No es ésta la aspiración en todos los
tiempos y de todos los pueblos de la tierra? Desde el discurso político
hasta las declaraciones de los hombres más sencillos, pasando por las
reivindicaciones sindicales, el deseo de más justicia está presente en
todas partes porque en realidad está en el fondo del corazón de cada
uno. Sin embargo, esta justicia que todo el mundo busca sigue siendo
una justicia humana y está limitada. Depende de las mentalidades, de
las costumbres y de las leyes que gobiernan a los diferentes pueblos.
Pero antes de preocuparse por la justicia entre los hombres, ¿Ha
pensado usted en lo que es justo ante Dios? ¿No es justo honrar a Dios,
quien nos da la vida, la respiración, la salud…? Y sin embargo,
¡Cuántos viven sin tenerlo en cuenta!
A pesar de la injusticia del hombre, Dios estableció una
justicia, pero no una justicia para arreglar las relaciones entre los
hombres, sino una justicia personal con respecto a Dios. Esta justicia
fue establecida mientras tenía lugar la más grande injusticia de la
tierra: Jesucristo, el único justo, fue crucificado: “el Justo por
los injustos” (1 Pedro 3:18). Aquel que confía en su obra
hecha en la cruz es declarado justo e inicia una feliz relación con él.
¿Conoce usted la justicia de Dios? ¿Es usted justo ante él?
|
|