VIRGINIA DÍAZ
"Con los días, la nariz se acostumbra al olor",
recuerda Maximiliano. El terremoto -7,9 grados en la escala de Richter-,
destrozó al 80% de Pisco y a su sistema de saneamiento. La mayoría de los
540 muertos fueron en esa ciudad. No sólo con la devastación se encontró
Maximiliano y sus compañeros, sino con la desconfianza de la gente. Es que
los voluntarios, todos pertenecientes a la ONG Un Techo Para mi País,
presente en siete países de América del Sur, levantaban casas de madera, y
ese material no les daba ninguna tranquilidad a los sufridos pisqueños.
"Ellos estaban acostumbrados a casas de barro y
nos miraban con desconfianza. Pero pronto se dieron cuenta que era la única
solución que tenían, porque estaban viviendo en la calle. Ahora están muy
agradecidos y trabajan a la par de nosotros", sostiene.
Pérez es el director social de Un Techo Para mi
País Uruguay, pero allá en Pisco es uno más de los "chibolos construye
casas". "Chibolo" es un peruanismo que equivale a muchacho. Entre chilenos,
argentinos, colombianos y mexicanos, hasta la semana pasada había tres
uruguayos: él, Damián Rivero y Andrés Fernández, quien volvió hace poco. El
miércoles, viajarán cuatro compatriotas más.
En estos días que han estado trabajando ya
terminaron de construir 250 casas. Para mañana, estarán prontas otras cien.
En una semana se logró el financiamiento a través de donaciones de empresas
privadas peruanas para mil de estas viviendas de emergencia, similares a las
que esta ONG construye en Uruguay. Se espera que para diciembre se levanten
unas 1.500.
JORNADA. El día de trabajo arranca temprano. A
las 5.30 horas, Pérez se levanta para comenzar con sus tareas diarias junto
a sus compañeros. El desabastecimiento alimentario se siente todavía. En el
desayuno se come atún, en el almuerzo, nuevamente atún y a la hora de la
cena, otro plato de atún. "Ahora estamos contentos porque nos trajeron
mayonesa", dice. Tanto los uruguayos como el resto de los voluntarios
duermen en un campamento en la Base Aérea, junto con sus pares de la Cruz
Roja. Cuando viajan a Lima se quedan en casas de voluntarios locales. "Los
primeros días andábamos acompañados por militares porque había muchos
saqueos. Era una situación muy incómoda porque estábamos construyendo
viviendas y los teníamos ahí. Nosotros no sentimos la inseguridad", relata.
La tarea concreta de Maximiliano consiste en la
logística. "Coordino las camionetas, la distribución de tareas, los
materiales y el transporte. Superviso las descargas y la reposición de
herramientas". Todoterreno a la fuerza, este ex estudiante de marketing y
comunicaciones, también busca un lugar para el alojamiento de los
voluntarios.
Al haber arribado una semana después del
terremoto del 15 de agosto, no llegaron a ver la peor situación; esa que
hablaba de cadáveres amontonándose en las calles. Sí trabaja entre los
escombros y está embebido de las quejas de los pobladores por el suministro
de víveres.
"Hoy, la situación está mejor, aunque los
cambios no son rápidos. El gobierno (peruano) ayuda pero no tan rápido como
la gente necesita. La población lo que más quiere es que se termine con la
recolección de escombros y se acabe el problema de alimentos así como
también el de la falta de agua potable. En la semana del terremoto no había
qué comer. Ahora llegan camiones de la Fuerza Aérea y Naval que están
ayudando en el abastecimiento de víveres", relata Maximiliano.
El joven se acuerda que al llegar a Pisco temían
por las epidemias que podría haber en el lugar. De hecho, desde las oficinas
de Un Techo Para mi País Uruguay dijeron que varios de los voluntarios
debieron vacunarse antes de partir. Sin embargo, una vez en el terreno no
notaron alarma alguna. Aunque, eso sí, tomaron medidas preventivas como no
tomar agua si no era potable.
La llegada no fue sencilla. La distancia entre
Lima y Pisco es de 150 kilómetros y no solía superar las dos horas de viaje.
Las carreteras estaban tan devastadas que el trayecto insume de cuatro a
seis.
EXPERIENCIA. No es la primera vez que Un Techo
Para mi País había colaborado en una situación similar; en 2000, un
terremoto en El Salvador tuvo una respuesta parecida. Pero como la "filial"
uruguaya de esta ONG recién se fundó en 2003, esta es la primera experiencia
para los voluntarios nacionales.
"Para nosotros, esto es algo muy fuerte -cuenta
Maximiliano-, para un uruguayo es difícil darse cuenta porque nunca sufrió
un terremoto. Lo que más te da fuerzas es sentir el agradecimiento de
familias que lo han perdido todo, incluso a sus parientes".
Demorará mucho tiempo para que la ciudad
comience a parecerse en lo que era. La situación pasó de desesperante a muy
complicada, pero el aliento no se pierde. En eso andan los "chibolos
construye casas".
"Hay mucho que hacer. Lo que más motiva es ver
cuando una familia que perdió todo recibe su casa. Muchas veces se sienten
tristes y no podemos hacer nada para cambiarles el ánimo, pero buscamos
acompañarlos porque nosotros no venimos solamente para construir".
Las cifras
540: Cantidad de muertos del terremoto en Perú
del 15 de agosto; el peor saldo se produjo en Pisco (más de 300), Chincha e
Ica
230: Los millones de dólares en los que se
cuantificaron los daños materiales del terremoto, según un balance oficial
180: Los miles de damnificados que dejó el sismo
en todo el país; los heridos llegaron a 1.100 y aún hay 41 desaparecidos
Para colaborar. El teléfono
de Un Techo Para mi País Uruguay es 4009545. Cáritas Uruguay también había
dispuesto dos líneas: 418 4591 y 419 4314
La hospitalidad de quienes
han perdido todo
A Maximiliano Pérez y a sus compañeros les
sorprendió gratamente la hospitalidad de los pisqueños, pese a la situación
en la que se encuentran. "El apoyo que estamos teniendo de la comunidad es
increíble. Hay familias enteras que te ayudan a levantar una vivienda.
Quienes no te dan una mano son o porque están heridos o son mujeres y están
embarazadas". Los aserraderos peruanos no dan abasto a tanta madera donada;
ya comenzaron a llegar desde Chile camiones llenos de la materia prima. El
aporte a la operativa proviene de empresas privadas de Perú.
"Cuando llegamos, pensamos que no íbamos a
cambiar nada; pero nos dimos cuenta que por más puntual que sea tu ayuda,
eso sirve para cualquiera de estas familias", concluye.
Fuente: Diario el
Pais.