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Dios Existe
 | Asunto: | [diosexiste] Lecturas, Santoral y Liturgia de las horas del Sábado 02 de Enero de 2021 | Fecha: | 2 de Enero, 2021 02:56:09 (+0100) | Autor: | Alfa Romeo <yj_adonai @.....es>
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Sábado - Antes de Epifanía
Lecturas
1Jn 2,22-28: Dios permanecerá en ustedes Salmo 97: Los
confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios Jn
1,19-28: Yo bautizo con agua
Santoral:
Basilio Magno, Gregorio Nianceno
Liturgia de las horas
Of La Tr Sx Nn Vs Cm
Lecturas del Sábado 02 de Enero de 2021
1Juan 2,22-28 Lo que habéis oído desde el principio permanezca en
vosotros
Queridos
hermanos: ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el
Cristo? Ése es el Anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo el
que niega al Hijo tampoco posee al Padre. Quien confiesa al Hijo posee
también al Padre. En cuanto a vosotros, lo que habéis oído desde el
principio permanezca en vosotros. Si permanece en vosotros lo que habéis
oído desde el principio, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en
el Padre; y ésta es la promesa que él mismo nos hizo: la vida eterna.
Os he escrito esto respecto a los que tratan de engañaros. Y en
cuanto a vosotros, la unción que de él habéis recibido permanece en
vosotros, y no necesitáis que nadie os enseñe. Pero como su unción os
enseña acerca de todas las cosas -y es verdadera y no mentirosa- según
os enseñó, permanecéis en él. Y ahora, hijos, permaneced en él para que,
cuando se manifieste, tengamos plena confianza y no quedemos
avergonzados lejos de él en su venida.
Salmo responsorial: 97 Los confines de la tierra han contemplado la
victoria de nuestro Dios.
Cantad al Señor un cántico nuevo, / porque ha hecho maravillas: / su diestra
le ha dado la victoria, / su santo brazo. R.
El Señor da a conocer su victoria, / revela a las naciones su
justicia: / se acordó de su misericordia y su fidelidad / en favor de la
casa de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado / la victoria de
nuestro Dios. / Aclama al Señor, tierra entera; / gritad, vitoread,
tocad. R.
Juan 1,19-28 En medio de vosotros hay uno que no conocéis
Éste
fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén
sacerdotes y levitas a Juan a que le preguntaran: "¿Tú quién eres?" Él
confesó sin reservas: "Yo no soy el Mesías." Le preguntaron: "¿Entonces,
qué? ¿Eres tú Elías?" Él dijo: "No lo soy." "¿Eres tú el Profeta?"
Respondió: "No." Y le dijeron: "¿Quién eres? Para que podamos dar una
respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?" Él
contestó: "Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino
del Señor", como dijo el profeta Isaías."
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: "Entonces,
¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?"
Juan les respondió: "Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno
que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de
desatar la correa de la sandalia." Esto pasaba en Betania, en la otra
orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
Comentarios:
dominicos.org
Permaneced en él
La primera carta de San Juan está escrita
para una comunidad en la que empiezan a aparecer las divisiones y un
grupo se ha separado de la comunidad. Surgen las primeras herejías, es
pues un momento difícil, que exige de los que quieren vivir como hijos
de la luz mantenerse en la fe que han recibido y elegir, con
discernimiento, el amor al Padre sobre el amor del mundo.
Ayer
como hoy, el secreto de mantenerse firmes en la fe, y no ceder ante las
seducciones del mal, está en PERMANECER EN ÉL. El Autor de la carta dice
expresamente que “quien niega que Jesús es el Cristo es un mentiroso”.
Negar esto implica negar la Encarnación, negar la condición humana del
Señor y por tanto negar también al Padre, lo cual nos priva de la
dignidad de hijos de Dios recibida por gracia. Permanezcamos en Él,
junto a Él, para poder ser fuertes y no dejarnos vencer por el mal.
Muchos
tratan de engañarnos, como también se nos advierte en la lectura,
porque el mundo secularizado de hoy pretende sacar a Dios de la vida,
quiere vivir la vida al margen de Dios y por tanto Él estorba y molesta,
porque es una presencia que siempre nos enfrenta con nuestra realidad.
Y nosotros tenemos que vivir con la confianza de que nada humano es
ajeno a la Voluntad de Dios y a su plan de salvación y de vida eterna
para los que permanecen en Él.
Yo soy la voz que grita en el desierto
Hay una pregunta crucial que todos alguna vez nos hemos hecho: “¿Qué dices de
ti mismo?”.
Contestar a esta pregunta nos enfrenta con nuestra realidad más honda y
exige de nosotros un ejercicio de humildad y sinceridad auténticas.
Porque todos vivimos esclavos de la imagen, la autoimagen y la imagen
que los demás se hacen de nosotros. En esta era de la globalización, nos
hemos creado necesidades que nos sitúan en la superficialidad y la
banalidad, que no nos permiten profundizar y discernir qué es lo que en
la vida cotidiana me ayuda a dar la mejor versión de mí mismo.
Juan
Bautista nos muestra hoy el camino para alcanzar esa conciencia sobre
uno mismo que no nos aleje de lo que en verdad somos, sino que nos
permita conectar con nuestro yo más profundo para potenciar los talentos
que Dios nos ha dado y para integrar los límites y debilidades que toda
vida humana lleva consigo.
Tres veces contesta Juan Bautista “No lo soy”, a los que ya creían en él como
Mesías o el Profeta que Dios enviaría delante de Él. “Yo soy la voz”,
una voz que nos invita a la conversión y a pasar del “otro lado del
Jordán” a la tierra prometida. Por eso él sabe situarse en el lugar
correcto, a los pies del que viene a abrir un camino de liberación y
sanación para todos nosotros.
Si estás en la otra orilla, y te
sientes alejado, desesperanzado, triste, abatido, solo, hundido,
descartado, ¡no temas!, esta buena noticia es para ti. Reconoce quién
eres, reconoce Quién habita dentro de ti y ponte en camino para cruzar
el Jordán de tu vida y pasar a la tierra prometida de la vida eterna, la
vida plena, que goza de todo lo bueno, bello y verdadero que hay en el
mundo y que es para ti.
Monasterio Visitación Santa María - Pasto
P. Joan Costa
Hoy, el Evangelio nos propone contemplar la figura de
Juan Bautista. «Quién eres?», le preguntan los sacerdotes y levitas. La
respuesta de Juan manifiesta claramente la conciencia de cumplir una
misión: preparar la venida del Mesías. Juan contesta a los emisarios:
«Yo soy voz del que clama en el desierto: Rectificad el camino del
Señor» (Jn 1,23).
Ser la voz de Cristo, su altavoz, quien anuncia al
Salvador del mundo y quien prepara su venida: ésta es la misión de Juan
y, como él, la de todas las personas que se saben y se sienten
depositarias del tesoro de la fe. Toda misión divina tiene como
fundamento una vocación, también divina, que garantiza su realización.
Estoy seguro de una cosa, decía san Pablo a los cristianos de Filipos:
«Quien inició en vosotros la buena obra, la irá consumando hasta el Día
de Cristo Jesús» (Flp 1,6). Todos, llamados por Cristo a la santidad,
hemos de ser su voz en medio del mundo. Un mundo que vive, a menudo, de
espaldas a Dios, y que no ama al Señor.
Es necesario que lo hagamos
presente y lo anunciemos con el testimonio de nuestra vida y de nuestra
palabra. No hacerlo, sería traicionar nuestra más profunda vocación y
misión. «La vocación cristiana, por su misma naturaleza, es también
vocación al apostolado», comenta el Concilio Vaticano II.
La grandeza de
nuestra vocación y de la misión que Dios nos ha encomendado no proviene
de méritos propios, sino de Aquel a quién servimos. Así lo expresa Juan
Bautista: «No soy digno ni de desatarle la correa de su sandalia» (Jn
1,27). ¡Cuánto confía Dios en las personas! Agradezcamos de corazón la
llamada a participar de la vida divina y la misión de ser, para nuestro
mundo, además de la voz de Cristo, también sus manos, su corazón y su
mirada, y renovemos, ahora, nuestro deseo sincero de serle fieles.
evangeliodeldia.org
evangeli.net
Mons.
Romà
CASANOVA i Casanova
Obispo de Vic
(Barcelona, España)
«En medio de vosotros está uno (…) que viene detrás de mí»
Hoy, en el
Evangelio de la liturgia
eucarística, leemos el testimonio de Juan el Bautista. El texto que
precede a estas palabras del Evangelio según san Juan es el prólogo en
el que se afirma con claridad: «Y la Palabra se hizo carne, y puso su
Morada entre nosotros» (Jn 1,14). Aquello que en el prólogo —a modo de
gran obertura— se anuncia, ahora en el Evangelio, paso a paso, se
manifiesta. El misterio del Verbo encarnado es misterio de salvación
para la humanidad: «La gracia y la verdad nos han llegado por
Jesucristo» (Jn 1,17). La salvación nos viene por Jesucristo, y la fe es
la respuesta a la manifestación de Cristo.
El misterio de la salvación en Cristo está siempre acompañado por el
testimonio. Jesucristo mismo es el «Amén, el Testigo fiel y veraz» (Ap
3,14). Juan Bautista es quien da testimonio, con su misión y mirada de
profeta: «En medio de vosotros está uno (…) que viene detrás de mí» (Jn
1,26-27). Y los Apóstoles así entienden la misión: «A este Jesús, Dios
le resucitó; de lo cual todos nosotros somos testigos» (Hch 2,32).
La Iglesia toda ella, y por tanto todos sus miembros, tenemos la misión
de ser testigos. El testimonio que nosotros traemos al mundo tiene un
nombre. El Evangelio es el mismo Jesucristo. Él es la “Buena Nueva”. Y
la proclamación del Evangelio a lo largo de todo el mundo hay que
entenderla también en clave de testimonio que une inseparablemente el
anuncio y la vida. Es conveniente recordar aquellas palabras del papa
Pablo VI: «El hombre contemporáneo escucha mejor a quienes dan
testimonio que a quienes enseñan (…), o, si escuchan a quienes enseñan,
es porque dan testimonio».
fraynelson.com Fray Nelson Medina OP
1. La mentira más grande del mundo
1.1 Desde la óptica de Juan hay una verdad que es la más grande del
mundo. Esa verdad está en la carne de Cristo, en cuanto, en esa carne
hemos visto, oído y palpado la revelación que Dios nos ha dado de su
amor y su salvación.
1.2 Según esto, la gran mentira es negar esa revelación que tiene
precio y valor de sangre del Hijo de Dios. Y eso es lo propio del
anticristo; eso es lo propio de aquel o aquellos que se oponen al Señor
Jesús.
1.3 Por eso es fuerte la exhortación: "permanezcan en lo que han
oído" (1 Jn 2,24). Es una advertencia severa, que podríamos poner en
paralelo con las palabras, también graves, del apóstol Pablo: " Me
maravillo de que tan pronto hayáis abandonado al que os llamó por la
gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente; que en realidad no
es otro evangelio, sólo que hay algunos que os perturban y quieren
pervertir el evangelio de Cristo. Pero si aun nosotros, o un ángel del
cielo, os anunciara otro evangelio contrario al que os hemos anunciado,
sea anatema" (Gál 1,6-8).
1.4 Este tipo de moniciones nos previenen contra las "novedades", un
tema que aparece muchas veces en el Nuevo Testamento. El Evangelio es
simple, contundente, eficaz; las novedades, que no son profundizaciones
sino traiciones al Evangelio, son retorcidas, tratan más de seducir que
de salvar; acarician nuestra conducta, no la cambian.
2. En medio de ustedes hay uno que no conocen
2.1 El texto del evangelio de hoy, por su parte, prolonga nuestra
lectura del evangelio de Juan. El prólogo, que ocupó los primeros
dieciocho versículos, y que ya fue leído dos veces en este tiempo de
navidad, nos lanzó al misterio sublime de la encarnación como revelación
de la gloria; ahora seguimos la lectura de este cuarto evangelio, desde
el versículo diecinueve. Es otro modo de presenciar la llegada del
misterio de la Palabra Encarnada: no al estilo de Mateo o Lucas que nos
brindan algunas escenas de Jesús bebé o párvulo, sino, si se quiere,
desde la teología.
2.2 Juan, en efecto, antes de presentarnos a Cristo en escena,
presenta al precursor, al Bautista. Lo importante de esta parte es que
nos queden claras algunas cosas: la distancia y a la vez el orden que
une al Precursor con el Mesías; la grandeza de aquel que se acerca; y la
convicción de que "no le conocemos".
2.3 Este último punto merece ser destacado: para recibir a la Palabra
necesitamos entender que no es ninguna de nuestras palabras. Conocer
nuestra ignorancia; saber que no le conocemos es un buen modo de
disponernos a conocerle. Así Juan nos prepara para ver a Jesús actuando y
predicando.
Santoral Telésforo Santo, Papa y mártir
Por: P. Felipe
Santos | Fuente: Catholic.net
VIII Papa
Mártir
Martirologio Romano: En
Roma, muerte de san Telesforo, papa, que, según recuerda san Ireneo,
siendo el séptimo sucesor de los apóstoles, sufrió un glorioso martirio
(c. 136).

Etimológicamente significa “el que cumple”. Viene de la lengua griega.
Estamos hoy luchando contra una cultura pagana que exalta la violencia y el
sexo, entre otras cosas.
Pues bien, Telesforo, que murió el año 136, nació en Grecia y por
razones de estudios y de su gran valía personal, se marchó a Roma en
donde se ordenó de sacerdote para prestar un servicio mucho más abnegado
a la Iglesia y a los pobres.
De los 14 obispos que siguieron a san Pedro en al papado hasta el fin
del siglo II, cada uno de ellos está anotado en la lista de los mártires
que dieron su vida por la fe en Cristo, y por no renegar de lo que Dios
les había concedido.
El era un cristiano de proa. Su valentía era tan grande que no temía
predicar la Palabra de Dios ante cualquiera, so pena de caer en sus
garras mortíferas.
No cabe duda de que le hubiera sido muy fácil renegar de sus principios y
así quedar bien con el emperador y, de este modo, salvar la vida de
muchos cristianos.
Pero estoy seguro de que los mismos creyentes – de haberle hecho caso al
emperador – se hubieran vuelto contra él.
Siempre hizo honor a su nombre. Cuando tuvo que suceder al Papa
anterior, Sixto I, no se lo pensó dos veces. Lo guiaba su amor a Dios y
su afán de extender su palabra por todas partes. ¡Ojalá que hubiera
tenido – como hoy – páginas web en internet para poder comunicarse con
todo el mundo! Como lo hacen hoy todas la diócesis sensibilizadas con el
mensaje de Cristo Salvador.
San Irineo, un padre inteligente de la primitiva Iglesia, dice que
Telesforo sufrió un glorioso martirio. Y tan es así que en todo el
Oriente y en Occidente hay iglesias que lo honran y lo veneran después
de tantos siglos. El emperador que reinaba en su tiempo era Adrián
En el arte se le representa como un Papa con un cáliz con tres Hostias.
¡Felicidades a quienes lleven este nombre!
“Ha triunfado quien unió lo útil a lo agradable” (Horacio).
Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com
Liturgia de las horas OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios R. Y mi
boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona: Ant. Venid,
adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora: V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: HONDO SABER DE DIOS FUE VUESTRA CIENCIA
Hondo saber de Dios fue
vuestra ciencia. su espíritu de verdad os dio a beberla en la Revelación, que es
su presencia en velos de palabra siempre nueva.
Abristeis el camino para
hallarla a todo el que de Dios hambre tenía, palabra del Señor que, al
contemplarla, enciende nuestras luces que iluminan.
Saber de Dios en vida
convertido es la virtud del justo, que, a su tiempo, si Dios le dio la luz, fue
lo debido que fuera su verdad, su pensamiento.
Demos gracias a Dios
humildemente, y al Hijo, su verdad que a todos guía, dejemos que su Luz, faro
esplendente, nos guíe por el mar de nuestra vida. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
Salmo 17, 2-30 I- ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA
Yo te amo, Señor;
tú eres mi fortaleza; Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.
Dios mío, mi
escudo y peña en que me amparo, mi fuerza salvadora, mi baluarte. Invoco al Señor
de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos.
Me cercaban olas mortales, torrentes destructores me aterraban, me envolvían las redes del abismo, me
alcanzaban los lazos de la muerte.
En el peligro invoqué al Señor, grité a mi
Dios: desde su templo él escuchó mi voz y mi grito llegó a sus oídos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
Ant 2. El Señor me libró
porque me amaba.
Salmo 17 II
Entonces tembló y retembló la tierra, vacilaron los cimientos de
los montes, sacudidos por su cólera; de su rostro se alzaba una humareda, de su
boca un fuego voraz, y lanzaba carbones ardiendo.
Inclinó el cielo y bajó con
nubarrones debajo de sus pies; volaba sobre un querubín cerniéndose sobre las
alas del viento, envuelto en un manto de oscuridad:
como un toldo, lo rodeaban oscuro aguacero y nubes espesas; al fulgor de su presencia, las nubes se
deshicieron en granizo y centellas;
y el Señor tronaba desde el cielo, el
Altísimo hacía oír su voz: disparando sus saetas, los dispersaba, y sus
continuos relámpagos los enloquecían.
El fondo del mar apareció, y se vieron los
cimientos del orbe, cuando tú, Señor, lanzaste el fragor de tu voz, al soplo de
tu ira.
Desde el cielo alargó la mano y me sostuvo, me sacó de las aguas
caudalosas, me libró de un enemigo poderoso, de adversarios más fuertes que yo.
Me acosaban el día funesto, pero el Señor fue mi apoyo: me sacó a un lugar
espacioso, me libró porque me amaba.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor me libró porque me amaba.
Ant 3. Señor, tú eres mi lámpara,
tú alumbras mis tinieblas.
Salmo 17 III
El Señor retribuyó mi justicia, retribuyó la pureza de mis
manos, porque seguí los caminos del Señor y no me rebelé contra mi Dios; porque
tuve presentes sus mandamientos y no me aparté de sus preceptos;
Le fui
enteramente fiel, guardándome de toda culpa; el Señor retribuyó mi justicia, la
pureza de mis manos en su presencia.
Con el fiel, tú eres fiel; con el íntegro,
tú eres íntegro; con el sincero, tú eres sincero; con el astuto, tú eres sagaz. Tú salvas al pueblo afligido y humillas los ojos soberbios.
Señor, tú eres mi
lámpara; Dios mío, tú alumbras mis tinieblas. Fiado en ti, me meto en la
refriega; fiado en mi Dios, asalto la muralla.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Señor, tú eres mi lámpara, tú alumbras mis tinieblas.
V. Cantad al
Señor, bendecid su nombre. R. Proclamad día tras día su victoria.
PRIMERA LECTURA
De la carta a los Colosenses 2, 16—3, 4
LA VIDA NUEVA EN CRISTO
Hermanos: Que nadie os condene por cuestiones de
comida o de bebida,
o por razón de fiestas anuales o de lunas nuevas o de sábados. Eso no
es más que sombra de lo que había de venir; pero la realidad es el
cuerpo de Cristo. Que nadie quiera dar una decisión en contra vuestra,
dando preferencia a la mortificación y al culto de los ángeles, fiado en
la interpretación de sus propias visiones. El que tal hace está
vanamente engreído en su mentalidad, que no entiende sino de miras
humanas, y no quiere adherirse a la cabeza (que es Cristo), del cual
todo el cuerpo recibe, por articulaciones y ligamentos, su alimento y
cohesión, y del mismo obtiene el crecimiento que da Dios.
Si con
Cristo habéis muerto a los «elementos del mundo», ¿por qué os sometéis,
como si vivieseis en el mundo de los elementos, a preceptos como éstos:
«No tomes eso, no gustes aquello, no toques lo de más allá»? Cosas son
éstas que se consumen por el uso; y tales mandamientos no pasan de ser
prescripciones y enseñanzas compuestas por los hombres. En apariencia,
se ven razonables, por ser actos de piedad individual, por la sumisión y
mortificación corporal que pretenden, pero en sí no tienen ningún
valor; sólo sirven para satisfacción de la vida material.
Si
habéis sido resucitados con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde
Cristo está sentado a la diestra de Dios. Poned vuestro corazón en las
cosas del cielo, no en las de la tierra. Porque habéis muerto y vuestra
vida está oculta con Cristo en Dios; cuando se manifieste Cristo, que es
vuestra vida, os manifestaréis también vosotros con él, revestidos de
gloria.
RESPONSORIO Col 3, 1-2; Lc 12, 34
R. Si habéis sido resucitados con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde
Cristo está sentado a la diestra de Dios. * Poned vuestro corazón en las cosas
del cielo, no en las de la tierra. V. Donde está vuestro tesoro, ahí está
vuestro corazón. R. Poned vuestro corazón en las cosas del cielo, no en las de
la tierra.
SEGUNDA LECTURA
De las Disertaciones de san Gregorio de Nacianzo, obispo
(Disertación 43, en alabanza de Basilio Magno, 15. 16-17. 19.21: PG 36,
514-523)
COMO SI LOS DOS CUERPOS TUVIERAN UN ALMA EN COMÚN
Nos habíamos encontrado en
Atenas, como el curso de un río que,
naciendo en una misma patria, se divide luego hacia diversas regiones (a
donde habíamos ido por el afán de aprender) y de nuevo, de común
acuerdo, por disposición divina, vuelve a reunirse.
Por entonces,
no sólo admiraba yo a mi grande y querido Basilio, por la seriedad de
sus costumbres y por la madurez y prudencia de sus palabras, sino que
inducía también yo mismo a los demás que no lo conocían a que le
tuviesen esta misma admiración. Los que conocían su fama y lo habían
oído ya lo admiraban.
¿Qué consecuencias tuvo esto? Que él era
casi el único que destacaba entre todos los que habían venido a Atenas
para estudiar, y que alcanzó honores superiores a los que correspondían a
su condición de mero discípulo. Éste fue el principio de nuestra
amistad, el pequeño fuego que empezó a unirnos; de este modo, se
estableció un mutuo afecto entre nosotros.
Con el correr del
tiempo, nos hicimos mutuas confidencias acerca de nuestro común deseo de
estudiar la filosofía; ya por entonces se había acentuado nuestra mutua
estimación, vivíamos juntos como camaradas, estábamos en todo de
acuerdo, teníamos idénticas aspiraciones y nos comunicábamos cada día
nuestra común afición por el estudio, con lo que ésta se hacía cada vez
más ferviente y decidida.
Teníamos ambos una idéntica aspiración a
la cultura, cosa que es la que más se presta a envidias; sin embargo,
no existía entre nosotros tal envidia, aunque sí el incentivo de la
emulación. Nuestra competición consistía no en obtener cada uno para sí
el primer puesto, sino en obtenerlo para el otro, pues cada uno
consideraba la gloria de éste como propia.
Era como si los dos
cuerpos tuvieran un alma en común. Pues si bien no hay que dar crédito a
los que afirman que todas las cosas están en todas partes, en nuestro
caso sí podía afirmarse que estábamos el uno en el otro.
Idéntica
era nuestra actividad y nuestra afición: aspirar a la virtud, vivir con
la esperanza de las cosas futuras y tratar de comportarnos de tal
manera que, aun antes de que llegase el momento de salir de esta vida,
pudiese decirse que ya habíamos salido de ella. Con estos pensamientos
dirigíamos nuestra vida y todas nuestras acciones, esforzándonos en
seguir el camino de los mandamientos divinos y estimulándonos el uno al
otro a la práctica de la virtud; y, si no pareciese una arrogancia el
decirlo, diría que éramos el uno para el otro la norma y regla para
discernir el bien del mal.
Y, así como hay algunos que tienen un
sobrenombre, ya sea heredado de sus padres, ya sea adquirido por méritos
personales, para nosotros el mayor título de gloria era el ser
cristianos y ser con tal nombre reconocidos.
RESPONSORIO Dn 2, 21-22; 1Co 12, 11
R. El Señor da sabiduría a los
sabios y ciencia a los que saben discernir: * él revela honduras y secretos, y
la luz mora junto a él. V. Y todos estos dones son obra de un mismo y único
Espíritu, que distribuye a cada uno según le place. R. Él revela honduras y
secretos, y la luz mora junto a él.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor Dios, que has iluminado a la Iglesia con los ejemplos y las
enseñanzas de san Basilio Magno y san Gregorio de Nacianzo, haz que
busquemos humildemente tu verdad y que, viviendo según esta verdad,
crezcamos en el amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos
de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor. R. Demos gracias a Dios.
LAUDES (Oración de la mañana)
INVITATORIO (Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V.
Señor abre mis labios R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant.
Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor, demos
vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos
los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los
montes; suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus
manos.
Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de
Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años aquella generación me
repugnó, y dije: Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.
Himno: PARA VOSOTROS, EL MISTERIO DEL PADRE.
Para vosotros, el misterio del
Padre; con vosotros, la luz del Verbo; en vosotros, la llama del Amor que es
fuego.
¡Hontanares de Dios!, ¡hombres del Evangelio!, ¡humildes inteligencias
luminosas!, ¡grandes hombres de barro tierno!
El mundo tiene hambre de infinito y sed de cielo; las criaturas nos atan a lo efímero y nos vamos perdiendo en el
tiempo.
Para nosotros, el misterio que aprendisteis del Padre; con nosotros, la
luz que os dio el Verbo; en nosotros, el Amor ingénito.
¡Hombres de Cristo,
maestros de la Iglesia! dadnos una vida y un anhelo, la angustia por la verdad, por el error el miedo.
Dadnos una vida de rodillas ante el misterio, una
visión de este mundo de muerte y una esperanza de cielo.
Padre, te pedimos para
la Iglesia la ciencia de estos maestros. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tu luz, Señor, nos hace ver la luz.
Salmo 35 - DEPRAVACIÓN DEL MALVADO Y BONDAD DE DIOS
El malvado escucha en su
interior un oráculo del pecado: «No tengo miedo a Dios, ni en su presencia.» Porque se hace la ilusión de que su culpa no será descubierta ni aborrecida.
Las palabras de su boca son maldad y traición, renuncia a ser sensato y a obrar
bien; acostado medita el crimen, se obstina en el mal camino, no rechaza la
maldad.
Señor, tu misericordia llega al cielo, tu fidelidad hasta las nubes, tu
justicia hasta las altas cordilleras; tus sentencias son como el océano inmenso.
Tú socorres a hombres y animales; ¡qué inapreciable es tu misericordia, oh
Dios!; los humanos se acogen a la sombra de tus alas;
se nutren de lo sabroso de
tu casa, les das a beber del torrente de tus delicias, porque en ti está la
fuente viva y tu luz nos hace ver la luz.
Prolonga tu misericordia con los que
te reconocen, tu justicia con los rectos de corazón; que no me pisotee el pie del
soberbio, que no me eche fuera la mano del malvado.
Han fracasado los
malhechores; derribados, no se pueden levantar.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tu luz, Señor, nos hace ver la luz.
Ant 2. Señor, tú eres grande, tu
fuerza es invencible.
Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR DEL MUNDO Y PROTECTOR DE SU PUEBLO Jdt 16, 2-3.
15-19
¡Alabad a mi Dios con tambores, elevad cantos al Señor con cítaras, ofrecedle los acordes de un salmo de alabanza, ensalzad e invocad su nombre! porque el Señor es un Dios quebrantador de guerras, su nombre es el Señor.
Cantaré a mi Dios un cántico nuevo: Señor, tú eres grande y glorioso, admirable
en tu fuerza, invencible.
Que te sirva toda la creación, porque tú lo mandaste y
existió; enviaste tu aliento y la construiste, nada puede resistir a tu voz.
Sacudirán las olas los cimientos de los montes, las peñas en tu presencia se
derretirán como cera, pero tú serás propicio a tus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Señor, tú eres grande, tu fuerza es invencible.
Ant 3. Aclamad a Dios
con gritos de júbilo.
Salmo 46 - ENTRONIZACIÓN DEL DIOS DE ISRAEL
Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo; porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra.
El nos somete los pueblos y nos sojuzga las
naciones; El nos escogió por heredad suya: gloria de Jacob, su amado.
Dios
asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas: tocad para Dios,
tocad, tocad para nuestro Rey, tocad.
Porque Dios es el rey del mundo: tocad con
maestría. Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su trono sagrado.
Los
príncipes de los gentiles se reúnen con el pueblo del Dios de Abraham; porque de
Dios son los grandes de la tierra, y él es excelso.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclamad a Dios con gritos de júbilo.
LECTURA BREVE Sb 7, 13-14
Aprendí la sabiduría sin malicia, reparto sin
envidia, y no me
guardo sus riquezas. Porque es un tesoro inagotable para los hombres:
los que lo adquieren se atraen la amistad de Dios, porque el don de su
enseñanza los recomienda.
RESPONSORIO BREVE
V. El pueblo cuenta su sabiduría. R. El pueblo cuenta
su sabiduría.
V. La asamblea pregona su alabanza. R. Cuenta su sabiduría.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. El pueblo
cuenta su sabiduría.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Los sabios
brillarán con esplendor de cielo, y los que enseñan la justicia a las
multitudes serán como estrellas por toda la eternidad.
Cántico de Zacarías.
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de
Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. suscitándonos una fuerza de
salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros
enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la
misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el
juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de
temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y
justicia, en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán
Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.
Por la
entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo
alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar
nuestros pasos por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los
sabios brillarán con esplendor de cielo, y los que enseñan la justicia a
las multitudes serán como estrellas por toda la eternidad.
PRECES
Demos gracias a Cristo, el buen pastor que entregó la vida por sus ovejas, y
supliquémosle diciendo:
Apacienta a tu pueblo, Señor.
Señor Jesucristo, tú que
en los santos pastores nos has revelado tu misericordia y tu amor, haz que, por
ellos, continúe llegando a nosotros tu acción misericordiosa.
Señor Jesucristo,
tú que a través de los santos pastores sigues siendo el único pastor de tu
pueblo, no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos.
Señor Jesucristo, tú
que por medio de los santos pastores eres el médico de los cuerpos y de las
almas, haz que nunca falten en tu Iglesia los ministros que nos guíen por las
sendas de una vida santa.
Señor Jesucristo, tú que has adoctrinado a la Iglesia
con la prudencia y el amor de los santos, haz que, guiados por nuestros
pastores, progresemos en la santidad.
Se pueden añadir algunas intenciones
libres
Oremos confiadamente al Padre, como Cristo nos enseñó:
Padre
nuestro...
ORACION
Señor Dios, que has iluminado a la Iglesia con los ejemplos y las
enseñanzas de san Basilio Magno y san Gregorio de Nacianzo, haz que
busquemos humildemente tu verdad y que, viviendo según esta verdad,
crezcamos en el amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos
de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la
vida eterna. R. Amén.
VÍSPERAS (Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en
socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: VERBO DE DIOS, ETERNA LUZ DIVINA.
Verbo de Dios, eterna luz divina, fuente eternal de toda verdad pura, gloria de Dios, que el cosmos ilumina, antorcha toda luz en noche oscura.
Palabra eternamente pronunciada en la mente
del Padre, ¡oh regocijo!, que en el tiempo a los hombres nos fue dada en el seno
de Virgen, hecha Hijo.
Las tinieblas de muerte y de pecado, en que yacía el
hombre, así vencido, su verdad y su luz han disipado, con su vida y su muerte ha
redimido.
Con destellos de luz que Dios envía, no dejéis de brillar, faros
divinos; de los hombres y pueblos sed su guía, proclamad la verdad en los
caminos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
Salmo 26 I - CONFIANZA ANTE EL PELIGRO
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a
quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?
Cuando
me asaltan los malvados para devorar mi carne, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen.
Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla; si
me declaran la guerra, me siento tranquilo.
Una cosa pido al Señor, eso
buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del
Señor contemplando su templo.
Él me protegerá en su tienda el día del peligro; me esconderá en lo escondido de su morada, me alzará sobre la roca;
y así
levantaré la cabeza sobre el enemigo que me cerca; en su tienda sacrificaré sacrificios de aclamación: cantaré y tocaré para el Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
Ant 2. Tu rostro
buscaré Señor, no me escondas tu rostro.
Salmo 26 II
Escúchame, Señor, que te llamo; ten piedad, respóndeme.
Oigo en
mi corazón: «Buscad mi rostro.» Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu
rostro.
No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio; no me deseches,
no me abandones, Dios de mi salvación.
Si mi padre y mi madre me abandonan, el
Señor me recogerá.
Señor, enséñame tu camino, guíame por la senda llana, porque
tengo enemigos.
No me entregues a la saña de mi adversario, porque se levantan
contra mí testigos falsos, que respiran violencia.
Espero gozar de la dicha
del Señor en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo,
espera en el Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tu rostro buscaré Señor, no me escondas tu rostro.
Ant 3. Él es el
primogénito de toda creatura, es el primero en todo.
Cántico: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CREATURA Y PRIMER RESUCITADO DE
ENTRE LOS MUERTOS. Cf. Col 1, 12-20
Damos gracias a Dios Padre, que nos ha
hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha
sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo
querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.
Él es imagen de Dios invisible, primogénito de toda creatura; pues por medio de
él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por él y para
él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él. Él es también la cabeza del
cuerpo de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y
así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud. Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas: haciendo la paz por la
sangre de su cruz con todos los seres, así del cielo como de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Él es el primogénito de toda creatura, es el primero en todo.
LECTURA BREVE St 3, 17-18
La sabiduría que viene de arriba ante todo es
pura y, además, es
amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas
obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la
paz; y su fruto es la justicia.
RESPONSORIO BREVE
V. En la asamblea le da la palabra. R. En la asamblea
le da la palabra.
V. Lo llena de espíritu, sabiduría e inteligencia. R. Le
da la palabra.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. En
la asamblea le da la palabra.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Quien cumpla y enseñe mi ley será grande en el reino
de los cielos.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi
salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por
mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en
generación.
El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos
los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su
siervo, acordándose de su misericordia —como lo había prometido a nuestros
padres— en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Quien cumpla y enseñe mi ley será grande en el reino de los cielos.
PRECES
Glorifiquemos a Cristo, constituido pontífice en favor de los hombres en
lo que se refiere a Dios, y supliquémosle humildemente diciendo:
Salva a tu
pueblo, Señor.
Tú que por medio de pastores santos y eximios has glorificado a
tu Iglesia, haz que todos los cristianos resplandezcan por su virtud.
Tú
que por la oración de los santos pastores, que a semejanza de Moisés
oraban por el pueblo, perdonaste los pecados de tus fieles, purifica y santifica
también ahora a la santa Iglesia por la intercesión de los santos.
Tú
que de entre los fieles elegiste a los santos pastores y, por tu
Espíritu, los consagraste como ministros en bien de sus hermanos, llena también
de tu Espíritu a todos los pastores del pueblo de Dios.
Tú que fuiste la heredad
de los santos pastores, no permitas que ninguno de los que fueron adquiridos por
tu sangre viva alejado de ti.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que por medio de los pastores de la Iglesia das la vida eterna a tus ovejas
para que nadie las arrebate de tu mano, salva a los difuntos, por quienes
entregaste tu vida.
Digamos juntos la oración que Cristo nos enseñó como modelo
de toda oración:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios, que has iluminado a la Iglesia con los ejemplos y las
enseñanzas de san Basilio Magno y san Gregorio de Nacianzo, haz que
busquemos humildemente tu verdad y que, viviendo según esta verdad,
crezcamos en el amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos
de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la
vida eterna. R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en
socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso y
ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y
omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa
María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que
intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga
misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. R. Amén.
Himno: CUANDO ACABAMOS EL DÍA
Cuando acabamos el día te suplicamos, Señor, nos hagas de centinela y otorgues tu protección.
Que te sintamos: contigo sueñe nuestro corazón para cantar tus loores de nuevo al salir el sol.
Danos
vida saludable, alienta nuestro calor, tu claridad ilumine la oscuridad que
llegó.
Dánoslo, Padre piadoso, por Jesucristo, el Señor, que reina con el
Espíritu Santo vivificador. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me
salve.
Salmo 30, 2-6 - SÚPLICA CONFIADA Y ACCIÓN DE GRACIAS.
A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado; tú, que eres justo, ponme a salvo, inclina tu
oído hacia mí;
ven aprisa a librarme, sé la roca de mi refugio, un baluarte
donde me salve, tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y
guíame: sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi amparo.
En tus
manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.
Ant 2.
Desde lo hondo a ti grito, Señor.
Salmo 129 - DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR.
Desde lo hondo a ti grito,
Señor; Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica.
Si
llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el
perdón, y así infundes respeto.
Mi alma espera en el Señor, espera en su
palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora.
Aguarde
Israel al Señor, como el centinela la aurora; porque del Señor viene la
misericordia, la redención copiosa; y él redimirá a Israel de todos sus delitos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Desde lo hondo a ti grito, Señor.
LECTURA BREVE Ef 4, 26-27
No lleguéis a pecar; que la puesta del sol no os
sorprenda en vuestro enojo. No dejéis lugar al diablo.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R. En
tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás. R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras
dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN
Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo
irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado
ante todos los pueblos
luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo
Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que
velemos con Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Señor Jesucristo, tú que eres manso y humilde de corazón ofreces a los
que vienen a ti un yugo llevadero y una carga ligera; dígnate, pues,
aceptar los deseos y las acciones del día que hemos terminado: que
podamos descansar durante la noche para que así, renovado nuestro cuerpo
y nuestro espíritu, perseveremos constantes en tu servicio. Tú que
vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche
tranquila y una santa muerte. R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE LA
SANTISIMA VIRGEN
Salve, Reina de los cielos y Señora de los ángeles; salve
raíz, salve puerta, que dio paso a nuestra luz.
Alégrate, virgen gloriosa, entre
todas la más bella; salve, agraciada doncella, ruega a Cristo por nosotros.
Of La Tr Sx Nn Vs Cm
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