"Por cualquier
rincón de la naturaleza se suelen ver enredaderas y otras plantas trepadoras que
con toda pasión vegetal se adhieren ya sea a las verjas o a las ramas, donde se
apoyan para crecer. Es inútil querer "destejerlas" de sus sostenes: no lo
resisten... antes se morirían que apartarse de ellos... Sin embargo, cuando la
joven enredadera o trepadora es todavía una niña vegetal, sus pequeñas ramas
prestan menos resistencia y se las puede ir conduciendo, pues permite que el
jardinero de uno u otro modo las direccione para su
bien.
Como ellas, la criatura humana
que, allende su cuerpo físico, allende su edad, conserve algo de ese niño que
nunca deberíamos dejar de ser, podrá seguramente comprender algo de esto que
damos en llamar Universalismo, y que si lo analizamos a profundidad, si lo
desnudamos de tantas palabras y razones, no es otra cosa que aquel "Ama a tu
prójimo", letanía constante de todas las religiones del mundo, de todos los
Maestros. El que ama no se enaltece, no se pone sobre los demás, no cree -porque
si AMA es un SER MADURO- que Dios lo benefició dándole la religión más bella de
la Tierra, en
tanto que a los otros, sólo les dio una especie de sobrante
místico".
Ada
Albrecht