Basar la concepción propia de la sexualidad en el deseo y la
autopercepción personal arroja episodios cuanto menos sorprendentes. Eso
es lo que proponen las teorías de género y es el caso de Carol, la mujer que
quiso ser hombre para regresar a ser mujer y que representa el movimiento
‘destransicionador’.
Los medios de comunicación se han fijado en el caso de Carol,
ciudadana de la California rural. Una manera de sensibilizar a la
audiencia sobre este fenómeno, personalizándolo.
Carol, tras una doble mastectomía y unos meses de tratamiento con
testosterona (que le proporcionó vello facial y una voz grave) tenía
apariencia de hombre.
Sin embargo, Carol no tardó en sentirse desdichada como hombre trans.
En un primer momento, la testosterona, que empezó a inyectarse a los 34
años, le había subido el ánimo y los niveles de energía. Sin embargo,
al cabo de dos años también empezó a sufrir unos efectos secundarios
espantosos. La atrofia vaginal y uterina (que puede hacer que los
tejidos se agrieten y sangren) era «dolorosísima». Le aumentaron los
niveles de colesterol y comenzó a tener palpitaciones. Estaba tan
nerviosa que padecía ataques de pánico.
El movimiento ‘destransicionador’
Así que Carol continuó con su pesadilla tomando antidepresivos, y funcionaron.
«Fue
un momento de iluminación», cuenta. «Vi de pronto que lo que necesitaba
eran los antidepresivos, no la transición». Se dio cuenta de que la
denominada disforia de género no la convertía, en la práctica, en
hombre.
Hace casi tres años, tras cuatro como hombre trans, Carol se
convirtió en «destransicionadora», también conocido como movimiento
‘destransicionador’: alguien que ha tomado hormonas del sexo opuesto o
se ha operado (o ha hecho ambas cosas) y que luego se ha dado cuenta de
que todo ello ha sido un error.
Este episodio ilustra los peligros de un modelo
de atención afirmativa de género que acepta el autodiagnóstico de los
pacientes que dicen ser trans y que en Estados Unidos es hoy la práctica
habitual en el campo de la medicina transgénero.
Según una encuesta reciente realizada por la doctora e investigadora Lisa
Littman a 100 personas destransicionadoras (69 de las cuales eran mujeres), la
mayoría sentía que no había recibido una evaluación adecuada antes del
tratamiento.
Casi una cuarta parte afirmó que la homofobia o la dificultad para
aceptar que eran homosexuales la había llevado a la transición; el 38%
consideraba que su disforia de género estaba causada por un trauma, un
abuso o un problema de salud mental.