El budismo y la neurociencia mantienen un diálogo donde los científicos y los monjes aprenden unos de otros.
Tal vez ninguna práctica espiritual se haya ocupado tanto de la mente como las diferentes ramas del style="border:0px;font-family:inherit;font-style:inherit;margin:0px;outline:0px;padding:0px;vertical-align:baseline">budismo. La mente no es externa al cuerpo ni es el cuerpo: es la naturaleza de todas las cosas. La mente, nos dice una antigua enseñanza, es como el viajero que se hospeda en la posada del cuerpo. Al morir el cuerpo, la mente viaja a un nuevo aposento y continúa su viaje por subsecuentes ciclos vitales.
Aunque el aspecto religioso del budismo sea muy distinto al de las creencias predominantes en Occidente, lo cierto es que desde los años 60 del siglo pasado el budismo ha gozado de una enorme popularidad. Esto también produjo una ola de interés cient realizar.
Rompiendo la barrera del yo
Zoran Josipovic es investigador en neurología de la Universidad de Nueva York y monje budista. Para él, la investigación sobre la meditación œes muy promisoria, porque señala la capacidad del cerebro para cambiar y optimizarse de maneras que no sabíamos que eran posibles. Durante su investigación pionera, Josipovic analizó los cerebros de 20 monjes experimentados mediante un aparato de resonancia magnética. En términos normales, los cerebros humanos se organizan en dos sistemas diferentes: la red neuronal extrínseca, activa cuando nos enfocamos en tareas sociales o que involucran movimientos, y la red neuronal intrínseca (o por defecto), que sirve para la gestión emocional.
La mente no dual, aquella a la que aspiran los practicantes y en la cual la aversión y el deseo han sido reba8sados, podría ser la contraparte del hecho de que las zonas del cerebro responsables del amor y del odio funcionan bajo patrones muy similares.
Por su parte, href="https://www.lionsroar.com/how-meditation-changes-your-brain-and-your-life/" style="border:0px;font-family:inherit;font-style:inherit;font-weight:bold;margin:0px;outline:none;padding:0px;vertical-align:baseline;line-height:inherit">Richard J. Davidson, profesor de psicología y psiquiatría de la Universidad de Winsconsin-Madison, descubrió que quienes practicaron la meditación durante un largo tiempo visto antes, a lo que añade que œsu práctica mental está teniendo efectos en el cerebro de la misma forma que la práctica del golf o el tenis mejoran el rendimiento. Esta metáfora resulta certera en el caso de los futbolistas que practican algún tipo de meditación.
Aprender junto a los monjes budistas sobre ese extraño viajero que es la mente ha permitido que los investigadores comprendan mejor la posada del cuerpo. Aquí algunos de los más destacables descubrimientos:

Es posible modificar el funcionamiento y estructura cerebral
Davidson descubrió que los monjes budistas tibetanos pueden incrementar la neuroplasticidad, la capacidad del cerebro para aprovechar nuevas experiencias para crear cambios duraderos y nuevas conexiones. Sin embargo, no es un logro que sea posible a corto plazo:
Luego de decenas de miles de horas de meditación, los practicantes habían alterado la función y estructura de sus cerebros.

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style="-webkit-font-smoothing:!important;border:0px;font-family:'oswald';font-size:30px;font-style:inherit;font-weight:inherit;margin:15px 0px 10px;outline:0px;padding:0px;vertical-align:baseline;line-height:46px">Es posible alterar la percepción visual y la atención
¿Sabes poner atención? Una persona que no practica meditaci segundos en promedio. Comparado con esto, un monje es capaz de mantener una constante percepci style="-webkit-font-smoothing:!important;border:0px;font-family:inherit;font-size:17.28px;font-style:inherit;font-weight:inherit;margin:0px 0px 20px;outline:0px;padding:0px;vertical-align:baseline;line-height:inherit">Se estableció este dato luego de que un equipo conjunto de la Universidad de Queensland en Australia y de la Universidad de California en Berkeley viajaron al T style="border:0px;font-family:inherit;font-style:inherit;margin:0px;outline:0px;padding:0px;vertical-align:baseline">percepción visual de 76 monjes budistas, y la compararon con la de un grupo de control.
El estudio se centró en el efecto que tiene la meditación sobre la œrivalidad binocular, un fenómeno natural que puede potenciarse al presentarle a cada ojo una imagen distinta. Durante un fenómeno de rivalidad perceptual (que también puede ocurrir en otros sentidos, como el oído o el olfato), la atención del cerebro se desplaza imperceptiblemente entre dos estímulos sin enfocarse en ninguno.
La prometedora conclusión es que, luego de años de meditación, un monje es capaz de disminuir e incluso controlar este desplazamiento para no permitir que su atención divague entre dos estímulos.
Es posible ser más feliz
El monje francés Matthieu Ricard ha sido llamado por los medios œel hombre más feliz de laTierra doctorado en genética molecular, pero desde los años 70 vive en el T países de habla francesa.
En el 2004, Ricard participó junto a Davidson (¿lo recuerdas?, el científico que líneas más arriba afirmó lo de la œactivación cerebral a escala nunca vista) en una investigación para cuantificar los efectos de la meditación en el cerebro. Gracias a dicho estudio se determinó que Ricard produjo niveles de emoción positiva en el córtex prefrontal izquierdo a una intensidad que jamás había sido registrada en la literatura científica.
Sin embargo, para Ricard el secreto de la felicidad es algo muy sencillo: no buscar el amor egoísta, sino la práctica continua y activa de la compasión.
Es posible incrementar la empatía
La empatía ocurre cuando sincronizamos nuestro estado de ánimo con las emociones de otra persona. La Universidad de Stanford tiene todo un instituto de investigación dedicado a la empatía y el altruismo, en donde el neuroeconomista Brian Knutson analizó el cerebro de algunos monjes mediante un aparato de imagen por resonancia magnética para medir la respuesta del núcleo accumbens, parte del circuito de riesgo y recompensa del cerebro. Cuando experimentamos emociones placenteras, como tener relaciones sexuales o tener un golpe de suerte, nuestro cerebro secreta serotonina, un neurotransmisor que nos enseña a promover ciertas acciones en lugar de otras.
La investigación de Knutson mostró que œla visión del mundo del budismo puede ofrecer información potencialmente interesante sobre los circuitos de recompensa subcortical involucrados en la motivación.
Como hemos mencionado en otro artículo, el cerebro no es una computadora, ni funciona exactamente como una. No obstante, los experimentos han mostrado que, hasta cierto punto, es posible programar el cerebro para producir la sensación de bienestar.
Cuando los monjes meditan sobre œamor incondicional, amabilidad y compasión sus cerebros generan ondas gamma, las ondas cerebrales con oscilación de aproximadamente 40 ciclos por segundo, que son indicadoras de una altísima atención y difícilmente captables. A pesar de ello, las ondas gamma de monjes como Ricard son fácilmente captables incluso en un encefalograma.
Esto se traduce en que podemos enseñar a nuestro cerebro a secretar serotonina(es decir, a ser más feliz) simplemente al meditar y ejercitar la amabilidad y la compasión, lo cual reafirma la idea de que la meditaci depresión y otros padecimientos psiquiátricos.
El diálogo entre la religión y la ciencia no tiene una historia muy amable. Sin embargo, el mutuo interés de los practicantes de budismo por dar a conocer al mundo los beneficios de su práctica, así como la curiosidad de los científicos por comprender y cuantificar dichos beneficios, han producido un intercambio luminoso que nos invita a un nuevo enfoque sobre la mente humana: un enfoque donde las emociones no sean descartadas, ni donde la raz style="-webkit-font-smoothing:!important;border:0px;font-family:inherit;font-size:17.28px;font-style:inherit;font-weight:inherit;margin:0px 0px 20px;outline:0px;padding:0px;vertical-align:baseline;line-height:inherit">
* Imagen de portada: Lion™s Roar