Al ver a las gentes, se compadecía de ellas
En
aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en
sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas las
enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía
de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no
tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: "La mies es abundante,
pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que
mande trabajadores a su mies." Y llamando a sus doce discípulos, les dio
autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y
dolencia.
A estos doce los envió con estas instrucciones: "Id a las ovejas
descarriadas de Israel. Id y proclamad que el reino de los cielos está
cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad
demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis."
Comentarios:
dominicos.org
Fr. Carlos Oloriz Larragueta O.P.
Casa Ntra.Sra. de los Ángeles (Vitoria)
Un camino de esperanza
El profeta Isaías nos acompaña en este
tiempo del Adviento. Es el maestro de la esperanza. Él nos alecciona
con el programa que Dios tiene, lleno de gracia salvadora. Y nos anima a
dejar todo pesimismo y mirar hacia el futuro de la venida del Salvador.
Dios
no quiere lloros, ni catástrofes, pandemias, ni la sequía de los
campos, sino que la naturaleza y las cosechas sean abundantes. El
profeta nos asegura que nuestro Dios es un Dios cercano, que nos escucha
y nos conoce por nuestro nombre. Si acudimos a él oiremos muy cerca su
voz que nos dice Este es mi camino, camina por él.
El profeta
habla a un pueblo que está desanimado políticamente y religiosamente. Y
se dirige a los pobres y a los afligidos para darles ánimos. Y les
anuncia que Dios no les olvida, que se apiada de ellos porque es rico en
misericordia. El anuncio de esperanza del profeta se cumplirá en Cristo
Jesús.
Ve, y predica
“Jesús se compadeció”de
aquella gente que se reunió en torno a él porque vagaba desorientada y
solitaria; buscaba un guía que le congregara. Esa muchedumbre
corresponde a muchos cristianos encerrados en sí mismos, a pesar de sus
rezos y prácticas religiosas. Cristo quiere liberarnos para hacernos
liberadores. La primera mediación es la comunidad. El que nos reunamos
junto a él no sólo reunidos, sino también unidos a escuchar su palabra y
compartirla, Y vivir así como hermanos.
Jesús libera y convierte
en hombres nuevos a sus discípulos para que, a su vez, sean liberadores,
continuadores del anuncio de la Buena Noticia y de la obra liberadora
de toda opresión. De aquí se deduce que el que no libera es porque no
está liberado; el que no evangeliza es que no está evangelizado. ¡Cómo
se puede callar uno viendo a hermanos alimentarse de desperdicios cuando
él participa de manjares suculentos! Sería una traición imperdonable.
“La orden dada a los doce: “Id y proclamad la Buena Noticia” vale
también, aunque de manera diversa, para todos los cristianos.
¿A
quienes evangelizar? A todos, comenzando por los más cercanos, porque
nos debemos más a ellos: “las ovejas descarriadas de Israel ¿Qué mensaje
transmitir? La Buena Noticia” de momento, para que el anuncio se abra
en círculos más amplios. Hemos de salir del Adviento más liberados y más
liberadores.
evangelizacion.org.mx/liturgia/
P. Ernesto María Caro
Evangelización
activa
El
evangelista recurre a la vida diaria de la gente sencilla para hacerles
ver la urgencia de la predicación y extensión del reino de los cielos.
Este reino es la presencia actuante de Dios en el corazón y la vida de
los que le son fieles.
Jesús siente la urgencia de que sea Dios
quien gobierne la vida de aquellos que aceptan su invitación a tener en
Dios a un padre y ver en los demás a hermanos muy queridos. Él mismo
invierte todo su tiempo y esfuerzos en hacer saber que Dios quiere la
felicidad de todos y lo hace porque es nuestro Padre, es una tarea que
no se pude aplazar. Como un hombre sensible -semejante a su Padre
misericordioso- se compadece de quienes le siguen porque ve que su vida,
actuación y predicación es realmente Buena Noticia.
Pero la
necesidad es tanta que rebasa las capacidades del hombre, por eso se
vuelve la mirada al Padre, para que los frutos obtenidos por el trabajo
de evangelización no se pierdan. La gente deambula como ovejas sin
cuidado, comida, atención y protección, Jesús quiere ser la respuesta a
todas las necesidades, pero espera que nosotros también lo seamos.
Monasterio Visitación de Santa María - Pasto
P. Guillermo Feldmann
Cuando
terminaba de meditar este Evangelio me latía con fuerza en el
corazón la invitación que tantas veces Jesús hizo a sus discípulos:
“Ven, y sígueme”. Esta invitación sigue tan en pie como en aquella
época, hoy Jesús nos vuelve a susurrar a nuestro oído y en lo profundo
de nuestro corazón, “vení y seguime”; vení y seguime que te necesito
porque la cosecha es abundante, y los trabajadores son pocos.
Frente a
esta invitación me preguntaba qué podemos dar para ayudar o en qué nos
puede necesitar Jesús, teniendo en cuenta la exhortación con la que
termina hoy el Evangelio: “Ustedes han recibido gratuitamente, den
también gratuitamente”. Creo que todo lo que hemos recibido de Dios,
desde su gran amor y generosidad, y me refiero a los dones, a los
talentos, a los carismas y hasta la propia vida, son para ponerlos al
servicio de los demás.
Y si somos capaces de hacer todo lo que Jesús nos
diga nos convertiremos en canal de bendición de Dios, a favor de tantos
hermanos que aún no conocen que hay un Dios capaz de hacer nuevas todas
las cosas, que hay un Dios capaz de romper cadenas, que hay un Dios que
puede sanar nuestras heridas y curar nuestras dolencias.
Este llamado
que Jesús nos hace es urgente, y no se puede posponer, quizás sea tiempo
de que nos preguntemos o que te preguntes: si Dios te ha bendecido con
toda clase de bienes espirituales y terrenales, ¿qué estás dispuesto a
ofrecer?, ¿qué cosas darías de tu vida para que el reino de Dios se haga
presente en medio de nosotros?.
No te olvides nunca de estas palabras
que Jesús también un día nos enseñó: “El que quiera salvar su vida la
perderá, quien la pierda por mí y por la Buena Noticia la salvará”. Que
tengas un día lleno de bendición, y la luz de Jesús siempre te acompañe.
Amén.
ciudadredonda.org
Misioneros claretianos
Jesús es la manifestación del reinado de Dios, por eso Él recorre las
ciudades y las aldeas predicando con autoridad y haciendo palpable los
efectos de esa predicación a través de las curaciones. Es evidente que
la razón de ser de toda la vida de Jesús es dejar claro a todo el mundo
que el reino de su Padre ha llegado, que es una buena noticia capaz de
transformar la realidad. Jesús no se queda inmóvil frente al sufrimiento
de la gente, siente compasión y vive con intensidad la misión de
predicar, enseñar y curar, es decir, de transmitir vida a quienes les
hace falta. Jesús inicia este movimiento del Reino, pero es consciente
que su tarea debe ser continuada, por eso llama a sus apóstoles, les
llena de su autoridad y los envía a predicar y a realizar nuevos signos
que hagan presente el Reino de su Padre.
Nosotros somos los nuevos apóstoles, que hemos recibido el envío
misionero de Jesús y hemos sido investidos de su poder contra el mal.
¿Cómo vives esta dimensión apostólica de tu vocación cristiana? Nuestro
mundo de hoy necesita escuchar, ver y sentir la presencia de Dios; sigue
habiendo multitudes extenuadas y abandonadas, como ovejas sin pastor.
Nos toca orar como Jesús para que nunca falte en nuestro mundo personas
que como él dediquen su vida entera a hacer presente el Reino del Padre
con palabras, gestos y acciones. Pero no sólo orar, que no es poco,
también nos corresponde proclamar, curar, resucitar, es decir, dar
gratis lo que hemos recibido gratis. No podemos quedarnos quietos, ni
ser mezquinos. El que ha sido tocado por el amor, el que ha
experimentado que el Reino es real y está presente en su vida y en la
historia no puede vivir sino como vivió su Maestro. Que este tiempo de
adviento nos permita ser más conscientes de lo mucho que hemos recibido
del Señor porque sólo así estaremos dispuestos a vi ir entregados sin
cálculos. Conjugaremos los verbos de Jesús: amar, orar, servir,
anunciar, curar, resucitar…
evangeliodeldia.org
San Bernardo (1091-1153)
Monje cisterciense y doctor de
la Iglesia
evangeli.net
Rev. D.
Xavier
PAGÉS i Castañer
(Barcelona, España)
«Rogad (...) al Dueño de la mies que envíe
obreros a su mies»
Hoy, cuando ya llevamos una semana
dentro del itinerario de preparación para la celebración de la Navidad,
ya hemos constatado que una de las virtudes que hemos de fomentar
durante el Adviento es la esperanza. Pero no de una manera pasiva, como
quien espera que pase el tren, sino una esperanza activa, que nos mueve a
disponernos poniendo de nuestra parte todo lo que sea necesario para
que Jesús pueda nacer de nuevo en nuestros corazones.
Pero hemos de tratar de no conformarnos sólo con lo que nosotros
esperamos, sino —sobre todo— ir a descubrir qué es lo que Dios espera de
nosotros. Como los doce, también nosotros estamos llamados a seguir sus
caminos. Ojalá que hoy escuchemos la voz del Señor que —por medio del
profeta Isaías— nos dice: «El camino es éste, síguelo» (Is 30,21, de la
primera lectura de hoy). Siguiendo cada uno su camino, Dios espera de
todos que con nuestra vida anunciemos «que el Reino de Dios está cerca»
(Mt 10,7).
El Evangelio de hoy nos narra cómo, ante aquella multitud de gente,
Jesús tuvo compasión y les dijo: «La mies es mucha y los obreros pocos.
Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies» (Mt
9,37-38). Él ha querido confiar en nosotros y quiere que en las muy
diversas circunstancias respondamos a la vocación de convertirnos en
apóstoles de nuestro mundo. La misión para la que Dios Padre ha enviado a
su Hijo al mundo requiere de nosotros que seamos sus continuadores. En
nuestros días también encontramos una multitud desorientada y
desesperanzada, que tiene sed de la Buena Nueva de la Salvación que
Cristo nos ha traído, de la que nosotros somos sus mensajeros. Es una
misión confiada a todos. Conocedores de nuestras flaquezas y handicaps,
apoyémonos en la oración constante y estemos contentos de llegar a ser
así colaboradores del plan redentor que Cristo nos ha revelado.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
-
«Para una mies abundante son pocos los trabajadores. Al escuchar
esto, no podemos dejar de sentir una gran tristeza, porque hay que
reconocer que, si bien hay personas que desean escuchar cosas buenas,
faltan, en cambio quienes se dediquen a anunciarlas. Rogad también por
nosotros, para que nuestra voz no deje nunca de exhortaros» (San
Gregorio Magno)
-
«El mundo no es un conjunto de penas y dolores. Toda la angustia
que exista en el mundo está amparada por una misericordia amorosa. Quien
celebre así el Adviento podrá hablar de la Navidad feliz,
bienaventurada y llena de gracia» (Benedicto XVI)
-
«Con el Credo Niceno-Constantinopolitano respondemos confesando:
‘Por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por
obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre’»
(Catecismo de la Iglesia Católica, nº 456)
fraynelson.com
Fray Nelson Medina OP
1. Dios ya no se esconde
1.1 Si hay una noticia consoladora es aquella que hoy nos regala el
profeta: Dios ya no se esconde. Se deja sentir y atiende las súplicas.
Dulce noticia, porque si hay algo torturante es el silencio de Dios. La
luz crece de tal modo que la luna se equipara al sol mientras el sol
adquiere el brillo perfecto.
1.2 Mas esa cercanía de Dios va en las dos direcciones. El mismo Dios
que acoge las súplicas deja escuchar su voz y muestra el camino
correcto. Esto debe ser destacado, porque a veces nos gusta que el Señor
se haga presente para atender nuestra voz pero luego no nos interesa
que esté cerca para que atendamos su voz.
1.3 Hay una señal, un punto que marca el comienzo de esa cercanía;
algo que no quisiéramos oír. Se trata del día de la gran matanza. No
debiera ser así. El ser humano debería aprender a obedecer sin que
tantos tuvieran que morir. La humanidad debería sentirse acompañada sin
necesidad de saberse sobreviviente. Mas la obstinación humana ha
conducido a eso: pareciera que necesitamos del horror de la muerte para
reconocer el pecado, y necesitamos del vértigo de la supervivencia para
aprender a agradecer.
2. Tiempo de cosecha
2.1 El evangelio de hoy habla también de un tiempo final. Es la
imagen clásica de la cosecha: el tiempo de la verdad. Sólo en la cosecha
se sabe qué había en esas semillas. Y Cristo anhela un mayor número de
trabajadores para la cosecha. Trabajaores que hagan aparecer el tiempo
de la verdad.
2.2 El texto del evangelio, en efecto, suele ser interpretado como
una invitación a trabajar, y ello no es del todo cierto. No es
exactamente una invitación a trabajar sino una invitación a cosechar. La
historia ha madurado y falta gente que saque la verdad que está oculta
pero ya cercana en todo ese tiempo de larga maduración.
2.3 Un evangelizador, pues, no es simplemente un trabajador, ni
siquiera un "buen" trabajador. Es alguien que porta la luz suficiente
para descubrir y hacer presente la llegada del Reino. Mira con una
hondura impresionante qué está maduro y lo recoge para los graneros de
su Señor. En este sentido un evangelizador no malgasta energías tratando
de convencer a base de palabras y contiendas; más bien, huyendo "de las
discusiones estériles" (cf. 1 Tim 6,3-5), busca lo que está maduro para
Dios. En el caso del evangelio, las ovejas de la casa de Israel; en
otros casos, según va mostrando el Espíritu Santo, de acuerdo con lo que
leemos en los Hechos de los Apóstoles.
Santoral
Juan Damasceno
Santo, Memoria Litúrgica
Por:
P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net
Doctor de la Iglesia
Martirologio Romano: San
Juan Damasceno, presbítero y doctor de la Iglesia, célebre por su
santidad y por su doctrina, que luchó valerosamente de palabra y por
escrito contra el emperador León Isáurico para defender el culto de las
sagradas imágenes, y hecho monje en la laura de San Sabas, cerca de
Jerusalén, compuso himnos sagrados y allí murió. Su cuerpo fue enterrado
en este día (c. 750).
Etimológicamente: Juan = Dios es misericordia, es de origen hebreo.
Nota: Anteriormente se lo celebraba el 27 de marzo
Breve Biografía
Juan
Damasceno (Yahia ibn Sargun ibn Mansur, nacido a mediados del siglo VII
de una familia árabe cristiana y muerto en el 749) es considerado el
último representante de la patrología griega y el equivalente oriental
de San Isidoro de Sevilla por sus obras monumentales como la Fuente del
conocimiento. Su actividad literaria es multiforme: pasa con autoridad
de la poesía a la liturgia, de la elocuencia a la filosofía y a la
apologética. Hijo de un alto funcionario del califa de Damasco, Juan fue
compañero de juegos del príncipe Yazid, que más tarde lo promovió al
mismo puesto del padre, que corresponde en cierto modo al de ministro de
Hacienda. En calidad de “Logothete”, fue representante civil de la
comunidad cristiana ante las autoridades árabes.
A un cierto punto Juan renunció a la corte y a su alto cargo,
probablemente por las tendencias anticristianas del califa. En compañía
del hermano Cosme, futuro obispo de Maiouma, se retiró al monasterio de
San Sabas cerca de Jerusalén, en donde, ordenado sacerdote, profundizó
su formación teológica, preparándose para el cargo de predicador titular
de la basílica del Santo Sepulcro.
Era el período en el cual el emperador de Bizancio, León III Isáurico,
inauguraba la política iconoclasta, es decir, desterraba todas las
imágenes sagradas, cuyo culto era considerado como un acto de idolatría.
El anciano patriarca de Constantinopla, San Germán, defendió el culto
tradicional explicando la verdadera naturaleza del homenaje que se les
rendía a las imágenes, pero pagó con la destitución su acto de valentía.
Desde Jerusalén, bajo el dominio árabe, se hizo oír otra voz en favor
del culto de las imágenes, la del entonces desconocido monje Juan
Damasceno o de Damasco, que con sus Tres discursos en favor de las
sagradas imágenes se impuso inmediatamente a la atención del mundo
cristiano. El emperador, no pudiendo atacar directamente al monje,
recurrió vilmente a la calumnia, haciendo falsificar una carta de Juan,
en la que éste habría tramado una conjuración para restituir el dominio
de la ciudad de Jerusalén al emperador bizantino.
En esta disputa teológica, hecha de sutiles distinciones, Juan pudo
demostrar toda su preparación teológica, puesta al servicio no sólo del
patriarca de Jerusalén, sino de toda la Iglesia. En efecto, el segundo
concilio de Nicea, en reparación de las injurias recibidas por el
defensor de la ortodoxia, proclamó no sólo su ciencia, sino también su
santidad. León XIII lo proclamó doctor de la Iglesia en el año 1890.
La Iglesia lo recuerda el 4 de Diciembre, aunque en muchos sitios se
mantiene la fecha tradicional antigua de festejarlo el 27 de Marzo.
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Liturgia de las horas
Oficio de Lecturas
V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
INVITATORIO
Ant. Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.
Salmo 66
QUE TODOS LOS PUEBLOS ALABEN AL SEÑOR
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca
la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
¡Oh Dios!, que te alaben
los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que canten de alegría las
naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y
gobiernas las naciones de la tierra.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que
todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor,
nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.
HIMNO
Mirad las estrellas fulgentes brillar,
sus luces anuncian que Dios ahí está,
la
noche en silencio, la noche en su paz,
murmura esperanzas cumpliéndose ya.
Los
ángeles santos, que vienen y van,
preparan caminos por donde vendrá
el Hijo del
Padre, el Verbo eternal,
al mundo del hombre en carne mortal.
Abrid vuestras
puertas, ciudades de paz,
que el Rey de la gloria ya pronto vendrá;
abrid
corazones, hermanos, cantad
que vuestra esperanza cumplida será.
Los justos
sabían que el hambre de Dios
vendría a colmarla el Dios del Amor,
su Vida es su
vida, su Amor es su amor
serían un día su gracia y su don.
Ven pronto, Mesías,
ven pronto, Señor,
los hombres hermanos esperan tu voz,
tu luz, tu mirada, tu
vida, tu amor.
Ven pronto, Mesías, sé Dios Salvador. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Cantad al Señor y meditad sus maravillas.
Salmo 104
LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN REALIZA LAS PROMESAS HECHAS POR DIOS A
ABRAHÁN
I
Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
dad a conocer sus hazañas a los
pueblos.
Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas,
gloriaos de
su nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor.
Recurrid al Señor y a
su poder,
buscad continuamente su rostro.
Recordad las maravillas que hizo,
sus
prodigios, las sentencias de su boca.
¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de
Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra.
Se
acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones;
de
la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a Isaac,
confirmado como ley
para Jacob,
como alianza eterna para Israel:
"A ti te daré el país cananeo,
como
lote de vuestra heredad".
Cuando eran unos pocos mortales,
contados, y
forasteros en el país,
cuando erraban de pueblo en pueblo,
de un reino a otra
nación,
a nadie permitió que los molestase,
y por ellos castigó a reyes:
"No
toquéis a mis ungidos,
no hagáis mal a mis profetas".
Ant. Cantad al Señor y meditad sus maravillas.
Ant. 2. No abandonó al justo vendido, sino que lo libró de sus
calumniadores.
II
Llamó al hambre sobre aquella tierra:
cortando el sustento de pan;
por delante
había enviado a un hombre,
a José, vendido como esclavo;
le trabaron los pies
con grillos,
le metieron el cuello en la argolla,
hasta que se cumplió su
predicción,
y la palabra del Señor lo acreditó.
El rey lo mandó desatar,
el
Señor de pueblos le abrió la prisión,
lo nombró administrador de su casa,
señor
de todas sus posesiones,
para que a su gusto instruyera a los príncipes
y
enseñase sabiduría a los ancianos.
Ant. No abandonó al justo vendido, sino que lo libró de sus calumniadores.
Ant. 3. Se acordó el Señor de su palabra y sacó a su pueblo con alegría.
III
Entonces Israel entró en Egipto,
Jacob se hospedó en la tierra de Cam.
Dios
hizo a su pueblo muy fecundo,
más poderoso que sus enemigos.
A éstos les cambió
el corazón
para que odiasen a su pueblo,
y usaran malas artes con sus siervos.
Pero envió a Moisés, su siervo,
y a Aarón, su escogido,
que hicieron contra
ellos sus signos,
prodigios en la tierra de Cam.
Envió la oscuridad, y
oscureció,
pero ellos resistieron a sus palabras;
convirtió sus aguas en sangre,
y dio muerte a sus peces;
su tierra pululaba de ranas,
hasta en la alcoba del
rey.
Ordenó que vinieran tábanos
y mosquitos por todo el territorio;
les dio en
vez de lluvia granizo,
llamas de fuego por su tierra;
e hirió higueras y viñas,
tronchó los árboles del país.
Ordenó que viniera la langosta,
saltamontes
innumerables,
que roían la hierba de su tierra,
y devoraron los frutos de sus
campos.
Hirió de muerte a los primogénitos del país,
primicias de su virilidad.
Sacó a su pueblo cargado de oro y plata,
entre sus tribus nadie tropezaba;
los
Egipcios se alegraban de su marcha,
porque los había sobrecogido el terror.
Tendió una nube que los cubriese,
y un fuego que los alumbrase de noche.
Lo
pidieron, y envió codornices,
los sació con pan del cielo;
hendió la peña, y
brotaron las aguas,
que corrieron en ríos por el desierto.
Porque se acordaba
de la palabra sagrada,
que había dado a su siervo Abrahán,
sacó a su pueblo con
alegría,
a sus escogidos con gritos de triunfo.
Les asignó las tierras de los
gentiles,
y poseyeron las haciendas de las naciones:
para que guarden sus
decretos,
y cumplan su ley.
Ant. Se acordó el Señor de su palabra y sacó a su pueblo con alegría.
VERSÍCULO
V. El Señor anuncia su palabra a Jacob.
R. Sus decretos y mandatos a
Israel.
PRIMERA LECTURA
Año I:
Del libro del profeta Isaías 13, 1-22
EL DÍA DEL SEÑOR
Oráculo contra Babilonia, que contempló Isaías, hijo de Amós:
Sobre
el monte pelado izad la bandera, levantad la voz a ellos, agitad la
mano y que entren por las puertas de los nobles. Yo he mandado a mis
consagrados y también he llamado a mis valientes, para ejecutar mi ira a
mis gallardos.
Escuchad: ¡Ruido estruendoso en los montes, como de
mucha gente! ¡Ruido estrepitoso de reinos, naciones reunidas! el Señor
de los ejércitos pasa revista a su tropa de combate. Vienen de tierra
lejana, del cabo de los cielos, el Señor y los instrumentos de su enojo
para arrasar toda la tierra.
Ululad, que cercano está el Día del
Señor, como la destrucción de Sadday viene. Por eso todos los brazos
decaen y todo corazón humano se derrite. Se empavorecen, angustias y
apuros les sobrecogen, cual parturienta se duelen. Cada cual se asusta
de su prójimo. Son los suyos rostros llameantes. He aquí que el Día del
Señor viene implacable, el arrebato, el ardor de su ira, a convertir la
tierra en yermo y exterminar de ella a los pecadores. Cuando las
estrellas del cielo y la constelación de Orión no alumbren ya, esté
oscurecido el sol en su salida y no brille la luz de la luna.
Pasaré
revista al orbe por su malicia y a los malvados por su culpa. Haré cesar
la arrogancia de los insolentes, y la soberbia de los desmandados
humillaré. Haré que el hombre sea más escaso que el oro fino, y la
humanidad más que metal de Ofir. Por eso haré temblar los cielos, y se
removerá la tierra de su sitio, en el arrebato del Señor de los
ejércitos, en el día de su ira hirviente. Será como gacela acosada, como
ovejas cuando no hay quien las reúna: cada uno enfilará hacia su
pueblo, cada uno huirá hacia su tierra. Todo el que fuere descubierto
será traspasado, y todo el que fuere apresado caerá por la espada. Sus
párvulos serán estrellados ante sus ojos, serán saqueadas sus casas, y
sus mujeres violadas.
He aquí que yo despierto contra ellos a los
medos, que no estiman la plata, ni desean el oro. Machacarán a todos sus
muchachos, estrellarán a todas sus muchachas, del fruto del vientre no
se apiadarán ni de las criaturas tendrán lástima sus ojos.
Babilonia,
la flor de los reinos, prez y orgullo de Caldea, será semejante a
Sodoma y Gomorra, destruidas por Dios. No será habitada jamás ni poblada
en generaciones y generaciones, ni pondrá tienda allí el árabe, ni
pastores apacentarán allí. Allí tendrán aprisco bestias del desierto y
se llenarán sus casas de mochuelos. Allí morarán las avestruces y los
sátiros brincarán allí. Se responderán las hienas en sus alcázares y los
chacales en sus palacios de recreo. Su hora está para llegar y sus días
no tendrán prórroga.
RESPONSORIO Ap 18, 2. 4. 5
V. Grande es el día del Señor, terrible es, ¿quién lo resistirá?
R. Pero
ahora convertíos al Señor, vuestro Dios, porque es compasivo y misericordioso.
V. Ha llegado el día grande de la ira del que está sentado en el
trono y del Cordero: y ¿quién podrá resistir?
R. Pero ahora convertíos al
Señor, vuestro Dios, porque es compasivo y misericordioso.
Año II:
Del libro del profeta Isaías 21, 6-12
EL VIGÍA ANUNCIA LA RUINA DE
BABILONIA
Así me ha dicho el Señor:
«Anda, pon un vigía que vea y avise.
Cuando vea carros, troncos de caballos, jinetes en burro, jinetes en
camello, preste atención, mucha atención y que grite: “Lo veo”.»
Como
vigía, Señor, yo mismo sobre la atalaya estoy de pie a lo largo del
día, y en mi puesto de guardia estoy firme noches enteras. Pues bien:
por ahí vienen jinetes, troncos de caballos y anuncian:
«¡Cayó, cayó Babilonia,
y todas las estatuas de sus dioses se han estrellado contra el suelo!»
Trilla
mía y parva de mi era: lo que he oído de parte del Señor de los
ejércitos, Dios de Israel, os lo he anunciado. Oráculo contra Edom.
Alguien me grita desde Seír:
«Centinela, ¿qué hay de la noche? Centinela, ¿qué
hay de la noche?»
Responde el centinela:
«Se hizo de mañana y también de noche.
Si queréis preguntar, volveos, venid.»
RESPONSORIO Ap 18, 2. 4. 5
V. Gritó el ángel con voz potente: «¡Cayó Babilonia la grande!» Y oí luego
otra voz que decía desde el cielo:
R. «Salid de ella, pueblo mío, para que no
os hagáis cómplices de sus pecados.»
V. Sus delitos se han amontonado hasta
llegar al cielo y Dios se ha acordado de sus iniquidades.
R. Salid de ella,
pueblo mío, para que no os hagáis cómplices de sus pecados.
SEGUNDA LECTURA
Del Tratado de san Cipriano, obispo y mártir, sobre los bienes de la paciencia
(Núms. 13 y 15: CSEL 3, 406-408)
LA ESPERANZA NOS SOSTIENE
Es saludable aviso del Señor, nuestro maestro, que el que persevere
hasta el final se salvará. Y también este otro: Si os mantenéis en mi
palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la
verdad os hará libres. Hemos de tener paciencia, y perseverar, hermanos
queridos, para que, después de haber sido admitidos a la esperanza de la
verdad y de la libertad, podamos alcanzar la verdad y la libertad
mismas. Porque el que seamos cristianos es por la fe y la esperanza;
pero es necesaria la paciencia, para que esta fe y esta esperanza
lleguen a dar su fruto. Pues no vamos en pos de una gloria presente;
buscamos la futura, conforme a la advertencia del apóstol Pablo cuando
dice: En esperanza fuimos salvados. Y una esperanza que se ve ya no es
esperanza. ¿Cómo seguirá esperando uno aquello que se ve? Cuando
esperamos lo que no vemos, aguardamos con perseverancia. Así pues, la
esperanza y la paciencia nos son necesarias para completar en nosotros
lo que hemos empezado a ser, y para conseguir, por concesión de Dios, lo
que creemos y esperamos. En otra ocasión, el mismo Apóstol recomienda a
los justos que obran el bien y guardan sus tesoros en el cielo para
obtener el ciento por uno, que tengan paciencia, diciendo: Mientras
tenemos ocasión, trabajemos por el bien de todos, especialmente por el
de la familia de la fe. No nos cansemos de hacer el bien, que, si no
desmayamos, a su tiempo cosecharemos.
Estas palabras exhortan a que
nadie, por impaciencia, decaiga en el bien obrar o, solicitado y vencido
por la tentación, renuncie en medio de su brillante carrera echando así
a perder el fruto de lo ganado, por dejar sin terminar lo que
empezó. En fin, cuando el Apóstol habla de la caridad, une
inseparablemente con ella la constancia y la paciencia: La caridad es
paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no es mal
educada ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del mal; disculpa sin
límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites.
Indica, pues, que la caridad puede permanecer, porque es capaz de
sufrirlo todo. Y en otro pasaje escribe: Sobrellevaos mutuamente con
amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu, con el vinculo de la
paz. Con esto enseña que no puede conservarse ni la unidad ni la paz si
no se ayudan mutuamente los hermanos y no mantienen el vínculo de la
unidad, con auxilio de la paciencia.
RESPONSORIO Ha 2, 3; Hb 10, 37
V. Se acerca su término y no fallará.
R. Si tarda, espéralo, porque ha de
llegar sin falta.
V. Todavía un poco de tiempo, un poco nada más: y el que ha
de venir vendrá.
R. Si tarda, espéralo, porque ha de llegar sin falta.
ORACIÓN
Señor Dios, que para librar al hombre de la antigua esclavitud del
pecado enviaste a tu Hijo al mundo, concede a los que esperamos con
devoción su venida alcanzar la gracia de la libertad verdadera. Por
nuestro Señor Jesucristo.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
Laudes
V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
INVITATORIO
Ant. Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.
Salmo 66
QUE TODOS LOS PUEBLOS ALABEN AL SEÑOR
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca
la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
¡Oh Dios!, que te alaben
los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que canten de alegría las
naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y
gobiernas las naciones de la tierra.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que
todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor,
nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.
HIMNO
Ruega por nosotros,
Madre de la Iglesia.
Virgen del Adviento,
esperanza
nuestra,
de Jesús la aurora,
del cielo la puerta.
Madre de los hombres,
de la
mar estrella,
llévanos a Cristo,
danos sus promesas.
Eres, Virgen Madre,
la de
gracia llena,
del Señor la esclava,
del mundo la reina.
Alza nuestros ojos
hacia tu belleza,
guía nuestros pasos
a la vida eterna.
SALMODIA
Ant. 1. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Salmo 118, 145-152
XIX (Kof)
Te invoco de todo corazón;
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito:
sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos
dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.
Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo
comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.
Ant. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Ant. 2. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Cántico Ex 15, 1-4. 8-13. 17-18
HIMNO A DIOS, DESPUÉS DE LA VICTORIA DEL MAR
ROJO
Cantaré al Señor, sublime es su victoria,
caballos y carros ha arrojado en el
mar.
Mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Él es mi Dios: yo
lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
El Señor es un guerrero,
su
nombre es «El Señor».
Los carros del Faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar
Rojo a sus mejores capitanes.
Al soplo de tu ira se amontonaron las aguas,
las
corrientes se alzaron como un dique,
las olas se cuajaron en el mar.
Decía el
enemigo: «Los perseguiré y alcanzaré,
repartiré el botín, se saciará mi codicia,
empuñaré la espada, los agarrará mi mano.»
Pero sopló tu aliento y los cubrió
el mar,
se hundieron como plomo en las aguas formidables.
¿Quién como tú,
Señor, entre los dioses?
¿Quién como tú, terrible entre los santos,
temible por
tus proezas, autor de maravillas?
Extendiste tu diestra: se los tragó la
tierra;
guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado,
los llevaste con tu poder
hasta tu santa morada.
Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad,
lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus
manos.
El Señor reina por siempre jamás.
Ant. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Ant. 3. Alabad al Señor, todas las naciones.
Salmo 116
INVITACIÓN UNIVERSAL A LA ALABANZA DIVINA
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos.
Firme es
su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
Ant. Alabad al Señor, todas las naciones.
LECTURA BREVE Is 11, 1-3a
Brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá
un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de
prudencia y sabiduría, espíritu de consejo y valentía, espíritu de
ciencia y temor del Señor. Le inspirará el temor del Señor.
RESPONSORIO BREVE
V. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
R. Sobre ti, Jerusalén,
amanecerá el Señor.
V. Su gloria aparecerá sobre ti.
R. Amanecerá el Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre
ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. No temas, Sión; mira que tu Señor vendrá. Aleluya.
BENEDICTUS Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su
pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la
salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos
odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su
santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos
que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con
santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te
llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus
caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la
entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo
alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar
nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. No temas, Sión; mira que tu Señor vendrá. Aleluya.
PRECES
Oremos a Dios Padre, que trazó desde antiguo un plan de salvación para su
pueblo, y digámosle:
Guarda a tu pueblo, Señor.
Oh Dios, que prometiste a tu pueblo un vástago
que haría justicia,
— vela por la santidad de tu Iglesia.
Inclina, oh Dios, el
corazón de los hombres a tu palabra,
— y afianza la santidad de tus fieles.
Por
tu Espíritu consérvanos en el amor,
— para que podamos recibir la misericordia de
tu Hijo que se acerca.
Haz que nos mantengamos firmes, Dios de clemencia,
—
hasta el día de la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el
cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como
también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en
la tentación, y líbranos del mal.
ORACIÓN
Señor Dios, que para librar al hombre de la antigua esclavitud del
pecado enviaste a tu Hijo al mundo, concede a los que esperamos con
devoción su venida alcanzar la gracia de la libertad verdadera. Por
nuestro Señor Jesucristo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.
Vísperas
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
HIMNO
¡Luz que te entregas!,
¡luz que te niegas!,
a tu busca va el pueblo de noche:
alumbra su senda.
Dios de la luz, presencia ardiente
sin meridiano ni frontera:
vuelves la noche mediodía,
ciegas al sol con tu derecha.
Como columna de la aurora,
iba en la noche tu grandeza;
te vio el desierto, y destellaron
luz de tu gloria las arenas.
Cerró la noche sobre Egipto
como cilicio de tinieblas;
para tu pueblo amanecías
bajo los techos de las tiendas.
Eres la Luz, pero en tu rayo
lanzas el día o la tiniebla:
ciegas los ojos del soberbio,
curas al pobre su ceguera.
Cristo Jesús, tú que trajiste
fuego a la entraña de la tierra,
guarda encendida nuestra lámpara
hasta la aurora de tu vuelta. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Alégrate y goza, nueva Sión, porque tu Rey llega con mansedumbre a
salvar nuestras almas.
Salmo 118, 105-112
XIV (Nun)
HIMNO A LA LEY DIVINA
Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero;
lo juro y lo
cumpliré:
guardaré tus justos mandamientos;
¡estoy tan afligido!
Señor, dame vida según tu
promesa.
Acepta, Señor, los votos que pronuncio,
enséñame tus mandatos;
mi vida
está siempre en peligro,
pero no olvido tu voluntad;
los malvados me tendieron un
lazo,
pero no me desvié de tus decretos.
Tus preceptos son mi herencia
perpetua,
la alegría de mi corazón;
inclino mi corazón a cumplir tus leyes,
siempre y cabalmente.
Ant. Alégrate y goza, nueva Sión, porque tu Rey llega con mansedumbre a
salvar nuestras almas.
Ant. 2. Fortaleced las manos débiles, sed fuertes y
decid: «Mirad a nuestro Dios que viene y nos salvará.» Aleluya.
Salmo 15
EL
SEÑOR ES EL LOTE DE MI HEREDAD
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: "Tú eres mi
bien".
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.
Multiplican las estatuas
de dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus
nombres en mis labios.
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte
está en tu mano:
me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.
Bendeciré
al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre
presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el
corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me
entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me
enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría
perpetua a tu derecha.
Ant. Fortaleced las manos débiles, sed fuertes y decid: «Mirad a nuestro Dios
que viene y nos salvará.» Aleluya.
Ant. 3. La ley se nos dio por mediación de
Moisés; pero la gracia y la verdad nos han venido por Jesucristo.
Cántico Flp 2, 5-11
CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de
Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por
uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta
someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó
sobre todo
y le concedió el "Nombre—sobre—todo—nombre";
de modo que al nombre de
Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda
lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Ant. La ley se nos dio por mediación de Moisés; pero la gracia y la verdad
nos han venido por Jesucristo.
LECTURA BREVE 1 Ts 5, 23-24
Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente y que todo vuestro
ser —espíritu, alma y cuerpo— sea custodiado sin reproche hasta la
Parusía de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es a sus promesas el que os ha
convocado; y él las cumplirá.
RESPONSORIO BREVE
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Muéstranos, Señor, tu
misericordia.
V. Y danos tu salvación.
R. Muéstranos, Señor, tu
misericordia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Muéstranos, Señor, tu
misericordia.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Ven, Señor, y danos tu paz; tu visita nos retornará a la rectitud y
podremos alegrarnos en tu presencia.
MAGNIFICAT Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi
salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por
mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en
generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos
los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su
siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros
padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ven, Señor, y danos tu paz; tu visita nos retornará a la rectitud y
podremos alegrarnos en tu presencia.
PRECES
Oremos, hermanos, a Cristo, el Señor, que nació de la Virgen María, y
digámosle:
Ven, Señor Jesús.
Hijo unigénito de Dios, que has de venir al mundo como mensajero de la
alianza,
—haz que el mundo te reciba y te reconozca.
Tú que, engendrado en el seno del Padre, quisiste hacerte hombre en el seno de
María,
—líbranos de la corrupción de la carne.
Tú que, siendo la vida, quisiste experimentar la muerte,
—no permitas que la muerte pueda dañar a tu pueblo.
Tú que, en el día del juicio, traerás contigo la recompensa,
—haz que tu amor sea entonces nuestro premio.
Señor Jesucristo, que por tu muerte socorriste a los muertos,
—escucha las súplicas que te dirigimos por nuestros difuntos.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el
cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como
también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en
la tentación, y líbranos del mal.
ORACIÓN
Señor todopoderoso, rico en misericordia, cuando salimos animosos al
encuentro de tu Hijo, no permitas que lo impidan los afanes de este
mundo; guíanos hasta él con sabiduría divina para que podamos participar
plenamente de su vida. Por nuestro Señor Jesucristo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
Completas
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos: Llegados al fin de esta jornada que Dios nos ha concedido,
agradezcamos sus dones y reconozcamos humildemente nuestros pecados.
Todos examinan en silencio su conciencia. Terminado el examen se añade una de
las siguientes fórmulas penitenciales:
I
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado
mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi
gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a
vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
II
V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado
contra ti.
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.
V. Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
HIMNO
El sueño, hermano de la muerte,
a su descanso nos convida;
guárdanos tú, Señor,
de suerte
que despertemos a la vida.
Tu amor nos guía y nos reprende
y por
nosotros se desvela,
del enemigo nos defiende
y, mientras dormimos, nos vela.
Te ofrecemos, humildemente,
dolor, trabajo y alegría;
nuestra plegaria
balbuciente:
"Gracias, Señor, por este día".
Recibe, Padre, la alabanza
del
corazón que en ti confía
y alimenta nuestra esperanza
de amanecer a tu gran día.
Gloria a Dios Padre, que nos hizo,
gloria a Dios Hijo Salvador,
gloria al
Espíritu divino:
tres Personas y un solo Dios. Amén
SALMODIA
Ant. 1. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.
Salmo 4
ACCIÓN DE GRACIAS
Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste
anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración.
Y vosotros, ¿hasta cuándo
ultrajaréis mi honor,
amaréis la falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo: el
Señor hizo milagros en mi favor,
y el Señor me escuchará cuando lo invoque.
Temblad y no pequéis,
reflexionad en el silencio de vuestro lecho;
ofreced
sacrificios legítimos
y confiad en el Señor.
Hay muchos que dicen: "¿Quién nos
hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?"
Pero tú,
Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en trigo y en vino.
En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú sólo, Señor, me haces
vivir tranquilo.
Ant. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.
Ant. 2. Durante la noche, bendecid al Señor.
Salmo 133
ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO
Y ahora bendecid al Señor,
los siervos del Señor,
los que pasáis la noche
en la
casa del Señor.
Levantad las manos hacia el santuario
y bendecid al Señor.
El
Señor te bendiga desde Sión,
el que hizo cielo y tierra.
Ant. Durante la noche, bendecid al Señor.
LECTURA BREVE Dt 6, 4-7
Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al
Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las
fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria, se las
repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de
camino, acostado y levantado.
RESPONSORIO BREVE
V. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. A tus manos, Señor,
encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Encomiendo
mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. A tus
manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que
velemos con Cristo y descansemos en paz.
Cántico de Simeón Lc 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE
ISRAEL
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque
mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que
velemos con Cristo y descansemos en paz.
ORACIÓN
Guárdanos, Señor, durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear
el nuevo día, la celebración del domingo nos llene con la alegría de la
resurrección de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
CONCLUSIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una muerte
santa.
R. Amén.
INVOCACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN
Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.
Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más
bella;
salve, hermosa doncella,
ruega a Cristo por nosotros.