 | Asunto: | [diosexiste] Lecturas, Santoral y Liturgia de las horas del Viernes 26 de Noviembre de 2021 | Fecha: | 26 de Noviembre, 2021 01:19:45 (+0100) | Autor: | Alfa Romeo <yj_adonai @.....es>
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Viernes 34ª semana de tiempo ordinario
Lecturas del Viernes 26 de Noviembre de 2021
Dn 7,2-14: Se acercó un hijo de hombre Interleccional Dn 3: Ensálcenlo con himnos por los siglos Lc 21,29-33: Sepan que se
acerca el reino
Santoral:
Juan Berchmans, Conrado, Amador
Liturgia de las horas
Lecturas
Daniel 7,2-14 Vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre
Yo,
Daniel, tuve una visión nocturna: los cuatro vientos del cielo agitaban
el océano. Cuatro fieras gigantescas salieron del mar, las cuatro
distintas. La primera era como un león con alas de águila; mientras yo
miraba, le arrancaron las alas, la alzaron del suelo, la pusieron de pie
como un hombre y le dieron mente humana. La segunda era como un oso
medio erguido, con tres costillas en la boca, entre los dientes. Le
dijeron: "¡Arriba! Come carne en abundancia." Después vi otra fiera como
un leopardo, con cuatro alas de ave en el lomo y cuatro cabezas. Y le
dieron el poder.
Después tuve otra visión nocturna: una cuarta fiera, terrible,
espantosa, fortísima; tenía grandes dientes de hierro, con los que comía
y descuartizaba, y las sobras las pateaba con las pezuñas. Era diversa
de las fieras anteriores, porque tenía diez cuernos. Miré atentamente
los cuernos y vi que entre ellos salía otro cuerno pequeño; para hacerle
sitio, arrancaron tres de los cuernos precedentes. Aquel cuerno tenía
ojos humanos y una boca que profería insolencias. Durante la visión, vi
que colocaban unos tronos, y un anciano de sentó; su vestido era blanco
como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego;
sus ruedas, llamaradas. Un río impetuoso de fuego brotaba delante de
él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la
sesión y se abrieron los libros. Yo seguí mirando, atraído por las
insolencias que profería aquel cuerno; hasta que mataron a la fiera, la
descuartizaron y la echaron al fuego. A las otras fieras les quitaron el
poder, dejándolas vivas una temporada. Mientras miraba, en la visión
nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se
acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio;
todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es
eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.
Interleccional: Daniel 3,75-81 Ensalzadlo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor. R.
Cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor. R.
Manantiales, bendecid al Señor. R.
Mares y ríos, bendecid al Señor. R.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor. R.
Aves del cielo, bendecid al Señor. R.
Fieras y ganados, bendecid al Señor. R.
Lucas 21,29-33 Cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está
cerca el reino de Dios
En
aquel tiempo, puso Jesús una parábola a sus discípulos: "Fijaos en la
higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para
saber que el verano está cerca. Pues, cuando veáis que suceden estas
cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. Os aseguro que antes que
pase esta generación todo eso se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán,
mis palabras no pasarán."
Comentarios
dominicos.org Fr. José Antonio Solórzano Pérez O.P.
Convento de Santo Domingo (Caleruega)
Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin
Visión
apocalíptica la del profeta Daniel. Visión nocturna, extraña, llena de
simbolismo nada fácil de descifrar. Tiene mucho de película actual que
tanto gustan a algunos: bestias, gigantes, poderes supraterrenales y
subterrenales, lenguas de fuego… todo ello para terminar en la eterna
lucha entre el bien y el mal. Como en las películas, para dejar al
espectador tranquilo, vence el bien.
También aquí, al final de la
visión nocturna de Daniel, el anciano recupera su sabiduría y poder, su
honor y su reino. De tal forma que todo queda sometido, pueblos,
naciones y lenguas, a su eterno poder. Un poder, que imaginamos y
queremos, de justicia y equidad, que no cesará. Un reino que no tendrá
fin. El reino de Dios se abre paso y se instaura frente a las
adversidades y abismos que la sociedad produce.
Final maravilloso.
Antonio Porchia, poeta italo-argentino, en su único libro de aforismos, Voces
tiene una frase ingeniosa que siempre me gustó: “A veces, en la noche,
enciendo una luz para no ver”. Parece contradictoria, pero no lo es,
como suele pasar con las intuiciones poéticas. Sí, no pocas veces las
visiones nocturnas son aterradoras y a la vez, visionarias, simbólicas,
clarificadoras de situaciones. Se precisa encender la luz para no seguir
viendo con claridad en la oscuridad luminosa.
Con esta visión
nocturna de Daniel, clarificadora, se cierra el llamado tiempo ordinario
de la liturgia. Se abre la puerta al expectante Adviento, en el que
todo vuelve a ser nuevo, luminoso, equilibrado y esperanzado. La
Historia de la salvación se revitaliza en un nuevo año litúrgico y en
nuevas actitudes de vida cristiana. No, no es cíclico, ni se produce el
eterno retorno nietzcheano fatalista. Es una ascensión en espiral,
renovada, que camina hacia la escatología final, hacia el final de los
tiempos donde nos encontraremos cara a cara con el Dios Salvador. Esa es
nuestra esperanza. En ella nos movemos y existimos.
Ensalzadlo con himnos por los siglos
Si
ese final es verdad, y así lo creemos y esperamos, cómo no hacer de
nuestra espera una loa de himnos que ensalcen la presencia de Dios, a
través de la naturaleza, de las criaturas, donde todos bendigamos al
Señor. No es una actitud superficial y bobalicona de cantos, sino que es
el agradecimiento que brota desde dentro por la salvación que nos
viene. ¡Ensalcémoslo con himnos por los siglos! Hagámoslo son
naturalidad, sin alharacas y ruidos bullangueros, sino con gestos de
acción de gracias, con palabras cordiales y sensatas. Mejor sin hacer
ruido, pero sí desde lo hondo de nuestro ser más humano y cordial
Mis palabras no pasarán
Jesús,
el observador, alecciona a los suyos para que se fijen en su entorno,
en la naturaleza que les habla y que deben saber interpretar. Cuando los
frutos maduran, una nueva etapa comienza. No hay que dejar que se
caigan y pudran.
Cada época produce sus maduraciones y cambios;
cuesta interpretarlos y los catastrofistas son muy dados a ver donde no
hay, como si todo fuese el acabose, el sinsentido, el final de la
historia. No, los creyentes, que también sufrimos esos cambios tremendos
entorno nuestro, sabemos que se abre una nueva puerta de oportunidades
esperanzadas, o mejor de esperanzas oportunas.
Cierto. Cuesta
verlas, aceptarlas, adaptarse; pero la esperanza siempre está como
aletargada, sosteniéndolo todo. Cielo y tierra pasarán; los cielos que
hemos conocido y contemplado y las tierras que hemos pisoteado,
caminado, pasarán. Pero sus palabras no pasarán.
La alianza de
amistad entre Dios y su pueblo, y sus criaturas, permanece. El
reinado/presencia de Dios se instaurará; está haciéndolo ya. A ello nos
preparamos con el inminente Adviento. Un año más en nuestra vida
espiritual y de servicio y ayuda a los demás; una nueva oportunidad de
crecimiento personal y espiritual. No cerremos la puerta a la esperanza
que llama con discreción y suavidad.
No es un reino imaginario,
fantasioso, el predicado por Jesús. Él no era un soñador ni un
ilusionista que hacía juegos malabares para entretener al pueblo. Era
muy realista e interpretaba muy bien los signos de los tiempos, lo que
acaecía en cada momento. El Reino por Él predicado es la misma vida
intensificada por el Espíritu de Dios.
Eso sí, hay que abrir mente
y corazón para verlo, aceptarlo, encarnarlo. Jesús es el Hijo de Dios
que empuja la puerta de nuestro interior para que la esperanza tenga
cobijo en nuestras vidas.
Somos nosotros, pueblo de Dios, el que
empuja y hace realidad la historia de la salvación, para que Dios no
desaparezca de ella y, no sin dificultad, podamos vivirlo todo con mayor
sentido y orientación vital.
evangelizacion.org.mx/liturgia P. Ernesto María Caro Evangelización
activa
Al terminar nuestro ciclo litúrgico, la Iglesia nos trae a la memoria la
palabra de Jesús: "El tiempo pasará pero mis palabras no pasarán". Han
pasado casi dos mil años desde que Jesús anunció esto a sus discípulos y
podemos ver cuán estable es la Palabra de Dios, pues todavía sigue
siendo la luz de los corazones que se dejan iluminar por ella.
El
Reino está realmente cerca, pero esta cercanía no se refiere únicamente
a la cuestión cronológica, sino a la vecindad que hay entre éste y
nosotros. Basta dejarse llenar de esta luz de Dios, luz que viene de la
Revelación, para que se abra ante nosotros el panorama del Reino.
Dios
está con nosotros y nos acompañará hasta el final de los siglos.
Estemos atentos a las manifestaciones de Dios en nuestra vida y dejemos
que esta Palabra que no pasa, sea siempre nuestra fuente de sabiduría y
manjar del corazón.
Monasterio Visitación de Santa María - Pasto Monseñor
Marcelino Palentini Obispo
Queridos jóvenes, querida audiencia en este día
26 de noviembre el
Evangelio nos presenta un hecho de reflexión que tiene mucho que ver con
el fin del mundo o con el fin de la historia, pero sobre todo con
nuestra historia que en algún momento seguramente tiene su fin aquí en
la tierra, pero es un fin de lo que nosotros llamamos "la parusía" de lo
que lo llamamos y lo vemos como el momento del encuentro con la
realidad más profunda. O sea, como le diría Jesús en el Evangelio "Saber
descubrir los signos de los tiempos que nos hacen ver dónde y cómo
vivimos la realidad profunda de la vida humana".
El párrafo de Lucas 21,
29-33 dice: "Cuando vean que sucedan todas estas cosas, sepan que que
el reino de Dios esta cerca porque les aseguro que no pasará de esta
generación para que se cumpla todo lo que yo les he enseñado. El cielo y
la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán". Jesús nos dice que
sus palabras no pasarán, nos invita a que estemos atentos; atentos a
todo lo que sucede a nuestro alrededor, atentos a los signos de los
tiempos -una expresión muy interesante que nos hace descubrir signos de
la acción de Dios en las cosas simples- así como descubrimos de las
plantas cuando llega la primavera, así saber descubrir de los signos que
Dios pone a nuestro alcance, dónde y cuándo empieza verdaderamente el
sentido profundo de la historia y de nuestra historia personal y
comunitaria.
Es importante saber descubrir estos signos y pensar que la
venida de Jesús tiene como finalidad específica la liberación de toda la
creación. Esta es la esencia de la esperanza escatológica de la
primitiva comunidad y es también nuestra esperanza, el hombre no es
alguien acabado, se sigue proyectando y realizando en cada momento.
El
hombre no es alguien que se mira a sí mismo sino mira hacia afuera para
descubrir los signos de Dios en su vida y en la historia. El hombre no
es el único protagonista, es simplemente el colaborador de Dios para
realizar los grandes proyectos que Dios tiene pensado.
El hombre no vive
para sí, vive para Dios, proyectándose hacia el futuro, un futuro que
no tiene límites, que no tiene fin, pero solamente descubriendo los
signos del amor de Dios, el hombre puede dar una respuesta realmente
eficaz, realmente plena a lo que Dios le pide para entregar su vida con
sentido y con valor.
Señor ayudanos a dar sentido a nuestra vida, a
mirar más allá del momento presente que nos atrapa, ayudanos a descubrir
tus signos de amor, ayudanos a ser colaboradores tuyos para la
liberación de toda la humanidad y de toda la creación, ayudanos para que
junto contigo podamos anunciar al mundo que hay esperanza, que hay vida
y que hay vida en plenitud. ¡Hasta la próxima si Dios quiere!.
oracionyliturgia.archimadrid.org/ Archidiócesis de Madrid
Todo pasa. Él permanece.
Los creyentes tenemos la tarea de discernir y encontrar los signos de
la llegada del reino de Dios en nuestra vida y en nuestro mundo. Jesús
nos echa en cara que sepamos discernir los signos de la naturaleza, por
ejemplo: una higuera que florece nos habla de la llegada de la
primavera. Pero no sepamos reconocer la llegada de su reino. Y eso que
Jesús lo anuncia con toda su persona, su vida y su misterio; con hechos y
palabras intrínsecamente unidas, haciendo signos que provocan a quién
los ve y le hacen preguntarse por su significado.
Signos de la llegada de su reino hay por todas partes también ahora
en nuestra Iglesia. Todos los voluntariados y acciones que promueven la
justicia y la paz entre los pueblos. Todas las personas que tienen un
encuentro personal con un Cristo vivo. Todas las familias que a pesar de
todos los problemas perseveran en la unidad y en el amor. Estos y
muchos otros, son signos del reino de Dios.
Y si su reino ha llegado a nosotros: ¡felices!
Porque cuando uno no ha encontrado aún lo que estaba buscando, cada
día de la vida es “un día menos” y arrancamos con angustia la hoja del
calendario; pero cuando uno ha encontrado aquello que estaba buscando,
entonces cada día es “un día más” que se me da para poder disfrutar de
todo lo que me suceda.
Por eso es esencial ayudarnos unos a otros a discernir y disfrutar la
presencia de Cristo vivo en nuestra propia historia personal y
comunitaria. Qué tristeza me da cuando sorprendo a un cristiano hablando
de Dios como de un ausente. Cuando nos referimos a Cristo con verbos en
pasado: “habló”, “dijo”, “curó”, etc.
La realidad es que Jesús está presente porque su palabra y su promesa
se ha cumplido: “yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del
mundo”.
De hecho, la experiencia nos dice que “todo pasa, pero Dios
permanece” y por eso no nos sentimos inquietos en medio de todos los
cambios que suceden a nuestro alrededor. “Nuestro corazón está firme en
el Señor”.
ciudadredonda.org Misioneros claretianos
El evangelio de hoy nos presenta
a Jesús que continúa enseñando mediante
ejemplos concretos, que son conocidos por las personas a las que se
dirige. Añade algo nuevo pero en la misma línea que hablaba ayer: la
llegada del Reino de Dios estará anticipada por las señales oportunas,
del mismo modo que los frutos de los árboles anticipan el comienzo del
verano. Esta conclusión empírica: relación entre frutos y llegada de la
época estival, requiere mucha capacidad de observación y quizá también,
un poco de curiosidad. Habrán sido –seguramente- muchos los años
necesarios para llegar a ella.
Jesús empieza utilizando la palabra “fíjense”. Es curioso que la emplee,
ya que podría haber hecho la comparación sin ella. Podría entonces
intuirse que “fíjense” es parte clave de lo que quiere decir. Es una
especie de invitación a que aprendamos a interpretar señales. El Reino
ha llegado con Jesús, pero en plenitud estará el día final. No sabemos
cómo será, pero seguramente no como lo imaginan algunos: con grandes
catástrofes o la destrucción del mundo; Dios no eliminará la vida, sería
como ir contra sí mismo.
Mientras el Reino acontece, nos queda ir descubriéndolo y viviéndolo. En
la vida del día a día debemos descubrir su presencia, aprender a
descifrarla (¡porque no es muy evidente! ¡Tantas veces experimentamos la
presencia del antirreino!). Esto nos exige permanecer atentos, abiertos
a las diferentes realidades, también a las que son nuevas. En fin, la
relación con los demás, con el mundo y con Dios, nos llevará a
experimentar que se hacen realidad las palabras de Jesús.
evangeliodeldia.org San Bernardo (1091-1153) Monje cisterciense y doctor de
la Iglesia
evangeli.net
+ Rev. D.
Albert
TAULÉ i Viñas
(Barcelona, España)
«El Reino de Dios está cerca»
Hoy Jesús nos invita a mirar cómo
brota la higuera, símbolo de la Iglesia que se renueva periódicamente
gracias a aquella fuerza interior que Dios le comunica (recordemos la
alegoría de la vid y los sarmientos, cf. Jn 15): «Mirad la higuera y
todos los árboles. Cuando ya echan brotes, al verlos, sabéis que el
verano está ya cerca» (Lc 21,29-30).
El discurso escatológico que leemos en estos días, sigue un estilo
profético que distorsiona deliberadamente la cronología, de manera que
pone en el mismo plano acontecimientos que han de suceder en momentos
diversos. El hecho de que en el fragmento escogido para la liturgia de
hoy tengamos un ámbito muy reducido, nos da pie a pensar que tendríamos
que entender lo que se nos dice como algo dirigido a nosotros, aquí y
ahora: «No pasará esta generación hasta que todo esto suceda» (Lc
21,32). En efecto, Orígenes comenta: «Todo esto puede suceder en cada
uno de nosotros; en nosotros puede quedar destruida la muerte,
definitiva enemiga nuestra».
Yo quisiera hablar hoy como los profetas: estamos a punto de contemplar
un gran brote en la Iglesia. Ved los signos de los tiempos (cf. Mt
16,3). Pronto ocurrirán cosas muy importantes. No tengáis miedo.
Permaneced en vuestro sitio. Sembrad con entusiasmo. Después podréis
recoger hermosas gavillas (cf. Sal 126,6). Es verdad que el hombre
enemigo continuará sembrando cizaña. El mal no quedará separado hasta el
fin de los tiempos (cf. Mt 13,30). Pero el Reino de Dios ya está aquí
entre nosotros. Y se abre paso, aunque con mucho esfuerzo (cf. Mt
11,12).
El Papa San Juan Pablo II nos lo decía al inicio del tercer milenio:
«Duc in altum» (cf. Lc 5,4). A veces tenemos la sensación de no hacer
nada provechoso, o incluso de retroceder. Pero estas impresiones
pesimistas proceden de cálculos demasiado humanos, o de la mala imagen
que malévolamente difunden de nosotros algunos medios de comunicación.
La realidad escondida, que no hace ruido, es el trabajo constante
realizado por todos con la fuerza que nos da el Espíritu Santo.
fraynelson.com
Fray Nelson Medina OP
1. Un Poder Humano
1.1 En la primera lectura notamos que los imperios son representados
por bestias fuertes. Es una buena imagen del poder cuando carece de
razón y de corazón: así como las fieras tienen fuerza pero no admiten
argumentos ni se compadecen de sus víctimas, así también los poderes de
esta tierra cuanto más se enaltecen y endiosan, más crueles y homicidas
se vuelven.
1.2 Se da una sucesión en los poderes. Cada uno parece invencible
hasta que es vencido. Es lo que sabemos también de las naciones que
dominaron a los judíos en el tiempo helenístico, al que alude este texto
de hoy, pero sobre todo: es lo mismo que vemos en nuestro mundo: una
sucesión de fanfarrones al frente del Imperio Romano; una sucesión de
crueldades y traiciones en el nacimiento convulso de la República
Francesa; una sucesión de locuras en las Guerras Mundiales del siglo XX.
Cada poder aprende que es limitado cuando ya está siendo trozado por el
poder siguiente.
1.3 Mas ese círculo se rompe cuando llega el anciano y unos tronos
aparecen. Y con él aparece también un poder que tiene el rostro de un
hombre. Es más fuerte que todos y es también más humano que todos.
Comparados con él, los anteriores son animales sanguinarios.
1.4 Esa imagen nos permite alegrarnos en el misterio que se esconde
en la predicación, la vida, la pasión dolorosa y la triunfante
resurrección de Cristo. Él es el poder que no bebe la sangre de su
imperio, sino que lo alimenta en cada Eucaristía y para siempre en el
Cielo, con su propia sangre y su propia vida.
2. Palabras que no Pasan
2.1 ¿Qué quiere decir que las palabras de Cristo "no pasarán"? La
traducción que aquí utilizamos dice: "mis palabras no dejarán de
cumplirse." El verbo griego, parerjomai, tiene una variedad de
significados que empiezan con la idea de movimiento: acercarse, pero
luego incluye: pasar de largo, y de ahí, dejar a un lado. Por eso se
utiliza metafóricamente para indicar algo que se descuida o que no
merece cuidado. "Algo sin efecto", diríamos de manera un poco más
general y abstracta.
2.2 Las palabras del Señor traen su fruto. Esto nos hace recordar dos
preciosos textos de Isaías. Uno, en Is 55,10-11: "como descienden de
los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelven allá sino que riegan la
tierra, haciéndola producir y germinar, dando semilla al sembrador y pan
al que come, así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mí
vacía sin haber realizado lo que deseo, y logrado el propósito para el
cual la envié." Otro, en Is 40,10: " He aquí, el Señor DIOS vendrá con
poder, y su brazo gobernará por El. He aquí, con El está su galardón, y
delante de El su recompensa."
2.3 Esa eficacia de la palabra de Cristo indica también que él no
está solamente anunciando el futuro. Está trayéndolo; está haciéndolo
posible. Jesús no es un espectador de una historia de la cual podría
hablarnos a la manera de los expertos de nuestra época; él es el Rey, y
como rey marca un curso que no por menos evidente es menos real.
Juan Berchmans
Santo, Religioso Por: n/a | Fuente: ACI Prensa
Religioso
Martirologio Romano: En
Roma, san Juan Berchmans, religioso de la Compañía de Jesús, que,
amadísimo por todos por su sincera piedad, caridad auténtica y alegría
constante, murió alegre después de una breve enfermedad (1621).
Fecha de beatificación: 28 de mayo de 1865 durante el pontificado de Pío
IX Fecha de canonización: 15 de enero de 1888 durante el pontificado de
León XIII
Observación:
Aunque en la Compañía de Jesús se lo celebra el 26 de noviembre, el
Martirologio Romano lo recuerda en la fecha en que partió a la casa del
Padre: 13 de agosto.
Breve Biografía
San
Juan Berchmans nació en Diest, pequeña villa de Flandes, Bélgica, el
1599. Nació el 13 de marzo y murió otro 13, el de agosto. No importa. La
superstición no tenía cabida en su vida. Todos los días son regalo de
Dios.
Su padre Juan, curtidor de pieles, y su madre Isabel, eran buenos
cristianos. Tuvieron cinco hijos, de los que tres se consagraron al
Señor. Murió pronto la madre, y al final el padre se ordenó sacerdote.
Nuestro santo fue el ángel del hogar, fiel ayudante de su madre. Inició
sus estudios en el Seminario de Malinas, luego entró en el Noviciado de
los jesuitas de la misma ciudad. Más tarde pasó a Roma. En el Seminario y
en el Noviciado se distinguió por su candor, estudio y piedad.
Su devoción a la Virgen era proverbial. Sentía hacia ella un cariño
tierno, profundo, confiado y filial. «Si amo a María, decía, tengo
segura mi salvación, perseveraré en la vocación, alcanzaré cuanto
quisiere, en una palabra, seré todopoderoso». A ella dedicó su Coronita
de las doce estrellas.
Pululaban por entonces los errores de Bayo, catedrático de Escritura en
Lovaina, quien afirmaba que María había sido concebida en pecado. Los
teólogos Belarmino y Francisco de Toledo intervienen para esclarecer la
verdad. Es curioso notar que el gran teólogo español Juan de Lugo
atribuye el movimiento a favor de la Inmaculada a las oraciones de
Berchmans.
El mismo Lugo insiste en que el decreto de 24 de mayo de 1622 se ha
conseguido por la influencia sobrenatural de Juan Berchmans. En él se
confirman las constituciones de Sixto VI, Alejandro VI, San Pío V y
Pablo V. Se manda severamente que nadie, ni de palabra ni por escrito,
se atreva a afirmar que la Santísima Virgen María fue concebida en
pecado, y se solemniza la fiesta de la Inmaculada.
En el último año de su vida Juan se había comprometido, firmando con su
propia sangre, a «afirmar y defender dondequiera que se encontrase el
dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María».
Los santos han practicado en grado heroico todas las virtudes. Pero
suelen distinguirse en alguna de ellas. ¿Cuál es la virtud
característica de Berchmans?: Él deseaba practicarlas todas por igual.
Su obsesión, su locura de santo, era la fidelidad en observar
perfectamente sus obligaciones, sin excusas ni escapismos. «La virtud
más eminente, es hacer sencillamente, lo que tenemos que hacer», decía
Pemán en El Divino Impaciente.
Aparentemente no había hecho nada, nada llamativo. Pero vivió
«apasionado por la gloria de Dios». «Quiere trabajar sin perder la más
pequeña parte de su tiempo». Aprovecha las cruces de la vida diaria: «Mi
mayor penitencia, la vida común». «Quiero ser santo sin espera alguna».
Hacía cada cosa en su momento, y sobrenaturalizando la intención. Cuando
hay que orar, decía, ora con todo amor. Cuando hay que estudiar,
estudia con toda ilusión. Cuando hay que practicar deporte, practícalo
con todo entusiasmo. Y siempre con más amor, en cada instante del
programa diario, bajo la dulce mirada maternal de la Virgen María.
Estudiaba con la mirada puesta en el futuro apostolado, en las almas que
se le encomendarían.
Mi mayor consuelo, decía al morir joven, es no haber quebrantado nunca,
en mi vida religiosa, regla alguna ni orden de mis superiores, a
sabiendas, y advertidamente, y el no haber cometido nunca un pecado
venial. Alto y recio mensaje.
Es patrono de los que se preparan para el sacerdocio.
Murió el 13 de agosto de 1621. Sus últimas palabras fueron: Jesús, María.
Liturgia de las horas
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. El Señor es bueno, bendecid su nombre.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén. Aleluya.
Himno: SI ERES, MUERTE, LO MÁS MÍO
Si eres, muerte, lo más mío y mi vida lo más tuyo, si con instantes
construyo mi tumba, hueco de frío, si ensaya mi desvarío morir mi muerte en el
sueño, ¿me
empeñaré en otro empeño? ¿Estaré, muerte, maduro para el instante
inseguro de adueñarme de tu ensueño?
¿Eres victoria vencida, o sol sin ningún ocaso? ¿Con
mi sombra, a cada paso, va tu sombra confundida? ¿Cuándo estallará,
encendida, ésta mi cárcel de lodo? ¿Dónde, con quién, de qué modo llegará,
muerte, el
momento de soltar mi voz al viento, tú en mi nada y yo en mi todo? Amén.
SALMODIA
Ant 1. Señor, no me castigues con cólera.
Salmo 37 I - ORACIÓN DE UN PECADOR EN PELIGRO DE MUERTE
Señor, no me corrijas con ira, no me castigues con cólera; tus flechas se
me han clavado, tu mano pesa sobre mí;
no hay parte ilesa en mi carne a causa de
tu furor, no tienen descanso mis huesos a
causa de mis pecados; mis culpas sobrepasan mi cabeza, son un peso
superior a mis fuerzas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Señor, no me castigues con cólera.
Ant 2. Señor, todas mis ansias están en tu presencia.
Salmo 37 II
Mis llagas están podridas y supuran por causa de mi insensatez; voy
encorvado y encogido, todo el día camino sombrío; tengo las espaldas ardiendo, no hay parte ilesa en mi carne; estoy agotado,
deshecho del todo; rujo con más fuerza que un león. Señor mío, todas mis
ansias están en tu presencia, no se te ocultan mis gemidos; siento palpitar mi
corazón, me abandonan las
fuerzas, y me falta hasta la luz de los ojos. Mis amigos y compañeros se
alejan de mí, mis parientes se quedan a distancia; me tienden lazos los que
atentan contra mí, los que desean mi daño me
amenazan de muerte, todo el día murmuran traiciones.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Señor, todas mis ansias están en tu presencia.
Ant 3. Yo te confieso mi culpa, no me abandones, Señor, Dios mío.
Salmo 37 III
Pero yo, como un sordo, no oigo; como un mudo, no abro la boca; soy como
uno que no oye y no puede replicar. En ti, Señor, espero, y tú me escucharás,
Señor, Dios mío; esto pido:
que no se alegren por mi causa, que, cuando resbale mi pie, no canten
triunfo. Porque yo estoy a punto de caer, y mi pena no se aparta de mí: yo
confieso mi culpa, me aflige mi pecado.
Mis enemigos mortales
son poderosos, son muchos los que me aborrecen sin razón, los que me pagan
males por bienes, los que me atacan cuando procuro el bien.
No me abandones,
Señor, Dios mío, no te quedes lejos; ven aprisa
a socorrerme, Señor mío, mi salvación.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Yo te confieso mi culpa, no me abandones, Señor, Dios mío.
V. Mis ojos se consumen aguardando tu salvación.
R. Y tu promesa de justicia.
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Ezequiel 40, 1.4; 43, 1-12; 44, 6-9
VISIÓN DE LA RESTAURACIÓN DEL TEMPLO Y DE ISRAEL
El año veinticinco de nuestra deportación, al comienzo del
año, el diez del mes, el año catorce de la caída de la ciudad, ese mismo
día, vino sobre mí la mano del Señor; y el
Señor me llevó en éxtasis a la tierra de Israel, dejándome en un
monte muy alto, en cuya cima parecía estar construida una ciudad al
mediodía.
Me llevó allí y vi junto a la entrada
un hombre que parecía de bronce, el cual tenía en la mano un cordel de
lino y una caña de medir. Aquel personaje me dijo:
«Hijo de hombre, mira y
escucha atentamente, fíjate bien en lo que voy a
enseñarte, porque has sido traído aquí para que yo te lo enseñe. Anuncia a
la casa de Israel todo lo que veas.»
Luego
me condujo a la puerta oriental del templo, y vi la gloria del Dios de
Israel que
venía de oriente, con estruendo de aguas caudalosas: la tierra
resplandecía con su gloria. La visión que tuve era como la visión que yo
había visto cuando vine para la destrucción de la ciudad, y
también como la visión que había contemplado a orillas del río
Kebar. Y caí rostro en tierra. La gloria del Señor entró en el templo
por la puerta oriental. Entonces me arrebató el
espíritu y me llevó al atrio interior. La gloria del Señor llenaba
el templo. El hombre seguía a mi lado, y yo oí que alguien me hablaba desde el
templo y me decía:
«Hijo
de hombre,
éste es el sitio de mi trono, el sitio de las plantas de mis pies,
donde voy a residir para siempre, en medio de los hijos de Israel. La
casa de Israel y sus monarcas ya no profanarán mi nombre santo con sus
fornicaciones ni con
los cadáveres de sus reyes difuntos, poniendo su umbral junto a mi
umbral y las jambas de sus puertas pegadas a las mías, ellos y yo pared
de por medio. Ellos profanaron mi nombre santo con las abominaciones
que perpetraron y por
eso los consumió mi ira. Pero ahora alejarán de mí sus
fornicaciones y los cadáveres de sus monarcas, y residiré en medio de
ellos para siempre.
Y tú, hijo de hombre, describe este templo a
la
casa de Israel, a ver si se avergüenzan de sus culpas, y para que
tomen nota de este plano. Si se avergüenzan de toda su conducta,
enséñales la estructura y disposición del templo, sus entradas y
salidas, sus
preceptos y leyes. Pon todo esto por escrito ante sus ojos, para
que pongan por obra todas sus leyes y preceptos. He aquí el fuero del
templo: el área entera de la cima del monte es lugar sacrosanto. Dile a
la Casa Rebelde, a la
casa de Israel: "Basta ya de perpetrar abominaciones, casa de
Israel. Profanáis mi templo metiendo en mi santuario extranjeros,
incircuncisos de corazón e incircuncisos de carne, y ofreciéndome como
alimento grasa y
sangre, mientras quebrantáis mi alianza con vuestras
abominaciones. En lugar de atender a mi servicio en el santuario, les
habéis encargado a otros el ejercicio de vuestro ministerio en el
santuario. Por tanto, esto dice el
Señor: Ningún extranjero incircunciso de corazón e incircunciso de
carne entrará en mi santuario, ninguno de los extranjeros que viven
entre los hijos de Israel."»
RESPONSORIO Ez 43, 4-5; cf. Lc 2, 27
R. La gloria del Señor entró en el templo por la puerta oriental, * y
llenó el templo la gloria del Señor.
V. Llevaron sus padres al niño Jesús al templo.
R. Y llenó el templo la gloria del Señor.
SEGUNDA LECTURA
Del Tratado de san Cipriano, obispo y mártir, Sobre la muerte
(Cap. 18, 24. 26: CSEL 3, 308. 312-314)
RECHACEMOS EL TEMOR A LA MUERTE CON EL PENSAMIENTO DE LA INMORTALIDAD QUE
LA SIGUE
Nunca debemos olvidar que nosotros no hemos de cumplir nuestra
propia voluntad, sino la de Dios, tal como el Señor nos mandó pedir en
nuestra oración cotidiana. ¡Qué contrasentido y qué
desviación es no someterse inmediatamente al imperio de la
voluntad del Señor, cuando él nos llama para salir de este mundo! Nos
resistimos y luchamos, somos conducidos a la presencia del Señor como
unos siervos
rebeldes, con tristeza y aflicción, y partimos de este mundo
forzados por una ley necesaria, no por la sumisión de nuestra voluntad; y
pretendemos que nos honre con el premio celestial aquel a cuya
presencia llegamos por la
fuerza. ¿Para qué rogamos y pedimos que venga el reino de los
cielos, si tanto nos deleita la cautividad terrena? ¿Por qué pedimos con
tanta insistencia la pronta venida del día del reino, si nuestro deseo
de
servir en este mundo al diablo supera al deseo de reinar con
Cristo?
Si el mundo odia al cristiano, ¿por qué amas al que te
odia, y no sigues más bien a Cristo, que te ha redimido y te ama? Juan,
en su carta, nos
exhorta con palabras bien elocuentes a que no amemos el mundo ni
sigamos las apetencias de la carne: No améis al mundo —dice— ni lo que
hay en el mundo. Quien ama al mundo no posee el amor del Padre, porque
todo cuanto hay en el mundo
es concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y
soberbia de la vida. El mundo pasa y sus concupiscencias con él. Pero
quien cumple la voluntad de Dios permanece para siempre. Procuremos más
bien, hermanos muy
queridos, con una mente íntegra, con una fe firme, con una virtud
robusta, estar dispuestos a cumplir la voluntad de Dios, cualquiera que
ésta sea; rechacemos el temor a la muerte con el pensamiento de la
inmortalidad que la
sigue. Demostremos que somos lo que creemos.
Debemos pensar
y meditar, hermanos muy amados, que hemos renunciado al mundo y que
mientras vivimos en él somos como extranjeros y peregrinos. Deseemos con
ardor aquel día en
que se nos asignará nuestro propio domicilio, en que se nos
restituirá al paraíso y al reino, después de habernos arrancado de las
ataduras que en este mundo nos retienen. El que está lejos de su patria
es
natural que tenga prisa por volver a ella. Para nosotros, nuestra
patria es el paraíso; allí nos espera un gran número de seres queridos,
allí nos aguarda el numeroso grupo de nuestros padres, hermanos e hijos,
seguros ya de su suerte, pero solícitos aún de la nuestra. Tanto
para ellos como para nosotros significará una gran alegría el poder
llegar a su presencia y abrazarlos; la felicidad plena y sin término la
hallaremos en el reino celestial, donde no existirá ya el temor a
la muerte, sino la vida sin fin.
Allí está el coro celestial de
los apóstoles, la multitud exultante de los profetas, la innumerable
muchedumbre de los mártires, coronados por el glorioso certamen de
su pasión; allí las vírgenes triunfantes, que con el vigor de su
continencia dominaron la concupiscencia de su carne y de su cuerpo; allí
los
que han obtenido el premio de su misericordia, los que practicaron
el bien, socorriendo a los necesitados con sus bienes, los que,
obedeciendo el consejo del Señor, trasladaron su patrimonio terreno a
los tesoros celestiales. Deseemos
ávidamente, hermanos muy amados, la compañía de todos ellos. Que
Dios vea estos nuestros pensamientos, que Cristo contemple este deseo de
nuestra mente y de nuestra fe, ya que tanto mayor será el premio de su
amor,
cuanto mayor sea nuestro deseo de él.
RESPONSORIO Flp 3, 20-21; Col 3, 4
R. Nuestros derechos de ciudadanía radican en los cielos, de donde
esperamos que venga Como salvador Cristo Jesús, el Señor. * Él transfigurará
nuestro cuerpo de humilde condición en un cuerpo glorioso, semejante al
suyo.
V. Cuando se manifieste Cristo, que es vuestra vida, os manifestaréis
también vosotros con él, revestidos de gloria.
R.
Él transfigurará nuestro cuerpo de humilde condición en un cuerpo
glorioso, semejante al suyo.
ORACIÓN.
OREMOS,
Mueve, Señor, nuestros corazones, para que correspondamos con
mayor generosidad a la acción de tu gracia, y recibamos en mayor
abundancia la ayuda de tu bondad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los
siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. El Señor es bueno, bendecid su nombre.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.
Porque el
Señor es un Dios grande, soberano de todos
los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las
cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que
modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo
al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su
pueblo, el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el
corazón
como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros
padres me pusieron a prueba y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años aquella
generación me repugnó, y dije: Es un pueblo de corazón extraviado, que
no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi
descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. El Señor es bueno, bendecid su nombre.
Himno: ¿QUÉ DIRÉ YO, MISERABLE?
¿Qué diré yo, miserable, quién me será favorable, si el justo tiene
temor?
Rey sublime y majestuoso, si a todos salvas piadoso, sálvame por tu
bondad.
Recuerda, Dios,
que mi vida fue causa de tu venida; aquel día, ten piedad.
Por
buscarme, te has cansado; por salvarme, te han clavado; ¿será vana tu pasión?
Justo juez, por tu clemencia, haz que logre
tu indulgencia, haz que alcance tu perdón.
De mis ojos brota el
llanto, de mis culpas yo me espanto; oh Señor, perdón, piedad.
Oh Dios santo, el uno y
trino, llévanos por tu camino a
la patria celestial. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias,
Señor.
Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia, Dios mío, por tu bondad; por tu inmensa compasión borra
mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Pues yo reconozco mi
culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti,
contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces. En la sentencia
tendrás razón, en el juicio brillará tu rectitud. Mira, que en la culpa nací, pecador me concibió mi
madre. Te gusta un corazón sincero, y en mi interior me inculcas
sabiduría. Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que
la nieve. Hazme
oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados. Aparta
de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa. ¡Oh Dios!, crea en mí un corazón
puro, renuévame por
dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me
quites tu santo espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con
espíritu generoso: enseñaré
a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti. Líbrame de la
sangre, ¡oh Dios, Dios, Salvador mío!, y cantará mi lengua tu justicia. Señor, me
abrirás los labios, y
mi boca proclamará tu alabanza. Los sacrificios no te satisfacen; si
te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mi sacrificio es un espíritu
quebrantado: un corazón quebrantado y humillado tú
no lo desprecias. Señor, por tu bondad, favorece a Sión, reconstruye
las murallas de Jerusalén: entonces aceptarás los sacrificios rituales, ofrendas
y holocaustos, sobre tu altar se
inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias, Señor.
Ant 2. En tu juicio, Señor, acuérdate de la misericordia.
Cántico: JUICIO DE DIOS - Ha 3, 2-4. 13a. 15-19
¡Señor, he oído tu fama, me ha impresionado tu obra! En medio de los
años, realízala; en medio de los años, manifiéstala; en el terremoto acuérdate de
la misericordia.
El
Señor viene de Temán; el Santo, del monte Farán: su resplandor eclipsa
el cielo, la tierra se llena de su alabanza; su brillo es como el día, su mano
destella velando su poder.
Sales a salvar
a tu pueblo, a salvar a tu ungido; pisas el mar con tus caballos, revolviendo las aguas del océano.
Lo escuché y temblaron mis entrañas, al
oírlo se estremecieron mis labios; me entró
un escalofrío por los huesos, vacilaban mis piernas al andar. Tranquilo
espero el día de la angustia que sobreviene al pueblo que nos oprime.
Aunque la
higuera no echa yemas y las viñas no tienen
fruto, aunque el olivo olvida su aceituna y los campos no dan cosechas, aunque se acaban las ovejas del redil y no quedan vacas en el establo, yo
exultaré con el Señor, me gloriaré en Dios mi salvador.
El
Señor soberano es mi fuerza, él me da piernas de gacela y me hace
caminar por las alturas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. En tu juicio, Señor, acuérdate de la misericordia.
Ant 3. Glorifica al Señor, Jerusalén.
Salmo 147 - RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN.
Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión: que ha reforzado
los cerrojos de tus puertas y ha bendecido a tus hijos dentro de ti; ha puesto
paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina.
Él
envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz; manda la nieve
como lana, esparce la escarcha como ceniza;
hace caer el hielo como migajas y
con el frío congela las aguas; envía una orden, y
se derriten; sopla su aliento, y corren.
Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así, ni les dio a
conocer sus mandatos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Glorifica al Señor, Jerusalén.
LECTURA BREVE Ef 2,13-16
Ahora estáis en Cristo Jesús. Ahora, por la sangre de
Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos. Él es nuestra paz. Él
ha hecho de los dos pueblos, judíos y gentiles, una sola cosa,
derribando con su cuerpo el muro que los separaba: el odio. Él
ha abolido la ley con sus mandamientos y reglas, haciendo las paces,
para crear en él un solo hombre nuevo. Reconcilió con Dios a los dos
pueblos,
uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte en
él al odio.
RESPONSORIO BREVE
V. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
R. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
V. Desde el cielo me enviará la salvación.
R. El Dios que hace tanto por mí.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que
nace de lo alto.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a
su pueblo. suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por
boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de
nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la
misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa
alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para
concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le
sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros
días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás
delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el
perdón de sus
pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará
el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra
de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino
de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que
nace de lo alto.
PRECES
Adoremos a Cristo, que se ofreció a Dios como sacrificio sin
mancha para purificar nuestras conciencias de las obras muertas, y
digámosle con fe:
En tu voluntad, Señor, encontramos nuestra paz.
Tú
que nos has dado la luz del nuevo día, concédenos también caminar
durante sus horas por sendas de vida nueva.
Tú que todo lo has creado con tu
poder y con tu providencia lo conservas, ayúdanos
a descubrirte presente en todas tus creaturas.
Tú que has sellado con
tu sangre una alianza nueva y eterna, haz que, obedeciendo siempre tus mandatos,
permanezcamos fieles a esa alianza.
Tú que colgado en la
cruz quisiste que de tu costado manara sangre y agua, purifica con
esta agua nuestros pecados y alegra con este manantial a la ciudad de Dios.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Ya que Dios nos ha adoptado como hijos, oremos al Padre como nos
enseñó Jesucristo:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, Dios todopoderoso, te pedimos nos concedas que del
mismo modo que hemos cantado tus alabanzas en esta celebración matutina
así también las podamos cantar plenamente en la asamblea de tus santos
por toda
la eternidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos
de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la
vida eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén. Aleluya.
Himno: NUESTRAS VIDAS SON LOS RÍOS
Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, que es el morir: allí van los señoríos derechos a se acabar y consumir; allí los ríos caudales, allí los otros
medianos y más chicos; y, llegados, son iguales los que viven por sus
manos y los ricos.
Dejo las invocaciones de los famosos poetas y oradores; no
curo de sus ficciones, que traen hierbas secretas sus
sabores. Aquél sólo me encomiendo, aquél sólo invoco yo de verdad, que, en
este mundo viviendo, el mundo no conoció su deidad. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Arranca, Señor, mi vida de la muerte, mis pies de la caída.
Salmo 114 - ACCIÓN DE GRACIAS
Amo al Señor, porque escucha mi voz suplicante, porque inclina su oído
hacia mí el día que lo invoco.
Me envolvían redes de muerte, me alcanzaron los
lazos del abismo, caí
en tristeza y angustia. Invoqué el nombre del Señor: «Señor, salva mi
vida.»
El Señor es benigno y justo, nuestro Dios es compasivo; el Señor guarda a
los sencillos: estando
yo sin fuerzas me salvó.
Alma mía, recobra tu calma, que el Señor fue
bueno contigo: arrancó mi vida de la muerte, mis ojos de las lágrimas, mis pies
de la caída.
Caminaré
en presencia del Señor en el país de la vida.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Arranca, Señor, mi vida de la muerte, mis pies de la caída.
Ant 2. El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio
me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu
pie, tu guardián no
duerme; no duerme ni reposa el guardián de Israel.
El Señor te guarda a
su sombra, está a tu derecha; de día el sol no te hará daño, ni la luna de
noche.
El Señor te
guarda de todo mal, él guarda tu alma; el Señor guarda tus entradas y
salidas, ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Ant 3. Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
Cántico: CANTO DE LOS VENCEDORES Ap 15, 3-4
Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente, justos y
verdaderos tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor, y
glorificará tu nombre? Porque
tú solo eres santo, porque vendrán todas las naciones y se postrarán en tu
acatamiento, porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
LECTURA BREVE 1Co 2, 7-10a
Enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida,
predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria, que no
conoció ninguno de los príncipes de este siglo; pues si la hubieran
conocido, nunca
hubieran crucificado al Señor de la gloria. Pero, según está
escrito: «Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre
lo que Dios ha preparado para los que le aman.» Pero a nosotros
nos lo ha revelado por su Espíritu.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo murió por nuestros pecados, para llevarnos a Dios.
R. Cristo murió por nuestros pecados, para llevarnos a Dios.
V. Muerto en la carne, pero vivificado en el espíritu.
R. Para llevarnos a Dios.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo murió por nuestros pecados, para llevarnos a Dios.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.
Acuérdate, Señor, de tu misericordia como lo habías prometido a nuestros
padres.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios,
mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones, porque el
Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su
misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con
su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba
del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos
los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su
siervo, acordándose de su misericordia —como lo
había prometido a nuestros padres— en favor de Abraham y su descendencia
por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant.
Acuérdate, Señor, de tu misericordia como lo habías prometido a nuestros
padres.
PRECES
Bendigamos ahora al Señor Jesús, que en su vida mortal escuchó
siempre con bondad las súplicas de los que acudían a él y enjugaba con
amor las lágrimas de los que lloraban, y digámosle
también nosotros:
Señor, ten piedad.
Señor Jesucristo, tú que
consolaste a los tristes y desconsolados, pon ahora tus ojos en los sufrimientos
de los pobres y consuela a los deprimidos.
Escucha
los gemidos de los agonizantes y envíales tus ángeles para que los
consuelen y conforten.
Que los emigrantes sientan el consuelo de tu amor en el
destierro, que puedan regresar a su patria y que un día
alcancen también la patria eterna.
Que los pecadores escuchando tu voz
se conviertan, y encuentren en tu Iglesia el perdón y la paz.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Perdona las faltas de los que han muerto y dales la plenitud de tu
salvación.
Con el gozo que nos da el saber que somos hijos de Dios, digamos con
plena confianza:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que con el escándalo de la cruz has manifestado de
una manera admirable tu sabiduría escondida, concédenos contemplar, con
tal plenitud de fe, la gloria de la pasión de tu Hijo, que encontremos
siempre nuestra gloria en su cruz. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es
Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha
concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios
todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento,
palabra, obra y omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a
vosotros, hermanos, que intercedáis por mí
ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone
nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE
Cuando la luz del sol es ya poniente, gracias, Señor, es nuestra
melodía; recibe, como ofrenda, amablemente, nuestro dolor, trabajo y alegría.
Si poco
fue el amor en nuestro empeño de darle
vida al día que fenece, convierta en realidad lo que fue un sueño tu gran
amor que todo lo engrandece.
Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte de pecadora
en justa, e ilumina la senda de la vida y de la
muerte del hombre que en la fe lucha y camina.
Jesús, Hijo del Padre,
cuando avanza la noche oscura sobre nuestro día, concédenos la paz y la
esperanza de esperar cada noche tu gran día.
Amén.
SALMODIA
Ant 1. Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu
presencia.
Salmo 87 - ORACIÓN DE UN HOMBRE GRAVEMENTE ENFERMO
Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia; llegue hasta ti mi súplica, inclina tu oído a mi clamor.
Porque mi alma está
colmada de desdichas, y mi
vida está al borde del abismo; ya me cuentan con los que bajan a la fosa, soy como un inválido.
Tengo mi cama entre los muertos, como los caídos que
yacen en el sepulcro, de los cuales ya no guardas
memoria, porque fueron arrancados de tu mano.
Me has colocado en lo hondo
de la fosa, en las tinieblas del fondo; tu cólera pesa sobre mí, me echas encima
todas tus olas.
Has alejado de mí a mis
conocidos, me has hecho repugnante para ellos: encerrado, no puedo salir, y los ojos se me nublan de pesar.
Todo el día te estoy invocando, tendiendo
las manos hacia ti. ¿Harás tú maravillas
por los muertos? ¿Se alzarán las sombras para darte gracias?
¿Se anuncia
en el sepulcro tu misericordia, o tu fidelidad en el reino de la muerte? ¿Se
conocen tus maravillas en la tiniebla o tu
justicia en el país del olvido?
Pero yo te pido auxilio, por la mañana
irá a tu encuentro mi súplica. ¿Por qué, Señor, me rechazas y me escondes tu
rostro?
Desde
niño fui desgraciado y enfermo, me doblo bajo el peso de tus terrores, pasó sobre mí tu incendio, tus espantos me han consumido:
me rodean como las
aguas todo el día, me envuelven todos a una; alejaste
de mí amigos y compañeros: mi compañía son las tinieblas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu
presencia.
LECTURA BREVE Jr 14, 9
Tú estás en medio de nosotros, Señor, tu nombre ha sido invocado sobre
nosotros: no nos abandones, Señor Dios nuestro.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que
velemos con Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los
pueblos
luz para alumbrar a las naciones y gloria
de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que
velemos con Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Señor, Dios todopoderoso: ya que con nuestro descanso vamos a
imitar a tu Hijo que reposó en el sepulcro, te pedimos que, al
levantarnos mañana, lo imitemos también resucitando a una vida nueva.
Por Cristo nuestro
Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa
muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Madre del Redentor, Virgen fecunda, puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar.
Ante la admiración de cielo y tierra, engendraste
a tu santo Creador, y permaneces siempre virgen.
Recibe el saludo del
ángel Gabriel, y ten piedad de nosotros, pecadores.
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