| Asunto: | Rv: Re: (cav) - Emilio: Recordemos.. la elocuencia del océano | Fecha: | Sabado, 26 de Julio, 2008 21:03:41 (-0300) | Autor: | cristina <mariacristinabengo @.........ar>
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Según la sabiduría de la Cosmovisión Andina transmitida a través de miles de años, todo fenómeno en el mundo material se da con algún propósito, todo
suceso trae consigo un mensaje por descubrir. Esta manera de ver las cosas
por nuestros Abuelos de Los Andes nos permite comprender que los sucesos de
este mundo visible se originan en otro mundo: el invisible. Todo cuanto
percibimos
con nuestros sentidos, es un reflejo o un espejo de lo que pasa en
nuestro interior. El mundo Occidental ha centrado su atención en lo
racional, no concibe concientemente el nexo de lo humano con lo mágico, como
ocurre en Los Andes y otras culturas ancestrales. El ser humano en su
caminar, generalmente observa y piensa en los efectos, sin analizar las
causas; no se le ocurre buscar en su interior el verdadero origen de todo lo
que le sucede. Es lo interno (lo invisible) lo que realmente determina lo externo
(lo visible). Ambas facetas, interna y externa, se complementan. Partiendo de
la idea de lo visible e invisible, podemos llegar a percibir el Universo
integralmente, tanto en su materialidad como en su inmaterialidad. Cuando no
tenemos esa visión integral y se nos presenta una situación difícil, algún
problema, culpamos generalmente a todo y a todos, excepto a nosotros mismos; no
comprendemos que la causa generadora de ese problema reside en nuestro
interior, pues somos nosotros quienes creamos la realidad que vivimos, segundo a
segundo. Si observamos el mundo desde esta óptica integral, tendremos una
relación distinta con la vida; al entender la causa podremos comprender el
efecto, al entender el mundo invisible - donde está la causa - podremos
comprender el mundo visible, es decir: la materia, la vida, la realidad. El mensaje se expresa en la capacidad de buscar el origen de todo lo
acontecido en uno mismo. En este sentido la exigencia ya no es para con los
demás, sino para consigo mismo. Al preguntarnos qué hicimos, qué pensamos, qué
sentimos, para haber generado tal efecto o tal reacción, empezamos a comprender
la causa
profunda. Escapar, evadirse, no es una buena opción, pues los mismos
problemas se repetirán con diferentes personas, en diferentes lugares y
ocasiones. Si queremos que cambien las condiciones del entorno, es preciso que
cambiemos nosotros desde el interior. - de Sabiduría Ancestral -
cristina emilio pezo minaya
<julianpetrukio9@hotmail.com> escribió: From: gildace@hotmail.com To:
HIJASDELAMADRETIERRA1@groups.msn.com Subject: Recordemos.. la elocuencia del
océano Date: Sat, 26 Jul 2008 12:33:21 -0700
Recordemos.. la elocuencia del
océano
Respuesta
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De:  Fhicer | LA
ELOCUENCIA DEL OCÉANO Era un buscador espiritual, pero había perdido la
confianza en la enseñanza y en si mismo. Durante años había aspirado a fundirse
con "la Mente Única", pero se había debilitado su motivación y su fe. Había dejado de meditar y se había entregado a una vida hueca,
sin sentido, extraviado en toda suerte de trivialidades. Se había colocado, con
el paso de los últimos tiempos, de espalda a sí mismo y a la realidad. Pero no
era feliz. Era la suya, espiritualmente, una vida de penumbra ¿Podría alguna vez
recuperar el anhelo por la libertad interior? En el colmo de la tristeza,
cierto atardecer se sentó en la playa, observó el mar de un color azul oscuro,
las olas batiendo sin cesar y engendrando una capa de espuma. -
Estoy tan triste, tan desolado, tan perdido – se quejó en voz
alta. Y su sorpresa fue mayúscula cuando el océano replicó: - También yo estoy muy triste, mi azul oscuro es de luto, porque
me siento como muerto al haberme desgajado de "la Mente" única. Mi furia y mi
hervor es la rabia que siento por esa separación. Ella es mi Muy Amada y de luto
estaré y no dejaré de protestar con mi oleaje, a veces incluso furioso, hasta que
vuelva a unirme a ella. El hombre se quedó atónito. Las lagrimas
purificadoras, de las que emergen del mismo centro del alma, comenzaron a
deslizarse por sus mejillas al reconocer su propio diálogo interior. De
nuevo
sintió el afán de completar su evolución y caminar hacia lo intemporal. Hizo
con la cabeza una inclinación en señal de agradecimiento y respeto al Océano y se
perdió en la desnuda y hermosa extensión de la playa. No hay mayor
pérdida que perderte a ti mismo, ni recuperación más fecunda y maravilla que
volverte a ganar. | |
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