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Dios Existe
 | Asunto: | [diosexiste] Lecturas, Santoral y Liturgia de las horas del Viernes 01 de Enero de 2021 | Fecha: | 1 de Enero, 2021 04:02:14 (+0100) | Autor: | Alfa Romeo <yj_adonai @.....es>
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Santa María Madre de Dios
Lecturas
Nm 6,22-27: Invocarán mi nombre sobre los israelitas, y los bendeciré Salmo 66: El Señor tenga piedad y nos bendiga Gál
4,4-7: Envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer Lc 2,16-21: Le
pusieron por nombre Jesús
Santoral:
Santa María Madre de Dios
Liturgia de las horas
Of La Tr Sx Nn Vs Cm
Lecturas del Viernes 01 de Enero de 2021
Números 6,22-27 Invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los
bendeciré
El
Señor habló a Moisés: "Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con
que bendeciréis a los israelitas: "El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti
y te conceda la paz". Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y
yo los bendeciré."
Salmo responsorial: 66 El Señor tenga piedad y nos bendiga.
El Señor tenga piedad y nos bendiga, / ilumine su rostro sobre
nosotros; / conozca la tierra tus caminos, / todos los pueblos tu
salvación. R.
Que canten de alegría las naciones, / porque riges el mundo con
justicia, / riges los pueblos con rectitud / y gobiernas las naciones de
la tierra. R.
Oh Dios, que te alaben los pueblos, / que todos los pueblos te
alaben. / Que Dios nos bendiga; que le teman / hasta los confines del
orbe. R.
Gálatas 4,4-7 Envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer
Hermanos:
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer,
nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para
que recibiéramos el ser hijos por adopción. Como sois hijos, Dios envió a
nuestros corazones al Espíritu de su Hijo que clama: "¡Abbá! (Padre)."
Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también
heredero por voluntad de Dios.
Lucas 2,16-21 Encontraron a María y a José, y al niño. A los ocho días,
le pusieron por nombre Jesús
En
aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a
María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo
que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban
de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas,
meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y
alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían
dicho.
Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le
pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su
concepción.
Comentarios:
dominicos.org
Fray Juan Carlos González del Cerro O.P. Real Convento de Santo Domingo
(Jerez de la Frontera)
Introducción
Comienza 2021, un nuevo tiempo “de
gracia” para darnos cuenta una vez más de la presencia de Dios, que se
empeña de continuo en santificar el tiempo de nuestra vida con su amor
providente siempre actuando en favor nuestro.
Dejamos atrás un año
muy duro, muy difícil, y encaramos uno nuevo, insospechado, pero que
queremos llenar de esperanza. No caminamos solos, caminamos con Dios que
es Emmanuel: “Dios con nosotros”. Es el misterio que llevamos
celebrando ocho días como si fuera uno solo, con júbilo, alabanza y
fiesta en el Señor. Hoy, en la Octava de la Navidad, la Liturgia nos
muestra de nuevo este misterio de Amor para contemplarlo desde la
“Madre” que lo ha hecho posible, modelo de acogida de este
acontecimiento de Vida y Salvación, iniciativa del Dios que nunca
abandona la obra de sus manos. Dios, nacido de Mujer… para rescatarnos… Piel
con piel, carne de nuestra carne, para modelar de nuevo el barro amado salido de
sus manos.
Desde
Santa María, la Madre de Dios, contemplamos hoy el Misterio central del
nacimiento del Verbo, “en la humildad de nuestra carne”, con el deseo
de hacerlo nuestro como Ella: con una admiración y una acogida tal
capaces de que, igualmente, “tome cuerpo” en nosotros. Son las notas del
verdadero creyente: admiración y acogida. Son las notas de la fe que
brilla singularmente en la que es Madre de Dios y madre nuestra por
extensión. A la sombra de su maternidad, de su tierna intercesión y
cuidado, vivamos este nuevo año. La belleza y la hermosura de esta
maternidad divina de María nos presenta de nuevo el corazón del
Evangelio: Dios es un misterio de amor y bondad infinita. No olvidamos
que hoy es también la Jornada Mundial de la Paz. Navidad es “paz en la
tierra a los hombres en quienes Dios se complace”. Sigamos siendo
testigos y constructores de esa Paz.
Comentario Bíblico
Fr. Gerardo Sánchez Mielgo Convento de Santo Domingo. Torrent
(Valencia)
Nota:Es conveniente insistir en que celebramos la fiesta más
importante de todo el año en honor de la Santísima Virgen María: su
Maternidad divina. Está muy adecuadamente introducida en el marco del
Nacimiento de su Hijo. Insistir igualmente que todos los dones que ha
recibido María están orientados a este don principal y central. Toda la
vida de María está al servicio y orientada a Jesús y a su misión.
Conviene recordar que es el día o jornada especialmente consagrada a
esta realidad tan necesaria en nuestro mundo.
Primera lectura: (Números 6,22-27)
Marco:
Es una bendición solemne que Dios, a través de Moisés, transmite a
Aarón y sus hijos para que la impartan al pueblo. El nombre divino, tres
veces invocado, asegura a Israel la presencia del Dios que protege.
Reflexiones 1ª) ¡Abundancia de la bendición de Dios!
El
Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda
su favor. Esta primera lectura, centrada en la bendición, orienta la
reflexión hacia una realidad muy importante en la tradición bíblica. La
bendición, eficaz por sí misma, es entendida como una realidad dinámica y
eficaz. Es un tesoro que los patriarcas reciben de Dios. Dios bendijo a
nuestros primeros padres (Gn 3), bendijo a Abraham y en él serían
benditas todas las naciones (Gn 12). Y esta misma bendición la han de
transmitir a la hora de la muerte a los primogénitos como una herencia,
como parte central del testamento (Gn 27). Resume todos los bienes y
favores que Dios concede a los hombres. La bendición recordará siempre a
su pueblo la benevolencia de Dios hacia él. Iluminar el rostro sobre
alguien es conceder su benevolencia y la seguridad de su presencia y
protección. Para el creyente, Cristo mismo es la bendición. Por tanto,
tienen la tarea de llevar al mundo la seguridad del favor divino. Y, en
consecuencia, orientar la vida positivamente, con entusiasmo y
esperanza.
2ª) ¡Necesitamos el don de la paz!
El
Señor se fije en ti y te conceda la paz. La bendición tiene otro
elemento importante: es la garantía de la paz de parte de Dios a los
hombres. Recordamos que la paz es el resumen de todos los bienes
salvíficos que Dios concede a los hombres, y de ella fluye la paz entre
los hombres. Una y otra vez aparecen en la Escritura este deseo de paz y
la necesidad de la paz. En este momento se conjuntan la bendición y
paz. A la vez que la paz está estrechamente relacionada con la promesa
hecha por Dios a los hombres. Ya hemos predicado el día de Navidad de
este precioso don de la paz, porque era el canto de los ángeles en la
aparición reveladora a los pastores. Hoy, que civilmente comenzamos un
nuevo año, es necesario pedir a Dios su bendición que cuaja
especialmente en la paz. Y unirnos a toda la Iglesia, y a todos los
hombres de buena voluntad, que oran por la paz de un modo especial, ya
que hoy es la jornada por la paz del mundo, comenzando por promover la
paz en los ámbitos en que se desarrolla nuestra vida.
Segunda lectura: (Gálatas 4,4-7)
Marco:
Este fragmento forma parte del conjunto de la carta que se ocupa de la
salvación que nos llega por la fe. En la plenitud de los tiempos, Dios
cumple su plan y proyecto expresados en la Palabra. El fruto y la
expresión principal de esta salvación es la filiación divina.
Reflexiones 1ª) ¡Dios se hace presente en la historia en su Hijo para
revelar a los hombres que son hijos por adopción!
Cuando
se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer... para
que recibiéramos el ser hijos por adopción. El pensamiento de Pablo se
concentra en la filiación divina. Para conseguirla no es suficiente la
observancia de la ley. Era necesario que el propio Hijo de Dios se
hiciera hombre para hacernos a todos hijos de Dios por adopción. La
Encarnación tendrá como finalidad conseguir para los hombres este don
desbordante y totalmente gratuito. Jesús, el Salvador, nació de una
mujer, es decir, fue realmente hombre. Pablo no dice expresamente el
nombre de María. Ha sorprendido siempre que en todos los escritos
paulinos no aparezca el nombre de María. Pero afirma de ella el
privilegio y la actuación principal: ser madre de aquel por el cual
recibimos el inapreciable don de la filiación. Todos recibimos el don
gratuito de la filiación por medio de Jesús, Hijo de Dios y de María.
Hoy que proclamamos la maternidad divina de María es una buena
oportunidad para reflexionar sobre nuestra igualdad de hermanos. Es
necesario que los creyentes proclamen ante el mundo que para Dios somos
todos muy importantes, iguales y realmente hermanos. Y que esto conlleva
un serio compromiso y responsabilidad.
2ª) ¡Consuelo y seguridad en el Espíritu Santo que nos garantiza la libertad.
Herederos de Dios!
Como
sois hijos, Dios envió a vuestros corazones al Espíritu de su Hijo, que
clama: ¡Abbá! Padre. Ya no eres esclavo sino hijo. Y si eres hijo, eres
también heredero por voluntad de Dios. Escuchamos en el relato
evangélico (prólogo del evangelio de San Juan) del Día de Navidad: los
que reciben la palabra adquieren el poder-derecho de ser hijos de Dios. Y
el propio Juan nos recuerda en otra parte de su evangelio: Si os
mantenéis fieles a mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; así
conoceréis la verdad y la verdad os hará libres... El esclavo no
permanece para siempre en la casa, mientras que el hijo sí. Por eso, si
el Hijo os da la libertad, seréis verdaderamente libres (Jn 8,31-36).
Este es el fruto y la consecuencia más importante de la Navidad. El
hombre puede con todo derecho dirigirse a Dios como Padre. Pero esta
experiencia es inseparable de la presencia y la actuación del Espíritu.
Con Él y sólo con Él podemos experimentar y manifestar nuestra
conciencia de filiación divina. Crea una relación de entrañable
confianza filial. Más tarde, en su ministerio, Jesús nos enseñará a
tratar y dirigirnos a Dios con el mismo título y del mismo modo que lo
hacía Él. Los hombres necesitan que les descubramos el verdadero rostro
de Dios. Dios no es "un algo" que está allá arriba, como muchas gentes
piensan y opinan; ni un Dios justiciero, insensible y ajeno a las
preocupaciones y problemas de los hombres. Nuestro Dios es cercano,
entrañable, lleno y desbordante de noble y serena ternura. Encontrar el
verdadero rostro de Dios es urgente.
Evangelio: (Lucas 2,16-21)
Marco:
El relato recuerda la vuelta de los pastores a sus majadas. Lo pastores
cuentan por todas partes lo que han visto y oído causando la admiración
de todos. Los pastores son un anticipo de la tarea evangelizadora de la
Iglesia. María comienza su camino de meditación y búsqueda de sentido
en la vida de Jesús que la caracterizará toda su vida.
Reflexiones
1ª) ¡Los primeros invitados: los pastores!
Los
pastores fueron corriendo y encontraron a María y a José y al niño
acostado en el pesebre. Todos se admiraban de lo que decían los
pastores. Los pastores son los primeros que visitan a Jesús en Belén.
Habían recibido una revelación de la identidad del Niño que retrotrae la
revelación pascual de Jesús como Señor y Mesías (Hch 2,36). De los
pastores se tenía entonces una opinión ambivalente y compleja: por una
parte recuerdan y son símbolo de la ascendencia davídica (David era
pastor y estaba pastoreando cuando fue elegido como rey de Judá y de
Israel). Su misma presencia visualiza la descendencia davídica de Jesús.
Pero a la vez eran sospechosos de conducta irregular. Eran marginados
sociales en su época. Pues bien, esos pastores una vez encontrado a
Jesús, se convierten en pregoneros de lo que han visto y oído. Son
mensajeros y apóstoles de la Buena Noticia. Esa será la tarea
fundamental de los Apóstoles y de la Iglesia. Por eso Lucas retrotrae a
la infancia la experiencia pascual de la proclamación de Jesús. Los
creyentes somos convocados a proclamar y pregonar por el mundo lo que
hemos visto y oído en la experiencia sacramental, en la escucha de la
palabra y en la experiencia personal. Sabemos que todo encuentro
importante deja una huella imborrable en el espíritu y una urgencia
irresistible de comunicarlo. la auténtica experiencia empuja a una
sincera y convincente comunicación.
2ª) ¡Actividad meditativa y contemplativa de María!
Y
María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Esta
descripción de la actividad interior de María aparece todavía en otra
ocasión: con motivo del encuentro de Jesús en el templo (Lc 2,51). Lucas
utiliza dos verbos distintos: conservar y meditar (= rumiar, darle
vueltas). El primero sugiere la acción de guardar celosamente un tesoro
muy valioso en lugar seguro. Corazón significa en la antropología hebrea
la intimidad de la persona: entendimiento, voluntad, sede de los
sentimientos más nobles del hombre. Guardar celosamente en lo más íntimo
de su persona es lo que hace María con todo lo que escucha y observa.
Pero además "medita" (rumia y da vueltas) todos los acontecimiento y
gestos que se producen alrededor de Jesús. Más tarde los mismos gestos y
actitudes de Jesús serán el objeto de su labor de meditación. La misma
expresión la encontramos en Génesis 37,11 al hablar de los sueños de
José: Jacob meditaba todo esto. El significado correcto parece ser el de
"dar vueltas" en el interior a fin de ordenar todos los elementos y
encontrarles su sentido. Es la acción de quien quiere entrar y asimilar
el misterio. María daba muchas vueltas para entrar en la comprensión de
Jesús dada la riqueza de la personalidad del Hijo. Y es una labor que
mantuvo toda su vida. Como Jacob, quiere encontrar el sentido de cuanto
Jesús hace y dice. María es, madre y maestra, de los discípulos de Jesús
inmersos en un mundo poco habituado a escuchar y, todavía menos, la
palabra de Dios. Los creyentes han de responder a esta urgencia
insustituible de escucha y de búsqueda de sentido en la personalidad de
Jesús. Es la respuesta que el mundo necesita.
3ª) ¡Madre de Dios y discípula de Jesús!
Sabemos,
por el relato de la anunciación, que María es llamada a cumplir la
singular e irrepetible misión de ser la Madre de Dios (Lc 1,35). Es la
misión y el don más altos que Dios le concedió. De este don arrancan
todos los demás; todas las demás prerrogativas penden de esta central y
fundamental. Pero también es necesario dirigir la mirada hacia su
respuesta permanente y fiel. Lucas nos recuerda una breve pero
entrañable escena del ministerio de Jesús: Una mujer de entre la
multitud dijo en voz alta: Dichoso el seno que te llevó y los pechos que
te amamantaron. Pero Jesús dijo: Más bien dichosos los que escuchan la
palabra de Dios y la ponen en práctica (Lc 11,27-28). San Agustín
comentaba: "Ciertamente, cumplió Santa María, con toda perfección, la
voluntad del Padre, y, por eso, es más importante su condición de
discípula de Cristo que la de madre de Cristo. Por esto María fue
bienaventurada, porque, antes de dar a luz a su maestro, lo llevó en su
seno... De ahí que María es dichosa también porque escuchó la palabra de
Dios y la puso por obra; llevó en su seno el cuerpo de Cristo, pero más
aún guardó en su mente la verdad de Cristo... Y es más importante lo
que está en la mente que lo que se lleva en el seno" (Sermón 25,7-8).
María fue admirable por los dones recibidos de Dios y es imitable por su
profundo y progresivo camino de fe. La verdadera relación con María se
podría resumir en cuatro expresiones: conocerla cada vez mejor; imitarla
cada vez con más fidelidad; amarla y dejarnos amar por ella con mayor
intensidad; venerarla desde el corazón y los gestos visibles. Sólo en la
conjunción de las cuatro actitudes estaremos en el camino correcto de
nuestra relación con ella. La escucha de la palabra cuenta con una
congratulación-bienaventuranza de Jesús. La alegría que proporciona la
tarea de llevar la buena noticia no es fácilmente comparable con otras
formas de alegría. También nuestro hermanos en la fe necesitan hoy
profundizar y madurar sus verdaderas relaciones con María. 4ª) ¡Se llamará
Jesús-Salvador-Dios con nosotros!
Y
le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de
su concepción. A los ocho días cumplen con Jesús un rito habitual entre
los judíos desde Abrahán (Gn 15,23-27) como signo de la alianza de Dios
con él. En adelante el signo de pertenencia al pueblo de Dios es la
aceptación de las cláusulas de la alianza (especialmente del
reconocimiento de Dios como único y sólo Dios) y el signo visible de la
circuncisión. Y Jesús, que quiso ser uno de tantos y pasar por un hombre
cualquiera (Flp 2,7) en todo menos en el pecado (Hb 4,15), comparte y
se integra realmente en su pueblo el rito de la circuncisión. Pero en
este marco, lo importante es que se le impone el nombre de Jesús como lo
había indicado el ángel tanto en la anunciación a María (Lc 1,31) como
en la anunciación a José (Mt 1,21). Y Mateo nos da la explicación:
porque él salvará a su pueblo de los pecados. Es necesario que la
Iglesia aparezca ante el mundo, mediante gestos y palabras, como la
servidora de todos, al nivel de todos para llevar el mensaje de Jesús a
todos. Nos cuesta mucho a los creyentes esta tarea testimonial. Jesús
nos urge y nos indica que este es el camino más eficaz de
evangelización. Pero va delante abriendo camino acompaña a los suyos
invisible pero permanen-temente.
Monasterio Visitación de Santa María Pasto
José María de Miguel, O.SS.T
“Lucero del alba / luz de mi alma / Santa María.
Virgen y Madre / hija del Padre / Santa María.
Flor del Espíritu / Madre del Hijo / Santa María.
Amor maternal / del Cristo total / Santa María”.
Con este saludo a la Virgen iniciamos el nuevo año, y
ojalá se renueve también nuestra vida: “comencemos vida nueva, / pues el
Niño la comienza”. Y lo hacemos bajo la protección de Santa María,
Madre de Dios. Hoy, a los ocho días del Nacimiento de Jesús, celebramos
de una manera particular a su Madre, y Madre nuestra por voluntad de su
Hijo que, desde la cruz, nos la regaló como Madre: “Ahí tienes a tu
madre”, le dijo al discípulo amado, y a ella: “Ahí tienes a tu hijo”.
Al
comienzo del año recordamos la importancia de María en la historia de
nuestra salvación. Por ella “hemos recibido a Jesucristo, el autor de la
vida”, por ella Dios entregó a los hombres “los bienes de la
salvación”. María es, sobre todo, la Madre de Dios: así la invocamos,
con este título nos dirigimos a ella: “Santa María, Madre de Dios”. Y lo
es, ciertamente, porque el Hijo que dio a luz es verdaderamente Dios,
de la misma naturaleza del Padre. María es Madre de Dios porque es madre
del Hijo de Dios que en su seno se encarnó, se hizo carne, se hizo
hombre por obra del Espíritu Santo: “Cuando se cumplió el tiempo, envió
Dios a su Hijo, nacido de una mujer”. Este es el misterio que celebramos
en Navidad: encarnación y nacimiento del Hijo de Dios.
Pero este
admirable acontecimiento que cambió la historia del mundo, es impensable
sin la intervención humilde, creyente y obediente de la Virgen María:
ella es la puerta por la que vino a nuestra tierra Jesucristo; María con
su total disponibilidad a la voluntad de Dios manifestada por el ángel,
hizo posible el milagro más grande que los siglos han conocido: que
Dios, en la persona del Hijo, se hiciera hombre, exactamente como
nosotros en todo menos en el pecado. Gracias a María se realizó el
admirable intercambio: Dios hace suya nuestra condición humana y a
nosotros nos da parte en su naturaleza divina; Dios desciende hasta
nosotros, hasta lo más hondo y oscuro de nosotros como es la muerte -¡y
una muerte de cruz!-, para elevarnos hasta Dios, para introducirnos en
la vida divina de la Santísima Trinidad. Y todo ello gracias a la
colaboración activa de María. Por eso hoy, al finalizar la octava de
Navidad, nos acordamos de ella, de la Madre del Mesías, de nuestra
Madre, y damos gracias a Dios por ella, por los servicios que ha
prestado y sigue prestando a la causa de la salvación de los hombres.
Pongamos bajo su protección todos nuestros proyectos, deseos e
intenciones para el nuevo año que hoy estrenamos. Especialmente,
confiemos a ella, que es nuestra Madre, a los miembros enfermos de
nuestras familias, a los ancianos, que viven en soledad, a los que han
perdido la fe o viven alejados de la práctica religiosa, a los niños y a
los jóvenes que han de llevar el testigo de la fe en el siglo XXI
apenas estrenado. Y de un modo particular, en este día primero del año,
confiamos a Santa María Madre de Dios la causa de la Paz entre los
pueblos y entre las naciones. Señor Jesús, tú que has querido nacer de
la Virgen María para ser nuestro hermano, haz que todos los hombres
sepamos amarnos como hermanos.
evangeliodeldia.org San Pío X (1835-1914)
evangeli.net
Rev. D.
Manel
VALLS i Serra
(Barcelona, España)
«Los pastores fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al Niño
acostado en el pesebre»
Hoy, la Iglesia contempla
agradecida la maternidad de la Madre de Dios, modelo de su propia
maternidad para con todos nosotros. Lucas nos presenta el “encuentro” de
los pastores “con el Niño”, el cual está acompañado de María, su Madre,
y de José. La discreta presencia de José sugiere la importante misión
de ser custodio del gran misterio del Hijo de Dios. Todos juntos,
pastores, María y José, «con el Niño acostado en el pesebre» (Lc 2,16)
son como una imagen preciosa de la Iglesia en adoración.
“El pesebre”: Jesús ya está ahí puesto, en una velada alusión a la
Eucaristía. ¡Es María quien lo ha puesto! Lucas habla de un “encuentro”,
de un encuentro de los pastores con Jesús. En efecto, sin la
experiencia de un “encuentro” personal con el Señor no se da la fe. Sólo
este “encuentro”, el cual ha comportado un “ver con los propios ojos”, y
en cierta manera un “tocar”, hace capaces a los pastores de llegar a
ser testigos de la Buena Nueva, verdaderos evangelizadores que pueden
dar «a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel Niño» (Lc 2,17).
Se nos señala aquí un primer fruto del “encuentro” con Cristo: «Todos
los que lo oyeron se maravillaban» (Lc 2,18). Hemos de pedir la gracia
de saber suscitar este “maravillamiento”, esta admiración en aquellos a
quienes anunciamos el Evangelio.
Hay todavía un segundo fruto de este encuentro: «Los pastores se
volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y
visto» (Lc 2,20). La adoración del Niño les llena el corazón de
entusiasmo por comunicar lo que han visto y oído, y la comunicación de
lo que han visto y oído los conduce hasta la plegaria de alabanza y de
acción de gracias, a la glorificación del Señor.
María, maestra de contemplación —«guardaba todas estas cosas, y las
meditaba en su corazón» (Lc 2,19)— nos da Jesús, cuyo nombre significa
“Dios salva”. Su nombre es también nuestra Paz. ¡Acojamos en el corazón
este sagrado y dulcísimo Nombre y tengámoslo frecuentemente en nuestros
labios!
fraynelson.com
Fray Nelson Medina OP
1. Una bendición
1.1 La primera lectura de hoy nos trae una bendición, pero sobre todo
nos enseña a bendecir. No es un acto trivial ni una simple costumbre
social; es nuestro modo de acoger en cada aspecto de la vida al Dios de
la alianza. Nuestras bendiciones mutuas son prenda de la bendición del
Señor.
1.2 Podemos sintetizar los buenos deseos de esta hermosa bendición
del libro de los Números en tres aspectos, que son también los mejores
deseos para el año que empieza: protección, amistad con Dios y paz.
Defendidos del mal y fortalecidos en el bien: este es rostro de la raza
bendecida.
1.3 La bendición bíblica, que han popularizado especialmente los
frailes franciscanos, no habla directamente de la amistad con Dios, sino
del resplandor de su rostro, la cercanía de su favor y benevolencia.
Una vida bendecida va acompañada del brillo del rostro de Dios y de una
cálida proximidad a su amor y su bondad. Corresponde, pues, a lo que
solemos llamar "permanecer en la gracia de Dios". El gran anhelo al
bendecir es en realidad la vida de la gracia.
2. Nacido de mujer
2.1 La segunda lectura abre un tema distinto, relacionado con la
solemnidad litúrgica de este día. Jesús el hijo de María; María es la
madre de Jesús. La humildad del "nacido de mujer" se convierte en
exaltación de la "madre de Dios".
2.2 Jesús es el nacido en la "plenitud de los tiempos". El tiempo de
Jesús es el tiempo cumplido, o mejor: Jesús es el que da su
cumplimiento, su plenitud al tiempo; no hay tiempos plenos sin Jesús;
sin el, la vida queda sin plenitud; queda vacía.
2.3 Nació de mujer; nació bajo la ley. Las dos cosas van paralelas,
en la mente del apóstol Pablo. Y es lógico: nacer de mujer es entrar a
participar de las leyes y condiciones fundamentales de la vida humana.
Nacido de mujer significa: sometido a las leyes de nuestra existencia.
En el otro sentido también hay una semejanza. Nacer "bajo la ley" es
también "al amparo, en el seno de la ley". A su modo la ley era una
madre, y alguna vida quería propagar, o por lo menos, no dejar perder.
2.4 El paralelo continúa. El que nació de mujer trasciende esa
condición a favor nuestro, pues nos hace hijos de Dios. El que nació
bajo la ley trasciende esa condición liberándonos del dominio de la ley
de Moisés, al concedernos "el Espíritu de su hijo". Así pues, la
condición humillada de Jesús, por la que se hace "nuestro", es el punto
de partida de un movimiento trascendente que nos hace "suyos". En el
corazón de esa maravillosa transformación cósmica está María.
3. El Nombre de Jesús
3.1 El evangelio de hoy nos ofrece el tercer tema: el Nombre de
Jesús. Antiguamente la Iglesia celebraba el 1° de enero la fiesta de la
Circuncisión del Señor. El tema como tal queda hoy en un segundo o
tercer plano, pero no deberíamos dejarlo sepultado: por su circuncisión
Jesús pertenece a la alianza que Dios selló con Abraham, y así como
interesa ver que en Cristo se cumple lo prometido a David, así también
interesa ver que la alianza con Abraham alcanza su plenitud en la
plenitud de Cristo.
3.2 En otro sentido, este es un día precioso para meditar en el
significado del nombre de nuestro Salvador. Este es el nombre que fue
revelado a José (Mt 1,21) y a María (Lc 1,31). Quiere decir: "Yahvé
salva". ¡El hijo de María lleva la salvación ya en su nombre!
3.3 Invocar a menudo el nombre de Jesús es un modo místico de
acercarnos al Nombre sobre todo nombre. No son las letras, no es magia;
es la gloria de Dios hecha próxima, es la bondad de Dios entre nosotros,
es verdaderamente el Dios-con-nosotros.
3.4 Con el nombre de Jesús sucede como con la Hostia Consagrada.
Puede ser tan grande o tan pequeña como nuestra fe o como nuestro amor.
"Jesús" puede ser el título de un recuerdo o el nombre que nos revela la
más preciosa historia de gracia y de amor de todos los tiempos.
Santoral Basilio Magno Santo, Obispo y Doctor de la Iglesia
Por: . | Fuente: Corazones.org
Doctor de la Iglesia
Martirologio Romano: En Cesarea de Capadocia, muerte de san Basilio,
obispo, cuya memoria se celebra mañana. († 379)
Etimológicamente: Basilio
= Aquel que es un rey, es de origen griego.

BASILIO
nació en Cesarea, la capital de Capadocia, en el Asia Menor, a mediados
del año 329. Por parte de padre y de madre, descendía de familias
cristianas que habían sufrido persecuciones y, entre sus nueve hermanos,
figuraron San Gregorio de Nicea, Santa Macrina la Joven y San Pedro de
Sebaste. Su padre, San Basilio el Viejo, y su madre, Santa Emelia,
poseían vastos terrenos y Basilio pasó su infancia en la casa de campo
de su abuela, Santa Macrina, cuyo ejemplo y cuyas enseñanzas nunca
olvidó. Inició su educación en Constantinopla y la completó en Atenas.
Allá tuvo como compañeros de estudio a San Gregorio Nacianceno, que se
convirtió en su amigo inseparable y a Juliano, que más tarde sería el
emperador apóstata.
Basilio y Gregorio Nacianceno, los dos jóvenes capadocios, se asociaron
con los más selectos talentos contemporáneos y, como lo dice éste último
en sus escritos, “sólo conocíamos dos calles en la ciudad: la que
conducía a la iglesia y la que nos llevaba a las escuelas”. Tan pronto
como Basilio aprendió todo lo que sus maestros podían enseñarle, regresó
a Cesárea. Ahí pasó algunos años en la enseñanza de la retórica y,
cuando se hallaba en los umbrales de una brillantísima carrera, se
sintió impulsado a abandonar el mundo, por consejos de su hermana mayor,
Macrina. Esta, luego de haber colaborado activamente en la educación y
establecimiento de sus hermanas y hermanos más pequeños, se había
retirado con su madre, ya viuda, y otras mujeres, a una de las casas de
la familia, en Annesi, sobre el río Iris, para llevar una vida
comunitaria.
Fue entonces, al parecer, que Basilio recibió el bautismo y, desde aquel
momento, tomó la determinación de servir a Dios dentro de la pobreza
evangélica. Comenzó por visitar los principales monasterios de Egipto,
Palestina, Siria y Mesopotamia, con el propósito de observar y estudiar
la vida religiosa. Al regreso de su extensa gira, se estableció en un
paraje agreste y muy hermoso en la región del Ponto, separado de Annesi
por el río Iris, y en aquel retiro solitario se entregó a la plegaria y
al estudio. Con los discípulos, que no tardaron en agruparse en torno
suyo, entre los cuales figuraba su hermano Pedro, formó el primer
monasterio que hubo en el Asia Menor, organizó la existencia de los
religiosos y enunció los principios que se conservaron a través de los
siglos y hasta el presente gobiernan la vida de los monjes en la Iglesia
de oriente. San Basilio practicó la vida monástica propiamente dicha
durante cinco años solamente, pero en la historia del monaquismo
cristiano tiene tanta importancia como el propio San Benito.
Lucha contra la
herejía arriana
Por aquella época, la herejía arriana estaba en su apogeo y los
emperadores herejes perseguían a los ortodoxos. En el año 363, se
convenció a Basilio para que se ordenase diácono y sacerdote en Cesárea;
pero inmediatamente, el arzobispo Eusebio tuvo celos de la influencia
del santo y éste, para no crear discordias, volvió a retirarse
calladamente al Ponto para ayudar en la fundación y dirección de nuevos
monasterios. Sin embargo Cesárea lo necesitaba y lo reclamó. Dos años
más tarde, San Gregorio Nacianceno, en nombre de la ortodoxia, sacó a
Basilio de su retiro para que le ayudase en la defensa de la fe del
clero y de las Iglesias. Se llevó a cabo una reconciliación entre
Eusebio y Basilio; éste se quedó en Cesárea como el primer auxiliar del
arzobispo; en realidad, era él quien gobernaba la Iglesia, pero empleaba
su gran tacto para que se diera crédito a Eusebio por todo lo que él
realizaba. Durante una época de sequía a la que siguió otra de hambre,
Basilio echó mano de todos los bienes de todos los bienes que le había
heredado su madre, los vendió y distribuyó el producto entre los más
necesitados; mas no se detuvo ahí su caridad, puesto que también
organizó un vasto sistema de ayuda, que comprendía a las cocinas
ambulantes que él mismo, resguardado con un delantal de manta y cucharón
en ristre, conducía por las calles de los barrios más apartados para
distribuir alimentos a los pobres.
Obispo de Cesárea
El año de 370 murió Eusebio y, a pesar de la oposición que se puso de
manifiesto en algunos poderosos círculos, Basilio fue elegido para
ocupar la sede arzobispal vacante. El 14 de junio tomó posesión, para
gran contento de San Atanasio y una contrariedad igualmente grande para
Valente, el emperador arriano. El puesto era muy importante y, en el
caso de Basilio, muy difícil y erizado de peligros, porque al mismo
tiempo que obispo de Cesárea, era exarca del Ponto y metropolitano de
cincuenta sufragáneos, muchos de los cuales se habían opuesto a su
elección y mantuvieron su hostilidad, hasta que Basilio, a fuerza de
paciencia y caridad, se conquistó su confianza y su apoyo.
Antes de cumplirse doce meses del nombramiento de Basilio, el emperador
Valente llegó a Cesárea, tras de haber desarrollado en Bitrina y Galacia
una implacable campaña de persecuciones. Por delante suyo envió al
prefecto Modesto, con la misión de convencer a Basilio para que se
sometiera o, por lo menos, accediera a tratar algún compromiso. Varios
habían renegado por miedo, pero nuestro santo le respondió:
¿Qué me vas a
poder quitar si no tengo ni casas ni bienes, pues todo
lo repartí entre los pobres? ¿Acaso me vas a atormentar? Es tan débil
mi salud que no resistiré un día de tormentos sin morir y no podrás
seguir atormentándome. ¿Qué me vas a desterrar? A cualquier sitio a
donde me destierres, allá estará Dios, y donde esté Dios, allí es mi
patria, y allí me sentiré contento . . .
El gobernador respondió admirado: “Jamás nadie me había contestado así”.
Y Basilio añadió: “Es que jamás te habías encontrado con un obispo”.
El emperador Valente se decidió en favor de exilarlo y se dispuso a
firmar el edicto; pero en tres ocasiones sucesivas, la pluma de caña con
que iba a hacerlo, se partió en el momento de comenzar a escribir. El
emperador quedó sobrecogido de temor ante aquella extraordinaria
manifestación, confesó que, muy a su pesar, admiraba la firme
determinación de Basilio y, a fin de cuentas, resolvió que, en lo
sucesivo, no volvería a intervenir en los asuntos eclesiásticos de
Cesárea.
Pero apenas terminada esta desavenencia, el santo quedó envuelto en una
nueva lucha, provocada por la división de Capadocia en dos provincias
civiles y la consecuente reclamación de Antino, obispo de Tiana, para
ocupar la sede metropolitana de la Nueva Capadocia. La disputa resultó
desafortunada para San Basilio, no tanto por haberse visto obligado a
ceder en la división de su arquidiócesis, como por haberse malquistado
con su amigo San Gregorio Nacianceno, a quien Basilio insistía en
consagrar obispo de Sasima, un miserable caserío que se hallaba situado
sobre terrenos en disputa entre las dos Capadocias. Mientras el santo
defendía así a la iglesia de Cesárea de los ataques contra su fe y su
jurisdicción, no dejaba de mostrar su celo acostumbrado en el
cumplimiento de sus deberes pastorales. Hasta en los días ordinarios
predicaba, por la mañana y por la tarde, a asambleas tan numerosas, que
él mismo las comparaba con el mar. Sus fieles adquirieron la costumbre
de comulgar todos los domingos, miércoles, viernes y sábados. Entre las
prácticas que Basilio había observado en sus viajes y que más tarde
implantó en su sede, figuraban las reuniones en la iglesia antes del
amanecer, para cantar los salmos. Para beneficio de los enfermos pobres,
estableció un hospital fuera de los muros de Cesárea, tan grande y bien
acondicionado, que San Gregorio Nacianceno lo describe como una ciudad
nueva y con grandeza suficiente para ser reconocido como una de las
maravillas del mundo. A ese centro de beneficencia llegó a conocérsela
con el nombre de Basiliada, y sostuvo su fama durante mucho tiempo
después de la muerte de su fundador. A pesar de sus enfermedades
crónicas, con frecuencia realizaba visitas a lugares apartados de su
residencia episcopal, hasta en remotos sectores de las montañas y,
gracias a la constante vigilancia que ejercía sobre su clero y su
insistencia en rechazar la ordenación de los candidatos que no fuesen
enteramente dignos, hizo de su arquidiócesis un modelo del orden y la
disciplina eclesiásticos.
No tuvo tanto éxito en los esfuerzos que realizó en favor de las
iglesias que se encontraban fuera de su provincia. La muerte de San
Atanasio dejó a Basilio como único paladín de la ortodoxia en el
oriente, y éste luchó con ejemplar tenacidad para merecer ese título por
medio de constantes esfuerzos para fortalecer y unificar a todos los
católicos que, sofocados por la tiranía arriana y descompuestos por los
cismas y la disensiones entre sí, parecían estar a punto de extinguirse.
Pero las propuestas del santo fueron mal recibidas, y a sus
desinteresados esfuerzos se respondió con malos entendimientos, malas
interpretaciones y hasta acusaciones de ambición y de herejía. Incluso
los llamados que hicieron él y sus amigos al Papa San Dámaso y a los
obispos occidentales para que interviniesen en los asuntos del oriente y
allanasen las dificultades, tropezaron con una casi absoluta
indiferencia, debido, según parece, a que ya corrían en Roma las
calumnias respecto a su buena fe. “¡Sin duda a causa de mis pecados,
escribía San Basilio con un profundo desaliento, parece que estoy
condenado al fracaso en todo cuanto emprendo!"”
Sin embargo, el alivio no había de tardar, desde un sector absolutamente
inesperado. El 9 de agosto de 378, el emperador Valente recibió heridas
mortales en la batalla de Adrianópolis y, con el ascenso al trono de su
sobrino Graciano, se puso fin al ascendiente del arrianismo en el
oriente. Cuando las noticias de estos cambios llegaron a oídos de San
Basilio, éste se encontraba en su lecho de muerte, pero de todas maneras
le proporcionaron un gran consuelo en sus últimos momentos. Murió el 1º
de enero del año 379, a la edad de cuarenta y nueve años, agotado por
la austeridad en que había vivido, el trabajo incansable y una penosa
enfermedad. Toda Cesárea quedó enlutada y sus habitantes lo lloraron
como a un padre y a un protector; los paganos, judíos y cristianos se
unieron en el duelo.
San Gregorio Nacianceno, Arzobispo de Constantinopla, en el día del
entierro: “Basilio santo, nació entre santos. Basilio pobre vivió pobre
entre los pobres. Basilio hijo de mártires, sufrió como un mártir.
Basilio predicó siempre con sus labios, y con sus buenos ejemplos y
seguirá predicando siempre con sus escritos admirables”.
Setenta y dos años después de su muerte, el Concilio de Calcedonia le
rindió homenaje con estas palabras: “El gran Basilio, el ministro de la
gracia quien expuso la verdad al mundo entero indudablemente que fue uno
de los más elocuentes oradores entre los mejores que la Iglesia haya
tenido; sus escritos le han colocado en lugar de privilegio entre sus
doctores.
Liturgia de las horas OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Celebremos la maternidad de santa María Virgen y adoremos a su Hijo
Jesucristo, el Señor.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén. Aleluya.
Himno: DE LA RAÍZ DE JESÉ
De la raíz de Jesé dio la vara bella flor, fecundo parto ha tenido sin
mengua de su pudor.
Feliz recibe el pesebre a quien la luz fabricó, con el Padre
hizo los cielos y está entre
pañales hoy.
Al mundo le ha dado leyes y diez esas leyes son, y al
hacerse hombre no quiso romper la ley, la cumplió.
Ha nacido ya la luz, muere la
muerte, y huyó la noche, venid, oh pueblos, que
María trajo a Dios.
A ti, Jesús, de la Virgen nacido, gloria y honor, con
el Padre y el Paráclito, sempiterna adoración. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Levantaos, puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria.
Salmo 23 - ENTRADA SOLEMNE DE DIOS EN SU TEMPLO.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus
habitantes: El la fundó sobre los mares, El la afianzó sobre los ríos.
¿Quién puede subir
al monte del Señor? ¿Quién
puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro
corazón, que no confía en los ídolos ni jura contra el prójimo en falso. Ese
recibirá la bendición del
Señor, le hará justicia el Dios de salvación.
Este es el grupo que busca
al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
¡Portones!, alzad los
dinteles, levantaos, puertas antiguas: va
a entrar el Rey de la gloria.
¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor,
héroe valeroso; el Señor, héroe de la guerra.
¡Portones!, alzad los dinteles, levantaos, puertas
antiguas: va a entrar el Rey de la gloria.
¿Quién es ese Rey de la
gloria? El Señor, Dios de los ejércitos. Él es el Rey de la gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Levantaos, puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria.
Ant 2. El Hombre ha nacido en ella; el Altísimo en persona la ha
fundado.
Salmo 86 - HIMNO A JERUSALÉN, MADRE DE TODOS LOS PUEBLOS.
Él la ha cimentado sobre el monte santo; y el Señor prefiere las puertas
de Sión a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad
de Dios! «Contaré
a Egipto y a Babilonia entre mis fieles; filisteos, tirios y etíopes han
nacido allí.»
Se dirá de Sión: «Uno por uno todos han nacido en ella; el
Altísimo en persona la ha
fundado.»
El Señor escribirá en el registro de los pueblos: «Éste ha
nacido allí.» Y cantarán mientras danzan: «Todas mis fuentes están en ti.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. El Hombre ha nacido en ella; el Altísimo en persona la ha fundado.
Ant 3. Engendrado antes de la aurora de los siglos, el Señor, nuestro
Salvador, hoy ha querido nacer como hombre.
Salmo 98 - SANTO ES EL SEÑOR, NUESTRO DIOS.
El Señor reina, tiemblen las naciones; sentado sobre querubines, vacile
la tierra.
El Señor es grande en Sión, encumbrado sobre todos los pueblos. Reconozcan tu nombre, grande y terrible: Él
es santo.
Reinas con poder y amas la justicia, tú has establecido la
rectitud; tú administras la justicia y el derecho, tú actúas en Jacob.
Ensalzad
al Señor, Dios nuestro; postraos
ante el estrado de sus pies: Él es santo.
Moisés y Aarón con sus
sacerdotes, Samuel con los que invocan su nombre, invocaban al Señor, y él
respondía. Dios les hablaba desde la
columna de nube; oyeron sus mandatos y la ley que les dio.
Señor, Dios
nuestro, tú les respondías, tú eras para ellos un Dios de perdón y un Dios
vengador de sus maldades.
Ensalzad al
Señor, Dios nuestro; postraos ante su monte santo: Santo es el Señor,
nuestro Dios.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Engendrado antes de la aurora de los siglos, el Señor, nuestro
Salvador, hoy ha querido nacer como hombre.
V. La Palabra se hizo carne. Aleluya.
R. y puso su morada entre nosotros. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
De la carta a los Hebreos 2, 9-17
CRISTO ES SEMEJANTE EN TODO A SUS HERMANOS
Hermanos: A Jesús, a quien Dios puso momentáneamente bajo los
ángeles, lo vemos ahora coronado de gloria y de honor por haber padecido
la muerte. Así, por amorosa dignación de Dios, gustó la muerte
en beneficio de todos.
Pues como quisiese Dios, por quien y
para quien son todas las cosas, llevar un gran número de hijos a la
gloria, convenía ciertamente que perfeccionase por medio del sufrimiento
al que iba a guiarlos
a la salvación, ya que tanto el que santifica como los que son
santificados tienen un mismo origen. Por esta razón no se avergüenza de
llamarlos hermanos, cuando dice: «Anunciaré tu nombre a mis hermanos;
cantaré en la asamblea tus loores.» Y también: «Pondré en él mi
confianza.» Y en otro lugar: «Aquí estoy con mis hijos, los hijos que
Dios me ha dado.»
Así pues,
como los hijos participan de la carne y de la sangre, también él
entró a participar de las mismas, para reducir a la impotencia, por su
muerte, al que retenía el imperio de la muerte, es decir, al demonio, y
librar
a los que por temor a la muerte vivían toda su vida sometidos a
esclavitud. Él no vino, ciertamente, en auxilio de los ángeles, sino en
auxilio de la descendencia de Abraham. Por eso debía ser semejante en
todo a
sus hermanos, para poderse apiadar de ellos y ser fiel pontífice
ante Dios, a fin de expiar los pecados del pueblo.
RESPONSORIO Lc 1, 28
R. Dichosa eres, Virgen María, que llevaste en tu seno al Creador del
universo. * Engendraste al que te creó y permaneces virgen para siempre.
V. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
R. Engendraste al que te creó y permaneces virgen para siempre.
SEGUNDA LECTURA
De las Cartas de san Atanasio, obispo
(Carta a Epicteto, 5-9: PG 26, 1058. 1062-1066)
EL VERBO TOMÓ DE MARÍA UN CUERPO SEMEJANTE AL NUESTRO
El Verbo de Dios tomó la descendencia de Abraham, como dice el
Apóstol; por eso debía ser semejante en todo a sus hermanos, asumiendo
un cuerpo semejante al nuestro. Por eso María está verdaderamente
presente en este misterio, porque de ella el Verbo asumió como
propio aquel cuerpo que ofreció por nosotros. La Escritura recuerda este
nacimiento, diciendo: Lo envolvió en pañales; alaba los pechos que
amamantaron
al Señor y habla también del sacrificio ofrecido por el nacimiento
de este primogénito. Gabriel había ya predicho esta concepción con
palabras muy precisas; no dijo en efecto: «Lo que nacerá en
ti», como si se tratara de algo extrínseco, sino de ti, para
indicar que el fruto de esta concepción procedía de María.
El
Verbo, al recibir nuestra condición humana y al ofrecerla en sacrificio,
la asumió en su totalidad, y luego nos revistió a nosotros de lo
que era propio de su persona, como lo indica el Apóstol: Esto
corruptible tiene que vestirse de incorrupción, y esto mortal tiene que
vestirse de
inmortalidad.
Estas cosas no se realizaron de manera
ficticia, como algunos pensaron -lo que es inadmisible-, sino que hay
que decir que el Salvador se hizo verdaderamente hombre y así consiguió
la salvación del
hombre íntegro; pues esta nuestra salvación en modo alguno fue
algo ficticio ni se limitó a solo el cuerpo, sino que en el Verbo de
Dios se realizó la salvación del hombre íntegro, es decir, del cuerpo
y del alma.
Por lo tanto, el cuerpo que el Señor asumió de
María era un verdadero cuerpo humano, conforme lo atestiguan las
Escrituras; verdadero, digo, porque fue un cuerpo igual al nuestro. Pues
María es
nuestra hermana, ya que como todos nosotros es hija de Adán.
Lo
que dice Juan: La Palabra se hizo carne, tiene un sentido parecido a lo
que se encuentra en una expresión similar de Pablo, que dice: Cristo se
hizo
maldición por nosotros. Pues de la unión íntima y estrecha del
Verbo con el cuerpo humano se siguió un inmenso bien para el cuerpo de
los hombres, porque de mortal que era llegó a ser inmortal, de animal se
convirtió en espiritual y, a pesar de que había sido plasmado de
tierra, llegó a traspasar las puertas del cielo.
Pero hay que
afirmar que la Trinidad, aun después de que el Verbo tomó cuerpo de
María, continuó siendo siempre la Trinidad, sin admitir aumento ni
disminución; ella continúa siendo siempre perfecta y debe confesarse
como un solo Dios en Trinidad, como lo confiesa la Iglesia al proclamar
al Dios
único, Padre del Verbo.
RESPONSORIO
R. No hay alabanza digna de ti, virginidad inmaculada y santa. *
Porque en tu seno has llevado al que ni el cielo puede contener.
V. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
R.
Porque en tu seno has llevado al que ni el cielo puede contener.
Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO
Señor, Dios eterno, alegres te cantamos, a ti nuestra alabanza, a ti,
Padre del cielo, te aclama la creación.
Postrados ante ti, los ángeles te
adoran y cantan sin cesar:
Santo, santo, santo es el
Señor, Dios del universo; llenos están el cielo y la tierra de tu
gloria.
A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles, la multitud de
los profetas te enaltece, y el ejército
glorioso de los mártires te aclama.
A ti la Iglesia santa, por todos
los confines extendida, con júbilo te adora y canta tu grandeza:
Padre,
infinitamente santo, Hijo eterno, unigénito de Dios, santo
Espíritu de amor y de consuelo.
Oh Cristo, tú eres el Rey de la
gloria, tú el Hijo y Palabra del Padre, tú el Rey de toda la creación.
Tú, para salvar
al hombre, tomaste la
condición de esclavo en el seno de una virgen.
Tú destruiste la muerte y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.
Tú vives ahora, inmortal y
glorioso, en el reino del Padre.
Tú
vendrás algún día, como juez universal.
Muéstrate, pues, amigo y
defensor de los hombres que salvaste.
Y recíbelos por siempre allá en tu reino, con tus santos y elegidos.
La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo, Señor, y bendice a tu heredad.
Sé su pastor, y
guíalos por siempre.
Día tras día te bendeciremos y alabaremos tu nombre por
siempre
jamás.
Dígnate, Señor, guardarnos de pecado en este día.
Ten piedad de
nosotros, Señor, ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre
nosotros, como lo
esperamos de ti.
A ti, Señor, me acojo, no quede yo nunca defraudado.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor Dios, que por la maternidad virginal de María has dado a
los hombres los tesoros de la salvación, haz que sintamos la intercesión
de la Virgen Madre, de quien hemos recibido al autor de la vida,
Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro. Él, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Celebremos la maternidad de santa María Virgen y adoremos a su
Hijo Jesucristo, el Señor.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.
Porque el
Señor es un Dios grande, soberano de todos
los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las
cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que
modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo
al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su
pueblo, el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el
corazón
como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros
padres me pusieron a prueba y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años aquella
generación me repugnó, y dije: Es un pueblo de corazón extraviado, que
no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi
descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Celebremos la maternidad de santa María Virgen y adoremos a su
Hijo Jesucristo, el Señor.
Himno: LUCERO DEL ALBA
Lucero del alba, aurora estremecida, luz de mi alma, Santa María.
Hija
del Padre, doncella en gracia concebida, virgen y madre, Santa María.
Flor del
Espíritu, ave, blancura,
caricia, madre del Hijo, Santa María.
Llena de ternura, bendita entre
las benditas, madre de todos los hombres, Santa María. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Ha brotado un renuevo del
tronco de Jesé, ha salido una estrella de la casa de Jacob: la Virgen ha
dado a luz al Salvador; te alabamos, Dios nuestro.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de
ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te
contemplaba en el santuario viendo
tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis
labios.
Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré de
manjares exquisitos, y mis
labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti y velando
medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con
júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me
sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Ha brotado un renuevo del
tronco de Jesé, ha salido una estrella de la casa de Jacob: la Virgen ha
dado a luz al Salvador; te alabamos, Dios nuestro.
Ant 2. Mirad, María nos ha
engendrado al Salvador, ante quien Juan exclamó: «Éste es el Cordero de
Dios, que quita el pecado del mundo.» Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por
los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio,
bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna,
bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid
al Señor; vientos
todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y
heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y
hielos, bendecid al
Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al
Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al
Señor, ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid
al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid
al Señor; mares y ríos,
bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo,
bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos
por los siglos.
Hijos de los
hombres, bendecid al Señor; bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del
Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y
espíritus justos, bendecid al
Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías,
Azarías y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al
Espíritu Santo, ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el
Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No
se dice Gloria al Padre.
Ant. Mirad, María nos ha engendrado
al Salvador, ante quien Juan exclamó: «Éste es el Cordero de Dios, que
quita el pecado del mundo.» Aleluya.
Ant 3. La Madre ha dado a luz al
Rey, cuyo nombre es eterno, y la que lo ha engendrado tiene, al mismo
tiempo, el gozo de la maternidad y la gloria de la virginidad: un
prodigio tal no se ha visto nunca ni se
verá de nuevo jamás. Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea
de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su
Rey.
Alabad su nombre con danzas, cantadle con
tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la
victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en
filas: con vítores a Dios en la boca y espadas de
dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos y aplicar el
castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con
esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada es un honor para
todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. La Madre ha dado a luz al Rey,
cuyo nombre es eterno, y la que lo ha engendrado tiene, al mismo
tiempo, el gozo de la maternidad y la gloria de la virginidad: un
prodigio tal no se ha visto nunca ni se
verá de nuevo jamás. Aleluya.
LECTURA BREVE Mi 5, 3. 4. 5a
El jefe de Israel los abandonará hasta el tiempo en que dé a
luz la que ha de dar a luz. Entonces el resto de sus hermanos volverá a
los hijos de Israel. Él se alzará y pastoreará el
rebaño con el poder del Señor, con la majestad del nombre del
Señor su Dios; y él será nuestra paz.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.
R. El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.
V. Los confines de la tierra la han contemplado.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.
Hoy se nos ha manifestado un misterio
admirable: en Cristo se han unido dos naturalezas, Dios se ha hecho
hombre y, sin dejar de ser lo que era, ha asumido lo que no era, sin
sufrir mezcla ni división.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a
su pueblo. suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por
boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de
nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la
misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa
alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para
concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le
sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros
días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás
delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el
perdón de sus
pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará
el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra
de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino
de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant.
Hoy se nos ha manifestado un misterio
admirable: en Cristo se han unido dos naturalezas, Dios se ha hecho
hombre y, sin dejar de ser lo que era, ha asumido lo que no era, sin
sufrir mezcla ni división.
PRECES
Glorifiquemos a Cristo, que ha nacido de María Virgen por obra del
Espíritu Santo, y supliquémosle, diciendo:
Hijo de la Virgen María, ten piedad
de nosotros.
Oh Cristo, hijo admirable y
príncipe de la paz, nacido de María Virgen, concede al mundo entero
una paz estable.
Rey y Dios nuestro, que al venir al mundo has dignificado al
hombre, haz que te honremos todos los días de nuestra vida
con nuestra fe y nuestra conducta.
Tú que te has hecho semejante a
nosotros, concédenos ser semejantes a ti.
Tú que has querido ser ciudadano de
nuestro mundo, concédenos ser ciudadanos de tu
reino.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Ya que somos la familia de Dios, digamos con grande confianza a
nuestro Padre del cielo:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios, que por la maternidad virginal de María has dado a
los hombres los tesoros de la salvación, haz que sintamos la
intercesión de la Virgen Madre, de quien hemos recibido al autor de la
vida,
Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro. Él, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la
vida eterna.
R. Amén.
II VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén. Aleluya.
Himno: REINA DEL LIBRO DE LA VIEJA ALIANZA
Reina del libro de la vieja alianza: tu nombre es el versículo primero de
consuelo, promesa y esperanza.
Doncella que en tu vientre a Dios tendrías: se
estremece de júbilo tu nombre en los labios
quemados de Isaías.
Reina del libro nuevo de la vida: reinas desde el
silencio en cada página, oh reina silenciosa y escondida,
y es tu presencia la
del tallo leve que, al reventar el lirio, se recata debajo
de los pétalos de nieve.
Reina del claro mes de los renuevos, de la
infancia del mundo y de la tierra, y de la luz y de los nidos nuevos,
y Reina
nuestra; Reina de las manos, con sangre y con estrellas, de tu
Hijo, con flores y dolor, de sus hermanos.
Los ángeles te aclaman
soberana, pero mil veces más eres, Señora, sangre y dolor de nuestra raza humana.
Amén.
SALMODIA
Ant 1. ¡Qué admirable intercambio! El
Creador del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de una Virgen y,
hecho hombre sin concurso de varón, nos hace participar de su
divinidad.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están
pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada como
ciudad
bien compacta. Allá suben las tribus, las tribus del Señor,
según la
costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales
de justicia en el palacio de David.
Desead
la paz a Jerusalén: «Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus
muros, seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros, voy a decir:
«La paz contigo.» Por la casa
del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. ¡Qué admirable intercambio! El
Creador del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de una Virgen y,
hecho hombre sin concurso de varón, nos hace participar de su divinidad.
Ant 2. Cuando naciste inefablemente
de la Virgen se cumplieron las Escrituras: descendiste como el rocío
sobre el vellón, para salvar a los hombres; te alabamos, Dios nuestro.
Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el
Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que
madruguéis, que veléis hasta muy
tarde, los que coméis el pan de vuestros sudores: ¡Dios lo da a sus amigos
mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos; una recompensa es
el fruto de las entrañas: son saetas en
mano de un guerrero los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que
llena con ellas su aljaba: no quedará derrotado cuando litigue con su adversario en la
plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Cuando naciste inefablemente de
la Virgen se cumplieron las Escrituras: descendiste como el rocío sobre
el vellón, para salvar a los hombres; te alabamos, Dios nuestro.
Ant 3. En la zarza que Moisés vio
arder sin consumirse, reconocemos tu virginidad admirablemente
conservada; Madre de Dios, intercede por nosotros.
Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido
en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
El
nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear
el mundo, para que fuésemos consagrados e irreprochables ante él por el
amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a
ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que
tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza
suya.
Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de
los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría
y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el
misterio de su voluntad.
Éste es el plan que había proyectado realizar por
Cristo cuando llegase el momento culminante: hacer
que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, las del cielo y las de
la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. En la zarza que Moisés vio arder
sin consumirse, reconocemos tu virginidad admirablemente conservada;
Madre de Dios, intercede por nosotros.
LECTURA BREVE Ga 4, 4-5
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de
una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la
ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.
RESPONSORIO BREVE
V. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
V. Y puso su morada entre nosotros.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.
Dichoso el seno que te llevó, oh Cristo, y el pecho que te alimentó, oh
Señor y Salvador del mundo. Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios,
mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones, porque el
Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su
misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con
su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba
del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos
los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su
siervo, acordándose de su misericordia —como lo
había prometido a nuestros padres— en favor de Abraham y su descendencia
por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant.
Dichoso el seno que te llevó, oh Cristo, y el pecho que te alimentó, oh
Señor y Salvador del mundo. Aleluya.
PRECES
Bendigamos a Cristo, el «Dios-con-nosotros» a quien María concibió y dio
a luz, y supliquémosle, diciendo:
Hijo de la Virgen María, escúchanos.
Tú que
diste a María
el gozo de la maternidad, concede a todos los padres y madres de familia
poder alegrarse en sus hijos.
Rey pacífico, cuyo reino es justicia y paz, haz
que busquemos siempre lo que lleve a la paz.
Tú que
viniste para hacer del género humano el pueblo de Dios, haz que todas
las naciones alcancen la concordia mutua y vivan como una sola familia.
Tú que
al nacer en una familia fortaleciste los vínculos familiares, haz
que las familias vean crecer su unidad.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que quisiste nacer en el tiempo, concede a los difuntos nacer a tu
eternidad.
Con el deseo de que la luz de Cristo ilumine a todos los hombres y
que su amor se extienda por toda la tierra,
pidamos al Padre que su reino venga a nosotros:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios, que por la maternidad virginal de María has dado a
los hombres los tesoros de la salvación, haz que sintamos la intercesión
de la Virgen Madre, de quien hemos recibido al autor de la vida,
Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro. Él, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha
concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios
todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento,
palabra, obra y omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a
vosotros, hermanos, que intercedáis por mí
ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone
nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE
Cuando la luz del sol es ya poniente, gracias, Señor, es nuestra
melodía; recibe, como ofrenda, amablemente, nuestro dolor, trabajo y alegría.
Si poco
fue el amor en nuestro empeño de darle
vida al día que fenece, convierta en realidad lo que fue un sueño tu gran
amor que todo lo engrandece.
Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte de pecadora
en justa, e ilumina la senda de la vida y de la
muerte del hombre que en la fe lucha y camina.
Jesús, Hijo del Padre,
cuando avanza la noche oscura sobre nuestro día, concédenos la paz y la
esperanza de esperar cada noche tu gran día.
Amén.
SALMODIA
Ant 1. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.
Salmo 90 - A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.
Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del
Omnipotente, di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío. Dios mío, confío en ti.»
Él
te
librará de la red del cazador, de la peste funesta. Te cubrirá con sus
plumas, bajo sus alas te refugiarás: su brazo es escudo y armadura.
No temerás
el espanto nocturno, ni la flecha que vuela
de día, ni la peste que se desliza en las tinieblas, ni la epidemia que
devasta a mediodía.
Caerán a tu izquierda mil, diez mil a tu derecha; a ti no te
alcanzará.
Tan sólo abre tus
ojos y verás la paga de los malvados, porque hiciste del Señor tu
refugio, tomaste al Altísimo por defensa.
No se te acercará la desgracia, ni la plaga
llegará hasta tu tienda, porque a
sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos;
te
llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra; caminarás sobre
áspides y víboras, pisotearás
leones y dragones.
«Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque
conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación, lo
defenderé, lo glorificaré; lo saciaré de largos días, y le haré ver mi
salvación.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.
LECTURA BREVE Ap 22, 4-5
Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y
no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque
el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y
reinarán por los siglos de los siglos.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que
velemos con Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los
pueblos
luz para alumbrar a las naciones y gloria
de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que
velemos con Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Visita, Señor, esta habitación: aleja de ella las insidias del
enemigo; que tus santos ángeles habiten en ella y nos guarden en paz y
que tu bendición permanezca siempre con nosotros. Por Cristo nuestro
Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa
muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Madre del Redentor, Virgen fecunda, puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar.
Ante la admiración de cielo y tierra, engendraste
a tu santo Creador, y permaneces siempre virgen.
Recibe el saludo del
ángel Gabriel, y ten piedad de nosotros, pecadores.
Of La Tr Sx Nn Vs Cm
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