 | Asunto: | [diosexiste] Lecturas, Santoral y Liturgia de las horas del Martes 07 de Diciembre de 2021 | Fecha: | 7 de Diciembre, 2021 00:06:22 (+0100) | Autor: | Alfa Romeo <yj_adonai @.....es>
|
|
Martes 2ª semana de Adviento
Lecturas del Martes 07 de Diciembre de 2021
Is 40,1-11: Dios consuela a su pueblo Salmo 95: Nuestro Dios
llega con poder Mt 18,12-14: Dios no quiere que nadie se pierda
Santoral:
Ambrosio
Liturgia de las horas
Lecturas
Isaías 40,1-11 Dios consuela a su pueblo
"Consolad,
consolad a mi pueblo -dice vuestro Dios-; hablad al corazón de
Jerusalén, gritadle, que se ha cumplido su servicio, y está pagado su
crimen, pues de la mano del Señor ha recibido doble paga por sus
pecados."
Una voz grita: "En el desierto preparadle un camino al Señor;
allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se
levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y
lo escabroso se iguale. Se revelará la gloria del Señor, y la verán
todos los hombres juntos -ha hablado la boca del Señor-." Dice una voz:
"Grita." Respondo: "¿Qué debo gritar?" "Toda carne es hierba y su
belleza como flor campestre: se agosta la hierba, se marchita la flor,
cuando el aliento del Señor sopla sobre ellos; se agosta la hierba, se
marchita la flor, pero la palabra de nuestro Dios permanece por
siempre."
Súbete a un monte elevado, heraldo de Sión; alza fuerte la voz,
heraldo de Jerusalén; álzala, no temas, di a las ciudades de Judá: "Aquí
está vuestro Dios. Mirad, el Señor Dios llega con poder, y su brazo
manda. Mirad, viene con él su salario, y su recompensa lo precede. Como
un pastor que apacienta el rebaño, su brazo lo reúne, toma en brazos los
corderos y hace recostar a las madres."
Salmo responsorial: 95 Nuestro Dios llega con poder.
Cantad al Señor un cántico nuevo, / cantad al Señor, toda la tierra; /
cantad al Señor, bendecid su nombre, / proclamad día tras día su
victoria. R.
Contad a los pueblos su gloria, / sus maravillas a todas las
naciones. / Decid a los pueblos: "El Señor es rey, / él gobierna a los
pueblos rectamente." R.
Alégrese el cielo, goce la tierra, / retumbe el mar y cuanto lo
llena; / vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, / aclamen los
árboles del bosque, R.
delante del Señor, que ya llega, / ya llega a regir la tierra: / regirá el orbe
con justicia / y los pueblos con fidelidad. R.
Mateo 18,12-14 Dios no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "¿Qué os parece? Suponed que
un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y
nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os
aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se
habían extraviado. Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se
pierda ni uno de estos pequeños."
Comentarios:
dominicos.org
…el Señor Dios llega
Nos adentramos en el Adviento, el tiempo
por excelencia de la espera. Y no una espera cualquiera sino la espera
de lo mejor que nos podía acontecer: ¡Dios viene a nuestro encuentro!
Comienza
la lectura del 2º Isaías con ese grito de Dios: “Consolad, consolad a
mi pueblo”. Efectivamente, el pueblo de Israel, exiliado en Babilonia,
estaba necesitado de consuelo. Soñaba con una intervención de Dios que
les permitiera regresar a su tierra, recuperar su dignidad y su
“identidad”.
Y el profeta les anuncia esa llegada de Dios con
“poder”. Un poder desconcertante, pues se concreta en la imagen de un
pastor que reúne y cuida a su rebaño. Ninguna precisión sobre aquello
que esperan con ansia ilimitada…
La actualidad permanente de la
Escritura nos permite situarnos ante esta Palabra y rescatar lo que hoy
nos comunica a nosotros, la transformación a la que nos invita este Dios
que sigue llegando en todo momento de la historia:
- Aceptar
que es Él el que viene, el que trae salvación. Una salvación que puede
no coincidir con nuestras expectativas, con nuestra manera de entender
lo que sería “mejor”. Se traduciría en abandonar la pretensión de
diseñar el futuro a nuestro modo, en abandonarnos en sus manos y poner sólo en
Él nuestra esperanza.
- Asumir
la realidad de nuestro mundo como lugar de su presencia, creer que es
en esta realidad nuestra en la que se hace presente la salvación de
Dios. Y que nuestra esperanza puede “apresurar” su venida.
- Poner
en acción la esperanza. Nunca se trata de esperar a ver qué pasa.
Isaías lo deja muy claro. El Señor viene, pero “en el desierto
preparadle un camino…”. Que, traducido quizá no signifique otra cosa
-¡nada más y nada menos!- que poner en acción el amor siempre y en toda
situación.
El Padre no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños
En
este capítulo del evangelio de Mateo se reúnen algunas instrucciones
sobre el modo de actuar en la comunidad de los que siguen a Jesús. El
cuadro que dibuja Mateo sitúa a Jesús rodeado de los discípulos, que
tienen mucho interés en saber quién es el más grande en el Reino de los
Cielos.
Jesús, antes de responder, coge a un niño pequeño y lo
coloca en medio de ellos. El niño, en aquella época y cultura,
representaba el último escalafón de la sociedad. No contaban para nada:
ninguna consideración, ningún derecho. La pregunta por el “más grande”
queda al margen, probablemente ante el desconcierto de los discípulos.
Y
en ese contexto Jesús habla de un hombre que teniendo cien ovejas,
pierde una y se va a buscarla dejando a las otras noventa y nueve. Y no
ceja en su empeño hasta que la encuentra. Y se alegra por ella, más que
por las noventa y nueve que no se habían perdido.
E inmediatamente
presenta la explicación de esta historia: el Padre no quiere que se
pierda ni uno de estos pequeños. El pequeño era el niño, personificación
de los “últimos”, de los que no cuentan para nada. Y nos está diciendo
claramente que Dios quiere la salvación de todos y cada uno de sus
hijos. De modo que si alguno de nosotros anda perdido, la comunidad
debería hacer cuanto está en su mano para “encontrarlo”, para recibirlo,
acogerlo, integrarlo…
Pero aún hay algo mejor e “impensable” para
cada uno de nosotros, algo que se convierte en cimiento y alegría de
nuestra vida: en tantas situaciones o momentos de la vida en que nos
podemos sentir “perdidos”, Dios mismo nos busca, incansable, y se alegra
infinitamente si nos dejamos encontrar…
evangelizacion.org.mx/liturgia/ P. Ernesto María Caro Evangelización
activa
Si volteamos a nuestro alrededor nos encontraremos con muchos de estos
"pequeños" que se han extraviado. Hombres y mujeres que, por diferentes
razones, se encuentran lejos del Evangelio.
Hombres y mujeres,
jóvenes y adultos que se han dejado engañar por el "oropel" del mundo y
que se encuentran perdidos en el hedonismo, el consumismo, o en la más
miserable pobreza; algunos incluso, en los vicios y las drogas. Son
personas a las que les ha faltado un pastor que evitara que por las
presiones del mundo, económicas, sociales o culturales, éstos se
perdieran.
Tú y yo debemos y podemos hacer algo. Cada uno según sus posibilidades y
el llamado de Dios en su corazón podrá hacerlo materialmente, pero
todos debemos orar e interesarnos por ellos. Hagamos lo que está en
nuestras manos, Dios completará la acción.
Monasterio Visitación de Santa María - Pasto Padre Raúl Gómez sacerdote
Nos encontremos en torno a la Palabra del Señor en este día en donde
venimos transitando la segunda semana del tiempo de Adviento, tiempo de
preparación y conversión. Tiempo para volver la mirada al Señor y
preparar el pesebre del corazón para que Jesús pueda nacer.
El evangelio
nos propone esta escena bíblica donde Jesús les habla a los discípulos y
les pone de ejemplo una parábola, para que todos entiendan, de un
hombre que tiene cien ovejas y se le pierde una. Dice: “No deja acaso
las noventa y nueve ovejas en la montaña para ir a buscar la que se le
había extraviado??” Esta Palabra tiene que recordarnos las veces que el
Señor nos ha salido a buscar, nos ha curado las heridas y vuelto al
redil. Qué importante hacer este ejercicio de ser encontrado por el
Señor y por otro lado ser Pastor e ir a buscar a los que se han alejado y
extraviado. Quizá por nuestros malos gestos, palabras o actitudes, por
no haber sido comprensivos. Quizá por no haber visto en ellos el rostro
de Jesús y no los hemos tratado como tal.
Qué importante es para
nosotros esta Palabra en este tiempo que estamos viviendo. Dice el texto
bíblico que cuando el Pastor encuentra a la oveja se alegra más por
ella que por las otras que no se extraviaron. Es tan valiosa una oveja
perdida. Es tan valioso el hermano que se ha alejado del camino del
Señor. Por eso, cuando lo encontramos y atraemos al camino de Jesús nos
despierta tanta alegría este reencuentro.
Por eso pidámosle al Señor en
este día que así como fuimos encontrados y salvados también nosotros
podamos ser instrumento del Amor de Dios. En este día te hago una
propuesta y también me involucro en ella: que podamos ir en busca del
hermano que se ha alejado del camino. Seguramente hay familiares o
amigos que se han alejado del Amor de Dios. Que podamos ir a buscarlos y
que este sea el día para ello. Que el Señor los bendiga mucho y que
esta semana siga siendo tiempo de preparación para la Navidad.
ciudadredonda.org Misioneros claretianos
¿A qué se dedica Dios? ¿En qué emplea su tiempo? Básicamente en hacer
tres cosas: llamar constantemente, perdonar a todas horas y consolar con
infinita ternura. Por eso, cuando llevamos y dejamos salir al Espíritu
Santo que llevamos dentro, lo que nos sale es consolar. El que está
lleno de Dios no maldice, ni reniega, ni condena. Lo que le sale es lo
contrario. De ahí el mandato de hoy de Isaías, su primera palabra:
“consolad/consuelen”. Es lo que deberíamos hacer con más frecuencia los
cristianos, consolar, llevar más amor, dar buenas noticias. Porque este
mundo, nuestras realidades, necesitan más palabras de consuelo y menos
palabras de condena. Hay que amar nuestra realidad y nuestro mundo,
también con sus negatividades (y las nuestras personales) que tenemos
que aceptar. Pero tenemos que recordar cada vez que nos levantamos por
la mañana, que sólo el amor es capaz de transformarlo todo. Necesitamos
más consuelo y menos condenas.
Hoy podíamos hacerle esta pregunta al Señor en nuestra oración personal:
¿dónde y a quién puedo y tengo que llevar palabras y gestos de consuelo
y no lo estoy haciendo? Dímelo Señor. Dame tu luz para darme cuenta y
la fuerza para hacerlo. Que yo pueda preparar tu venida sembrando esta
estrella en el corazón de aquel que vive a mi lado o que veo todos los
días en mi trabajo. Que de mis labios salgan palabras de consuelo y
ternura y de mis manos gestos de acogida, especialmente hacia los que
más me cuesta, que suelen ser los que necesitan más amor en sus vidas.
Jesús lo dice bien claro en el Evangelio de hoy: Dios no quiere que se
pierda nadie, por eso arriesga lo que nosotros no haríamos, dejar las
noventa y nueve ovejas. Fíjate si arriesga. ¿Es la “política” de Dios la
condenación? Por si a alguno/a todavía dudaba…
oracionyliturgia.archimadrid.org/ Archidiócesis de Madrid
Dejarnos
consolar por Dios
“Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios. Hablad al
corazón
de Jerusalén”. Dios quiere transmitir a su pueblo probado durante
decenios en la deportación a Babilonia, el consuelo: pronto serán
liberados y volverán a su país. El anuncio más consolador es que Dios
llega, que llega con poder, que perdona a su pueblo sus pecados
anteriores, que quiere reunir a todos los dispersos, como el pastor a
sus ovejas. En este tiempo de Adviento también nos quiere llenar del
consuelo de la esperanza a cada uno de nosotros. Dios es rico en
misericordia, por el gran amor con nos ama (cf. Ef 2, 4), sale a nuestro
encuentro, sale a buscarnos como a la oveja perdida. “No es voluntad de
vuestro Padre que está en el cielo que se pierda ni uno de estos
pequeños”. El Dios que nos revela Jesucristo no queda indiferente ante
el destino de los hombres. Es él quien está empeñado en llevarnos al
cielo.
En el centro de esta parábola está la alegría de Dios. Su alegría es
encontrar de nuevo, es perdonar, es salvar, es devolver la felicidad. Su
alegría es encontrarnos y llevarnos con él. Quiere a todas las otras
ovejas; pero la perdida le ha dado una particular alegría y desde ahora
se sentirá más vinculado a ella: porque le ha salvado la vida. Habría
muerto desgraciada, lejos del rebaño. La consideración de esta verdad
llenará nuestro corazón de esperanza y agradecimiento, de la alegría
ante la cercanía de la venida del Señor a la vida de cada uno. A los
primeros a quien Cristo Jesús quiere salvar en este Adviento es a
nosotros mismos. Tal vez no seremos ovejas muy descarriadas, pero puede
ser que tampoco estemos en un momento demasiado fervoroso en nuestro
seguimiento del Pastor. Todos somos débiles y a veces nos distraemos del
camino recto.
Cristo Jesús nos busca y nos espera. No sólo a los grandes pecadores y
a los alejados, sino a nosotros, los cristianos que le seguimos con un
ritmo más intenso, pero que también necesitamos el estímulo de estas
llamadas y de la gracia de su amor. Somos nosotros mismos los invitados a
confiar en Dios, a celebrar su perdón, a aprovechar la gracia de la
Navidad. El que está en actitud de Adviento es él. Y esto también nos
compromete a hacer nosotros lo mismo con los demás y ser también quienes
llevan consuelo a su pueblo, particularmente a los más pequeños,
quienes salen al encuentro de la oveja perdida.
En este tiempo hemos de acudir especialmente a nuestra Madre, modelo
de esperanza, de apertura a las necesidades de los demás y preparar un
corazón bien dispuesto al Señor. A ella nos encomendamos.
evangeliodeñdia.org San Claudio de la Colombière (1641-1682) Jesuita
evangeli.net
Fr.
Damien
LIN Yuanheng
(Singapore, Singapur)
«No es voluntad de vuestro Padre
celestial que se pierda uno solo de estos pequeños»
Hoy, Jesús nos lanza un reto:
«¿Qué os parece?» (Mt 18,12); ¿qué clase de misericordia practicas?
Quizás nosotros, “católicos practicantes”, habiendo gustado muchas veces
de la misericordia de Dios en sus sacramentos, estemos tentados a
pensar que ya estamos justificados ante los ojos de Dios. Corremos el
peligro de convertirnos inconscientemente en el fariseo que menosprecia
al publicano (cf. Lc 18,9-14). Aunque no lo digamos en voz alta, quizás
pensemos que estamos libres de culpa ante Dios. Algunos síntomas de que
este orgullo farisaico echa raíces en nosotros pueden ser la impaciencia
ante los defectos de los demás, o pensar que las advertencias nunca van
para nosotros.
El “desobediente” profeta Jonás, un judío, se mantuvo inflexible cuando
Dios mostró pena por los habitantes de Nínive. Yahvé reprochó la
intolerancia de Jonás (cf. Jon 4,10-11). Aquella mirada humana ponía
límites a la divina misericordia. ¿Acaso también nosotros ponemos
límites a la misericordia de Dios? Hemos de prestar atención a la
lección de Jesús: «Sed misericordiosos como vuestro Padre es
misericordioso» (Lc 6,36). Con toda probabilidad, ¡todavía nos queda un
largo camino por recorrer para imitar la misericordia de Dios!
¿Cómo debiéramos entender la misericordia de nuestro Padre celestial? El
Papa Francisco dijo que «Dios no perdona mediante un decreto, sino con
un abrazo». El abrazo de Dios para con cada uno de nosotros se llama
“Jesucristo”. Cristo manifiesta la misericordia paternal de Dios. En el
capítulo cuarto del Evangelio de san Juan, Cristo no airea los pecados
de la mujer samaritana. En lugar de ello, la divina misericordia cura a
la Samaritana ayudándola a afrontar plenamente la realidad de su pecado.
La misericordia de Dios es totalmente coherente con la verdad. La
misericordia no es una excusa para tomarse rebajas morales. Sin embargo,
Jesús debió haber provocado su arrepentimiento con mucha más ternura
que la que sintió la mujer adúltera “herida por el amor” (cf. Jn
8,3-11). Nosotros también debemos aprender cómo ayudar a los demás a
encararse con sus errores sin avergonzarles, con gran respeto hacia
ellos como hermanos en Cristo, y con ternura. En nuestro caso, también
con humildad, sabiendo que nosotros mismos somos “vasijas de barro”.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
-
«¿Dónde pastoreas, Pastor bueno, tú que cargas sobre tus hombros a
toda la grey? Muéstrame el lugar de reposo, guíame hasta el pasto
nutritivo, llámame por mi nombre para que yo, oveja tuya, escuche tu
voz» (San Gregorio de Nisa)
-
«Una persona es consolada cuando siente la misericordia y el
perdón del Señor. La alegría de la Iglesia es “dar a luz”, salir de sí
misma para dar vida, ir a buscar a las ovejas que están extraviadas»
(Francisco)
-
«Cuando celebra el sacramento de la Penitencia, el sacerdote
ejerce el ministerio del Buen Pastor que busca la oveja perdida, el del
Buen Samaritano que cura las heridas, del Padre que espera al Hijo
pródigo y lo acoge a su vuelta, del justo Juez que no hace acepción de
personas y cuyo juicio es a la vez justo y misericordioso. En una
palabra, el sacerdote es el signo y el instrumento del amor
misericordioso de Dios con el pecador» (Catecismo de la Iglesia
Católica, nº 1.465)
fraynelson.com
Fray Nelson Medina OP
1. ¡Consuelen a mi pueblo!
1.1 La primera lectura nos ofrece una de las páginas más emotivas de
la profecía de Isaías. El grito de amor y compasión nos traspasa:
"¡consuelen a mi pueblo!". No estamos ante un juez implacable, ni frente
a una norma anónima; no nos gobierna una ley inexorable, ni un destino
ciego. Por grande y santo que sea el cielo, por puro y bello que sea
Dios, sabe de tierras y miserias; entiende de dolores y pecados. En lo
más alto hay un corazón. La suprema palabra no es una idea seca y fría,
sino un corazón que palpita, que ama y que a su hora sabe gritar:
"¡consuelen a mi pueblo!".
1.2 Ahora bien, el consuelo sólo es comprensible después del tiempo
duro. Y el tiempo duro en el contexto de esta profecía tiene nombre
propio: el destierro. Sólo que hay dos durezas en el destierro, como en
todos los dolores que se enmarcan en la providencia de Dios: la dureza
del castigo y la dureza de la medicina. Uno puede mirar los tiempos
duros sólo como tiempos amargos, o puede mirarlos como purificación y
preparación para una realidad nueva. El consuelo existe para quien
espera un tiempo nuevo.
1.3 El pueblo ha pecado; el pueblo ha sido humillado; el pueblo ha
aprendido una lección. ¿Cuál? Sólo Dios es grande. El camino que pasa
por el pecado y la humillación no es una especie de "empate". Hay una
ganancia neta y es la derrota de la soberbia y el rebrotar de la
gratitud y la admiración por la grandeza y la piedad de Dios.
2. ¿Qué vale más?
2.1 Dios es poderoso y es también piadoso. Isaías saca la lección a
su modo y Jesús la expone a su modo. Este pastor del evangelio de hoy no
es un empresario de las ovejas, guiado por los números y las ganancias.
La oveja perdida vale tanto o más que las noventa y nueve que no se han
perdido. No es lógico en los números pero funciona; da vida. Un día yo
he sido, un día yo seré esa oveja. Y entonces me convendrá que la lógica
estricta se quede callada, para oír la canción de mi pastor.
2.2 Es mayor la alegría que nace del proceso perder-recuperar, que la
alegría de nunca-perder. Es lo que decíamos con respecto a la lección
que aprende el pueblo en su proceso pecado-humillación-lección. Al final
de ese rodeo el pueblo es cualitativamente distinto. O como el hijo
pródigo: vuelve a la misma casa, pero no vuelve el mismo. El rodeo por
el pecado no es tiempo perdido. Puede ser el tiempo más importante de la
vida de aquella oveja o de aquel pecador.
Santoral
Ambrosio
Santo, Memoria Litúrgica Por: Redacción | Fuente: Archidiócesis
de Madrid
Obispo y Doctor de la Iglesia
Martirologio Romano:
Memoria de san Ambrosio, obispo de Milán, y doctor de la Iglesia, que
descansó en el Señor el día cuatro de abril, fecha que en aquel año
coincidía con la vigilia pascual, pero que se le venera en el día de
hoy, en el cual, siendo aún catecúmeno, fue escogido para gobernar
aquella célebre sede, mientras desempeñaba el oficio de Prefecto de la
ciudad. Verdadero pastor y doctor de los fieles, ejerció preferentemente
la caridad para con todos, defendió valerosamente la libertad de la
Iglesia y la recta doctrina de la fe en contra de los arrianos, y
catequizó el pueblo con los comentarios y la composición de himnos. (†
397).
Breve Biografía
El
joven prefecto de Liguria y de Emilia, Ambrosio, nació en Tréveris
hacia el año 340 de una familia romana. Todavía era catecúmeno, cuando
por aclamación del pueblo fue elegido a la sede episcopal de Milán, el 7
de diciembre del 374. En cuestión de religión cristiana tenía que
aprender casi todo, y se dedicó sobre todo al estudio de la Biblia con
tanto empeño que pronto la aprendió a fondo. Pero Ambrosio no era un
intelectual puro; era sobre todo un óptimo administrador de su comunidad
cristiana. Fue un verdadero padre espiritual de los jovencitos
emperadores Graciano y Valentiniano II y del temible Teodosio I, a quien
no dudó en reprochar duramente, exigiéndole una penitencia pública como
expiación por haber hecho asesinar al pueblo de Tesalónica para acabar
con una revuelta. Ambrosio es el símbolo de la Iglesia que renace
después de los duros años del ocultamiento y de las persecuciones. Por
medio de él la Iglesia de Roma trató sin nada de servilismos con el
poder político.
Sus cualidades personales fueron las que le atrajeron la devota atención
de todos. La actividad cotidiana de Ambrosio estaba dedicada a la
dirección de su propia comunidad, y cumplía sus compromisos pastorales
predicando a su pueblo más de una homilía semanal. San Agustín, quien
fue un asiduo oyente de los sermones de San Ambrosio, nos cuenta en sus
Confesiones que el prestigio de la elocuencia del obispo de Milán era
muy grande y muy eficaz el tono de este apóstol de la amistad.
Sus libros publicados que han llegado hasta nosotros son las rápidas
transcripciones y reutilizaciones de sus discursos, poco o nada
revisados. Sus famosos Comentarios exegéticos, antes de ser reunidos en
volúmenes, habían sido predicados a la comunidad cristiana de Milán. En
ellos se nota el tono familiar del pastor que se dirige con amable
sencillez a sus fieles. En ellos se siente palpitar el corazón de un
gran obispo, que logra suscitar conmovedora emoción en sus oyentes con
argumentos llenos de emotividad y de interés. Como buen pastor le gusta
enseñar cantos litúrgicos a su pueblo. Por eso compuso un buen número de
himnos, algunos son todavía familiares en la liturgia ambrosiana. Fue
él quien introdujo en occidente el canto alternado de los salmos.
Entre sus escritos que no tienen relación directa con su predicación,
recordamos el De officiis ministrorum, porque, recalcando el conocido
texto ciceroniano y acogiendo todos sus elementos, demuestra que el
cristianismo puede asimilar sin peligro de alterar el significado de la
buena noticia esos valores morales naturales que el mundo pagano y
romano en particular supo expresar. Ambrosio murió en Milán el 4 de
abril del 397.
¿Quieres saber más? Consulta EWTN
Liturgia de las horas
Oficio de Lecturas
V. Señor, ábreme los labios. R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
INVITATORIO
Salmo 94
Ant. Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.
Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su
presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su
mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes. Suyo es el mar,
porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él
es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz: "No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el
día de Masá en el desierto: cuando vuestros padres me pusieron a prueba, y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras."
Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: "Es un pueblo de
corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que
no entrarán en mi descanso."
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.
HIMNO
Puerta de Dios en el redil humano fue Cristo, el buen Pastor que al mundo
vino, glorioso va delante del rebaño, guiando su marchar por buen camino. Madero de
la cruz es su cayado, su voz es la verdad que a todos llama, su amor es el del
Padre, que le ha dado Espíritu de Dios, que a todos ama. Pastores del Señor son
sus ungidos, nuevos cristos de Dios, son enviados a los pueblos del mundo
redimidos; del único Pastor siervos amados. La cruz de su Señor es su cayado, la voz de la verdad es su llamada, los pastos de su amor, fecundo prado, son
vida del Señor que nos es dada. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Encomienda tu camino al Señor, y él actuará.
Salmo 36 LA VERDADERA Y LA FALSA FELICIDAD
I
No te exasperes por los malvados, no envidies a los que obran el mal: se
secarán pronto, como la hierba, como el césped verde se agostarán. Confía en el
Señor y haz el bien, habita tu tierra y practica la lealtad; sea el Señor tu
delicia, y él te dará lo que pide tu corazón. Encomienda tu camino al Señor, confía en él, y él actuará: hará tu justicia como el amanecer, tu derecho como
el mediodía. Descansa en el Señor y espera en él, no te exasperes por el hombre
que triunfa empleando la intriga: cohíbe la ira, reprime el coraje, no te
exasperes, no sea que obres mal; porque los que obran mal son excluidos, pero los
que esperan en el Señor poseerán la tierra. Aguarda un momento: desapareció el
malvado, fíjate en su sitio: ya no está; en cambio, los sufridos poseen la
tierra y disfrutan de paz abundante.
Ant. Encomienda tu camino al Señor, y él actuará.
Ant. 2. Apártate del mal y haz el bien; al honrado lo sostiene el Señor.
II
El malvado intriga contra el justo, rechina sus dientes contra él; pero el
Señor se ríe de él, porque ve que le llega su hora. Los malvados desenvainan la
espada, asestan el arco, para abatir a los pobres y humildes, para asesinar a los
honrados; pero su espada les atravesará el corazón, sus arcos se romperán. Mejor es ser honrado con poco que ser malvado en la opulencia; pues al malvado
se le romperán los brazos, pero al honrado lo sostiene el Señor. El Señor vela
por los días de los buenos, y su herencia durará siempre; no se agotarán en
tiempo de sequía, en tiempo de hambre se saciarán; pero los malvados
perecerán, los enemigos del Señor se marchitarán como la belleza de un prado, en humo se
disiparán. El malvado pide prestado y no devuelve, el justo se compadece y
perdona. Los que el Señor bendice poseen la tierra, los que él maldice son
excluidos. El Señor asegura los pasos del hombre, se complace en sus caminos; si tropieza, no caerá, porque el Señor lo tiene de la mano. Fui joven, ya soy
viejo: nunca he visto a un justo abandonado, ni a su linaje mendigando el pan. A
diario se compadece y da prestado; bendita será su descendencia. Apártate del
mal y haz el bien, y siempre tendrás una casa; porque el Señor ama la justicia y
no abandona a sus fieles. Los inicuos son exterminados, la estirpe de los
malvados se extinguirá; pero los justos poseen la tierra, la habitarán por
siempre jamás.
Ant. Apártate del mal y haz el bien; al honrado lo sostiene el Señor.
Ant. 3. Confía en el Señor y sigue su camino.
III
La boca del justo expone la sabiduría, su lengua explica el derecho; porque
lleva en el corazón la ley de su Dios, y sus pasos no vacilan. El malvado espía
al justo e intenta darle muerte; pero el Señor no lo entrega en sus manos, no
deja que lo condenen en el juicio. Confía en el Señor, sigue su camino; él te
levantará a poseer la tierra, y verás la expulsión de los malvados. Vi a un
malvado que se jactaba, que prosperaba como un cedro frondoso; volví a pasar, y
ya no estaba; lo busqué, y no lo encontré. Observa al honrado, fíjate en el
bueno: su porvenir es la paz; los impíos serán totalmente aniquilados, el
porvenir de los malvados quedará truncado. El Señor es quien salva a los
justos, él es su alcázar en el peligro; el Señor los protege y los libra, los
libra de los malvados y los salva porque se acogen a él.
Ant. Confía en el Señor y sigue su camino.
VERSÍCULO
V. Una voz clama en el desierto: Preparad el camino del Señor. R. Enderezad
las sendas para nuestro Dios.
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Isaías 35, 1-10 RETORNO DE LOS REDIMIDOS A TRAVÉS DEL
DESIERTO
Esto dice el Señor: «Que el desierto y el sequedal se alegren,
regocíjese la estepa y la florezca como flor; estalle en flor y se
regocije hasta lanzar gritos de júbilo. La gloria del Líbano le ha sido
dada, el esplendor del Carmelo y del Sarón. Se verá la gloria del Señor,
el esplendor de nuestro Dios. Fortaleced las manos débiles,
robusteced las rodillas vacilantes. Decid a los de corazón intranquilo:
¡Animo, no temáis! Mirad que vuestro Dios viene vengador; es la
recompensa de Dios, él vendrá y os salvará. Entonces se despegarán
los ojos de los ciegos, y las orejas de los sordos se abrirán. Entonces
saltará el cojo como ciervo, y la lengua del mudo lanzará gritos de
júbilo. Pues serán alumbradas en el desierto aguas, y torrentes en la
estepa, se trocará la tierra abrasada en estanque, y el país árido en
manantial de aguas. En la guarida donde moran los chacales verdeará
la caña y el papiro. Habrá allí una senda y un camino, vía sacra se la
llamará; no pasará el impuro por ella, ni los necios por ella vagarán.
No habrá león en ella, ni por ella subirá bestia salvaje, no se
encontrará en ella; los rescatados la recorrerán. Los redimidos del
Señor volverán, entrarán en Sión entre aclamaciones, y habrá alegría
eterna sobre sus cabezas. ¡Regocijo y alegría les acompañarán! ¡Adiós,
penar y suspiros!»
RESPONSORIO Is 35, 3-4
V. Fortaleced las manos débiles,
robusteced las rodillas vacilantes, vosotros, cobardes de corazón, sed
fuertes, no temáis, dice el Señor, porque vengo R. A romper el yugo de
vuestra esclavitud. V. Mirad a vuestro Dios que trae el desquite, viene en
persona, a resarcir y a salvarnos. R. A romper el yugo de vuestra esclavitud.
SEGUNDA LECTURA
De las cartas de san Ambrosio, obispo (Carta 2,1-2. 4-5. 7: PL 16 [edición
1845], 847-881) QUE EL ENCANTO DE TU PALABRA CAUTIVE EL FAVOR DEL PUEBLO
Recibiste el oficio sacerdotal y, sentado a la popa de la Iglesia,
gobiernas la nave contra el embate de las olas. Sujeta el timón de la
fe, para que no te inquieten las violentas tempestades de este mundo. El
mar es, sin duda, ancho y espacioso, pero no temas: Él la fundó sobre
los mares, él la afianzó sobre los ríos. Por consiguiente, la Iglesia
del Señor, edificada sobre la roca apostólica, se mantiene inconmovible
entre los escollos del mundo y, apoyada en tan sólido fundamento,
persevera firme contra los golpes de las olas bravías. Se ve rodeada por
las olas, pero no resquebrajada, y, aunque muchas veces los elementos
de este mundo la sacudan con gran estruendo, cuenta con el puerto
segurísimo de la salvación para acoger a los fatigados navegantes. Sin
embargo, aunque se agite en la mar, navega también por los ríos, tal vez
aquellos ríos de los que afirma el salmo: Levantan los ríos su voz. Son
los ríos que manarán de las entrañas de aquellos que beban la bebida de
Cristo y reciban el Espíritu de Dios. Estos ríos, cuando rebosan de
gracia espiritual, levantan su voz. Hay también una corriente viva que,
como un torrente, corre por sus santos. Hay también el correr del río
que alegra al alma tranquila y pacífica. Quien quiera que reciba de la
plenitud de este río, como Juan Evangelista, Pedro o Pablo, levanta su
voz; y, del mismo modo que los apóstoles difundieron hasta los últimos
confines del orbe la voz de la predicación evangélica, también el que
recibe este río comenzará a predicar el Evangelio del Señor
Jesús. Recibe también tú de la plenitud de Cristo, para que tu voz
resuene. Recoge el agua de Cristo, esa agua que alaba al Señor. Recoge
el agua de los numerosos lugares en que la derraman esas nubes que son
los profetas. Quien recoge el agua de los montes, o la saca de los
manantiales, puede enviar su rocío como las nubes. Llena el seno de tu
mente, para que tu tierra se esponje y tengas la fuente en tu propia
casa. Quien mucho lee y entiende se llena, y quien está lleno puede
regar a los demás; por eso dice la Escritura: Si las nubes van llenas,
descargan la lluvia sobre el suelo. Que tus predicaciones sean fluidas,
puras y claras, de modo que, en la exhortación moral, infundas la bondad
a la gente, y el encanto de tu palabra cautive el favor del pueblo,
para que te siga voluntariamente a donde lo conduzcas. Que tus discursos
estén llenos de inteligencia. Por la que dice Salomón: Armas de la
inteligencia son los labios del sabio, y, en otro lugar: Que el sentido
ate tus labios, es decir: que tu expresión sea brillante, que
resplandezca tu inteligencia, que tu discurso y tu exposición no
necesite sentencias ajenas, sino que tu palabra sea capaz de defenderse
con sus propias armas; que, en fin, no salga de tu boca ninguna palabra
inútil y sin sentido.
RESPONSORIO 2 Tm 4, 2; Sir 48, 4. 8
V. Proclama la palabra, insiste con oportunidad o sin ella, persuade,
reprende, exhorta. R. Armado de toda paciencia y doctrina. V. ¿Quién podrá
gloriarse de ser como tú, que ungiste reyes para ejecutar castigos? R. Armado
de toda paciencia y doctrina.
HIMNO TE DEUM
A ti, oh Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre, te venera toda la creación. Los ángeles todos, los
cielos y todas las potestades te honran. Los querubines y serafines te cantan
sin cesar: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo. Los cielos y
la tierra están llenos de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles, la multitud admirable de los
profetas, el blanco ejército de los mártires.
A ti la Iglesia santa, extendida por toda la tierra, te aclama: Padre de
inmensa majestad, Hijo único y verdadero, digno de adoración, Espíritu Santo,
Defensor. Tú eres el Rey de la gloria, Cristo. Tú eres el Hijo único del
Padre. Tú, para liberar al hombre, aceptaste la condición humana sin desdeñar el seno
de la Virgen. Tú, rotas las cadenas de la muerte, abriste a los creyentes el
reino del cielo. Tú te sientas a la derecha de Dios en la gloria del Padre. Creemos que un día has de venir como juez.
Te rogamos, pues, que vengas en
ayuda de tus siervos, a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la
gloria eterna nos asociemos a tus santos.
ORACIÓN
Señor y Dios nuestro, tú que hiciste al obispo san Ambrosio doctor
esclarecido de la fe católica y ejemplo admirable de fortaleza
apostólica, suscita en medio de tu pueblo hombres que, viviendo según tu
voluntad, gobiernen a tu Iglesia con sabiduría y fortaleza. Por nuestro
Señor Jesucristo.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor. R. Demos gracias a Dios.
Laudes
V. Señor, ábreme los labios. R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
INVITATORIO
Salmo 94
Ant. Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.
Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su
presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su
mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes. Suyo es el mar,
porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él
es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz: "No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el
día de Masá en el desierto: cuando vuestros padres me pusieron a prueba, y
dudaron de mí, aunque habían visto mis obras."
Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: "Es un pueblo de
corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que
no entrarán en mi descanso."
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.
HIMNO
Cristo, Cabeza, Rey de los pastores, el pueblo entero, madrugando a fiesta, canta a la gloria de tu sacerdote himnos sagrados. Con abundancia de sagrado
crisma, la unción profunda de tu Santo Espíritu lo armó guerrero y lo nombró en
la Iglesia jefe del pueblo. Él fue pastor y forma del rebaño, luz para el
ciego, báculo del pobre, padre común, presencia providente, todo de todos. Tú
que coronas sus merecimientos, danos la gracia de imitar su vida y al fin,
sumisos a su magisterio, danos su gloria. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.
Salmo 42 DESEO DEL TEMPLO
Hazme justicia, ¡oh Dios!, defiende mi causa contra gente sin piedad, sálvame
del hombre traidor y malvado. Tú eres mi Dios y protector, ¿por qué me
rechazas?, ¿por qué voy andando sombrío, hostigado por mi enemigo? Envía tu luz
y tu verdad: que ellas me guíen y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu
morada. Que yo me acerque al altar de Dios, al Dios de mi alegría; que te dé
gracias al son de la cítara, Dios, Dios mío. ¿Por qué te acongojas, alma mía, por qué te me turbas? Espera en Dios, que volverás a alabarlo: "Salud de mi
rostro, Dios mío".
Ant. Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.
Ant. 2. Protégenos, Señor, todos los días de nuestra vida.
Cántico Is 38,10-14. 17-20 ANGUSTIAS DE UN MORIBUNDO Y ALEGRÍA DE LA
CURACIÓN
Yo pensé: "En medio de mis días tengo que marchar hacia las puertas del
abismo; me privan del resto de mis años". Yo pensé: "ya no veré más al Señor en la tierra de los vivos, ya no miraré a los hombres entre los habitantes
del mundo. Levantan y enrollan mi vida como una tienda de pastores. Como un
tejedor, devanaba yo mi vida, y me cortan la trama". Día y noche me estás
acabando, sollozo hasta el amanecer. Me quiebras los huesos como un león,
día y noche me estás acabando. Estoy piando como una golondrina, gimo como
una paloma. Mis ojos mirando al cielo se consumen: ¡Señor, que me oprimen,
sal fiador por mí! Me has curado, me has hecho revivir, la amargura se me
volvió paz cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía y volviste la espalda
a todos mis pecados. El abismo no te da gracias, ni la muerte te alaba, ni
esperan en tu fidelidad los que bajan a la fosa. Los vivos, los vivos son
quienes te alaban: como yo ahora. El padre enseña a sus hijos tu fidelidad. Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas todos nuestros días en la casa
del Señor.
Ant. Protégenos, Señor, todos los días de nuestra vida.
Ant. 3. ¡Oh Dios!, tú mereces un himno en Sión. †
Salmo 64 SOLEMNE ACCIÓN DE GRACIAS
Oh Dios, tú mereces un himno en Sión, † y a ti se te cumplen los votos, porque
tú escuchas las súplicas. A ti acude todo mortal a causa de sus culpas; nuestros delitos nos abruman, pero tú los perdonas. Dichoso el que tú eliges
y acercas para que viva en tus atrios: que nos saciemos de los bienes de tu
casa, de los dones sagrados de tu templo. Con portentos de justicia nos respondes, Dios, salvador nuestro; tú, esperanza del confín de la tierra y del océano
remoto; tú que afianzas los montes con tu fuerza, ceñido de poder; tú que
reprimes el estruendo del mar, el estruendo de las olas y el tumulto de los
pueblos. Los habitantes del extremo del orbe se sobrecogen ante tus signos, y
las puertas de la aurora y del ocaso las llenas de júbilo. Tú cuidas la tierra,
la riegas y la enriqueces sin medida; la acequia de Dios va llena de agua, preparas los trigales; riegas los surcos, igualas los terrones, tu llovizna
los deja mullidos, bendices sus brotes; coronas el año con tus bienes, tus
carriles rezuman abundancia; rezuman los pastos del páramo, y las colinas se
orlan de alegría; las praderas se cubren de rebaños, y los valles se visten de
mieses, que aclaman y cantan.
Ant. ¡Oh Dios!, tú mereces un himno en Sión.
LECTURA BREVE Hb 13, 7-9a
Acordaos de vuestros dirigentes, que os anunciaron la palabra de
Dios; fijaos en el desenlace de su vida e imitad su fe. Jesucristo es el
mismo ayer y hoy y siempre. No os dejéis arrastrar por doctrinas
complicadas y extrañas.
RESPONSORIO BREVE
V. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas. R. Sobre tus
murallas, Jerusalén, he colocado centinelas. V. Ni de día ni de noche dejarán
de anunciar el nombre del Señor. R. He colocado centinelas. V. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he
colocado centinelas.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. No seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará
por vosotros.
BENEDICTUS Lc 1, 68-79 EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su
pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo, por boca de sus santos profetas. Es la
salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos
odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su
santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos
que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con
santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te
llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus
caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la
entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo
alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar
nuestros pasos por el camino de la paz. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. No seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará
por vosotros.
PRECES
Demos gracias a Cristo, el buen pastor que entregó la vida por sus ovejas, y
supliquémosle diciendo:
Apacienta a tu pueblo, Señor. Señor Jesucristo, tú que en los santos
pastores has revelado tu misericordia y tu amor, — haz que, por ellos, continúe
llegando a nosotros tu acción misericordiosa. Señor Jesucristo, tú que a través
de los santos pastores sigues siendo el único pastor de tu pueblo, — no dejes de
guiarnos siempre por medio de ellos. Señor Jesucristo, tú que por medio de los
santos pastores eres el médico de los cuerpos y de las almas, — haz que nunca
falten en tu Iglesia los ministros que nos guíen por las sendas de una vida
santa. Señor Jesucristo, tú que has adoctrinado a la Iglesia con la prudencia y
el amor de los santos, — haz que, guiados por nuestros pastores, progresemos en
la santidad.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Oremos confiadamente al Padre, como Cristo nos enseñó:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el
cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como
también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en
la tentación, y líbranos del mal.
ORACIÓN
Señor y Dios nuestro, tú que hiciste al obispo san Ambrosio doctor
esclarecido de la fe católica y ejemplo admirable de fortaleza
apostólica, suscita en medio de tu pueblo hombres que, viviendo según tu
voluntad, gobiernen a tu Iglesia con sabiduría y fortaleza. Por nuestro
Señor Jesucristo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna. R. Amén.
Vísperas
V. Dios mío, ven en mi auxilio. R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
HIMNO
Reina y Madre, Virgen pura,
que sol y cielo pisáis,
a vos sola no alcanzó
la triste herencia de Adán.
¿Cómo en vos, Reina de todos,
si llena de gracia estáis,
pudo caber igual parte
de la culpa original?
De toda mancha estáis libre:
¿y quién pudo imaginar
que vino a faltar la gracia
en donde la gracia está?
Si los hijos de sus padres
toman el fuero en que están,
¿cómo pudo ser cautiva
quien dio a luz la libertad? Amén.
II
De Adán el primer pecado
no vino en vos a caer;
que quiso Dios preservaros
limpia como para él.
De vos el Verbo encarnado
recibió el humano ser,
y quiere todapureza
quien todopuro es también.
Si es Dios autor de las leyes
que rigen la humana grey,
para engendrar a su madre
¿no pudo cambiar la ley?
Decir que pudo y no quiso
parece cosa cruel,
y, si es todopoderoso,
¿con vos no lo habrá de ser?
Que honrar al hijo en la madre
derecho de todos es,
y ese derecho tan justo,
¿Dios no lo debe tener?
Porque es justo, porque os ama,
porque vais su madre a ser,
os hizo Dios tan purísima
como Dios merece y es. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la
suya.
Salmo 112 ALABADO SEA EL NOMBRE DE DIOS
Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor. Bendito sea el nombre
del Señor, ahora y por siempre: de la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea
el nombre del Señor. El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre
los cielos. ¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono y se
abaja para mirar al cielo y a la tierra? Levanta del polvo al desvalido, alza
de la basura al pobre, para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su
pueblo; a la estéril le da un puesto en la casa, como madre feliz de hijos.
Ant. Establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la
suya.
Ant. 2. El Señor me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto
de triunfo.
Salmo 147 ACCIÓN DE GRACIAS POR LA RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN
Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión: que ha reforzado los
cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti; ha puesto paz
en tus fronteras, te sacia con flor de harina. Él envía su mensaje a la
tierra, y su palabra corre veloz; manda la nieve como lana, esparce la escarcha como
ceniza; hace caer el hielo como migajas y con el frío congela las aguas; envía
una orden, y se derriten; sopla su aliento, y corren. Anuncia su palabra a
Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así, ni les dio
a conocer sus mandatos.
Ant. El Señor me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de
triunfo.
Ant. 3. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo;
bendita tú entre las mujeres.
Cántico Ef 1, 3-10 EL PLAN DIVINO DE LA SALVACIÓN
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la
persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos
eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos
consagrados e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la
persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria
de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde
en alabanza suya. Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el
perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un
derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad. Éste
es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento
culminante: hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, las del cielo
y las de la tierra.
Ant. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú
entre las mujeres.
LECTURA BREVE Rm 8, 29. 30
A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su
Hijo. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó.
RESPONSORIO BREVE
V. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado. R. Te ensalzaré, Señor,
porque me has librado. V. Y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. R.
Porque me has librado. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras
grandes por mí. Aleluya.
MAGNÍFICAT Lc 1, 46-55 ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi
salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por
mí: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en
generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos
los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su
siervo, acordándose de su misericordia —como lo había prometido a nuestros
padres— en favor de Abraham y su descendencia por siempre. Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los
siglos de los siglos. Amén.
Ant. Me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras
grandes por mí. Aleluya.
PRECES
Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso que
todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y
supliquémosle diciendo:
Que la llena de gracia interceda por nosotros. Señor,
Dios nuestro, admirable siempre en tus obras, que has querido que la
inmaculada Virgen María participara en cuerpo y alma de la gloria de
Jesucristo, — haz que todos tus hijos deseen y caminen hacia esta misma gloria. Tú
que nos diste a María por madre, concede por su mediación salud a los
enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores, — y a todos abundancia
de salud y de paz. Tú que hiciste de María la madre de misericordia, — haz que
los que viven en peligro o están tentados sientan su protección maternal. Tú
que encomendaste a María la misión de madre de familia en el hogar de Jesús y de
José, — haz que por su intercesión todas las madres fomenten en sus hogares el
amor y la santidad.
Tú que coronaste a María como reina del cielo, — haz que los difuntos puedan
alcanzar con todos los santos la felicidad de tu reino.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el
cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como
también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en
la tentación, y líbranos del mal.
ORACIÓN
Oh Dios, que por la Concepción inmaculada de la Virgen María
preparaste a tu Hijo una digna morada, y en previsión de la muerte de tu
Hijo la preservaste de todo pecado, concédenos por su intercesión
llegar a ti limpios de todas nuestras culpas. Por nuestro Señor
Jesucristo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna. R. Amén.
Completas
V. Dios mío, ven en mi auxilio. R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos: Llegados al fin de esta jornada que Dios nos ha concedido,
agradezcamos sus dones y reconozcamos humildemente nuestros pecados.
Todos examinan en silencio su conciencia. Terminado el examen se añade una de
las siguientes fórmulas penitenciales:
I Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado
mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi
gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a
vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
II V. Señor, ten misericordia de nosotros. R. Porque hemos pecado
contra ti. V. Muéstranos, Señor, tu misericordia. R. Y danos tu salvación.
V. Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna. R. Amén.
HIMNO
El sueño, hermano de la muerte, a su descanso nos convida; guárdanos tú, Señor,
de suerte que despertemos a la vida. Tu amor nos guía y nos reprende y por
nosotros se desvela, del enemigo nos defiende y, mientras dormimos, nos vela. Te ofrecemos, humildemente, dolor, trabajo y alegría; nuestra plegaria
balbuciente: "Gracias, Señor, por este día". Recibe, Padre, la alabanza del
corazón que en ti confía y alimenta nuestra esperanza de amanecer a tu gran día. Gloria a Dios Padre, que nos hizo, gloria a Dios Hijo Salvador, gloria al
Espíritu divino: tres Personas y un solo Dios. Amén
SALMODIA
Ant. 1. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.
Salmo 4 ACCIÓN DE GRACIAS
Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío; tú que en el aprieto me diste
anchura, ten piedad de mí y escucha mi oración. Y vosotros, ¿hasta cuándo
ultrajaréis mi honor, amaréis la falsedad y buscaréis el engaño? Sabedlo: el
Señor hizo milagros en mi favor, y el Señor me escuchará cuando lo invoque. Temblad y no pequéis, reflexionad en el silencio de vuestro lecho; ofreced
sacrificios legítimos y confiad en el Señor. Hay muchos que dicen: "¿Quién nos
hará ver la dicha, si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?" Pero tú,
Señor, has puesto en mi corazón más alegría que si abundara en trigo y en vino. En paz me acuesto y en seguida me duermo, porque tú sólo, Señor, me haces
vivir tranquilo.
Ant. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.
Ant. 2. Durante la noche, bendecid al Señor.
Salmo 133 ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO
Y ahora bendecid al Señor, los siervos del Señor, los que pasáis la noche en la
casa del Señor. Levantad las manos hacia el santuario y bendecid al Señor. El
Señor te bendiga desde Sión, el que hizo cielo y tierra.
Ant. Durante la noche, bendecid al Señor.
LECTURA BREVE Dt 6, 4-7
Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al
Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las
fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria, se las
repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de
camino, acostado y levantado.
RESPONSORIO BREVE
V. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R. A tus manos, Señor,
encomiendo mi espíritu. V. Tú, el Dios leal, nos librarás. R. Encomiendo
mi espíritu. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. A tus
manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que
velemos con Cristo y descansemos en paz.
Cántico de Simeón Lc 2, 29-32 CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE
ISRAEL
Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque
mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que
velemos con Cristo y descansemos en paz.
ORACIÓN
Guárdanos, Señor, durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear
el nuevo día, la celebración del domingo nos llene con la alegría de la
resurrección de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
CONCLUSIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una muerte
santa. R. Amén.
INVOCACIÓN A LA SANTÍSA VIRGEN
Salve, Reina de los cielos y Señora de los ángeles; salve raíz, salve puerta, que dio paso a nuestra luz. Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más
bella; salve, hermosa doncella, ruega a Cristo por nosotros.
|