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Difusion de Contacto Agua Vital
| Asunto: | [CAV] El Simbolismo del Mandala | Fecha: | Viernes, 11 de Agosto, 2006 21:28:22 (-0500) | Autor: | ruth yadira vidaurre miranda <magdalenapoeta @.....com>
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Un pequeño aporte al tema y una breve reseña del uso del Mandala con fines
terapéuticos Un abrazo a todos
El Simbolismo del Mandala
Definición del mandala En sánscrito, mandala significa
círculo, en especial círculo mágico, pero en sentido más amplio representa
medios auxiliares de concentración y de meditación construidos a partir de
círculos y de formas derivadas del círculo, como flores o ruedas, en el ámbito
indo-budista y también en el Tibet lamaísta. Tales estructuras son generalmente
dibujadas y pintadas, pero también se emplean arquitectónicamente como planos en
la construcción de templos. En sentido propio son reproducciones espirituales
del orden del
mundo, a menudo combinadas con elementos derivados del cuadrado. La dirección
hacia un centro tiende hacia la concentración y la meditación. En el centro del
mandala, según la doctrina y el grado de iniciación, se encuentran diversos
símbolos. Como ayudas para la meditación, estas imágenes de mandalas se
designan con el nombre sánscrito de yantras. Se emplean en técnicas de
visualización en las que, después de contemplar largamente un mandala y
memorizar sus intrincadas figuras, se cierran los ojos y se trata de
representarlo internamente con todos sus detalles. Cada cierto tiempo se abren
los ojos y se compara con el original. Una vez que el practicante adquiere mayor
pericia, se complica la técnica haciendo desaparecer en la imagen mental cada
uno de sus componentes, en un orden riguroso hasta quedar en un absoluto blanco.
Después se empieza a poblar ese espacio mental - en el mismo orden de la
desaparición - hasta reconstruir el mandala en
su totalidad. No debe pensarse que la representación plástica del
mandala sea propia sólo de los budistas. Ellos solamente han elaborado con mayor
precisión una intuición antiquísima de origen asirio-babilónico. Es ante todo un
cosmograma, una proyección geométrica del universo entero en su esquema
esencial, en su proceso de emanación y reabsorción (los días y noches de
Brahma). El mismo principio regula la construcción de los templos, cada templo
es un mandala. El ingreso al templo no es solamente a un lugar consagrado, sino
que es la entrada al mysterium magnus. Quien cumpla el rito de circunvalación
según las reglas prescritas, recorre el mecanismo secreto del mundo, hasta
transfigurarse junto al sanctum sanctorum, ya que al alcanzar el centro místico
del edificio sagrado se identifica con la unidad primordial. El mandala
es el paradigma de la evolución y la involución cósmica en su retorno al centro
del universo; pero simboliza
también el refluir de la experiencia de la psiquis en busca de la unidad de
consciencia para descubrir el principio ideal de las cosas. No es solamente un
cosmograma sino también un psicograma, el esquema de la desintegración del uno
en lo múltiple y la reintegración de lo múltiple en el uno, en la consciencia
absoluta, entera y luminosa, que tendría que brillar en lo profundo de nuestro
ser. El hombre tiene en el centro de sí mismo el principio recóndito de su
propia vida, la esencia misteriosa, el punto luminoso de consciencia del que
irradian las facultades psíquicas. Él tiene la vaga intuición de esa luz que
podría brillar dentro de sí, expandiéndose y propagándose hacia planos
espirituales. Cuando el pintor de la India o del Tíbet dibuja un
mandala, no obedece a un arbitrio de la fantasía: sigue una tradición precisa
que le enseña a representar de una manera especial el drama mismo de su alma. No
pinta las imágenes de un ícono, sino que
vuelca los fantasmas de su yo profundo y así los conoce, y de ese modo se
libera, El mandala en psicoterapia En sus Memorias, Jung cuenta
que durante la Primera Guerra Mundial, siendo comandante de un campamento de
prisioneros en Suiza, empezó a dibujar cada mañana un mandala que - según él -
reflejaba su estado de ánimo interno. Era como una radiografía de su psiquis. En
ella iba observando cambios sutiles en su crecimiento personal. Era como si
fuera armonizándose en torno a un núcleo, un punto central, un centro magnético
que lo iba conduciendo hacia una paulatina integración. En aquel punto central
estaban condensadas todas sus posibilidades, esperando desplegarse para llegar a
un desarrollo pleno y armonioso, tal como un director de orquesta da vida a lo
escrito en un lenguaje cifrado. Al principio, comprendía muy poco lo
que esto significaba, pero gradualmente fue dándose cuenta que estaba teniendo
una
experiencia extraordinariamente significante: aquellos dibujos eran informes
diarios sobre el trabajo interno que ese punto central estaba efectuando en él.
Comprendió que la meta del desarrollo del individuo es su Ser, que su evolución
no es lineal sino en espiral, en una circunvalación ascendente que se va
acercando cada vez más al centro y cúspide de esa espiral. Continuó
investigando y dibujando mandalas, sobre todo cuando en su práctica como
psiquiatra empezó a ver que sus pacientes hacían dibujos espontáneos que iban
evolucionando a medida que avanzaban en lo que él llamó «proceso de
individuación». Esos dibujos iban siendo cada vez más definidos y más armónicos
durante este período. Algunos aparecían en los sueños de los pacientes y ellos
los dibujaban para hacer más explícito el relato de su sueño. Como
fenómeno psicológico aparecen espontáneamente en los sueños en ciertos estados
de conflicto, también en algunos casos de
esquizofrenia. Con frecuencia contienen una cuaternidad o un múltiplo de
cuatro, como una cruz, un cuadrado, un octagono. Por lo general aparecen en
casos de disociación o desorientación psíquica cuando la persona se siente
atrapada entre impulsos divergentes de igual potencia, que le producen una
sensación de desgarramiento interior. Algunos son conscientes de ello y dicen:
«Necesito centrarme». También sucede en los comienzos de un estado
esquizofrénico, cuando el paciente empieza a sentir que su visión del mundo se
está haciendo confusa debido a la invasión de contenidos del inconsciente que no
es capaz de procesar. Entonces pueden aparecer mandalas como instancia salvadora
(¿acaso los salvavidas no son circulares?). Es posible observar cómo la imagen
reguladora de un círculo se impone - compensando el desorden y la confusión
de la psiquis - al mostrar un punto central alrededor del cual se organiza la
dispersa y contradictoria multiplicidad de
elementos, aparentemente irreconciliables. Por tratarse de una figura
arquetípica, trae consigo un impulso de autosanación ancestral que no se origina
en una reflexión consciente. Mientras que los mandalas rituales siempre
muestran un estilo definido y un número limitado de motivos típicos en su
diseño, los mandalas individuales presentan una riqueza ilimitada de símbolos o
alusiones simbólicas. Su fundamento es la representación de una contradicción
entre el Ser y el ego, siendo el primero la totalidad de nuestra psiquis -
incluyendo el inconsciente - y el segundo, sólo un punto de referencia de
nuestra consciencia. A menudo aparecen en series, mostrando una secuencia de
estados desordenados, caóticos, llenos de conflictos y angustia. Estas imágenes
pintadas con gran devoción, a veces por manos tan inexpertas como las de un
niño, son yantras a la manera hindú, instrumentos de concentración, meditación y
visión introspectiva, que permiten
realizar la experiencia interna de un refugio seguro, de reconciliación y de
totalidad. La voluntad consciente no puede alcanzar tal unidad
simbólica, pues la consciencia sólo es parte de algo. Su opositor es el
inconsciente colectivo, el que no entiende ningún lenguaje de la consciencia.
Por lo tanto, se tiene necesidad de símbolos mágicamente efectivos que
contengan aquellos analogismos primitivos que hablan a lo inconsciente. Sólo
mediante el símbolo puede ser alcanzado y expresado el inconsciente. Por ese
motivo - según Jung - jamás podrá el proceso de individuación abstenerse de
símbolos. El símbolo es, por un lado, la expresión primitiva de lo inconsciente
y, por otro, una idea que corresponde al más alto grado de intuición que pueda
ser dado a la consciencia. Saelas Jarrel
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