La Historia del Torito que llora
Boris era un ternerito que tuvo la desgracia de nacer en una granja de
animales para consumo humano. Los voluntarios de Hillside Animal Sanctuary, un
centro de rescate para animales de granja en Inglaterra, lo encontraron en unas
instalaciones inmundas, muy parecidas a la de Simancas que hemos visto estos
días. Allí los animales agonizaban, sin comida ni agua, sumergidos en heces al
lado de los cadáveres de sus compañeros.
Cuando fue rescatado, Boris estaba tan débil y enfermo que no se podía tener
en pie. Con ayuda de una grúa, lo levantaron, lo sacaron de allí y lo llevaron a
un prado verde, donde podía comer y pisar la hierba.
Los primeros días dio señales de recuperación. Llegó a ponerse en pie y andar,
y parecía feliz de contar con comida, agual, hierba en la que posarse y mucho
cariño.
Desgraciadamente, un día volvió a debilitarse. Y mientras su rescatadora lo
abrazaba y le pedía que por favor no muriese, él empezó a llorar. Quizá lloraba
por gratitud, o porque sabía que no sería capaz de atender el ruego de la
compañera humana que lo abrazaba, o por tanto sufrimiento pasado, o porque sabía
que se estaba muriendo. Dos animales de distinta especie llorando juntos, unidos
por el mismo dolor y la misma impotencia.
Miles de millones de animales de granja sufren y mueren cada año para servir
de alimento a los humanos. Por favor, ayuda a los animales. No te los comas.