 | Asunto: | [diosexiste] Lecturas, Santoral y Liturgia de las horas del Jueves 02 de Diciembre de 2021 | Fecha: | 2 de Diciembre, 2021 00:33:44 (+0100) | Autor: | Alfa Romeo <yj_adonai @.....es>
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Jueves 1ª semana de Adviento
Lecturas del Jueves 02 de Diciembre de 2021
Is 26,1-6: Que entre un pueblo justo Salmo 117: Bendito el
que viene en nombre del Señor Mt 21,24-27: El prudente practica la
palabra
Santoral:
Bibiana, Paulina
Lecturas
Isaías 26,1-6 Que entre un pueblo justo, que observa la lealtad
Aquel
día, se cantará este canto en el país de Judá: "Tenemos una ciudad
fuerte, ha puesto para salvarla murallas y baluartes: Abrid las puertas
para que entre un pueblo justo, que observa la lealtad; su ánimo está
firme y mantiene la paz, porque confía en ti. Confiad siempre en el
Señor, porque el Señor es la Roca perpetua: doblegó a los habitantes de
la altura y a la ciudad elevada; la humilló, la humilló hasta el suelo,
la arrojó al polvo, y la pisan los pies, los pies del humilde, las
pisadas de los pobres."
Salmo responsorial: 117 Bendito el que viene en nombre del Señor.
Dad gracias al Señor porque es bueno, / porque es eterna su
misericordia. / Mejor es refugiarse en el Señor / que fiarse de los
hombres, / mejor es refugiarse en el Señor / que fiarse de los jefes. R.
Abridme las puertas del triunfo, / y entraré para dar gracias al
Señor. / Ésta es la puerta del Señor: / los vencedores entrarán por
ella. / Te doy gracias porque me escuchaste / y fuiste mi salvación. R.
Señor, danos la salvación; / Señor, danos prosperidad. / Bendito
el que viene en nombre del Señor, / os bendecimos desde la casa del
Señor; / el Señor es Dios, él nos ilumina. R.
Mateo 7,21.24-27 El que cumple la voluntad del Padre entrará en el
reino de los cielos
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "No todo el que me dice
"Señor, Señor" entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la
voluntad de mi Padre que está en el cielo.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se
parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la
lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra
la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se
parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la
lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la
casa, y se hundió totalmente."
Comentarios:
dominicos.org Fray Salustiano Mateos Gómara O.P.
Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)
Estamos viviendo el Adviento. Tiempo de renovación de toda vida
cristiana. Las lecturas que vamos escuchando estos días vienen a apoyar
nuestro camino. Lo hacen recordándonos momentos del Pueblo de Dios,
donde la voz de los profetas incide en la necesidad de mantener viva la
esperanza. Dios va a hacerse presente entre nosotros en la persona de
Jesús.
Él derriba del trono a los poderosos…
El profeta
Isaías nos recuerda elementos renovadores para nuestra vivencia de la
fe. Como el canto del Magnificat, la primera lectura reconoce que Dios
está cerca de su pueblo, que no lo abandona, aunque en determinados
momentos atraviese sus momentos oscuros. El texto que hoy proclamamos en
la primera lectura es un canto de esperanza, desde la seguridad de que
Dios no se olvida nunca de su gente. Su cercanía la perciben cuando ven a
las grandes ciudades, como Dibon, capital de Moab, derribadas, en
ruinas, mientras los fieles a Dios pueden cantar que tienen una ciudad
fuerte, Jerusalén. Que se han sentido acompañados por Dios en todo
momento. Las ruinas de toda esa ciudad encumbrada, será pisoteada “por
los pies, los pies del humilde, las pisadas de los pobres”. Por eso
invita a “confiar siempre en el Señor” porque Él es la Roca perpetua.
Por
todo ello, el profeta invita a seguir confiando en El Señor. Él no se
olvida de su pueblo, ha estado con todos aquellos que, en medio de la
incertidumbre, han confiado y esperado en Él.
¿Qué nos dice a ti y a mí este texto, que nos llega del siglo VIII antes de
Cristo?
Para
todo creyente es imprescindible vivir la confianza en Dios. De ella
surge la esperanza en sus promesas y es lo que nos anima a caminar con
seguridad hacia su Reino.
Isaías, una vez más alienta al pueblo,
nos alienta a todos los que caminamos en este tiempo de adviento, hacia
el día de la luz y de la gloría, el Nacimiento de su Hijo. Él será
nuestro esperado libertador, como expresan al capítulo 25 y 26, de este
profeta. Por eso, es tiempo de renovar nuestra confianza en Dios y
nuestra esperanza en sus promesas.
La Navidad, con el nacimiento
de su Hijo, es confirmación de todas esas promesas. Merece la pena vivir
con ilusión y practicar la caridad, interior y exteriormente, con todos
aquellos que pueden necesitar nuestra ayuda. Es la mejor forma de
manifestar que confiamos en Él y esperamos con alegría el Nacimiento de
Jesús, y esa esperanza se manifiesta en gestos concretos.
Así iremos preparando una Navidad que, más allá de sus adornos y regalos,
quiere vivir con fe la llegada del Emmanuel.
Que
seamos capaces de repartir esperanza a quienes habitan la desesperanza y
miran confiando en que muchas personas buenas, se conviertan en
portadores de alegría, cuando ven aliviadas sus necesidades. En esos
necesitados está visible el rostro de ese Jesús cuyo nacimiento
celebraremos.
Merece la pena meditar con calma el salmo
interleccional, el 119. Recítalo y verás que complementa muy
acertadamente la primera lectura, destacando el agradeciendo a la bondad
y la misericordia de Dios.
Bla, bla, bla….
Gioba, un
sacerdote italiano aficionado a acompañar el comentario de su homilía
con viñetas, describía unos domingos atrás, a Dios sobre unas nubes
escuchando las oraciones de sus fieles: Señor te adoramos, te glorificamos; te
alabamos…A
lo que el buen Dios, desde la nube, respondía: Bla, bla, bla… Es la
forma más gráfica de trasmitirnos que, a veces, nos conformamos con
dirigirnos a Dios muy piadosamente, olvidando los auténticos problemas
en que se debaten las personas. De ahí que, si nuestra oración no es
expresión de nuestro compromiso, en todos los sentidos, con nuestros
hermanos, especialmente con los más pobres, equivale a edificar nuestra
casa sobre arena porque todo queda en mera palabrería.
Jesús nos invita a reflexionar, como siempre, sobre cómo está siendo nuestra
vida.
Escuchar sus
palabras y ponerlas en práctica es la única forma de edificar nuestra
casa sobre roca. S. Pablo nos recuerda, en su primera carta a los
Corintios, que Cristo es la piedra angular donde ha de asentarse toda
nuestra vida. Esto solo ocurre cuando lo tenemos presente y actuamos
guiados por Él.
Nuestro problema puede estar en que estamos muy
habituados a oír, no a escuchar. De ahí que las palabras que
proclamamos, o la lectura que realizamos, pueden resbalar por nuestra
mente, sin dejar nada en nosotros. La escucha requiere cierto esfuerzo
para dejarnos invadir por su contenido. Las palabras de Jesús son
palabras de vida, verdad, pero, solo son tales cuando nuestra vida se
deja modelar por lo que Él propone.
Solo desde esa escucha activa, viva, podemos esperar que todo nuestro sentir y
actuar se vea invadido por el Espíritu de Jesús.
Ardua
tarea cuya recompensa será el poder vivir con nuestra conciencia
ensamblada en un proceso de transformación, donde sus mensajes vayan
cambiando nuestra mente ¡ojo! y nuestro corazón. Si no es así, caeremos
en lo que decía al principio, refiriéndome al sacerdote italiano: bla,
bla, bla..
Seguro que no queremos quedarnos solo en las palabras.
Estamos en un buen momento para renovarnos a la luz del evangelio de
Jesús, como forma de vivir cristianamente el adviento.
evangelizacion.org.mx/liturgia/ P. Ernesto María Caro Evangelización
activa
El Reino de los cielos se construye obedeciendo la Palabra de Dios.
¿De
qué nos sirve que Jesús nos haya dejado su Palabra si no la conocemos o
si aún conociéndola no estamos interesados en obedecerla? Ciertamente
no toda la Palabra de Dios es fácil de vivir, sin embargo, aún ésta es
necesaria si verdaderamente queremos que el Reino de los cielos se haga
una realidad en nuestras vidas.
El tiempo de Adviento nos invita, no sólo a profundizar en la Palabra,
sino a buscar la forma de que ésta se haga una realidad en nuestra vida.
No nos permitamos construir sobre la arena. Esfuérzate hoy por poner en
práctica algo de la Palabra de Dios, la casa se construye de ladrillo
en ladrillo.
Monasterio Visitación de Santa María - Pasto Padre Sebastian Garcia
Empezamos a vivir de lleno este tiempo de adviento que es un tiempo de
preparación y espera para el gran acontecimiento de la Navidad. El
Evangelio de hoy nos lleva a reflexionar sobre dos cosas fundamentales
en la vida de un cristiano: el hacer y el decir.
La verdad es que
nosotros hablamos mucho. A veces hacemos largos discursos. Hay prédicas
que son larguísimas. Podemos correr el riesgo de llenarnos la boca de
Jesús, pero no por eso tener su mismo estilo de vida. San Ignacio de
Loyola nos recuerda que “el amor está más en las obras que en las
palabras”.
Por este motivo, el Evangelio nos invita justamente a tener,
manifestar y vivir con esta convicción: no son los que gritan el nombre
del Señor lo que entran al Reino definitivo, sino los que cumplen la
voluntad del Padre. Y esta voluntad es que nos amemos los unos a los
otros. Yo me puedo llenar la boca incluso también hablando del amor. Es
más; creo que debe ser una de las palabras más manoseadas de nuestra
época; tanto, que algunos nos quieren hacer creer que el amor se hace.
“Hacer el amor”. Nosotros decimos que no. Que el amor se sueña, se
construye, se padece, se sufre, se anhela, pero por sobre todas las
cosas, se vive.
Nosotros los cristianos entendemos que no puede haber
otra manera de vivir que no sea la de amar. ¿Y qué es amar? Es poner
primero el interés del otro por sobre mi propio interés. Es mirar el
bien del otro por sobre el propio mío. Es salir de mi zona de confort y
bienestar para atender el clamor que los pobres tienen hacia mí. Es
vivir renunciando a toda seguridad que no sea la palabra de Jesús.
Si
vivimos así, tendremos vidas que serán como casas edificadas sobre roca.
Si no, los torrentes del mal espíritu nos van a arrojar lejos del fin
para el que fuimos creados. Hermano, hermana, hasta el próximo
Evangelio, te mando un abrazo grande en el Corazón de Jesús.
ciudadredonda.org Misioneros claretianos
La decisión de colocar bases sólidas en la construcción de un edificio
no está siempre garantizada; en muchas oportunidades nos vence la
tentación del menor esfuerzo posible, de reducir gastos o de invertir en
cosas más vistosas. A la hora de los fuertes temporales y de las
inundaciones, muchos edificios que parecían tan cautivadores por fuera
terminaron derrumbados en el suelo y aplastando la vida humana que
cobijaban.
Lo mismo puede pasar en la vida cristiana: no basta decir:
“Señor, Señor” para poner las bases sólidas que el seguimiento de Jesús
necesita. Muchos creen que sólo cumpliendo con algunas oraciones (ya sea
de catecismo, de devoción o de breviario) ya está asegurada una
suficiente relación con Dios que sustente el edificio de una existencia
cristiana sometida a los vendavales seductores de una cultura que muchas
veces vive al margen del Evangelio. Hay estilos de oración que en lugar
de acercarnos a Dios para vivir en Él nos encierran en palabrerías y
formalismos sin posibilidad de escuchar al que trae la Vida y acoger la
fuerza de su Espíritu. Construir el edificio de nuestra existencia
cristiana requiere escuchar y cumplir la Palabra del Señor.
Es necesario escuchar la Palabra de Dios; para ello hay que
acallar nuestra palabrería vacía y abrirnos a la sorpresa de un Dios que
se comunica. Esto muchas veces parece inútil y poco a poco en nombre de
la eficacia perdemos la sintonía contemplativa del enamorado que anhela
escuchar al que es la razón de su vida. Dejamos de escuchar al que
tiene palabras de vida eterna para escuchar propuestas que despistan y
esclavizan.
Pero esto no basta, es necesario, también, cumplir la Palabra de Dios,
es decir, ponernos manos a la obra para que nuestra espiritualidad no
quede en buenas intenciones. No dejemos que el miedo y las instalaciones
nos sumerjan en una existencia que es conducida por el piloto
automático de la rutina o por los vaivenes de llamadas diferentes a las
del Señor; se trata de cumplir lo que hemos escuchado del Maestro, lo
que hemos creído y celebrado como alianza de vida. Escuchar y cumplir
son las claves de una vida cristiana, como la de María, que por
escuchar y cumplir la Palabra del Señor fue dichosa y nos trajo al
Salvador.
evangeliodeldia.org San Claudio de la Colombière (1641-1682) Jesuita
evangeli.net
+ Rev. D.
Antoni
ORIOL i Tataret
(Vic, Barcelona, España)
«Entrará en el Reino de los cielos
(...) el que haga la voluntad de mi Padre celestial»
Hoy, la palabra
evangélica nos
invita a meditar con seriedad sobre la infinita distancia que hay entre
el mero “escuchar-invocar” y el “hacer” cuando se trata del mensaje y de
la persona de Jesús. Y decimos “mero” porque no podemos olvidar que hay
modos de escuchar y de invocar que no comportan el hacer. En efecto,
todos los que —habiendo escuchado el anuncio evangélico— creen, no
quedarán confundidos; y todos los que, habiendo creído, invocan el
nombre del Señor, se salvarán: lo enseña san Pablo en la carta a los
Romanos (cf. Ro 10,9-13). Se trata, en este caso, de los que creen con
auténtica fe, aquella que «obra mediante la caridad», como escribe
también el Apóstol.
Pero es un hecho que muchos creen y no hacen. La carta de Santiago
Apóstol lo denuncia de una manera impresionante: «Sed, pues, ejecutores
de la palabra y no os conforméis con oírla solamente, engañándoos a
vosotros mismos» (Stg 1,22); «la fe, si no tiene obras, está
verdaderamente muerta» (Stg 2,17); «como el cuerpo sin alma está muerto,
así también la fe sin obras está muerte» (Stg 2,26). Es lo que rechaza,
también inolvidablemente, san Mateo cuando afirma: «No todo el que me
diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los cielos, sino el que
haga la voluntad de mi Padre celestial» (Mt 7,21).
Es necesario, por tanto, escuchar y cumplir; es así como construimos
sobre roca y no encima de la arena. ¿Cómo cumplir? Preguntémonos: ¿Dios y
el prójimo me llegan a la cabeza —soy creyente por convicción?; en
cuanto al bolsillo, ¿comparto mis bienes con criterio de solidaridad?;
en lo que se refiere a la cultura, ¿contribuyo a consolidar los valores
humanos en mi país?; en el aumento del bien, ¿huyo del pecado de
omisión?; en la conducta apostólica, ¿busco la salvación eterna de los
que me rodean? En una palabra: ¿soy una persona sensata que, con hechos,
edifico la casa de mi vida sobre la roca de Cristo?
Pensamientos para el
Evangelio de hoy
-
«¡Velad! Pues, cuando reina sobre el alma un pesado sopor, es el
enemigo quien domina al alma, y la conduce contra su propio gusto. Por
eso ha hablado nuestro Señor de la vigilancia del alma y del cuerpo»
(San Efrén)
-
«El Evangelio de hoy (Mt 7,21ss) trata de una ecuación
matemática: conozco la Palabra, la pongo en práctica, estoy construido
sobre roca. ¿Cómo la llevo a la práctica? Igual como se construye una
casa sobre roca. Y esta figura de la roca se refiere al Señor»
(Francisco)
-
«La oración de fe no consiste solamente en decir ‘Señor, Señor’,
sino en disponer el corazón para hacer la voluntad del Padre (Mt 7,21).
Jesús invita a sus discípulos a llevar a la oración esta voluntad de
cooperar con el plan divino (cf. Mt 9,38)» (Catecismo de la Iglesia
Católica, nº 2.611)
fraynelson.com
1. Una casa firme
1.1 Poco a poco vamos entrando en el espíritu del adviento. Creo que
ya comprendemos la metodología que ha precedido la elección de las
lecturas: una profecía, en algún texto del Antiguo Testamento, con
preferencia, Isaías; y su cumplimiento, a menudo sobreabundante, en
algún texto de los Evangelios. Hoy el tema es la firmeza: Dios anuncia
firmeza, Cristo muestra el camino de una vida de sólidos cimientos.
1.2 La Biblia nos enseña consecuentemente que la firmeza está ligada a
la confianza. Puesto que nadie lo puede todo por sí mismo, su firmeza
depende en el fondo de quiénes son sus aliados y cuáles son sus
alianzas. El mensaje es: "si haces alianza con el más fuerte, puedes
confiar y mirar al futuro con paz, porque tu vida será firme". El Señor
Dios recibe así un elogio singular: la "Roca perpetua".
1.3 En contraste con la ciudad que se edifica sobre esta Roca, está
la ciudad encumbrada, la ciudad altiva. ¿En qué pensaba el profeta
cuando hablaba así? Lo más probable es que, más que en un lugar en el
mapa, el profeta estuviera describiendo simbólicamente el destino de la
soberbia humana, que nada puede esperar sino su estruendosa caída.
2. La firmeza de la experiencia
2.1 Cristo nos habla también de firmeza, con la conocida imagen de
las dos casas, una sobre roca y otra sobre arena. La casa sobre la roca
corresponde a aquel que ha puesto en práctica la palabra: un hecho que
cabe destacar, porque la solidez no proviene aquí de un sentimiento o de
una valoración subjetiva sino de la experiencia que al parecer dan
solamente las obras. Conoce la verdad de la palabra quien ha puesto a
prueba la palabra.
2.2 ¿Qué amenaza a estas casas? Vientos y crecidas. Su rostro
particular o su nombre propio será diferente en la vida de cada uno de
nosotros, pero lo que debe quedarnos claro es que nuestra existencia
como cristianos recibirá amenazas. No existe algo así como una "pacífica
posesión" de la vida de la gracia. Ser de Dios y soportar torrentes y
tempestades es una misma cosa en esta tierra.
3. Encontrar firmeza
3.1 Volvamos a Isaías. Hay júbilo en sus palabras. Ha encontrado
firmeza. La ciudad es fuerte, está guarnecida por Dios. Es una
experiencia grata que tiene su plenitud en aquel que no cambia, porque
es Roca Perpetua. Volver a Dios que no cambia; volver a Dios y saber que
él siempre está ahí, que su amor es indeclinable, que su misericordia
no conoce ocaso. ¡Qué dulce este mensaje para el alma que peregrina!
3.2 Es lo que sentimos al celebrar la Eucaristía o al adorar el
misterio de Jesús en el altar y en el sagrario. Cuando hemos tenido
oportunidad de viajar miles de kilómetros y de pronto encontramos una
iglesia católica, y tímidos nos acercamos al sagrario, ¡qué grato y qué
reconfortante es saber que allí está el mismo Jesús que nos despidió
cuando salíamos de viaje! Él nos despide y Él nos aguarda. Así será
también, por su bondad, a la hora de nuestra muerte: él, en su viático
nos despide, él en su gloria nos acoge.
Santoral Silverio Santo, LVIII Papa
Por: . | Fuente:
Enciclopedia Católica || ACI Prensa
LVIII PapaMartirologio Romano: En
la isla de Palmaria, en Italia, tránsito de san Silverio, papa y
mártir, el cual, no queriendo rehabilitar a Antimo, obispo herético de
Constantinopla depuesto por su predecesor san Agapito, por orden de la
emperatriz Teodora fue privado de su sede y enviado al destierro, donde
murió desgastado por los sufrimientos (537).
Etimología: Silverio = Aquel que
es un habitante de la selva, es de origen latino.
Fechas de nacimiento y muerte desconocidas. Fue hijo del Papa Hormisdas
quien había sido casado antes de llegar a ser uno del más alto clero.
Silverio entró al servicio de la Iglesia y fue subdiácono en Roma cuando
el Papa Agapito murió en Constantinopla, el 22 de Abril del año 536.La
Emperatriz Teodora, quien favoreció a los Monofisitas intentó inducir la
elección como Papa del diácono romano Vigilio quien se encontraba
entonces en Constantinopla y le había dado las garantías deseadas en
cuanto a los Monofisitas. Sin embargo, Teodato, Rey de los Ostrogodos,
quien deseaba evitar la elección de un Papa conectado con
Constantinopla, la anticipó, y por su influencia el subdiácono Silverio
fue escogido. La elección de un subdiácono como obispo de Roma era
inusual. Consecuentemente, es fácil de entender que, como el autor de la
primera parte de la vida de Silverio en la "Liber pontificalis" (ed.
Duchesne, I, 210) relata, una fuerte oposición apareció entre el clero.
Ésta, sin embargo, fue reprimida por Teodato así que, finalmente,
después de que Silverio había sido consagrado obispo ( probablemente el 8
de Junio de 536) todos los presbíteros Romanos dieron su consentimiento
escrito a su elevación. La afirmación hecha por el autor mencionado de
que Silverio aseguró la intervención de Teodato por el pago de dinero es
injustificable, y se explica por la opinión hostil del autor sobre el
Papa y los Godos. El autor de la segunda parte de la vida en la "Liber
pontificalis está favorablemente inclinado a Silverio. El pontificado
de este Papa pertenece a un período desordenadamente inestable, y él
mismo cayó víctima de las intrigas de la Corte Bizantina.
Después
de que Silverio había llegado a ser Papa la Emperatriz Teodora intentó
ganárselo para los Monofisitas. Ella deseaba especialmente hacerlo
entrar en comunión con el Patriarca Monofisita de Constantinopla,
Antimo, quien había sido excomulgado y depuesto por Agapito, y con
Severo de Antioquia. Sin embargo, el Papa en nada se comprometió y
Teodora ahora resolvió derrocarlo y ganar la sede papal para Vigilio.
Tiempos tormentosos llegaron a Roma durante la lucha que estalló en
Italia entre los Ostrogodos y los Bizantinos después de la muerte de
Amalasuntha, hija de Teodorico el Grande. El rey Ostrogodo Vitigio,
quien ascendió al trono en Agosto de 536, sitió la ciudad. Las iglesias
sobre las catacumbas fuera de la ciudad fueron devastadas, las tumbas
mismas de los mártires en las catacumbas fueron abiertas y profanadas.
En Diciembre, de 536, el general Bizantino Belisario fortificó Roma y
fue recibido por el Papa de manera cortés y amistosa. Teodora intentó
usar a Belisario para llevar a cabo su plan de deponer a Silverio, y
poner en su lugar al diácono romano Vigilio (q.v.), anteriormente
apocrisiario en Constantinopla, quien ahora había ido a Italia.
Antonina, esposa de Belisario influenció a su esposo de actuar como
Teodora deseaba. Por medio de una carta falsificada acusaron al Papa de
un acuerdo traicionero con el rey gótico que sitiaba Roma. Se afirmaba
que Silverio había ofrecido al rey dejar una de las puertas de la ciudad
secretamente abierta para permitir a los Godos entrar. Silverio fue
consecuentemente arrestado en Marzo de 537, violentamente arrebatado de
su vestimenta episcopal, dada la ropa de un monje y llevado al exilio al
Oriente. Vigilio fue consagrado Obispo de Roma en su lugar.
Silverio
fue llevado a Licia donde fue a residir a Patara. El Obispo de Patara
muy pronto descubrió que el Papa exiliado era inocente. Él viajó a
Constantinopla y pudo poner ante el emperador Justiniano tales pruebas
de la inocencia del exiliado que el emperador escribió a Belisario
ordenando una nueva investigación del asunto. Si resultaba que la carta
concerniente al alegado plan a favor de los Godos era falsa, Silverio
debería ser colocado una vez más en posesión de la sede papal. Al mismo
tiempo el emperador permitió a Silverio regresar a Italia, y pronto
entró al país, aparentemente en Nápoles. Sin embargo, Vigilio arregló
hacerse cargo de su predecesor ilegalmente depuesto. Evidentemente
actuaba de acuerdo con la emperatriz Teodora y fue ayudado por Antonina,
la esposa de Belisario. Silverio fue llevado a la isla de Palmaria en
el mar de Tirreno y mantenido en confinamiento estricto. Aquí murió a
consecuencia de las privaciones y cruel trato que soportó. El año de su
muerte es desconocido, pero probablemente no vivió mucho después de
llegar a Palmaria. Fue enterrado en la isla, de acuerdo al testimonio de
la "Liber pontificalis en Junio 20; sus restos nunca fueron sacados de
Palmaria. De acuerdo con el mismo testigo, él era invocado después de
su muerte por los creyentes que visitaban su tumba. En épocas
posteriores fue venerado como un santo. La más temprana prueba de esto
es dada por una lista de santos del siglo once (Mélanges d´archéologie
et d´histoire, 1893, 169). El "Martyrologium de Pedro de Natalibus del
siglo catorce también contiene su fiesta, que es recordada en el actual
Martirologio Romano el 20 de Junio.
[Nota del Editor: De acuerdo
a la Liber Pontificalis, el Papa San Silverio fue exiliado no a
Palmaria, sino más bien a la isla de Palmarola, una mucho más pequeña y
desolada isla cerca de Ponza, Italia, en la Bahía de Nápoles.]
Liturgia de las horas OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén. Aleluya.
Himno: VERBO QUE DEL CIELO BAJAS
Verbo que del cielo bajas, Luz del Padre que, naciendo, socorres al mundo
mísero con el correr de los tiempos:
Ilumina el corazón, quema de amor nuestro
pecho, y borren tus enseñanzas tantos
deslices y yerros,
para que, cuando regreses como juez de nuestros
hechos, castigues el mal oculto y corones a los buenos.
Que la maldad no nos
lance por nuestras culpas al fuego, mas felices moradores nos
veamos en tu reino.
A Dios Padre y a su Hijo gloria y honor tributemos, y
al Espíritu Paráclito, por los siglos sempiternos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. La promesa del Señor es escudo para los que a ella se acogen.
Salmo 17, 31-51 IV - EL SEÑOR REVELA SU PODER SALVADOR
Perfecto es el camino de Dios, acendrada es la promesa del Señor; él es
escudo para los que a él se acogen.
¿Quién es dios fuera del Señor? ¿Qué roca
hay fuera de
nuestro Dios? Dios me ciñe de valor y me enseña un camino perfecto;
él
me da pies de ciervo, y me coloca en las alturas; él adiestra mis manos para la
guerra, y mis brazos para tensar la
ballesta.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. La promesa del Señor es escudo para los que a ella se acogen.
Ant 2. Tu diestra, Señor, me sostuvo.
Salmo 17 V
Me dejaste tu escudo protector, tu diestra me sostuvo, multiplicaste tus
cuidados conmigo. Ensanchaste el camino a mis pasos y no flaquearon mis
tobillos;
yo perseguía al enemigo hasta alcanzarlo; y no me
volvía sin haberlo aniquilado: los derroté, y no pudieron rehacerse, cayeron bajo mis pies.
Me ceñiste de valor para la lucha, doblegaste a los que
me resistían; hiciste volver la espalda a mis
enemigos, rechazaste a mis adversarios.
Pedían auxilio, pero nadie los
salvaba; gritaban al Señor, pero no les respondía. Los reduje a polvo, que
arrebataba el viento; los pisoteaba como barro de las
calles.
Me libraste de las contiendas de mi pueblo, me hiciste cabeza de
naciones, un pueblo extraño fue mi vasallo.
Los extranjeros me adulaban, me
escuchaban y me obedecían. Los extranjeros
palidecían y salían temblando de sus baluartes.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Tu diestra, Señor, me sostuvo.
Ant 3. Viva el Señor, sea ensalzado mi Dios y Salvador.
Salmo 17 VI
Viva el Señor, bendita sea mi Roca, sea ensalzado mi Dios y Salvador: el
Dios que me dió el desquite y me sometió los pueblos;
que me libró de mis
enemigos, me levantó sobre los que
resistían y me salvó del hombre cruel.
Por eso te daré gracias entre las
naciones, Señor, y tañeré en honor de tu nombre: tú diste gran victoria a tu
rey, tuviste misericordia
de tu Ungido, de David y su linaje por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Viva el Señor, sea ensalzado mi Dios y Salvador.
V. Escuchad, naciones, la palabra del Señor.
R. Y proclamadla en todos los confines de la tierra.
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Isaías 16, 1-5; 17, 4-8
SIÓN REFUGIO DE LOS MOABITAS. CONVERSIÓN DE EFRAIM
Enviad corderos al soberano del país, desde la Peña del
desierto al monte Sión. Como aves espantadas, nidada dispersa, van las
hijas de Moab por los vados del Arnón. Danos consejo, toma una decisión;
adensa tu sombra como la noche en pleno mediodía; esconde a los
fugitivos, no descubras al prófugo. Da asilo a los fugitivos de Moab, sé
tú su escondrijo ante el devastador.
Cuando cese la opresión,
termine la devastación y desaparezca el que pisoteaba el país, se
fundará en la clemencia un trono: sobre él se sentará con lealtad, bajo
la tienda de David, un juez celoso del derecho, dispuesto a la
justicia.
Aquel día, la gloria de Jacob será humillada y
enflaquecerá la carne de su cuerpo. Será como cuando el segador toma a
brazadas la mies y su brazo siega las espigas; como se espigan los
rastrojos del
valle de Refaím y queda sólo un rebusco; como al varear el olivo
quedan dos o tres aceitunas en lo alto de la copa y cuatro o cinco en
las ramas fecundas —oráculo del Señor, Dios de Israel—.
Aquel
día,
el hombre mirará a su Hacedor, sus ojos contemplarán al Santo de
Israel; y ya no mirará los altares, hechura de sus manos, ni contemplará
las estelas y cipos que fabricaron sus dedos.
RESPONSORIO Jr 33, 15. 16; Is 16, 5
R. Suscitaré a David un vástago legítimo, que hará justicia y
practicará el derecho en la tierra. * Y será llamado:
«El-Señor-nuestra-justicia».
V. Se fundará en la clemencia un trono: sobre él se sentará con lealtad
un juez celoso del derecho, dispuesto a la justicia.
R. y será llamado: «El Señor-nuestra-justicia».
SEGUNDA LECTURA
Del Comentario de san Efrén, diácono, sobre el Diatéssaron
(Cap. 18, 15-17: SC 121, 325-328)
ESTAD PREPARADOS, CRISTO VENDRÁ NUEVAMENTE
Para que los discípulos no le preguntaran sobre el tiempo de
su venida, Cristo les dijo: Por lo que se refiere a aquella hora, nadie
sabe nada; ni los ángeles del cielo ni siquiera el Hijo. No toca a
vosotros conocer el
tiempo y la ocasión. Lo ocultó para que estemos prevenidos y para
que cada uno de nosotros piense que ello puede tener lugar en su propio
tiempo. Pues si Cristo hubiera revelado el día de su venida, ésta se
hubiera
tornado un acontecimiento indiferente y ya no sería un objeto de
esperanza para los hombres de los distintos siglos. Dijo que vendría,
pero no dijo cuándo, y por eso todas las generaciones y épocas lo
esperan
ansiosamente.
Aunque el Señor estableció las señales de su
venida, sin embargo, en modo alguno conocemos con exactitud su término;
pues estas señales aparecen de muy distintas maneras y pasan, y
algunas de ellas todavía perduran. Con la última venida pasará
algo semejante a lo que pasó con la primera.
Así como los justos y
los profetas esperaron al Mesías pensando que se había de
manifestar en su tiempo, también hoy cada uno de los cristianos
desea que llegue en sus propios días. Cristo no reveló el día de su
venida, principalmente por esta razón: para que todos comprendieran que
aquel a cuyo poder y dominio están sometidos los números y los
tiempos no está sujeto al destino ni a la hora. Pero el que desde toda
la eternidad había determinado este día y describió detalladamente
las señales que lo precederían ¿cómo podía ignorarlo? Por eso con
aquellas palabras invitó a considerar sus señales, para que, desde
entonces y para siempre, las generaciones de todos los siglos
pensaran que su venida podría acontecer en su tiempo.
Estad
en vela, porque cuando el cuerpo duerme es nuestra naturaleza la que
domina y obramos no guiados por nuestra voluntad, sino por los impulsos
de nuestra naturaleza. Y
cuando un pesado sopor, por ejemplo, la pusilanimidad o la
tristeza, domina al alma, ésta es dominada por el enemigo y, bajo los
efectos de ese sopor, hace lo que no quiere. Los impulsos dominan a la
naturaleza y el enemigo al alma.
Por
lo tanto, el Señor recomendó al hombre la vigilancia de todo su
ser: del cuerpo, para que evitara la somnolencia; del alma, para que
evitara la indolencia y la pusilanimidad, como dice la Escritura:
Despertaos, como conviene; y:
Me levanté y estoy contigo; y también: No desfallezcáis. Por eso,
investidos de este ministerio, no sentimos desfallecimiento.
RESPONSORIO Is 55, 3-4; Hch 28, 28
R. Sellaré con vosotros alianza perpetua, la promesa que aseguré a
David: * lo he puesto como testigo mío ante los pueblos, caudillo y soberano de
naciones.
V. Esta salvación de Dios ha sido enviada a los gentiles, y ciertamente
que lo escucharán.
R.
Lo he puesto como testigo mío ante los pueblos, caudillo y soberano de
naciones.
ORACIÓN.
OREMOS,
Muestra, Señor, tu poder y ven a socorrernos, para que la
abundancia de tu misericordia nos alcance los bienes que nuestros
pecados han retardado. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.
Porque el
Señor es un Dios grande, soberano de todos
los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las
cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que
modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo
al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su
pueblo, el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el
corazón
como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros
padres me pusieron a prueba y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años aquella
generación me repugnó, y dije: Es un pueblo de corazón extraviado, que
no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi
descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.
Himno: UNA CLARA VOZ RESUENA.
Una clara voz resuena que las tinieblas repudia, el sueño pesado
ahuyéntase, Cristo en el cielo fulgura.
Despierte el alma adormida y sus
torpezas sacuda, que para borrar los males un astro nuevo
relumbra.
De arriba llega el Cordero que ha de lavar nuestras culpas; con lágrimas imploremos el perdón que nos depura,
porque en su nueva venida que aterroriza y conturba, no tenga que castigarnos, mas
con piedad nos acuda.
Al Padre eterno la gloria, loor al Hijo en la
altura, y al Espíritu Paráclito por siempre alabanza suma. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.
Salmo 56 - ORACIÓN MATUTINA DE UN AFLIGIDO.
Misericordia, Dios mío, misericordia, que mi alma se refugia en ti; me
refugio a la sombra de tus alas mientras pasa la calamidad. Invoco al Dios
Altísimo, al Dios que hace tanto por mí: desde
el cielo me enviará la salvación, confundirá a los que ansían matarme,
enviará su gracia y su lealtad. Estoy echado entre leones devoradores de
hombres; sus dientes son lanzas y
flechas, su lengua es una espada afilada. Elévate sobre el cielo, Dios
mío, y llene la tierra tu gloria. Han tendido una red a mis pasos para que
sucumbiera; me han cavado delante una fosa, pero
han caído en ella. Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está
firme. Voy a cantar y a tocar: despierta, gloria mía; despertad, cítara y arpa; despertaré
a la aurora. Te daré gracias ante los pueblos, Señor; tocaré para ti
ante las naciones: por tu bondad, que es más grande que los cielos; por tu
fidelidad, que alcanza a las nubes. Elévate
sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.
Ant 2. «Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor.
Cántico: FELICIDAD DEL PUEBLO REDIMIDO Jr 31, 10-14
Escuchad, pueblos, la palabra del Señor, anunciadla en las islas
remotas: «El que dispersó a Israel lo reunirá, lo guardará como un pastor a su
rebaño; porque el Señor
redimió a Jacob, lo rescató de una mano más fuerte.»
Vendrán con
aclamaciones a la altura de Sión, afluirán hacia los bienes del Señor: hacia el
trigo y el vino y el
aceite, y los rebaños de ovejas y de vacas; su alma será como un huerto
regado, y no volverán a desfallecer.
Entonces se alegrará la doncella en la
danza, gozarán los jóvenes y
los viejos; convertiré su tristeza en gozo, los alegraré y aliviaré sus
penas; alimentaré a los sacerdotes con manjares sustanciosos, y mi pueblo se
saciará de mis bienes.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. «Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor.
Ant 3. Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de
nuestro Dios.
Salmo 47 - HIMNO A LA GLORIA DE JERUSALÉN
Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro
Dios, su monte santo, altura hermosa, alegría de toda la tierra: el monte Sión,
vértice del cielo, ciudad del gran rey; entre
sus palacios, Dios descuella como un alcázar. Mirad: los reyes se
aliaron para atacarla juntos; pero, al verla, quedaron aterrados y huyeron
despavoridos; allí los agarró un temblor y
dolores como de parto; como un viento del desierto, que destroza las
naves de Tarsis. Lo que habíamos oído lo hemos visto en la ciudad del Señor de
los ejércitos, en la ciudad de nuestro Dios: que
Dios la ha fundado para siempre. ¡Oh Dios!, meditamos tu misericordia en medio de tu templo: como tu renombre, ¡oh Dios!, tu alabanza llega al confín
de la tierra; tu diestra está llena de
justicia: el monte Sión se alegra, las ciudades de Judá se gozan con tus
sentencias. Dad la vuelta en torno a Sión, contando sus torreones; fijaos en
sus baluartes, observad sus palacios,
para poder decirle a la próxima generación: «Este es el Señor, nuestro
Dios.» Él nos guiará por siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de
nuestro Dios.
LECTURA BREVE Is 45, 8
Cielos, destilad el rocío; nubes, derramad al Justo; ábrase la tierra y
brote la salvación, y con ella germine la justicia.
RESPONSORIO BREVE
V. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
V. Su gloria aparecerá sobre ti.
R. Amanecerá el Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.
Aguardaré al Señor, mi salvador, y esperaré en él mientras se acerca.
Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a
su pueblo. suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por
boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de
nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la
misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa
alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para
concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le
sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros
días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás
delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el
perdón de sus
pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará
el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra
de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino
de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant.
Aguardaré al Señor, mi salvador, y esperaré en él mientras se acerca.
Aleluya.
PRECES
Invoquemos confiados a Cristo, fuerza y sabiduría de Dios,
cuyo gozo es estar con los hijos de los hombres, y digámosle:
Quédate junto a
nosotros, Señor.
Señor Jesucristo, que nos has
llamado al reino de tu luz, haz que nuestra vida sea agradable a Dios
Padre.
Tú que, desconocido por el mundo, has acampado entre nosotros, manifiesta
tu rostro a todos los hombres.
Tú que estás
más cerca de nosotros que nosotros mismos, fortalece nuestros
corazones con la esperanza de la salvación.
Tú que eres la fuente de toda
santidad, consérvanos santos y sin mancha hasta el día
de tu venida.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Digamos a nuestro Padre con toda confianza:
Padre nuestro...
ORACION
Muestra, Señor, tu poder y ven a socorrernos, para que la
abundancia de tu misericordia nos alcance los bienes que nuestros
pecados han retardado. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la
vida eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén. Aleluya.
Himno: JESUCRISTO, PALABRA DEL PADRE.
Jesucristo, Palabra del Padre, luz eterna de todo creyente: ven, Señor,
porque ya se hace tarde, ven y escucha la súplica ardiente.
Cuando el mundo
dormía en tinieblas, en tu amor, tú quisiste
ayudarlo y trajiste, viniendo a la tierra, esa vida que puede salvarlo.
Ya madura la historia en promesas, sólo anhela tu pronto regreso; si el
silencio madura la espera, el amor no soporta el silencio.
Con
María, la Iglesia te aguarda con anhelos de esposa y de Madre y reúne a
sus hijos, los fieles, para juntos poder esperarte.
Cuando vengas, Señor, en tu
gloria, que podamos salir a tu encuentro y a tu
lado vivamos por siempre, dando gracias al Padre en el reino. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por
siempre.
Salmo 29 - ACCIÓN DE GRACIAS POR LA CURACIÓN DE UN ENFERMO EN PELIGRO DE
MUERTE
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis
enemigos se rían de mí. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste. Señor,
sacaste mi
vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. Tañed para
el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre santo; su cólera dura un
instante; su bondad, de por vida; al atardecer nos
visita el llanto, por la mañana, el júbilo. Yo pensaba muy seguro: «No
vacilaré jamás.» Tu bondad, Señor, me aseguraba el honor y la fuerza; pero
escondiste tu rostro, y
quedé desconcertado. A ti, Señor, llamé, supliqué a mi Dios: «¿Qué ganas
con mi muerte, con que yo baje a la fosa? ¿Te va a dar gracias el polvo, o va a
proclamar tu lealtad? Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor,
socórreme.» Cambiaste mi luto en danzas, me desataste el sayal y me has vestido
de fiesta; te cantará mi alma sin
callarse. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por
siempre.
Ant 2. Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.
Salmo 31 - ACCIÓN DE GRACIAS DE UN PECADOR PERDONADO
Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su
pecado; dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.
Mientras
callé se consumían mis huesos, rugiendo todo
el día, porque día y noche tu mano pesaba sobre mí; mi savia se me había
vuelto un fruto seco. Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito; propuse:
«Confesaré al Señor mi culpa», y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. Por
eso, que todo fiel te suplique en el momento de la desgracia: la crecida de las
aguas caudalosas no lo
alcanzará. Tú eres mi refugio, me libras del peligro, me rodeas de
cantos de liberación.
Te instruiré y te enseñaré el camino que has de seguir, fijaré en ti mis ojos.
No seáis irracionales como caballos y mulos, cuyo brío hay que domar con
freno y brida; si no, no puedes acercarte. Los malvados sufren muchas penas; al
que confía en el Señor, la
misericordia lo rodea. Alegraos, justos, y gozad con el Señor, aclamadlo, los de corazón sincero.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.
Ant 3. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los
pueblos le servirán.
Cántico: EL JUICIO DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a
Gracias te damos, Señor Dios omnipotente, el que eres y el que eras, porque has asumido el gran poder y comenzaste a reinar.
Se encolerizaron las
naciones, llegó tu cólera, y el tiempo de que sean
juzgados los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, y a
los santos y a los que temen tu nombre, y a los pequeños y a los grandes, y de
arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora se
estableció la salud y el poderío, y el reinado de nuestro Dios, y la
potestad de su Cristo; porque fue precipitado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos
le vencieron en virtud de la sangre del Cordero y por la palabra del
testimonio que dieron, y no amaron tanto su vida que temieran la muerte. Por
esto, estad alegres, cielos, y los que moráis en sus tiendas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos
le servirán.
LECTURA BREVE St 5, 7-8. 9b
Aguardad con paciencia, hermanos, hasta la manifestación del
Señor. Ved cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra. Lo va
aguardando pacientemente, hasta que la tierra reciba las lluvias
tempranas y las
tardías. Aguardad también vosotros con toda paciencia, fortaleced
vuestros corazones, porque la manifestación del Señor está ya cerca.
Mirad que el juez está a las puertas.
RESPONSORIO BREVE
V. Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.
R. Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.
V. Que brille tu rostro y nos salve.
R. Señor Dios de los ejércitos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.
Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios,
mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones, porque el
Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su
misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con
su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba
del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos
los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su
siervo, acordándose de su misericordia —como lo
había prometido a nuestros padres— en favor de Abraham y su descendencia
por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant.
Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
PRECES
Imploremos a Cristo, luz resplandeciente que brilla para los que
habitan en tierras de sombra, como anunciaron los profetas, y
digámosle:
Ven, Señor Jesús.
Cristo, Palabra de Dios, que en el principio
creaste todas las cosas y en la etapa final del mundo tomaste nuestra
naturaleza humana, ven y arráncanos de la muerte.
Luz verdadera que alumbra a
todo hombre, ven y disipa las tinieblas de nuestra ignorancia.
Hijo
único que estás en el seno del Padre, ven y danos a conocer el amor de
Dios.
Cristo Jesús, que viniste a nosotros como Hijo del hombre, concede a
cuantos te reciben el poder de ser hijos de Dios.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que abres las puertas de todas las cárceles, admite en el festín de
tus bodas a cuantos aguardan a su entrada.
Siguiendo la enseñanza del Salvador,
oremos a Dios,
diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Muestra, Señor, tu poder y ven a socorrernos, para que la
abundancia de tu misericordia nos alcance los bienes que nuestros
pecados han retardado. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha
concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios
todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento,
palabra, obra y omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a
vosotros, hermanos, que intercedáis por mí
ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone
nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: CUANDO ACABAMOS EL DÍA
Cuando acabamos el día te suplicamos, Señor, nos hagas de centinela y
otorgues tu protección.
Que te sintamos: contigo sueñe nuestro corazón para
cantar tus loores de nuevo al
salir el sol.
Danos vida saludable, alienta nuestro calor, tu claridad
ilumine la oscuridad que llegó.
Dánoslo, Padre piadoso, por Jesucristo, el
Señor, que reina con el Espíritu Santo
vivificador. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mi carne descansa serena.
Salmo 15 - CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres mi
bien.» Los dioses y señores de la tierra no me satisfacen.
Multiplican las
estatuas de dioses
extraños; no derramaré sus libaciones con mis manos, ni tomaré sus nombres
en mis labios.
El Señor es mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano: me
ha tocado un lote hermoso, me
encanta mi heredad.
Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche
me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no
vacilaré.
Por eso se me alegra
el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no
me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me
enseñarás el sendero de la
vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu
derecha.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Mi carne descansa serena.
LECTURA BREVE 1Ts 5, 23
Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente y que todo
vuestro ser, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la Parusía
de nuestro Señor Jesucristo.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que
velemos con Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los
pueblos
luz para alumbrar a las naciones y gloria
de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que
velemos con Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Señor, Dios nuestro, concédenos un descanso tranquilo que
restaure nuestras fuerzas, desgastadas ahora por el trabajo del día;
así, fortalecidos con tu ayuda, te serviremos siempre con todo nuestro
cuerpo y
nuestro espíritu. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa
muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Salve, Reina de los cielos y Señora de los ángeles; salve raíz, salve
puerta, que dio paso a nuestra luz.
Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la
más bella; salve,
agraciada doncella, ruega a Cristo por nosotros.
Of La Tr Sx Nn Vs Cm
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