Extracto de DE CLARA CASTELLOTI DEL
LIBRO
"MADRE TIERRA, HERMANA LUNA".
TIKAL EDITORIAL
Un mito sioux, el de la Mujer Bisonte
Blanco describe las siete etapas
que sigue la mujer en su camino hacia la
autorrealización. El origen
del mito lakota es conocido como "El
camino de la belleza" y es un
ritual sagrado que dura toda la
vida.
1. El camino de la hija
Este período comprende desde el nacimiento
hasta la aparición de la
primera regla. Todavía es una niña, física
y psíquicamente
dependiente, mentalmente receptiva, que
absorbe todo tipo de
enseñanza, ejemplo o estímulo que se le
presenta. Si todas estas
influencias exteriores son apropiadas,
estructuradas y emocionalmente
equilibradas, la niña desarrollará el
equilibrio, respeto, dignidad y
autoconfianza que luego necesitará como
recursos para llevar una vida
en armonía con todo lo
existente.
2. El camino de la mujer
Abarca los años en que una mujer
desarrolla la autoconfianza,
aprendiendo a controlar su vida
independiente de los adultos. Aprende
a través de la experiencia personal,
desarrolla sus propias respuestas
emocionales y mentales y elige sus
relaciones. Empieza a explorar su
sexualidad y a construir su
espiritualidad. Son los años en los que
empieza a conocerse y, poco a poco, llega
a ser una persona
responsable y madura (en nuestra sociedad
actual este período va desde
la adolescencia hasta los 28-32
años).
3. El camino de la madre
Desde el punto de vista espiritual, el
nacimiento de un hijo es el
evento más importante de la vida de una
mujer; ya que entonces entra a
formar parte de la comunidad espiritual
femenina. Al cruzar la
frontera entre la vida y la muerte con el
parto es recibida en la
comunidad de las matronas, donde inicia la
verdadera enseñanza. En el
período de la madre aprende la disciplina
del sacrificio: cuerpo,
tiempo, psique, conocimiento, vida social,
condición económica,
relaciones y valores son puestos al
servicio de los niños. Este
pasaje, ambivalente como ningún otro, la
empuja a superar todos los
límites que tenia previstos. Aprende a
controlar completamente su
mundo, intentando armonizar sus
necesidades individuales con las
demandas externas que constantemente caen
sobre ella; alcanza así el
poderoso equilibrio entre realidad interna
y externa sobre el cual se
basa este ritual sagrado. En el camino de
la madre, la vida espiritual
de la mujer pone sus raíces y florece: no
hay que olvidar que en
muchas culturas antiguas el dar a luz
simbolizaba para la mujer una
iniciación.
4 y 5 El camino de la recogedora y el
de la ritualista
Ambos caminos son tan antiguos como la
raza humana. Recoger es una
disciplina que requiere respeto antes que
nada; desarrolla poderes
especiales de observación y discernimiento
en el conocimiento de las
estaciones, del clima, de la astronomía y
de la curación. Armada
únicamente de conocimiento, de intuición y
de oraciones, la mujer
recolecta gran cantidad de plantas y de
sustancias minerales para la
cocina, la magia, la higiene y la
cosmética. La recogedora tiene que
conocer perfectamente dónde y cuando
encontrar lo que necesita, la
forma más adecuada de conservar,
almacenar, preparar las sustancias y
utilizarlas en condiciones que resulten
eficaces e inocuas. Una Mujer
Medicina nativa nunca aplica el mismo
remedio al mismo síntoma físico
en distintos pacientes, ya que trata al
ser en su totalidad. Para ella
"hacer medicina" es conocer al paciente, a
su familia, su condición
espiritual, mental, física, ambiental y
social, y cómo combinar todo
esto en el proceso de curación. La
aspirante-chamana es también muy
consciente del espíritu que hay tras la
planta, roca o cristal usados
en el tratamiento, a los cuales hay que
dar las gracias por la ayuda
que le están aportando. Esta parte del
trabajo de una Mujer Medicina
se caracteriza por la tensión espiritual,
aunque no tan intensa como
en su primer parto, sus primeras reglas o
su responsabilidad de mujer
joven de aprender a respetar a los demás
(humanos e inhumanos) y a sí
misma. Una Mujer Medicina que no consigue
equilibrio, responsabilidad
y ser consciente puede suponer un desastre
para toda la comunidad,
porque el poder de la mujer es grande, y
cuanto más desarrolle la
disciplina y la devoción, más aumentará su
poder. Las mujeres que
siguen el camino de la recogedora y de la
ritualista tienen que ser
interiormente seguras, estar profundamente
preocupadas por la vida
espiritual del planeta y ser capaces de
sacrificar su trabajo y su ego
por el bien de la comunidad.La ley
espiritual básica que la mujer
aprende en el camino es que la aspirante a
chamana da y da mucho
tiempo antes de recoger, aunque sólo sea
poco, y todo lo que obtiene
de su duro esfuerzo y pruebas personales
lo tiene que utilizar en
alimentar y fomentar la vida.
6. El camino de la maestra
Aprendiendo, experimentando, alimentando y
trabajando la mujer alcanza
la edad en la cual se vuelve transmisora
de sabiduría espiritual y
social. Es compartiendo con los demás las
técnicas, las teorías y las
experiencias que ha vivido como llega a
ser una maestra.Entra en la
menopausia tan profunda y madura como la
fruta, como la flora. Si ha
seguido los caminos descritos
anteriormente con armonía entrará en el
reino de lo sagrado como miembro de la
comunidad cósmica, derecho que
se ha ganado a través de su trabajo,
sacrificio y devoción. En este
momento puede elegir su campo de acción
puesto que es una Mujer
Medicina, aunque existan otras formas
menos obvias de llegar a serlo.
Puede elegir la política, el servicio
público o cualquier otra
profesión; practicará de una forma sana y
espiritual todo lo que
decida ser. También puede escoger quedarse
aislada o ser una abuela,
continuando con sus nietos, sus bisnietos
o bien otros niños sin hogar
ayudándoles a crecer y educándolos.El modo
en que una anciana enfoque
su habilidad y su sabiduría depende de la
naturaleza del trabajo
espiritual hacia el cual ha sido
conducida. Gran parte de su enseñanza
se transmite a través del ejemplo; ella es
un modelo para las mujeres
más jóvenes en el camino, y su presencia y
esencia revitalizan y
enriquecen la vida de su comunidad
entera.
7. El camino de la sabia
Alcanzada la vejez, la chamana entra en el
período de la maestría,
habiendo desarrollado una verdadera
sabiduría. El sentido del
equilibrio que caracteriza al universo es
ahora parte profunda de
ella, así como el sentido del humor. Está
en contacto directo con
hechos naturales y sobrenaturales, siendo
capaz de aceptar sus
directrices. La esfera de su trabajo ha
trascendido su ser personal y
privado, su familia; su comunidad se
extiende ahora hacia las
estrellas. Es un ser sagrado: es completa.
Los siete caminos
proporcionan a la mujer la fuerza, la
disciplina y la profunda
conexión que necesita para canalizar el
poder espiritual sin causar
daño a sí misma ni a los demás. Le ayudan
a desarrollar humildad,
orden, respeto dignidad y el sentido de
cuidar a toda criatura,
dándole una profunda comprensión de sí
misma en los aspectos
interiores y exteriores. Existen otras
formas de autorrealización, pero
este bellísimo ritual nos recuerda que no
hay que quemar etapas sino
vivir con entrega y aceptación todas las
experiencias que nos llegan,
sean aparentemente buenas o malas, porque
es lo que nos toca vivir, y
probablemente es lo mejor que nos puede
pasar. A menudo las grandes
enseñanzas las encontramos en las pequeñas
dificultades diarias, por
esto el "camino de la madre" es la etapa
más difícil en la vida de una
mujer; es el sacrificio del ego y el
aprendizaje del amor no egoísta,
requisitos esenciales para el desarrollo
de una conciencia espiritual
y cósmica.
Estos siete caminos son los de toda mujer
que quiere incrementar su
poder espiritual a través de toda una
vida, recordando que cada prueba
o dificultad que vamos superando es un
paso más que vamos dando en
nuestro viaje hacia la
totalidad.