 | Asunto: | [diosexiste] Lecturas, Santoral y Liturgia de las horas del Miércoles 08 de Diciembre de 2021 | Fecha: | 8 de Diciembre, 2021 00:45:03 (+0100) | Autor: | Alfa Romeo <yj_adonai @.....es>
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Inmaculada Concepción
Lecturas del Miércoles 08 de Diciembre de 2021
Gn 3,9-15.20: Pondré hostilidad entre tú y la mujer Salmo 97: Canten al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas Ef 1,3-6.11-12: Nos eligió en la persona de Cristo Lc
1,26-38: Alégrate, llena de gracia
Santoral:
Inmaculada Concepción
Liturgia de las horas
Lecturas
Génesis 3,9-15.20 Establezco hostilidades entre tu estirpe y la de la
mujer
Después
que Adán comió del árbol, el Señor llamó al hombre: "¿Dónde estás?" Él
contestó: "Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba
desnudo, y me escondí." El Señor le replicó: "¿Quién te informó de que
estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol del que te prohibí comer?"
Adán respondió: "La mujer que me diste como compañera me ofreció del
fruto, y comí." El Señor dijo a la mujer: "¿Qué es lo que has hecho?"
Ella respondió: "La serpiente me engañó, y comí." El Señor Dios dijo a
la serpiente: "Por haber hecho eso, serás maldita entre todo el ganado y
todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás
polvo toda tu vida; establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre
tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en
el talón."
El hombre llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.
Salmo responsorial: 97 Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha
hecho maravillas.
Cantad al Señor un cántico nuevo, / porque ha hecho maravillas: / su diestra
le ha dado la victoria, / su santo brazo. R.
El Señor da a conocer su victoria, / revela a las naciones su
justicia: / se acordó de su misericordia y su fidelidad / en favor de la
casa de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado / la victoria de
nuestro Dios. / Aclama al Señor, tierra entera; / gritad, vitoread,
tocad. R.
Efesios 1,3-6.11-12 Nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear
el mundo
Bendito
sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la
persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que
fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha
destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus
hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha
concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya.
Por su medio hemos heredado también nosotros. A esto estábamos
destinados por decisión del que hace todo según su voluntad. Y así,
nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos alabanza de su
gloria.
Lucas 1,26-38 Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo
En
aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de
Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado
José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel,
entrando en su presencia, dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor
está contigo." Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué
saludo era aquél. El ángel le dijo: "No temas, María, porque has
encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un
hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del
Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará
sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin." Y María
dijo al ángel: "¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?" El ángel le
contestó: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo
te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará
Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez,
ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril,
porque para Dios nada hay imposible." María contestó: "Aquí está la
esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra." Y la dejó el ángel.
Comentarios:
dominicos.org
Pautas para la homilía
Fray Julián de Cos Pérez de Camino Convento de San Esteban (Salamanca)
En la historia de la espiritualidad mariana, entre los
acontecimientos más fascinantes destaca el proceso que desembocó en la
proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.
En dicho proceso, un hecho muy importante fue el surgimiento de la
devoción a María en el siglo XII, en tiempos de la espiritualidad
románica. Por entonces, el pueblo fiel tenía un respeto reverencial por
la «Theotokos», es decir, la Madre de Dios, pues desde el siglo V a
María se la representaba como si fuese una reina madre, sentada muy
seria y erguida en un trono, con su Hijo en las rodillas.
Este
cambio fue provocado por el surgimiento de la devoción a «Nuestra
Señora», título creado por un monje cisterciense: san Bernardo de
Claraval, que fue quien –en la primera mitad del siglo XII– empezó a
proclamar en sus homilías que María, más que una solemne reina, es una
tierna Madre y, como tal, es «Nuestra Señora». Esto, obviamente, llenaba
de amor mariano el corazón de los que le escuchaban. San Bernardo
también predicaba sobre el Jesús humano –y divino– de los Evangelios,
que murió por nosotros en la Cruz. De ese modo, este santo monje sembró
el germen de la espiritualidad gótica.
Pues bien, justo en esta
época comenzó a tomar fuerza en ciertas zonas la devoción a la
Inmaculada Concepción de la Virgen María. Pero, curiosamente, quien más
se opuso a dicha devoción fue el propio san Bernardo, que era un gran
teólogo (y es Doctor de la Iglesia), pues, si bien afirmaba que María
–por gracia divina– no había cometido ningún pecado, negaba que fuese
Inmaculada, ya que según su parecer, no había nada en la Biblia que
indicase que no hubiese nacido sin pecado original.
Además de san
Bernardo, hubo otros grandes teólogos que también rechazaron
teológicamente la Inmaculada Concepción. Entre ellos destaca un dominico
del siglo XIII: santo Tomás de Aquino, que era un gran devoto de la
Virgen y un eminente teólogo escolástico (y es Doctor de la Iglesia).
Este fraile afirmaba que Jesús redimió a su Madre del pecado original
justo después de su nacimiento, pero no antes. Y, como san Bernardo,
santo Tomás creía firmemente que María –por gracia divina– no había
pecado nunca.
Por fortuna, poco después hubo un teólogo
franciscano, el beato Duns Escoto, que mostró una forma de apoyar
teológicamente la devoción a la Inmaculada Concepción, y dicha
formulación «inmaculista» fue bien acogida por una parte de la Iglesia,
posicionándose así frente al pensamiento «maculista» de santo Tomás.
El
hecho es que la teoría de la Inmaculada Concepción generó una larga
lucha teológica entre «maculistas» e «inmaculistas» que parecía que
nunca se iba a acabar y provocaba cierta división en el seno de la
Iglesia. Por ello, en el siglo XIX la Santa Sede decidió tomar cartas en
el asunto y, tras consultar al colegio episcopal –formado por todos los
obispos–, el día 8 de diciembre de 1854 el Papa Pío IX proclamó el
dogma de la Inmaculada Concepción, afirmando que la Virgen María fue preservada
de toda mancha de pecado,
incluido el pecado original. La clave está en el motivo por el cual el
colegio episcopal lo apoyó, pues, además de tener en cuenta el postulado
del beato Duns Escoto, los obispos sobre todo prestaron atención al
pueblo fiel, constatando que una buena parte de él creía firmemente que
la Virgen es Inmaculada.
Aquí surge una importante pregunta. Ya
que la mayoría del pueblo fiel no tiene grandes conocimientos de
teología, ¿de dónde procede esa creencia tan profunda en la Inmaculada
Concepción? Esto tiene una evidente respuesta espiritual: la absoluta
pureza de María la experimentamos cuando, con devoción, le pedimos que
interceda por nosotros ante su Hijo; la vivimos cuando, junto a ella,
oramos a Dios; y la percibimos cuando, llenos de fe, contemplamos una
imagen de María.
En efecto, al pedirle a ella de todo corazón que
interceda por nosotros ante Dios o al contemplar una imagen suya, en ese
momento sentimos en nuestro interior, con gran claridad, que María es
purísima. También lo sentimos al rezar junto a ella, con fe y devoción,
el santo Rosario. En ese momento, podemos experimentar como nuestro
corazón se pone en sintonía con el inmaculado corazón de María y
sentimos cómo ella nos transmite su pureza, sanándonos por dentro. Es
algo que muchos de nosotros hemos notado interiormente. Por eso no
tenemos duda de que la Virgen María fue preservada de toda mancha de pecado.
Aunque quizás no lleguemos a comprenderlo teológicamente, nuestro
corazón lo ha experimentado con la misma claridad con la que nuestros
ojos pueden ver la luz del sol. Esa es la clave del dogma que hoy
estamos celebrando.
Pues bien, el tiempo de Adviento es muy
propicio para meditar sobre la Inmaculada Concepción. Todavía sigue
siendo costumbre en muchas parroquias, conventos y hogares comenzar hoy a
poner el belén. Salimos al campo a recoger musgo, piñas, arena y
ramitas. O vamos a comprar alguna figurita a un mercado navideño. O
despejamos la mesa donde queremos poner el belén y hacemos otros
preparativos. Y durante unos días vamos montando con mucha ilusión el
belén, poniendo en ello lo mejor de nosotros mismos.
Ciertamente,
cuando ponemos el belén con devoción, intentando plasmar en él nuestra
fe, hacemos todo lo posible para que éste sea bello y puro. Los
creyentes actuamos así porque, dado que nuestro corazón ha experimentado
la belleza, la pureza y el amor del Niño Jesús y de su Madre, sentimos
inconscientemente la necesidad de expresarlo en el belén. Y así, poner
el belén pasa a ser un gratificante ejercicio espiritual. Y podemos
compartir esta experiencia con nuestra familia, con nuestra comunidad o
con otros miembros de nuestra parroquia.
Acabado el Adviento,
durante el tiempo de Navidad, les invito a hacer otro sencillo ejercicio
espiritual: contemplen pausadamente belenes que han sido hechos con fe y
devoción, y mediten íntimamente qué les transmiten. Les aseguro que, en
el fondo de su alma, experimentarán la belleza, la pureza y el amor del
Niño Jesús y de su Madre, y sentirán una profunda consolación
espiritual.
Así es, la Virgen María es inmaculadamente pura, y con
suma generosidad nos transmite su pureza cuando oramos junto a ella,
cuando le pedimos que interceda por nosotros o cuando contemplamos con
fe una imagen suya, o un sencillo belén. Esto es lo que hoy, con mucha
razón, y con mucha devoción, la Iglesia festeja.
Introducción
Fray Julián de Cos Pérez de Camino Convento de San Esteban (Salamanca)
El pasaje que hemos escuchado del libro del Génesis es uno de los más
tristes de toda la Biblia. En él se nos narra la expulsión de Adán y
Eva del Paraíso, debido a que, pretendiendo ser como Dios, comieron del
fruto prohibido. Es el pecado original, con el que todos hemos nacido, salvo
la Inmaculada Virgen María.
Si
en la primera lectura Dios castigó a Adán y Eva por dejarse guiar por
el mal, en el salmo 97, con alegría, le alabamos a Él porque con su gran
amor y misericordia ha vencido ha dicho mal.
En el himno de la
carta a los Efesios, san Pablo ensalza la figura del Hijo de Dios,
Jesucristo, pues, para salvarnos del pecado, nos ha anunciado el camino
para ser santos e irreprochables por medio del amor.
Y como
colofón, hemos contemplado uno de los más bellos y profundos pasajes de
la Biblia: la Anunciación, en el que Dios cumple fielmente la promesa de
enviarnos a su Hijo, nuestro Salvador, y lo hace por medio de la
Inmaculada Virgen María, su más humilde servidora. Comentario Bíblico
Fr. Gerardo Sánchez Mielgo Convento de Santo Domingo. Torrent
(Valencia)
Primera lectura: (Génesis 3,9-15.20)
Marco:El capítulo
3 del Génesis forma parte del relato de los orígenes. El autor de estos
relatos es un observador agudo de la experiencia humana que él mismo
comparte y un teólogo que reflexiona sobre esta condición humana
histórica y, a través de un procedimiento inductivo, llega a los
orígenes. El fragmento que hoy proclamamos recoge la respuesta de Dios a
la lamentable situación creada como resultado de la desobediencia de
los padres. Con estas palabras comienza una perspectiva nueva de
esperanza.
Reflexiones
1ª) ¡El hombre reconoce su degradante desnudez frente a Dios!
Sabemos
que estos relatos están redactados en un lenguaje popular cargado de
imágenes para significar realidades esenciales para el hombre. El árbol
de la ciencia del bien y del mal significa que Dios se reserva el
derecho a determinar lo que es bueno y lo que es malo. El hombre puede
elegir pero no determinar lo que es bueno y malo. La libertad del hombre
está limitada por la voluntad de Dios de la que procede. Ese es el bien
del hombre y la posibilidad de su realización y pleno sentido humano.
El primer pecado ha sido un atentado a la soberanía de Dios, una
reclamación de autonomía moral, por la que el hombre no se conforma con
su condición de criatura (Is 5,20-21). Se ha roto esta relación y la
situación de la humanidad es la que observamos diariamente significada
por la “desnudez” consistente en caer en la cuenta de la situación en
que se encuentra el hombre que un día fue el dueño del paraíso con toda
significación simbólica. Y esta realidad recuerda al hombre que ha de
establecer siempre un cuidadoso equilibro entre libertad,
responsabilidad y limitación por la voluntad de Dios. Esto sería una
forma de definir lo que se ha convenido en llamar pecado original. Esta
lectura leída en el marco de la fiesta de hoy quiere decir que Dios
proyecta restablecer este orden primero; para ello elige, capacita y
prepara la mediación por la cual realizará un nuevo proyecto de
restauración, María.
2ª) ¡El Dios fiel no abandona jamás su obra y su proyecto!
Ella
te herirá en la cabeza, cuando tú la hieras en el talón. El texto
hebreo, que anuncia una hostilidad entre la raza de la serpiente y la de
la mujer, opone, por lo mismo, el hombre al diablo y a su realeza, y
deja entrever la victoria final del hombre sugerida por la distinta
situación de los contendientes y acaso también por el empleo de un
término que significa a la vez pisar y acechar Es el primer destello de
salvación, el Protoevangelio*. La traducción griega, al abrir la última
frase con un pronombre masculino, atribuye esta victoria no al linaje de
la mujer en general, sino a uno de los hijos de la mujer; así se esboza
la interpretación mesiánica que muchos Padres harán explícita. Junto
con el Mesías, va incluida su madre, y la interpretación mariológica de
la traducción latina ella te aplastará se ha hecho tradicional en la
Iglesia. Estos detalles nos permiten comprender y transmitir a nuestro
pueblo, que tiene derecho a conocer más y más la verdad de la Escritura,
cómo la acción del Mesías (él) y la acción de su madre (ella) se
imbrican de una manera admirable para realizar la salvación futura. Sólo
Jesús es el Salvador pero ha querido que su madre colaborara
intensamente en esta misión, de una manera singular e irrepetible pero
subordinada a él. El que realmente aplasta la cabeza del enemigo del
hombre, el diablo, es Jesús mismo en la cruz y en la resurrección (Hb
2,10-15). Jesús es el Salvador, el único Mediador entre Dios y los
hombres (1Tm 2,5-6). La figura de María encaja admirablemente en este
proyecto. El hombre de hoy es invitado a sentirse convocado, elegido,
capacitado adecuadamente para llevar su misión adelante. Lo que en María
fue un privilegio singular el creyente lo participa por la fe y el
sacramento de la fe, el bautismo, que le capacita para compartir y
realizar la misión de humanizar al mundo invitándole a dirigir la mirada
al proyecto original de Dios.
Segunda lectura: (Efesios 1,3-6.11-12)
Marco:
El fragmento pertenece al himno de la carta a los Efesios en el que su
autor recoge de modo organizado y con expresiones lapidarias todo el
proceso del acontecimiento de la salvación en sucesivas etapas:
bendición de Dios, elección, adopción, redención, herencia, alabanza de
su gloria. Todos esos dones del plan de Dios se realizaron en María de
modo eminente y singular en previsión de la misión que se le encomendó
junto a Jesús, realizador pleno de este proyecto.
Reflexiones
1ª) ¡La bendición superabundante de Dios!
El
proyecto de Dios es inmutable y decidido ya desde antes de la creación
del mundo. La Iglesia, al introducir o elegir este texto para la fiesta
de la Inmaculada Concepción, nos invita a dirigir la mirada a María como
la primera y singular beneficiaria de esta bendición* y elección en la
Persona de Cristo, que es su Hijo al darle la naturaleza humana. La
primera elegida en el plan de Dios antes de la creación del mundo. Jesús
es el Bendito por antonomasia y María es la bendita que dio el ser
humano a Jesús. En la Pascua llega a plenitud la bendición de Dios a
favor de los hombres. Y la elección también es un elemento sustancial y
un hilo conductor en la historia salvífica (es la teología fundamental
de los deuteronomistas que interpretan toda la historia salvífica desde
la elección). Jesús es el Elegido por antonomasia y su madre una elegida
singular. Esta palabra sigue resonando hoy en medio de nuestro mundo y
ofrece al hombre una esperanza alentadora. Los creyentes, desde la
experiencia de pertenecer a la escuela del Bendito y adoctrinados por su
madre la bendita, pueden anunciar al mundo con la palabra y el
testimonio este privilegio magnífico de Dios abierto a cuantos quieran
aceptarlo porque se les ofrece gratuitamente.
2ª) ¡La superabundante gratuidad de Dios!
Él
nos ha destinado en la Persona de Cristo -por pura iniciativa suya- a
ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente
nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Con
Cristo hemos heredado también todos. En el orden establecido por Dios,
el derroche de su gracia tiene un comienzo especial. Cuando el autor
habla de que todos hemos recibido el don para gloria de su gracia,
proclama la universalidad del don. Todos recibimos superabundantemente.
Todos los que entran en el plan de Dios, libremente aceptado, reciben a
rebosar ese don. Entre todos los que recibimos ese don, hay una mujer
que ha participado de modo singular del mismo. Cuando insistimos en la
expresión “de modo singular” queremos decir eminente, pero no exclusivo.
María llega a ser hija de Dios por Jesús como nosotros; participa de la
heredad por medio de Jesús como nosotros. Pero en ella se adelanta el
don antes de experimentar el pecado; nosotros alcanzamos el don después
de participar de él pero cuando somos liberados de él por la fe y el
bautismo. Recibe el don siendo preservada y redimida; nosotros lo
recibimos porque somos redimidos. Pero todos entramos a formar parte del
nuevo pueblo de Dios con una gran esperanza porque todos recibimos
superabundantemente.
Evangelio: (Lucas 1,26-38)
Marco:
Los relatos de la infancia son una excelente dramatización de
realidades cristológicas y mariológicas de singular importancia para la
fe cristiana. Bajo el ropaje de narraciones sencillas y populares se
esconden realidades cristológicas de mucho relieve.
Reflexiones
1ª) ¡El marco de la encarnación!
Lucas
pone especial cuidado en narrar las circunstancias humanas en que se va
a producir el acontecimiento central de la historia de la salvación.
Coincide con el relato de Mateo al descri-bir a los personajes elegidos
por Dios para realizar su designio de enviar a su Hijo al mundo nacido
bajo la ley, nacido de mujer. José y María estaban desposados, es decir,
con el propósito ya firme de formar pronto un hogar en Nazaret. Se
indica la situación de María, es una virgen. Y José es de la casa de
David. Ambos elementos son necesarios para la adecuada comprensión de la
narración. Jesús será hijo de David a través de José que, sin embargo,
no será su padre biológico. Lo será por la paternidad legal que produce
los mismos efectos jurídicos que la paternidad natural, cuando así lo
reconoce públicamente el padre. La Palabra se hará historia en un hogar
humano, pero con una intervención divina del todo especial como lo
demuestra la presencia de un ángel enviado por el Señor.
2ª) ¡La misión encomendada a María!
Alégrate,
agraciadísima*, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres. La
expresión alégrate que puede tener un sentido corriente de saludo, como
por ejemplo la paz sea contigo, etc. reviste un sentido del todo
especial cuando se la relaciona con Zc 9,9; Sf 3,14-17; Jl 2,21-23. Se
trata de la alegría porque la época mesiánica alborea ya. Es el gozo de
todo un pueblo, representado ahora por María, que entiende que el Mesías
está ya a la puerta. Y el título dado a María, que traducimos por
agraciadísima está relacionado directamente con la misión que se le va a
encomendar. Significa, en primera instancia, que María ha sido el
objeto de la benevo-lencia divina porque la ha elegido para la misión de
ser la madre del Mesías y la Madre del Hijo de Dios. Como consecuencia
de esta misión del todo singular, Dios preparó al instrumento elegido
cuidadosamente. Estas palabras que leemos en 1Tm 1,12 se pueden aplicar
de modo eminente a María: Doy gracias a nuestro Señor Jesucristo porque
me eligió, me capacitó y me confió este ministerio (1Tm 1,12).
Como
se puede observar a lo largo de la Escritura, Dios capacita
adecuadamente a todos aquellos a los que quiere encomendarles alguna
misión especial. La Iglesia confiesa que María fue liberada y preservada
de la realidad del pecado y es elegida para la misión salvadora de su
Hijo Jesús. Este don y privilegio nos reenvía a los orígenes y nos
permite comprender su sentido. Así lo entendió la versión latina al
traducirlo por llena de gracia. María está destinada a una gran tarea en
la historia de la salvación. Así lo ha querido Dios. Y se le asegura la
presencia divina para acompañarla en esa misión: el Señor está contigo.
Este privilegio es para el mundo de hoy una llamada urgente para que
recapacite que la voluntad de Dios, de la que nació la libertad de los
hombres, es siempre superior a esta libertad. Advierte al hombre y le
invita a aceptar con alegría que la comunión con la voluntad y proyecto
de Dios no le resta nada, sino que le engrandece y le hace realmente
eso, un hombre
3ª) ¡El Hijo de Dios-Hombre, fruto del Espíritu y de María!
El
Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con
su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Lucas enseña lo mismo que Pablo en Rm 1,3s cuando dice: acerca de su
Hijo, nacido del linaje de David según la carne, constituido Hijo de
Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por su resurrección de
entre los muertos. Lc 1,35 es, por tanto, el centro del relato de la
anunciación. La pregunta de María ha provocado una más profunda
explicación: el hijo que tendrá no sólo será el Mesías, será además el
Hijo de Dios. Y esto es obra del Espíritu Santo. Pero se trata del
Espíritu Creador. Va a tener lugar una nueva creación y para realizarla
es necesaria la presencia del Espíritu Creador y la virginidad de María
que está al servicio de esta maravilla. Sólo en la conjunción de la
fuerza omnipotente del Espíritu y la colaboración de una virgen se
expresa adecuadamente la singularísima novedad que se va a producir: la
encarnación de la Palabra como primer momento de la nueva creación. La
virginidad de María, que se da como elemento necesario, está al servicio
de la maravilla que representa la encarnación como nueva creación.
María está siempre al servicio de Jesús. Y lo estará más adelante
durante el ministerio y hasta el final de su vida. Dos maravillas
conjuntadas: intervención del Espíritu Creador de Dios y la aportación
de una madre virgen.
Sólo la aportación libre de la criatura hace
posible la maravilla del plan de Dios. ¡Dios es así!. Él podía hacerlo
sólo y directamente. Ha querido hacerlo a través de su criatura
libremente asociada a la tarea. Y eso es lo que hace María. Pronunciando
el admirable ¡Hágase! ha entrado a formar parte directa en la
encarnación. Su decisión ha hecho posible que la Palabra se hiciera
realmente historia en todo humana, menos en el pecado. La actitud de
María que acoge la Palabra de Dios para asumirla y meditarla será
permanente durante toda su vida. Enseña San Agustín: Ciertamente,
cumplió Santa María, con toda perfección, la voluntad del Padre, y, por
esto, es más importante su condición de discípula de Cristo que la de
madre de Cristo, es más dichosa por ser discípula de Cristo que por ser
madre de Cristo. Por eso, María fue bienaventurada, porque, antes de dar
a luz a su maestro, lo llevó en su seno... De ahí que María, es dichosa
también porque escuchó la Palabra de Dios y la cumplió; llevó en su
seno el cuerpo de Cristo, pero más aún guardó en su mente la verdad de
Cristo... Y es más importante lo que está en la mente que lo que se
lleva en el seno (Sermón 25, 7-8).
evangelizacion.org.mx/liturgia/
P. Ernesto María Caro
Evangelización activa
Uno de los valores más exquisitos que permiten que el Reino de los
cielos se instaure es la disponibilidad. La vida no es siempre fácil y
nuestros proyectos, en muchas ocasiones, se ven modificados incluso
drásticamente.
Creo sinceramente que María tendría otros planes
para su matrimonio, sin embargo, se presenta siempre disponible a la
voluntad y a la acción de Dios en su vida. Y esto es precisamente lo que
hace que el Reino de los cielos se haga una realidad. El Sí disponible
de María une el cielo con la tierra.
Busquemos, no sólo hoy,
sino toda nuestra vida, poner buena cara a los cambios que Dios va
realizando en nuestra vida, teniendo presente que esta disponibilidad
hará de nosotros un instrumento valioso para que el Reino se realice en
nuestras familias y en nuestra sociedad.
Monasterio Visitación de Santa María - Pasto
P.
Javier Soteras
María en el Evangelio de San Lucas es la Mujer de la oración, de la
contemplación, de la respuesta activa a Dios y del compromiso, es una
mujer comprometida con el dolor y el sufrimiento de su pueblo, y también
ella aparece orando después de la muerte y resurrección de Jesús,
acompañando a los discípulos a la espera del Espíritu Santo y también ha
vivido muy de cerca los dolores mas hondos que el pueblo de Israel
tiene instalado en su historia, en lo mas profundo del corazón como es
el exilio, después que el niño ha nacido porque Herodes anda buscando
terminar con aquel que amenaza su reinado, María con José parten hacia
Egipto, exiliados de su propia tierra para escapar de la muerte.
Se
anuncia la venida de Jesús como Señor y Salvador, en la llamada a María,
aparece la vocación, para que entregue su vida toda al servicio de la
misión de este Hijo de Dios. La vocación no se entiende sino en función
de lo que es una misión, la vocación nunca es para si mismo, ocurre en
uno pero es para una misión específica, esta orientada a los demás, la
vocación de María de ser Madre es de estar al servicio del Hijo de Dios.
Quien entrega la misión y la vocación es un mensajero, en este caso es
el Ángel Gabriel que es un signo de la presencia de Dios, pero también
de la comunicación con el mundo de arriba, este mensajero es un
mensajero del cielo que viene con un mensaje de arriba, y él tiene la
capacidad de Dios de entrar y salir del ámbito en donde María se mueve,
en el versículo 28 dice “entró” y en el 38 dice “salió”, esto que parece
una mera descripción de cómo se mueve el ángel nos quiere decir que el
ángel se mueve con la libertad que Dios da a sus mensajeros, con la
fuerza y el poder que Dios actúa a través de los que le sirven como
mensajeros.
Cuando hablamos de final en el libro de Lucas, de esta
mirada apocalíptica que siempre acerca Gabriel, el que habla del final,
esta lleno de gozo el final, “Alégrate, María, llena de gracia, el Señor
está contigo”. Se acerca un tiempo final para vos y para la humanidad,
Dios que viene a poner en orden las cosas, lo que se acaba es un mundo
de tristeza, de angustia, de sin sentido, un mundo marcado por la
depresión, el agobio.
Se inicia un nuevo tiempo para vos, esto viene a
decirle el ángel de parte de Dios a María para que ella se alegre.
Fijate que distinta es la mirada apocalíptica de la que se hace eco
María en el anuncio a la que a veces se maneja como mensaje del terror
que lo que hace es acurrucar el alma, achicar el alma, marchitarla, muy
lejos de todo esto es el anuncio que hace el ángel, expande el corazón
de María, lo abre, después ella va a cantar la grandeza del Señor cuando
se encuentre con Isabel, María en la anunciación es todo un canto de
alabanza a Dios porque ha mirado la humildad de su servidora y ha
ensanchado la mirada en su corazón.
El ángel Gabriel también esta
presente con nosotros hoy para compartir este anuncio del gozo y de la
alegría, de qué lugares del miedo Dios nos invita a salir y a qué
lugares de alegría Dios nos invita a compartir la vida en este tiempo,
dónde el miedo viene a acurrucarte el corazón, viene a marchitarlo, a
encogerlo, a hacernos sentir que no vale tanto la pena vivir, dónde
sentimos este mensaje dentro nuestro y dónde el mensaje de Dios que es
de gozo, de alegría, de paz, es más expansivo, comunicativo de la vida.
El abrirse en el gozo, en la alegría, en el compartir es lo que Dios
quiere de nosotros lo otro es para que se valla afuera de nosotros,
compartir esto para descubrir en discernimiento dónde Dios nos va
guiando y dónde no es Dios el que nos conduce sino nuestra propia
conflictividad o la acción del mal. Dios se acerca a vos con el mismo
amor que se acercó a María, diciendo alégrate, goza de mi presencia, yo
estoy con vos, y si Dios esta con nosotros dice el apóstol San Pablo en
la Carta a los Romanos en el capítulo 8, quién estará contra nosotros,
la alegría nos da seguridad, la alegría de Dios son las espaldas
cubiertas, es el camino por delante que nos queda por recorrer, es la
certeza de que con Él todo lo podemos y que nadie puede contra nosotros,
dejemos que Dios se siga metiendo como quiera, sin ponerle obstáculos
ni resistencias, sin querer justificarnos, a Dios no le hace falta, nos
conoce, sabe quienes somos pero no decide por nosotros.
ciudadredonda.org
Misioneros claretianos
La Virgen María, la Madre de Dios, nuestra Madre, es otra de las
protagonistas del Adviento, como no podía ser menos. Nos volveremos a
encontrar con ella el próximo día 12 de este mes, bajo la advocación de
Ntra. Sra. de Guadalupe, muy venerada en el continente americano. Hoy la
contemplamos bajo el misterio de su Inmaculada Concepción, recordando
su disponibilidad a Dios, su sí a Él, y la puerta que esta aceptación y
entrega supuso y supone para todos los creyentes: nada más y nada menos
que el nacimiento de nuestro Salvador, que dentro de poco celebraremos.
Dos ideas por si te ayudan a vivir esta jornada de la mano de María.
1ª Si el cristianismo fuera una ideología, una ideología no necesita de
una madre. Pero como el cristianismo es fundamentalmente el encuentro
con la persona de Jesucristo, para dicho encuentro sí necesitamos de la
Madre de “ese” con quien nos queremos encontrar, porque ella nos lleva a
su encuentro. Por eso, cada vez que oramos a Dios con María, le estamos
diciendo: “María, muéstranos a tu Hijo”. Pídeselo hoy. Pídele a nuestra
Madre que te ayude a conocer más a Jesús, para amarlo más y seguirle
mejor.
2º. De las lecturas de hoy, me quedo con el imperativo que el Arcángel
le dice a María de parte de Dios: ¡alégrate! Es la primera palabra, es
el saludo, es el resumen de todo su mensaje. Alégrate porque eres llena
de Gracia, porque el Señor está contigo. El pueblo cristiano tiene la
bonita costumbre, que mucha gente mantiene, de rezar el Ángelus a las
doce del mediodía, en silencio, interiormente, en medio del trabajo. Y
esta bella oración recoge esta secuencia de la Anunciación que hoy
meditamos de la mano del evangelista San Lucas.
Deberíamos recordar más a menudo, cuando rezáramos el Ángelus y oráramos
con María lo que el Arcángel le mandó: ¡alégrate!; y lo que ella supo
vivir incluso en medio de la oscuridad de la incomprensión en el momento
más duro de su vida al pié de la cruz. Una alegría interna que la ayudó
a esperar y no desesperar, a mantenerse en pié.
Celebrar a María es recordarnos que tenemos una Madre en el camino del
seguimiento de Jesús, que no estamos solos. Es recordarnos que la fe es
un camino de alegría, porque el Señor está con nosotros. Y cuando lo
olvidemos, basta con mirar a la Madre, cómo ella lo vivió; su sí fue
plenificado, su confianza no quedó defraudada. Ella nos recuerda que
este camino, que esta apuesta es, incluso cuando todo parece perdido en
medio de la noche, de ganadores.
¡Inmaculado Corazón de María, ruega por nosotros!
oracionyliturgia.archimadrid.org/
Archidiócesis de Madrid
Colaborar en el plan redentor De Dios
Dios crea al hombre a su imagen y semejanza y, antes de la fundación
del mundo, nos elige en Cristo, para que seamos santos e irreprochables
ante él por el amor. Nos ha elegido para la santidad, para hacernos
partícipes de su vida. Este plan inicial de Dios el hombre lo rompe por
el pecado. El hombre, con palabras del Concilio Vaticano II, por instigación
del demonio, en el inicio mismo de la historia, abusó de su libertad,
levantándose contra Dios (Gaudium
et spes, 13). Pero desde ese mismo momento, Dios nos promete un plan de
salvación: “pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia
y su descendencia; ella te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en
el talón”. Un plan que pasa por la colaboración de una mujer. La
Anunciación es un momento crucial en la realización del designio
salvador de Dios. Es el punto clave en la historia de la salvación.
“Has encontrado gracia ante Dios”, porque Dios la ama. Dios nos ama
porque Él es bueno, no porque nosotros hagamos las cosas bien ¡es la
comunicación de su amor, de su bondad, lo que nos hace buenos y, por
tanto, capaces de hacer cosas buenas (sólo quien es bueno puede obrar
bien). No deberíamos olvidar esto ni darlo por supuesto nunca.
María ha sido íntimamente asociada al misterio de la Redención, que
se anticipa en Ella, “la llena de gracia”, “concebida sin pecado”. Pero
nada de esto exime la libre respuesta de María. Dios prepara la
respuesta haciéndola capaz de responder a la invitación que le va a
realizar. María dijo que sí porque quiso, pero pudo decirlo porque Dios
la “hizo” libre ¡Y porque lo es muy particularmente responde que sí! No
deberíamos dejar de maravillarnos por el hecho de que Dios haya querido,
para sacar adelante su plan, contar con la entrega libre de una
criatura (muy especial, pero una criatura) ¡Cuánto está dependiendo de
la libertad de María! Los justos desde el seno de Abraham, los ángeles,
como expectantes diciéndole: María di que sí. Nuestra libertad ha sido
“liberada” para una entrega así. “Para esta libertad, Cristo nos ha
liberado” (Ga 5,1) Qué lejos de la libertad del hombre moderno ¡Cuántas
veces la empleamos para nuestros planes y caprichos y no para ponerla en
sus manos! Y cuando nos los estropean nos enfadamos, nos ponemos de mal
humor.
“He aquí la esclava del Señor”. El amor es lo que hace que la
libertad se ponga en movimiento para darse. Entregarse a Dios es lo más
razonable, pero en esta vida ninguna luz es cegadora si uno no quiere.
Siempre se pueden “cerrar los ojos”. Por eso, el Señor está también a la
espera de nuestro “hágase”.
No temas a lo que te pide, porque has hallado gracia delante de Dios.
No temas porque para Dios nada hay imposible”. No temas a lo que te voy
a pedir. Concebirás y darás a luz… No temas porque mi gracia precede a
tu decisión. Así ayuda a su libertad, como tantas veces la nuestra.
Con la ayuda divina, ¡podemos!: siempre podemos dar fruto de
verdadera caridad, de entrega. Porque Dios lo quiere. ¡Persuadidos de
esto! Nuestra santificación es voluntad de Dios: “Esta es la voluntad de
Dios: vuestra santificación” (1 Tes 4,3).
evangeliodeldia.org
San Efrén (c. 306-373)
Diácono en Siria, doctor de la Iglesia
evangeli.net
Rev. D.
David
COMPTE i Verdaguer
(Manlleu, Barcelona, España)
«Y entrando, le dijo: ‘Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo’»
Hoy, el Evangelio toca un acorde
compuesto por tres notas. Tres notas no siempre bien afinadas en nuestra
sociedad: la del hacer, la de la amistad y la de la coherencia de vida.
Hoy día hacemos muchas cosas, pero, ¿tenemos un proyecto? Hoy, que
navegamos en la sociedad de la comunicación, ¿tiene cabida en nuestros
corazones la soledad? Hoy, en la era de la información, ¿nos permite
ésta dar forma a nuestra personalidad?
Un proyecto. María, una mujer «desposada con un hombre llamado José, de
la casa de David» (Lc 1,28). María tiene un proyecto. Evidentemente, de
proporciones humanas. Sin embargo, Dios irrumpe en su vida para
presentarle otro proyecto... de proporciones divinas. También hoy,
quiere entrar en nuestra vida y dar proporciones divinas a nuestro
quehacer humano.
Una presencia. «No temas, María» (Lc 1,30). ¡No construyamos de
cualquier manera! No fuera caso que la adicción al “hacer” escondiera un
vacío. El matrimonio, la vida de servicio, la profesión no han de ser
una huida hacia adelante. «Llena de gracia, el Señor está contigo» (Lc
1,28). Presencia que acompaña y da sentido. Confianza en Dios, que —de
rebote— nos lleva a la confianza con los otros. Amistad con Dios que
renueva la amistad con los otros.
Formarnos. Hoy día, que recibimos tantos estímulos con frecuencia
contrapuestos, es necesario dar forma y unidad a nuestra vida. María,
dice san Luis María Grignion, «es el molde vivo de Dios». Hay dos
maneras de hacer una escultura, expone Grignion: una, más ardua, a base
de golpes de cincel. La otra, sirviéndose de un molde. Ésta segunda es
más sencilla. Pero el éxito está en que la materia sea maleable y que el
molde dibuje con perfección la imagen. María es el molde perfecto.
¿Acudimos a Ella siendo nosotros materia maleable?
Pensamientos para el Evangelio de hoy
-
«Dios es el padre de las cosas creadas; y María es la madre de
las cosas recreadas. Pues Dios engendró a aquel por quien todo fue
hecho; y María dio a luz a aquel por quien todo fue salvado» (San
Anselmo)
-
«El saludo del ángel está entretejido con hilos del Antiguo
Testamento. María es el retoño que, en la oscura noche invernal de la
historia, florece del tronco abatido de David: de Ella germina el árbol
de la redención. Dios no ha fracasado, como podía parecer al inicio de
la historia: Dios salvó y salva a su pueblo» (Benedicto XVI)
-
«Esta resplandeciente santidad del todo singular de la que
[María] fue enriquecida desde el primer instante de su concepción, le
viene toda entera de Cristo: Ella es redimida de la manera más sublime
en atención a los méritos de su Hijo (…)» (Catecismo de la Iglesia
Católica, nº 492)
fraynelson.com
Fray Nelson Medina OP
1. El poder de la redención
1.1 Celebramos la redención. Esta es una fiesta que proclama sobre
todo el poder de la redención. Nuestra mirada se dirige principalmente
al Dador de todo bien, aquel que crea, salva y santifica.
1.2 Los reparos, incluso de grandes teólogos como san Juan Crisóstomo
o santo Tomás de Aquino, con respecto a la afirmación de María como
concebida sin pecado, son los mismo reparos que cristianos no católicos
tienen hasta el día de hoy: se teme que al situarla en un régimen
especial estemos negando la necesidad que ella, como toda creatura
humana, tuvo de ser salvada.
1.3 La objeción cesa en cuanto descubrimos que precisamente lo que
estamos celebrando es el modo singular en que la salvación de Dios se
hizo primero presente en la vida de María. Dios salva levantando al que
cae, pero también no dejando caer. No caer es un modo de haber sido
sostenido, un modo de haber sido salvado. María no es la que no que no
necesitó la salvación, sino la que fue salvada de modo peculiar, en
razón de su misión particular.
1.4 El misterio de la redención de María es único, hasta donde tiene
certeza la Iglesia hoy, pero no es único de modo absoluto. Ninguno de
nosotros ha cometido todos los pecados posibles. Hay áreas de nuestra
vida en que no hemos pecado. ¿Significa que en esas áreas no ha obrado
la gracia de la redención que Cristo nos mereció? Desde luego que no.
Este argumento nos ayuda a entender que ser salvado no implica haber
pecado o haber estado bajo el poder del pecado.
2. Primera entre los inmaculados
2.1 Estamos acostumbrados a referirnos a la Inmaculada, así, en
singular; deberíamos cambiar esa costumbre. El destino propio del rebaño
de Cristo es ser inmaculados.
2.2 En efecto, nuestro destino es ser perfectos, a la medida de la
pureza infinita de la santidad de Dios Padre, según ordena el mismo
Cristo: "sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto" (Mt
5,48; cf. 2 Cor 13,9). San Pablo lo afirma expresamente: "hermanos,
regocijaos, sed perfectos, confortaos, sed de un mismo sentir, vivid en
paz; y el Dios de amor y paz será con vosotros" (2 Cor 13,11; cf. Col
4,12, Heb 12,23).
2.3 De hecho, "inmaculado" significa sencillamente "sin mancha", y
eso es expresamente lo que se espera de la gracia en nosotros, pues "nos
escogió en El antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos
y sin mancha delante de El" (Ef 1,4). La misma gracia y el mismo
Espíritu que hicieron a la Inmaculada nos quieren y pueden hacer
inmaculados a nosotros.
3. Resonancias en el pueblo de Dios
3.1 En la proclamación de la Inmaculada Concepción de la Virgen María
brilló de modo particular el papel que el "sensus fidelium", el sentido
y sentir de los fieles, tiene en el esclarecimiento de la fe común.
Aunque siempre es cierto que la Iglesia no es una democracia ni las
cosas se definen por presión de mayorías, un buen pastor sabe escrutar
el sentir del pueblo fiel, pues Dios se goza de revelar sus misterios a
los pequeños y humildes, ocultándose más bien de los sabios y entendidos
(cf. Lc 10,21).
3.2 Dios, pues, ha querido que la sencillez del alma de María fuera
connatural al alma de los sencillos. De ellos podemos y debemos aprender
el cariño espontáneo, sincero y fiel a la Madre de Dios. Un amor sin
fisuras que entiende sin complicaciones que los bienes de ella de algún
modo pertenecen a todos los que la amamos y a todos lo que Ella ama.
3.3 Sirva en esto una comparación quizá muy mundana: cuando una reina
de belleza logra la corona para su país o región, ¿no se alegran todos
los de esa región o país, aun a sabiendas de que la hermosura de su
reina los rebasa? Obrar o sentir de otro modo sería sencillamente
envidia. Quede, pues, esto en firme: lo espontáneo y bello es afirmar
que los bienes de María, Reina de sublime belleza espiritual, son
nuestros, porque ella, como dijo san Atanasio, es hermana nuestra en
Adán. Nos pertenece.
4. Anuncio de la Nueva Creación
4.1 En la Carta a los Efesios leemos: "Cristo amó a la iglesia y se
dio a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado por el
lavamiento del agua con la palabra, a fin de presentársela a sí mismo,
una iglesia en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa
semejante, sino que fuera santa e inmaculada" (Ef 5,25-27). Tal deseo de
Cristo sólo alcanza su plenitud en aquella Novia, la Jerusalén del
Cielo, de la que fue dicho: "su fulgor era semejante al de una piedra
muy preciosa" (Ap 21,11). La celebración de María, como Inmaculada, es
entonces una mirada no sólo al pasado de María sino, quizá más aún, al
futuro de la Iglesia.
4.2 Podemos decir además que este misterio escatológico tiene su eco
natural en la celebración eucarística. Hay una especie de compatibilidad
natural e indisoluble entre el misterio de la Inmaculada y el misterio
eucarístico. La pureza de Ella, ofrecida a Dios, es como la saludable
respuesta con que nuestra raza humana acoge la ofrenda purísima del
Cordero Inmaculado, el Cordero sin mancha. Pidamos al Señor que haga
nuestro corazón dócil a la gracia, de modo que aquello que ya pudo en
María se haga verdad en nosotros.
La Inmaculada Concepción de la bienaventurada Virgen María
Solemnidad Por: Redacción | Fuente: Archidiócesis de Madrid
SOLEMNIDAD
Martirologio Romano: Solemnidad
de la Concepción Inmaculada de la bienaventurada Virgen María, que,
realmente llena de gracia y bendita entre las mujeres, en previsión del
nacimiento y de la muerte salvífica del Hijo de Dios, desde el mismo
primer instante de su Concepción fue preservada de toda culpa original,
por singular privilegio de Dios. En este mismo día fue definida, por el
papa Pío IX, como verdad dogmática recibida por antigua tradición
(1854).
Todo lo que se refiere a la Santísima Virgen María es un maravilloso
misterio. Como la primera y más importante de las prerrogativas suyas es
su condición de ser Madre de Dios, todo lo que deriva de ello-el caso
de ser Inmaculada, por ejemplo- es una consecuencia de su especialísima,
impar e irrepetible situación en medio de los hombres.
De hecho, en un tiempo concreto, justo en 1854, el papa Pío IX, de modo
solemne y con todo el peso de su autoridad suprema recibida de
Jesucristo, afirmó que pertenecía a la fe de la Iglesia Católica que
María fue concebida sin pecado original. Lo hizo mediante la bula
definitoria Ineffabilis Deus donde se declaraba esa verdad como dogma de
fe.
Poco a poco fue descubriéndolo en el andar del tiempo y atendiendo a los
progresos de la investigación teológica, al mejor conocimiento de las
ciencias escriturísticas, a lo que era realidad viva en el espíritu y
vida de los católicos y después de consultado el sentir del episcopado
universal.
No es en ningún momento un gesto debido al capricho de los hombres ni a
presiones ambientales o conveniencias económicas, políticas o sociales
por las que suelen regirse las conductas de los hombres. No; es más bien
la fase terminal y vinculante de un largo y complejo proceso en que se
va desarrollando desde lo más explicito y directo hasta lo implícito o
escondido y siempre al soplo del Espíritu Santo que asiste a la Iglesia
por la promesa de Cristo. Por tanto, la definición dogmática no es la
creación de una verdad nueva hasta entonces inexistente, sino la
confirmación por parte de la autoridad competente de que el dato
corresponde al conjunto de la Revelación sobrenatural. Por eso, al ser
irreformable ya en adelante, asegura de manera inequívoca las
conciencias de los fieles que al profesarla no se equivocan en su
asentimiento, sino que están conforme a la verdad.
El libro del Génesis, la Anunciación de Gabriel trasmitida en el tercer
evangelio, Belén donde nace el único y universal Redentor, El Calvario
que es Redención doliente y el sepulcro vacío como triunfante se hacen
unidad para la Inmaculada Concepción.
Los Santos Padres y los teólogos profundizaron en el significado de las
palabras pondré enemistades entre ti y la mujer, entre tu descendencia y
la suya reveladas y en los hechos; relacionaron las promesas primeras
sobre un futuro Salvador, descendencia de la mujer, que vencería en
plenitud al Maligno con aquellas palabras lucanas llena de gracia
salidas del ángel Gabriel. Compararon a la Eva, madre primera de
humanidad pecadora y necesitada de redención, con María, madre del
redentor y de humanidad nueva y redimida. Pensaron en la redención
universal y no podían entender que alguien -María- no la necesitara por
no tener pecado. Con los datos revelados en la mano se estrujaron sus
cabezas para entender la verdad universal del pecado original
transmitido a todo humano por generación. Jugaron con las palabras Eva
-genesíaca-, y Ave -neotestamentaria-, ambas del único texto sagrado,
viendo en el juego maternidad analógica por lo común y lo dispar.
Vinieron otros y otros más hablando de la dignidad de María imposible de
superar; el mismo pueblo fiel enamorado profesaba la conveniencia en
Ella de inmunidad, pero aún quedaban flecos sin atar. Salió algún
teólogo geniudo diciendo ¡imposible! y otro sutil, que hilaba muy fino,
afirmó que mejor es prevenir que curar la enfermedad para afirmar que la
redención sí era universal y María la mejor redimida.
Solucionadas las aparentes contradicciones de los datos revelados que
ataban todos los cabos sueltos y comprendido cuanto se puede entender en
la proximidad del misterio, sólo quedaba dar la razón de modo solemne a
la firme convicción de fieles y pastores en el pueblo de Dios que
intuía, bajo el sereno soplo del Espíritu, que por un singular
privilegio la omnipotencia, sabiduría y bondad infinitas de Dios habría
aplicado, sin saber cómo, los inagotables méritos del Hijo Redentor a su
Santísima Madre, haciéndola tan inocente desde el primer instante de su
concepción, como lo fue después y para siempre, por haberla amado más
que a ninguna otra criatura y ser ello lo más digno por ser la más bella
de todo lo que creó. Así lo hizo, aquel 8 de diciembre, el papa Pío IX
cuando clarificó para siempre el significado completo de llena de
gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y
bendito es el fruto de tu vientre.
Mientras los teólogos estudiaban y discutían todos los pormenores, los
artistas les tomaron la delantera, sobre todo los españoles Murillo,
Ribera, Zurbarán, Valdés Leal y otros; también no españoles como Rubens o
Tiepolo. Ponían en sus impresionantes lienzos a la Inmaculada con
túnica blanca y manto azul, coronada de doce estrellas, que pisaba con
total potestad y triunfo la media luna y la humillada serpiente.
Para saber más consulta Fiesta de la Inmaculada Concepción de María
¡Virgen María, Madre Inmaculada, ruega por nosotros! himnos y oraciones
Explicando la Inmaculada Concepción
Liturgia de las horas
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios R. Y mi
boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona: Ant. Celebremos
a María, concebida sin pecado, y adoremos a su Hijo, Jesucristo el Señor.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora: V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: NINGUNO DEL SER HUMANO
Ninguno del ser humano como vos se pudo ver: que a otros los dejan caer y después les dan la mano.
Mas vos, Virgen, no
caíste como los otros cayeron, que siempre la mano os dieron con que preservada
fuiste.
Yo, cien mil veces caído, os suplico que me deis la vuestra, y me
levantéis porque no quede perdido.
y por vuestra concepción, que fue de tan gran
pureza, conserva en mí la limpieza del alma y del corazón,
para que, de esta
manera, suba con vos a gozar del que solo puede dar vida y gloria verdadera.
Amén.
SALMODIA
Ant 1. En su concepción María ha recibido la bendición del Señor y
la misericordia de Dios, su salvador.
Salmo 23 - ENTRADA SOLEMNE DE DIOS EN SU TEMPLO.
Del Señor es la tierra y
cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: El la fundó sobre los mares, El
la afianzó sobre los ríos.
¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede
estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no
confía en los ídolos ni jura contra el prójimo en falso. Ese recibirá la
bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación.
Este es el grupo que
busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
¡Portones!, alzad los
dinteles, levantaos, puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria.
¿Quién
es ese Rey de la gloria? El Señor, héroe valeroso; el Señor, héroe de la guerra.
¡Portones!, alzad los dinteles, levantaos, puertas antiguas: va a entrar el Rey
de la gloria.
¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, Dios de los ejércitos. Él es el Rey de la gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En su concepción María ha recibido la bendición del Señor y la
misericordia de Dios, su salvador.
Ant 2. Dios la socorrió al despuntar la
aurora; el Altísimo ha consagrado su morada.
Salmo 45 - DIOS, REFUGIO Y FORTALEZA DE SU PUEBLO
Dios es nuestro refugio y
nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque
tiemble la tierra y los montes se desplomen en el mar.
Que hiervan y bramen sus
olas, que sacudan a los montes con su furia:
El Señor de los ejércitos está con
nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
El correr de las acequias alegra
la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no
vacila; Dios la socorre al despuntar la aurora.
Los pueblos se amotinan, los
reyes se rebelan; pero él lanza su trueno y se tambalea la tierra.
El Señor de
los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a
ver las obras del Señor, las maravillas que hace en la tierra:
Pone fin a la
guerra hasta el extremo del orbe, rompe los arcos, quiebra las lanzas, prende
fuego a los escudos.
«Rendíos, reconoced que yo soy Dios: más alto que los
pueblos, más alto que la tierra.»
El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dios la socorrió al despuntar la aurora; el Altísimo ha consagrado su
morada.
Ant 3. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!: el Señor te
ha cimentado sobre el monte santo.
Salmo 86 - HIMNO A JERUSALÉN, MADRE DE TODOS LOS PUEBLOS.
Él la ha cimentado
sobre el monte santo; y el Señor prefiere las puertas de Sión a todas las moradas
de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! «Contaré a Egipto y
a Babilonia entre mis fieles; filisteos, tirios y etíopes han nacido allí.»
Se
dirá de Sión: «Uno por uno todos han nacido en ella; el Altísimo en persona la ha
fundado.»
El Señor escribirá en el registro de los pueblos: «Éste ha nacido
allí.» Y cantarán mientras danzan: «Todas mis fuentes están en ti.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!: el Señor te ha
cimentado sobre el monte santo.
V. El Dios todopoderoso me ciñe de valor. R.
Y me enseña un camino perfecto.
PRIMERA LECTURA
De la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 12-21
DONDE ABUNDÓ EL PECADO SOBREABUNDÓ LA GRACIA
Hermanos: Así como por un solo
hombre entró el pecado en el mundo y,
por el pecado, la muerte, y, de este modo, la muerte pasó a todos los
hombres, dado que todos han pecado...
(Porque ya antes de la
promulgación de la ley existía el pecado en el mundo, y sin embargo no
puede imputarse pecado si no hay ley; vemos, empero, que, de hecho, la
muerte reinó ya desde Adán a Moisés sobre todos los que pecaron, aun
cuando su transgresión no fue en las mismas condiciones en que pecó
Adán, el cual era figura del que había de venir.
Sin embargo, con
el don no sucedió como con el delito, pues, si por el delito de uno
solo murió la multitud, ¡con cuánta mayor profusión, por la gracia de un
solo hombre, Jesucristo, se derramó sobre todos la bondad y el don de
Dios! Ni fueron los efectos de este don como los efectos del pecado de
aquel único hombre que pecó, porque la sentencia que llevó a la
condenación vino por uno solo, en cambio, el don, partiendo de muchas
transgresiones, lleva a la justificación.)
...Así pues (decía),
si, por la falta de uno solo, la muerte estableció su reinado, también,
con mucha mayor razón, por causa de uno solo, de Jesucristo, reinarán en
la vida los que reciben la sobreabundancia de la gracia y el don de la
justificación.
Por consiguiente, así como el delito de uno solo
atrajo sobre todos los hombres la condenación, así también la obra de
justicia de uno solo procura a todos la justificación que da la vida. Y
como por la desobediencia de un solo hombre todos los demás quedaron
constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo todos
quedarán constituidos justos.
La ley, ciertamente, fue ocasión de
que se multiplicasen los delitos, pero donde abundó el pecado
sobreabundó la gracia, para que así como reinó el pecado produciendo la
muerte, así también reine la gracia dándonos vida eterna por Jesucristo,
Señor nuestro.
RESPONSORIO Rm 5, 12; Lc 1, 30; cf. Sal 114, 8; cf. 17, 19
R. Por un
solo hombre entró el pecado en el mundo y, por él, todos han pecado. Pero tú *
no temas, María, porque has hallado gracia a los ojos de Dios. Aleluya. V. El
Señor arrancó tu alma de la muerte, y fue tu apoyo contra tu adversario. R. No
temas, María, porque has hallado gracia a los ojos de Dios. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De las Oraciones de san Anselmo, obispo
(Oración 52: PL 158, 955-956)
¡OH VIRGEN, POR CUYA BENDICIÓN QUEDA BENDECIDA TODA LA NATURALEZA!
El cielo,
los astros, la tierra, los ríos, el día, la noche, y todo
lo que se halla sometido al poder y al servicio del hombre, se
congratulan, Señora, porque, habiendo perdido su antigua nobleza, ahora
han sido en cierto modo resucitados por ti y dotados de una gracia nueva
e inefable.
Porque todas estas cosas estaban como muertas, al
haber perdido su congénita dignidad de servir al dominio y utilidad de
los que alaban a Dios, que para eso habían sido creadas; estaban
oprimidas y afeadas por el abuso de los que servían a los ídolos, para
los cuales no habían sido creadas. Ahora se alegran como si hubieran
vuelto a la vida, porque ya vuelven a estar sometidas al dominio de los
que confiesan a Dios, y embellecidas por su uso natural.
Es como
si hubiesen saltado de alegría por esta gracia nueva e inapreciable, al
sentir que el mismo Dios, su mismo creador, no sólo reinaba sobre ellas
de un modo invisible, sino que incluso lo vieron en medio de ellas,
santificándolas visiblemente con su uso. Estos bienes tan grandes
provinieron a través del fruto bendito del vientre sagrado de la Virgen
María.
Por tu plenitud de gracia, lo que estaba en el país de los
muertos se alegra al sentirse liberado, y lo que está por encima del
mundo se alegra al sentirse restaurado. En efecto, por el glorioso
Hijo de tu gloriosa virginidad, todos los justos que murieron antes de
la muerte vivificante de Cristo se alegran al verse libres de su
cautividad, y los ángeles se congratulan por la restauración de su
ciudad medio en ruinas.
¡Oh mujer llena y rebosante de gracia,
con la redundancia de cuya plenitud rocías y haces reverdecer toda la
creación! ¡Oh Virgen bendita y desbordante de bendiciones, por cuya
bendición queda bendecida toda la naturaleza, no sólo la creatura por el
Creador, sino también el Creador por la creatura!
Dios, a su
Hijo, el único engendrado de su seno igual a sí, al que amaba como a sí
mismo, lo dio a María; y de María se hizo un hijo, no distinto, sino el
mismo, de suerte que por naturaleza fuese el mismo y único Hijo de Dios y
de María. Toda la naturaleza ha sido creada por Dios, y Dios ha nacido
de María. Dios lo creó todo, y María engendró a Dios. Dios, que hizo
todas las cosas, se hizo a sí mismo de María; y de este modo rehizo todo
lo que había hecho. El que pudo hacer todas las cosas de la nada, una
vez profanadas, no quiso rehacerlas sin María.
Dios, por tanto,
es padre de las cosas creadas y María es madre de las cosas recreadas.
Dios es padre de toda la creación, María es madre de la universal
restauración. Porque Dios engendró a aquel por quien todo fue hecho, y
María dio a luz a aquel por quien todo fue salvado. Dios engendró a
aquel sin el cual nada en absoluto existiría, y María dio a luz a aquel
sin el cual nada sería bueno.
En verdad el Señor está contigo, ya que él ha
hecho que toda la naturaleza estuviera en tan gran deuda contigo y con él.
RESPONSORIO Sal 33, 4; 85, 13; Lc 1, 48
R. Proclamad conmigo la
grandeza del Señor, * por su grande piedad para conmigo. V. Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones. R. Por su grande piedad para conmigo.
Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO
Señor, Dios eterno, alegres te cantamos, a ti nuestra alabanza, a ti, Padre del
cielo, te aclama la creación.
Postrados ante ti, los ángeles te adoran y cantan
sin cesar:
Santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo; llenos están el
cielo y la tierra de tu gloria.
A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los
apóstoles, la multitud de los profetas te enaltece, y el ejército glorioso de los
mártires te aclama.
A ti la Iglesia santa, por todos los confines extendida, con
júbilo te adora y canta tu grandeza:
Padre, infinitamente santo, Hijo eterno,
unigénito de Dios, santo Espíritu de amor y de consuelo.
Oh Cristo, tú eres el
Rey de la gloria, tú el Hijo y Palabra del Padre, tú el Rey de toda la creación.
Tú, para salvar al hombre, tomaste la condición de esclavo en el seno de una
virgen.
Tú destruiste la muerte y abriste a los creyentes las puertas de la
gloria.
Tú vives ahora, inmortal y glorioso, en el reino del Padre.
Tú vendrás
algún día, como juez universal.
Muéstrate, pues, amigo y defensor de los hombres
que salvaste.
Y recíbelos por siempre allá en tu reino, con tus santos y
elegidos.
La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.
Salva a
tu pueblo, Señor, y bendice a tu heredad.
Sé su pastor, y guíalos por siempre.
Día tras día te bendeciremos y alabaremos tu nombre por siempre jamás.
Dígnate, Señor, guardarnos de pecado en este día.
Ten piedad de nosotros,
Señor, ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre
nosotros, como lo esperamos de ti.
A ti, Señor, me acojo, no quede yo nunca defraudado.
ORACIÓN.
OREMOS,
Dios todopoderoso, que, por la inmaculada concepción de la Virgen María,
preparaste una digna morada para tu Hijo y, en previsión de la muerte
de Jesucristo, preservaste a su madre de toda mancha de pecado,
concédenos también a nosotros, por intercesión de esta madre inmaculada,
que lleguemos a ti limpios de toda culpa. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es
Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor. R. Demos gracias a Dios.
LAUDES (Oración de la mañana)
INVITATORIO (Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V.
Señor abre mis labios R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant.
Celebremos a María, concebida sin pecado, y adoremos a su Hijo, Jesucristo
el Señor.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor, demos
vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos
los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los
montes; suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus
manos.
Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de
Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y dudaron de mí,
aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años aquella generación me
repugnó, y dije: Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Celebremos a María, concebida sin pecado, y adoremos a su Hijo,
Jesucristo el Señor.
Himno: PUREZA INMACULADA.
Pureza inmaculada, espejo del Señor, ¡oh fuente de
la gracia, unida al redentor!
Belleza sin mancilla, encanto virginal, tú eres la
alegría, la gloria del mortal.
¡Oh vara florecida del tronco de Jesé!, en gracia
concebida, ¡oh gloria de Israel!
Dichosa por los siglos los pueblos te dirán: tú
fuiste del Dios vivo la aurora celestial. Amén.
SALMODIA
Ant 1. ¡Qué admirable pureza la de aquella Virgen Madre que no
conoció el pecado y que mereció llevar a Dios en su seno!
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti
madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra
reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu
fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios.
Toda
mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré de manjares
exquisitos, y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti y
velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto
con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¡Qué admirable pureza la de aquella Virgen Madre que no conoció el pecado
y que mereció llevar a Dios en su seno!
Ant 2. El Señor te ha bendecido, santa
Virgen María, más que a todas las mujeres de la tierra.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas
del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del
Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid
al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al
Señor; astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos
todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas,
bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos,
bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid
al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y
cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y
peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados,
bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres,
bendecid al Señor; bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al
Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid
al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y
Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al
Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los
siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. El Señor te ha bendecido, santa
Virgen María, más que a todas las mujeres de la tierra.
Ant 3. Arrástranos
tras de ti, Virgen inmaculada, y correremos atraídos por el aroma de tus
perfumes.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene
su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas, cantadle con
tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a
los humildes.
Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con
vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos:
para tomar
venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los
reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia
dictada es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Arrástranos tras de ti, Virgen inmaculada, y correremos atraídos por el
aroma de tus perfumes.
LECTURA BREVE Is 43, 1
Así dice el Señor, el que te creó, Jacob, el que te
formó, Israel:
«No temas, que yo te he rescatado, te he llamado por tu nombre; tú eres
mío.»
RESPONSORIO BREVE
V. El Dios todopoderoso me ciñe de valor. R. El Dios
todopoderoso me ciñe de valor.
V. Y me enseña un camino perfecto. R. Me
ciñe de valor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. El
Dios todopoderoso me ciñe de valor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El Señor Dios
dijo a la serpiente: «Pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu
linaje y el suyo: ella herirá tu cabeza.» Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL
MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. suscitándonos una fuerza de
salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros
enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la
misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el
juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de
temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y
justicia, en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán
Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.
Por la
entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo
alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar
nuestros pasos por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor
Dios dijo a la serpiente: «Pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre
tu linaje y el suyo: ella herirá tu cabeza.» Aleluya.
PRECES
Elevemos nuestras súplicas al salvador, que quiso nacer de María Virgen, y
digámosle:
Que tu santa Madre, Señor, interceda por nosotros.
Sol de justicia,
a quién María Virgen precedía cual aurora luciente, haz que vivamos siempre
iluminados por la claridad de tu presencia.
Salvador del mundo, tú que con la
eficacia de tu redención preservaste a tu madre de toda mancha de pecado, líbranos también a nosotros de toda culpa.
Redentor
nuestro, tú que hiciste de la inmaculada Virgen María tabernáculo
purísimo de tu presencia y sagrario del Espíritu Santo, haz también de nosotros
templos de tu Espíritu.
Rey de reyes, que elevaste contigo a tu Madre en cuerpo
y alma al cielo, haz que aspiremos siempre a los bienes celestiales.
Se pueden
añadir algunas intenciones libres
Según el mandato del Señor, digamos
confiadamente:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso, que, por la inmaculada concepción de la Virgen María,
preparaste una digna morada para tu Hijo y, en previsión de la muerte
de Jesucristo, preservaste a su madre de toda mancha de pecado,
concédenos también a nosotros, por intercesión de esta madre inmaculada,
que lleguemos a ti limpios de toda culpa. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es
Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la
vida eterna. R. Amén.
II VÍSPERAS (Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en
socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: MÍSTICA ROSA DE INTOCADOS PÉTALOS.
Mística Rosa de intocados pétalos, límpido cielo de infinitas lámparas, Musa celeste del Amor-Artífice, alba del
alba.
Si de tu esencia lo inefable tocó, no sé si es luz, o resplandor, o
llama, o mar, o nieve, o limpidez, o nube, flor o fragancia.
Como después del
angustiado vuelo el trino posa en la mecida rama, regreso a ti - mi resplandor en
ruinas -: tú eres mi casa.
Dilapidé mi hacienda, Madre mía, bebí mi sed y devoré
mi náusea. Lo tuve todo, y me han quedado sólo, sólo mis lágrimas.
Mis manos
todo de tu amor lo esperan, como la noche espera, Madre, el alba. Llévame siempre
de la mano, llévame: sé tú mi lámpara.
Llévame en pos de tu luciente aroma, ciclón de lirios, amapola en llamas, y, cuando el viento tu presencia anuncie, róbame el alma.
Quiébrate, voz, ante el dintel sagrado de aquel que es Trino
en Una sola llama, Llama que es Una en Tres incendios, Niña, llena de gracia.
Amén.
SALMODIA
Ant 1. Toda hermosa eres, María, y en tí no se encuentra la mancha
original.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos
a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus, las
tribus del Señor,
según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia en el palacio de David.
Desead la paz
a Jerusalén: «Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: «La
paz contigo.» Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Toda hermosa eres, María, y en tí no se encuentra la mancha original.
Ant 2. Tú eres la gloria de Jerusalén; tú, la alegría de Israel;
tú, el orgullo de nuestra raza.
Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no construye
la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en
vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis, que veléis hasta muy
tarde, los que coméis el pan de vuestros sudores: ¡Dios lo da a sus amigos
mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos; una recompensa es
el fruto de las entrañas: son saetas en mano de un guerrero los hijos de la
juventud.
Dichoso el hombre que llena con ellas su aljaba: no quedará derrotado
cuando litigue con su adversario en la plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú eres la gloria de Jerusalén; tú, la alegría de Israel; tú, el orgullo
de nuestra raza.
Ant 3. Tu vestido es blanco como la nieve, y tu rostro
resplandeciente como el sol.
Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
Bendito sea Dios, Padre de
nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda
clase de bienes espirituales y celestiales.
El nos eligió en la persona de
Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos consagrados e irreprochables
ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura
iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan
generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya.
Por
este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con
nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan que
había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: hacer
que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, las del cielo y las de la
tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tu vestido es blanco como la nieve, y tu rostro resplandeciente como el
sol.
LECTURA BREVE Rm 5, 20b-21
Donde abundó el pecado sobreabundó la gracia,
para que así como
reinó el pecado produciendo la muerte, así también reine la gracia
dándonos vida eterna, por Jesucristo, Señor nuestro.
RESPONSORIO BREVE
V. En esto conozco que me amas. R. En esto conozco que
me amas.
V. En que mi enemigo no triunfa de mí. R. En esto conozco que me
amas.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. R. En esto
conozco que me amas.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está
contigo; bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi
alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha
mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las
generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es
santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace
proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a
los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y
a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su
misericordia —como lo había prometido a nuestros padres— en favor de Abraham y su
descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú
entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. Aleluya.
PRECES
Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso que
todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y
supliquémosle diciendo:
Que la llena de gracia interceda por nosotros.
Señor,
Dios nuestro, admirable siempre en tus obras, que has querido que la
inmaculada Virgen María participara en cuerpo y alma de la gloria de
Jesucristo, haz que todos tus hijos deseen y caminen hacia esta misma gloria.
Tú
que nos diste a María por madre, concede por su mediación salud a los
enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores y a todos abundancia de
salud y de paz.
Tú que hiciste de María la madre de misericordia, haz que los
que viven en peligro o están tentados sientan su protección maternal.
Tú que
encomendaste a María la misión de madre de familia en el hogar de Jesús y de
José, haz que por su intercesión todas las madres fomenten en sus hogares el
amor y la santidad.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que
coronaste a María como reina del cielo, haz que los difuntos puedan alcanzar con
todos los santos la felicidad de tu reino.
Confiando en el Señor, que hizo obras
grandes en María, pidamos al Padre que colme también de bienes al mundo
hambriento:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso, que, por la inmaculada concepción de la Virgen María,
preparaste una digna morada para tu Hijo y, en previsión de la muerte
de Jesucristo, preservaste a su madre de toda mancha de pecado,
concédenos también a nosotros, por intercesión de esta madre inmaculada,
que lleguemos a ti limpios de toda culpa. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es
Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la
vida eterna. R. Amén.
COMPLETAS (Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en
socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso y
ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y
omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa
María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que
intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga
misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. R. Amén.
Himno: CUANDO ACABAMOS EL DÍA
Cuando acabamos el día te suplicamos, Señor, nos hagas de centinela y otorgues tu protección.
Que te sintamos: contigo sueñe nuestro corazón para cantar tus loores de nuevo al salir el sol.
Danos
vida saludable, alienta nuestro calor, tu claridad ilumine la oscuridad que
llegó.
Dánoslo, Padre piadoso, por Jesucristo, el Señor, que reina con el
Espíritu Santo vivificador. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.
Salmo 90 - A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.
Tú que habitas al amparo del
Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: «Refugio mío,
alcázar mío. Dios mío, confío en ti.»
Él te librará de la red del cazador, de la
peste funesta. Te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te refugiarás: su brazo
es escudo y armadura.
No temerás el espanto nocturno, ni la flecha que vuela de
día, ni la peste que se desliza en las tinieblas, ni la epidemia que devasta a
mediodía.
Caerán a tu izquierda mil, diez mil a tu derecha; a ti no te
alcanzará.
Tan sólo abre tus ojos y verás la paga de los malvados, porque
hiciste del Señor tu refugio, tomaste al Altísimo por defensa.
No se te acercará
la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado
órdenes para que te guarden en tus caminos;
te llevarán en sus palmas, para que
tu pie no tropiece en la piedra; caminarás sobre áspides y víboras, pisotearás
leones y dragones.
«Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque conoce
mi nombre, me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación, lo
defenderé, lo glorificaré; lo saciaré de largos días, y le haré ver mi
salvación.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.
LECTURA BREVE Ap 22, 4-5
Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en
la frente. Y no
habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el
Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los
siglos.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R. En
tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás. R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo. R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras
dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN
Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo
irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado
ante todos los pueblos
luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo
Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que
velemos con Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Visita, Señor, esta habitación: aleja de ella las insidias del enemigo;
que tus santos ángeles habiten en ella y nos guarden en paz y que tu
bendición permanezca siempre con nosotros. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche
tranquila y una santa muerte. R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE LA
SANTISIMA VIRGEN
Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios, no
desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien
líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita.
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