Nújank’ el
árbol de mi ombligo
En algún tiempo, en la selva habían llegado muchas
familias de las grandes ciudades con el objetivo de explorar el mundo amazónico y
su misterio.
Una hermosa mujer blanca se embarazo de su esposo blanco
de manera inesperada. Al embarazarse la mujer y su esposo decidieron quedarse en
la casa de un viejo hombre hasta que nazca el niño. Pasaron varios meses hasta
que la mujer dio a luz a su hijo; cuando nació el niño las mujeres de
la selva atendieron a la mujer y a su hijo recién nacido. El viejo abuelo le
bautizo con el nombre de Nújank’, porque nació justo cuando llovía bastante y
los ríos estaban muy crecidos. (Nújank’ es en idioma Kantuash Shuar y significa
crecido el rio) Al niño apenas salió de la madre le cortaron el ombligo y junto
a la placenta lo sepultaron en el tronco de un árbol muerto junto a un
hormiguero. Según la cultura de los Kantuash Shuar es tradición sepultar el
ombligo para que de ella nazca un nuevo árbol de una nueva especie.
Entonces el viejo hombre
después de varios meses al mirar que el niño empezaba a caminar le dijo a los
padres del niño: Hijos míos vayan para la ciudad este niño debe hacer una nueva
historia para la humanidad. Al escuchar esto, los padres no entendieron el
mensaje del hombre viejo, ellos pensaban que el viejo estaba cansado de vivir con
ellos y que por eso les echaba de la casa y de la selva.
Ya en la ciudad pasaron
varios años y el niño había estudiado ingeniería ambiental, entonces Nújank’
era todo un hombre grande. Este niño grande, una noche estaba cansado y
miraba un programa en la TV, de pronto miro en la TV un documental sobre los
indios de la selva y su forma de vida. Estaba muy curioso mirando el programa y
de pronto en el documental explicaba como nacía un niño de la selva y que hacían
con la placenta y el ombligo.
Al escuchar
que en la selva, la placenta y el ombligo del niño recién nacido lo
sembraban para que nazca un nuevo árbol; corrió hasta donde estaba la madre y le
pregunto: ¿madre como nací yo y que paso con mi ombligo? Y la madre le dijo
exactamente todo lo que había ocurrido en su nacimiento. Nújank’ al escuchar su
nacimiento le pregunto a su madre: ¿madre en donde vive el viejo y quiénes son
todos ellos? La madre le dijo: Nújank’ hijo mío, es muy lejos, quizás ya no
vive el viejo y los indios; eso está en la selva del Ecuador en la parte sur.
Aquella noche para Nújank’ era
la noche más larga de su vida. Al otro día bien por la mañana Nújank’
preparo su equipaje y viajo con dirección a la selva. Él quería conocer la
verdad se su nacimiento y la cultura de la selva.
Viajo durante muchos días
y tras preguntar a muchas personas llego hasta la comunidad en donde vivía el
anciano. Al llegar no había ninguna señal de vida humana; pero dentro de una casa
viejita, estaba sentado un anciano que casi no podía moverse de la vejes. Pero
hablaba y entendía todo a su alrededor.
El joven Nújank’ pregunto al anciano: querido abuelo he
venido hasta aquí para verte y preguntarte sobre mi nacimiento. Gran abuelo dime
por favor ¿en donde sembraron mi ombligo? y ¿que nació de ella? El anciano le
respondió: hijo mío vete por ese pequeño sendero, muy pronto al fondo mira a tú
izquierda y encontraras un gran árbol blanco. Ese árbol es su ombligo. Mírale
bien posiblemente sea la última vez que le mires… en estos tiempos llegan muchos
hombres que destruyen todo árbol grande.
Nújank’
Dejó la mochila que cargaba y corrió sobre el camino y al fondo exactamente
miro un gran árbol blanco; pensó que este era su ombligo o el árbol de su vida.
Lo abrazo con tanta fuerza sobre sus raíces y lloro profundamente. Levanto su
cabeza suavemente y al mirar sobre todo el alrededor miro muchos árboles
similares… entonces en voz alta dijo: ¡tú, él y todos los arboles son mis
hermanos, a partir de hoy juro defenderles con mi vida! Nújank’ regreso con
muchas lagrimas hasta la casa del anciano. Y al llegar le pregunto: querido
abuelo, ¿cómo puedo defender a estos árboles para que vivan por siempre?
El anciano abuelo le dijo: Hijo mío vete a la ciudad y
diga que cada árbol es sagrado, cada árbol es una vida y cada árbol debe ser
respetado. Se sabio y busca alguna forma para que no corten más arboles de la
selva amazónica.
Nújank’ entendió el mensaje del aciano y fue de
regreso a la gran ciudad de su origen. En pocos años fue un gran líder defensor
de la selva. Pero un día llegaron a su oficina un grupo de empresarios madereros
y le propusieron a firmar permiso oficial para cortar árboles. Nújank’ dijo a
los empresarios: señores denme unos minutos
para preguntar a los ancianos del pasado y a los niños del futuro. Frente a los
empresarios se sentó y cerró sus ojos. Luego de unos minutos abrió los ojos y les
dijo: los ancestros dicen que no se corte más arboles de la selva porque la
tierra pierde sus poderes que dan vida a la vida y los niños del futuro dicen
que, cortar los árboles es como cortar el ombligo de los niños que aun no nacen.
Nujank’ se puso de pie y dijo: ¡No firmare nada! Moriré
defendiendo la vida del mañana y con mi sangre se escribirá esta historia.
Aquel día los empresarios sacaron sus armas y mataron a Nújank’. Después de
algunos años la noticia llego a los oídos de los indios de la selva y así
Nujank’ se quedo en la memoria y en la historia de los indios Kantuash Shuar
de la selva.
Paz justicia tierra y libertad