AMAR O DEPENDER
Amar plenamente es como la gripe, te deja sin defensas,
y cuando estás sin defensas tienes que tener cuidado
de quien esta a tu lado.
El merecimiento no siempre es egolatría, sino dignidad.
Cuando damos lo mejor de nosotros mismos a otra persona,
cuando decidimos compartir la vida,
cuando abrimos nuestro corazón de par en par
y desnudamos el alma hasta el último rincón,
cuando perdemos la vergüenza,
cuando los secretos dejan de serlo,
al menos merecemos comprensión.
Que se menosprecie, ignore o desconozca
fríamente el amor que regalamos a manos llenas
es desconsideración o,
en el mejor de los casos, ligereza.
Cuando amamos a alguien que además de no correspondernos
desprecia nuestro amor y nos hiere,
estamos en el lugar equivocado.
Esa persona no se hace merecedora del afecto que le prodigamos.
La cosa es clara: si no me siento bien recibido en algún lugar, empaco y me voy.
Nadie se quedaría tratando de agradar y disculpándose por no ser como les gustaría que fuera.
No hay vuelta de hoja.
En cualquier relación de pareja que tengas,
no te merece quien no te ame, y menos aún, quien te lastime.
Y si alguien te hiere reiteradamente sin mala intención, puede que te merezca pero no te conviene...
¡VAMOS, TU VALES MUCHO