Sacerdote comparte la dramática historia de su secuestro a manos de
extremistas musulmanes
Un sacerdote compartió recientemente su testimonio de cómo fue
secuestrado este año por extremistas musulmanes y la violencia que estos
ejercieron, dejándolo con profundos traumas. Hoy, escondido por
seguridad, pide a la comunidad internacional que ayude a los cristianos.
El P. Bako Francis Awesuh, de 37 años, fue secuestrado por pastores fulani
musulmanes,
un grupo que, de acuerdo a la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia
Necesitada (ACN), es responsable “de ataques mortales contra campesinos
cristianos” en Nigeria.
El P. Awesuh era sacerdote de la parroquia de San Juan Pablo II en Gadanaji, en
el estado de Kaduna, cuando sufrió el secuestro.
ADVERTENCIA: El relato podría herir la sensibilidad del lector.
Entrevistado por ACN, el P. Awesuh señaló que el secuestro ocurrió “el 16 de
mayo, exactamente a las 11 de la noche”.
“Oí disparos y apagué rápidamente el televisor. Al
apagar la luz, vi sombras y oí pasos. Abrí con cuidado la cortina para
ver qué pasaba y vi a cinco pastores fulani armados”, recordó.
“Me quedé sin saber qué hacer, sabía que estaba perdido. Llamaron a la
puerta. Se me congeló la sangre y mi cuerpo se puso rígido. Sudaba a
mares”, dijo.
Los extremistas musulmanes derribaron la puerta de su casa, y luego “uno
de los hombres me empujó al suelo, me ató y me golpeó sin piedad,
diciéndome ka ki ka bude mana kofa da tsori (‘te torturamos porque nos
has tenido mucho tiempo fuera y te has negado a abrir la puerta cuando
llamábamos’)”.
Tras dejarlo en ropa interior, dijo el sacerdote, “me secuestraron junto con
diez de mis feligreses”.
“Caminamos durante tres días por el monte sin comida ni agua,
alimentándonos únicamente con mangos. Estábamos hambrientos, cansados y
débiles. Nos dolían mucho las piernas y teníamos los pies hinchados
porque caminábamos descalzos. El segundo y el tercer día llovió, pero
nos obligaron a seguir avanzando”, señaló.
Al tercer día del secuestro, continuó, llegaron a “un campamento en lo profundo
del bosque. Allí, nos metieron en una pequeña cabaña y nos sirvieron arroz con
aceite y sal, como a prisioneros”.
“Eso fue todo lo que comimos durante nuestra estancia en el monte. Las
mujeres que fueron secuestradas conmigo se encargaban de cocinar.
Pasamos un mes y cinco días en el monte”, indicó.
En todo ese tiempo, dijo, “no se nos permitió bañarnos” y “teníamos que orinar y
defecar en la cabaña”.
“Olíamos a muerto y la cabaña olía como un depósito de cadáveres”, recordó.
El sacerdote señaló que los extremistas musulmanes “nos torturaron y
amenazaron de muerte si no se pagaba por nosotros un rescate de 50
millones de nairas”, más de 121 mil dólares.
Ante las súplicas y negociación de los familiares de los secuestrados,
los extremistas aceptaron un rescate de 7 millones de nairas, unos 17
mil dólares.
En este tiempo, tres feligreses de la parroquia del sacerdote intentaron
rescatarlos, pero fueron capturados y asesinados por los pastores
fulani musulmanes.
“Oh, qué dolor me produjo ver cómo mataban a sangre fría a tres de mis
feligreses,
delante de mis ojos, y yo sin poder hacer nada. Fue un tormento. En ese
momento me sentí impotente, desesperado e inútil”, expresó.
“Ansiaba morir, pues la escena de estos asesinatos seguía
reproduciéndose en mi cabeza. No podía rezar porque estaba en shock.
Cada vez que abría la boca para rezar, las palabras me fallaban. Lo
único que acertaba a decir era: ‘Señor, ten piedad’”, dijo.
Tras el pago del rescate, señaló, “gracias a Dios, nos liberaron y
salimos vivos. Yo me libré por poco de la muerte, pues sé de muchos
sacerdotes secuestrados, antes y después de mí, que fueron asesinados
incluso después de que se pagara el rescate por ellos”.
El P. Bako Francis Awesuh dijo que a raíz del violento secuestro “quedé
traumatizado, recibí tratamiento, también pasé algún tiempo en el
hospital”.
“Hoy sigo escondido por razones de seguridad y para recuperarme totalmente”,
señaló.
“El amor que he recibido por parte de mi familia, mis amigos y, sobre todo, de
la Iglesia, ha sido enorme”, destacó.
Al finalizar, el sacerdote señaló que “los ataques de los fulani se han
vuelto muy habituales en el estado de Kaduna. Por eso ruego a la
comunidad internacional que, por favor, acuda a nuestro rescate”.
Una investigación realizada por la Sociedad Internacional de Libertades
Civiles y Estado de Derecho (Intersociety) difundida a mediados de 2021
reveló que, en promedio, 17 cristianos son asesinados cada día por extremistas
musulmanes en Nigeria.
Los cristianos sufren los ataques de los violentos pastores fulani musulmanes y
de los terroristas islámicos de Boko Haram.
Apenas el 11 de octubre de este año, un grupo armado irrumpió en un
seminario católico en Nigeria y secuestró a un grupo de seminaristas,
liberándolos después de 48 horas.