El nuevo día
Por José R. Pagán Sánchez
¿Creería que el agua que tiene en el interior
de su cuerpo podría ayudarle a mantener el bienestar físico y
emocional? El doctor japonés Masaru Emoto asegura que
sí.
Este investigador plantea que a través de sus
experimentos encontró una relación directa entre los sentimientos, los
pensamientos y dicho líquido, toda vez que compone el 70% de nuestro
cuerpo.
“En la medida en que le permitas al agua
fluir a través de la mente y el cuerpo, ésta te irá sanando”,
establece Emoto en el segundo capítulo de su libro The Secret Life of
Water.
El agua es uno de los componentes más
importantes para la vida. Todos los organismos necesitan de su
presencia para realizar muchas funciones vitales. Por esta razón, este
doctor en medicina alterna está convencido de lo
beneficiosa que puede ser cuando se le transmiten vibraciones
positivas.
Emoto entiende que las fotografías que le
tomó a pequeños cristales de agua magnificados 200 veces en un
microscopio comprueban que bendecir y hablar con palabras de amor
pueden afectar positivamente el agua.
En completo acuerdo con sus posturas, su
representante en la Isla, la educadora Carmen Montoto, señala que
mucha gente no ha creado conciencia sobre la importancia que tiene el
agua en el cuerpo humano.
“El agua nos limpia físicamente cuando nos
bañamos, pero también emocionalmente porque cuando lloramos liberamos
emociones. Cuando sudamos el agua nos ayuda a balancear la temperatura
del cuerpo. Además, nos tranquiliza y nos ayuda a manejar el estrés
cuando nos sentamos frente al mar para contemplarlo. Las religiones
reconocen su importancia y la usan para bautizar como símbolo de una
limpieza espiritual. La lluvia, que es agua, también limpia la
atmósfera”, explica maravillada sobre el único compuesto capaz de
estar en los tres estados de la materia: sólido, líquido y
gaseoso.
Según la profesora del Instituto Monroe,
el trabajo del doctor Emoto demuestra cómo el
pensamiento y los sentimientos afectan la realidad física. “Si
queremos mejorar nuestra vida afectando nuestra realidad tenemos
primero que cambiar nuestro estado de conciencia haciendo uso de la
fuerza de nuestro pensamiento”, agrega.
Emoto hizo su experimento de varias maneras.
Puso agua en su estado natural dentro de una botella y luego le puso
una etiqueta (utilizando la palabra escrita) pero también hizo que una
persona hablara frente al líquido y la expusiera a la música
(valiéndose de la palabra hablada). En todos los casos se tomaron
muestras posteriormente y se congelaron por tres horas. Luego las
magnificó en el microscopio.
El poder de la palabra, según él, quedó
demostrado. La diferencia tan marcada que había, por ejemplo, entre
las moléculas del agua cuya botella tenía escrita la palabra “ángel” y
la que tenía escrita la palabra “demonio”. Dice que sólo la primera
era hermosa.
“Si analizamos por un
momento que el planeta Tierra y nuestro cuerpo son en su mayoría agua,
podemos entender sin mucho esfuerzo la trascendencia de estas
investigaciones”, insistió la educadora.
Las fotografías tomadas por el investigador
alegadamente evidencian la manera en que se “embellecen” las moléculas
del agua que ha recibido vibraciones positivas, pero también el
desorden que se formó en las moléculas del agua que recibió una carga
negativa.
Emoto ha publicado imágenes del agua en cuyo
envase escribió la frase “tú me enfermas” . La foto muestra un
desorden molecular. Y entonces se cuestionó “Estamos llenos de agua...
¿qué pasaría si alguien se expone a mucho odio y rencor?” He ahí su
explicación de por qué tanta gente se siente mal y se enferma: porque
es negativa la vibración que reciben las moléculas de toda el agua que
corre por su cuerpo.
Así las cosas, Montoto
sugiere que la solución a muchos males puede ser tan simple como
levantarse cada mañana y, en lugar de pensar en los problemas y
preocupaciones, comenzar el día agradeciendo a Dios y buscándole un
enfoque positivo a la vida. “El agua del cuerpo lo agradecerá y
redundará en bienestar para la persona”,
expresó.
“Se ha definido que las palabras son la
manifestación acústica de un pensamiento, luego entonces son una
vibración. Las palabras son energía con determinada frecuencia
vibratoria que afectan la realidad física”, expone
Montoto.
“Si una persona alberga pensamientos
negativos, aquellos llenos de odio, rencor, envidia, coraje, celos
extremos, maldad en general, se manifestarán irremediablemente en las
palabras que usa y eso generará una frecuencia vibratoria que afectará
el agua de todo el organismo. La exposición continua a ese tipo de
palabras debilitadoras genera enfermedad, que no es otra cosa que un
desorden a nivel celular”, concluyó.
Emoto se encuentra de visita en la Isla para
ofrecer la conferencia “Mensajes del agua”, hoy en el Museo de Arte de
Puerto Rico y mañana en el Museo de Arte de Ponce a las 7:00
pm.
La medicina tradicional, desde una óptica
científica, atribuye las enfermedades a un asunto genético ligado, más
que a todo, a debilidades del cuerpo vinculadas a la línea familiar.
He ahí la razón para que los médicos, en ocasiones, se interesen en
conocer el historial de salud de los padres o abuelos del
paciente.
Sin embargo, la doctora Gloria Vega de
Rodríguez aseguró que cada vez son más los colegas que combinan
métodos alternativos, tomando en cuenta postulados como los que
plantea Emoto. De hecho, afirma que la obra del investigador japonés
es “la de un genio”.
“Emoto demostró con sus experimentos que
bendecir el agua hace un cambio positivo en el cuerpo humano. Obtuvo
la prueba científica de unos planteamientos de los que se venía
hablando hace tiempo”, explicó la internista endocrinóloga y ex
profesora de la Escuela de Medicina.
“He comprobado a través
de mi trabajo que si el paciente es agradecido con la vida, bendice y
se proclama saludable empezará a sanar. Pero si se levanta y empieza a
repetirse constantemente que se siente mal, le estará haciendo daño al
agua que tiene en su cuerpo por la carga negativa de sus
pensamientos”.
Vega, para quien los microscopios y el
trabajo en laboratorios siempre han sido “fascinantes”, dice que
bendecir el agua que tomamos y la que tenemos en nuestro interior ha
hecho la diferencia entre dos pacientes con el mismo diagnóstico. “El
que lo puso en práctica se salvó”, dijo.
“Tengo en mi oficina sus libros y vídeos para
mostrarle las fotos de sus cristales a los pacientes. Se los enseño
como ejemplo del cambio que muestra el agua cuando se le habla de
bondad y de odio”, continuó.
Por último, Vega también estuvo de acuerdo
con el supuesto vínculo que el escritor japonés ha establecido entre
las emociones y las enfermedades.