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Dios Existe
 | Asunto: | [diosexiste] Lecturas, Santoral y Liturgia de las horas del Sábado 04 de Julio de 2020 | Fecha: | 4 de Julio, 2020 05:27:13 (+0200) | Autor: | Alfa Romeo <yj_adonai @.....es>
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Lecturas del Sábado 04 de Julio de 2020
Sábado 13ª semana de tiempo ordinario
Santoral: Isabel de Portugal, Eliana
Am 9,11-15: Haré volver a los cautivos Salmo 84: Dios anuncia
la paz a su pueblo Mt 9,14-17: ¿Guardan luto los invitados?
Amós 9, 11-15 Haré volver los cautivos de Israel y los plantaré en su
campo
Así
dice el Señor: "Aquel día, levantaré la tienda caída de David, taparé
sus brechas, levantaré sus ruinas como en otros tiempos. Para que posean
las primicias de Edom, y de todas las naciones, donde se invocó mi
nombre. -Oráculo del Señor-.
Mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que el que ara sigue
de cerca al segador; el que pisa las uvas, al sembrador; los montes
manarán vino, y fluirán los collados. Haré volver los cautivos de
Israel, edificarán ciudades destruidas y las habitarán, plantarán viñas y
beberán de su vino, cultivarán huertos y comerán de sus frutos. Los
plantaré en su campo, y no serán arrancados del campo que yo les di,
dice el Señor, tu Dios."
Salmo responsorial: 84 Dios anuncia la paz a su pueblo.
Voy a escuchar lo que dice el Señor: / "Dios anuncia la paz / a su
pueblo y a sus amigos / y a los que se convierten de corazón." R.
La misericordia y la fidelidad se encuentran, / la justicia y la
paz se besan; / la fidelidad brota de la tierra, / y la justicia mira
desde el cielo. R.
El Señor nos dará la lluvia, / y nuestra tierra dará su fruto. /
La justicia marchará ante él, / la salvación seguirá sus pasos. R.
Mateo 9, 14-17 ¿Es que pueden guardar luto, mientras el novio está con
ellos?
En
aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús,
preguntándole: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en
cambio, tus discípulos no ayunan?"
Jesús les dijo: ¿Es que pueden guardar luto los invitados a la
boda, mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven
al novio, y entonces ayunarán. Nadie echa un remiendo de paño sin
remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto y deja un roto
peor. Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque revientan los
odres; se derrama el vino, y los odres se estropean; el vino nuevo se
echa en odres nuevos, y así las dos cosas se conservan."
Comentarios:
dominicos.org
D. Félix García O.P.
Aquel día levantaré la tienda caída de David
Días difíciles
para el pueblo de Israel. Tanto el reino del norte como en del sur se
han alejado de Dios y Dios suscita un profeta que descubra y saque de la
sombra los pecados del pueblo y de sus reyes.
El profeta elegido,
Amós, profetiza en nombre de Dios. No está contento con la misión que
ha recibido y llegará a oponerse a ser conocido como profeta del
Altísimo. “No soy profeta, ni hijo de profeta; solo soy un pastor,
cultivador de higos”. Así se define a sí mismo.
Pero tiene que
llevar a cabo la misión recibida de Dios y profetizar destrucción y
muerte, hasta el final del último capítulo. Dios no perdona que se abuse
de los pobres, que los ricos se apoderen hasta del vestido del pobre;
que mientras unos se pierden en banquetes y comilonas otra parte del
pueblo pasa hambre. Dios, nos dice Amós, no puede soportarlo y destruirá
al pueblo idólatra y traidor que maltrata al pobre, pero salvará a una
pequeña parte y llegará un día en que levantará la tienda derribada de
David, restaurará las ruinas y, después de rescatar a los dispersos por
las naciones, volverá a producir frutos la tierra y nunca más serán
arrancados del campo que regala. Siempre la misericordia de Dios aparece
guardando al hombre a la sombra, al abrigo, de sus alas.
¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos y los tuyos no?
Es
la eterna paradoja del ser humano. Este suceso podría darse sin ningún
problema entre nosotros, aquí y ahora. Nos sentimos perfectos, porque
seguimos los preceptos legales al pie de la letra y con eso nos creemos
autorizados a juzgar las actuaciones de nuestros vecinos, nuestros
paisanos o, yendo más lejos, de cualquiera que por un medio o por otro
llega a nuestro conocimiento.
El que nos consideremos buenos, o al
menos mejores que los demás, nos está colocando a las puertas de la
intolerancia. En alguna ocasión, asistiendo a la misa dominical, he oído
que alguna persona criticaba que otra fuera a comulgar porque “todos
sabemos como vive”. Nos erigimos en jueces, jurados y verdugos
ejecutores, tal vez sin darnos cuenta de que el primer paso para poder
recibir al Señor no es estar recién confesado, sino saber, sentir, que
somos indignos de recibir al Señor, que se entrega como comida para
nosotros precisamente para curar nuestra indignidad.
Es el amor al
vecino lo que importa para poder acercarte a recibir el sacramento. Es
saberse necesitado de misericordia, querer recibirla y ser, al mismo
tiempo, capaz de darla. Dios está con nosotros, con cada uno y con
todos.
Todos somos odres viejos que debemos reciclarnos
constantemente y hacernos nuevos para poder recibir y conservar el vino
nuevo. Tenemos que ser igualmente, paño remojado que pueda tapar el roto
del manto y evite hacerlo más grande.
Dios está con nosotros,
está a nuestro lado y, mientras permanezca con nosotros, no podemos
entristecernos con ayunos y penitencias. Día llegará en el que sintamos
que nos hemos apartado de Dios y entonces necesitaremos ayunar y hacer
penitencia hasta sentirnos nuevamente acogidos por Él. Siempre teniendo
en cuenta que el amor de Dios está con nosotros, aunque nos queramos
apartar de Él.
Vivamos el amor de Dios y de Dios recibiremos la
lluvia que nos hará dar buenos y abundantes frutos, como hemos cantando
en el Salmo 84, y no demos tanta importancia a sacrificios, a ritos, a
cultos, porque Dios quiere misericordia, no sacrificios ni holocaustos.
ciudadredonda.org Fernando Torres cmf Misionero claretiano
“¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda mientras el
novio está con ellos?” Llevamos escuchando estas palabras de Jesús desde
hace siglos y no termino de entender bien por qué damos por supuesto
que nosotros sí podemos guardar luto porque el novio no está con
nosotros. Y no termino de entender porque durante tanto tiempo, pasados y
presentes, y para tantos y tantas, la vida cristiana (estar invitados a
la boda) es algo triste y oscuro, algo que se parece mucho más a un
velatorio, a un funeral prolongado, que a una vida, que es la fiesta de
la vida, de la alegría.
No creo estar diciendo nada fuera de lugar. Demasiadas veces me
encuentro con gente que, cuando habla de seguir a Jesús, de ser
cristiano, subraya casi exclusivamente los aspectos más negativos de
todo. Para ellos ser cristiano es vivir de acuerdo con un estricto
código moral con muchas normas y todas obligatorias bajo pena de pecado.
Ser cristiano es la obligación –siempre la obligación– de ir a misa los
domingos. Parece que ser cristiano es como vivir en una cuaresma
permanente en la que hay que meditar continuamente en el pecado que
cometemos, en lo malos que somos, en lo mucho que sufrió Jesús por
nuestros pecados, que parece que son tantos que nunca fue suficiente su
sufrimiento para salvarnos y necesitamos seguir dándonos golpes en la
espalda. Hasta ahora, envueltos en la pandemia provocada por el
covid-19, algunos habrán aprovechado la oportunidad para pensar que es
un castigo de Dios o que es la consecuencia de maltratar la naturaleza,
que también nos castiga.
Y digo yo que el novio está con nosotros. Que la resurrección
significa esa presencia gozosa de Jesús en medio de nosotros. Y con él,
está presente el amor de Dios, y su misericordia, y su abrazo de paz, y
el regalo de su esperanza. Lo más importante de la misa –mejor llamarla
“eucaristía” (acción de gracias)– no es que sea obligatoria y que si no
voy todos los domingos cometo pecado sino que es mi oportunidad para
encontrarme con mis hermanos de comunidad, de compartir la fe, de
escuchar la Palabra y compartir el Pan, de cantar y agradecer. Porque la
eucaristía no es un funeral ni algo triste y aburrido sino una
celebración, una fiesta (otra cosa es que los sacerdotes y los fieles
estén muchas aconchabados para convertirla en uno de los momentos más
aburridos del día). Y que lo del código de normas morales es lo menos
importante porque lo más importante para los seguidores de Jesús es
amar. Es verdad que amar lleva consigo algunas veces sufrir pero sólo
algunas veces porque amar siempre es gozar y disfrutar y vivir en
plenitud.
Estamos en los tiempos nuevos. Para seguir con la imagen del
Evangelio, se llevaron al novio pero ya nos lo devolvieron. Y estamos
alegres y vivimos llenos de esperanza y nos amamos unos a otros como él
nos amó. Lo propio de la vida cristiana es la Pascua, no la Cuaresma. Y
la Semana Santa puede estar llena de celebraciones oscuras y dolorosas
por lo que se recuerda. Es verdad. Pero no hay que olvidar que sabemos
como termina –como terminó de hecho en la historia–: con la resurrección
de Jesús.
Conclusión: vamos a celebrar cada día que Dios nos regale de vida “porque
el novio está con nosotros”. Y para siempre.
evangelodeldia.org
evangeli.net
Rev. D.
Joaquim
FORTUNY i Vizcarro
(Cunit, Tarragona, España)
«Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán»
Hoy notamos cómo con Jesús
comenzaron unos tiempos nuevos, una doctrina nueva, enseñada con
autoridad, y cómo todas las cosas nuevas chocaban con la praxis y el
ambiente dominante. Así, en las páginas que preceden al Evangelio que
estamos contemplando, vemos a Jesús perdonando los pecados al paralítico
y curando su enfermedad, mientras que los escribas se escandalizan;
Jesús llamando a Mateo, cobrador de impuestos y comiendo con él y otros
publicanos y pecadores, y los fariseos “subiéndose por las paredes”; y
en el Evangelio de hoy son los discípulos de Juan quienes se acercan a
Jesús porque no comprenden que Él y sus discípulos no ayunen.
Jesús, que no deja nunca a nadie sin respuesta, les dirá: «¿Pueden acaso
los invitados a la boda ponerse tristes mientras el novio está con
ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces
ayunarán» (Mt 9,15). El ayuno era, y es, una praxis penitencial que
contribuye a «adquirir el dominio sobre nuestros instintos y la libertad
del corazón» (Catecismo de la Iglesia, n. 2043) y a impetrar la
misericordia divina. Pero en aquellos momentos, la misericordia y el
amor infinito de Dios estaba en medio de ellos con la presencia de
Jesús, el Verbo Encarnado. ¿Cómo podían ayunar? Sólo había una actitud
posible: la alegría, el gozo por la presencia del Dios hecho hombre.
¿Cómo iban a ayunar si Jesús les había descubierto una manera nueva de
relacionarse con Dios, un espíritu nuevo que rompía con todas aquellas
maneras antiguas de hacer?
Hoy Jesús está: «Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del
mundo» (Mt 28,20), y no está porque ha vuelto al Padre, y así clamamos:
¡Ven, Señor Jesús!
Estamos en tiempos de expectación. Por esto, nos conviene renovarnos
cada día con el espíritu nuevo de Jesús, desprendernos de rutinas,
ayunar de todo aquello que nos impida avanzar hacia una identificación
plena con Cristo, hacia la santidad. «Justo es nuestro lloro —nuestro
ayuno— si quemamos en deseos de verle» (San Agustín).
A Santa María le suplicamos que nos otorgue las gracias que necesitamos para
vivir la alegría de sabernos hijos amados.
fraynelson.com
Fray Nelson Medina OP
1. Recordando a Enrique Aranda
1.1 Perdón si esto sale demasiado personal. Es que no puedo escuchar
el texto de la primera lectura, la de Amós, sin evocar la memoria de un
dominico, que fue profesor y amigo mío, el padre Enrique Aranda.
1.2 Buen conocedor de los textos de los profetas, Enrique destacaba
siempre, cuando volvía este texto de Amós, que en el fondo de toda vida
humana hay siempre el anhelo de sembrar y ver el fruto de lo sembrado.
Parece una observación trivial pero en realidad anuncia algo muy
profundo: si sentimos o no que nuestra vida tiene sentido; o también: si
sentimos o no que valen la pena nuestros esfuerzos.
1.3 Tomemos nada más esa expresión, tan común en español: "valer la
pena." Se habla ahí de una pena, de un dolor, de algo que cuesta y que
deja la marca de su peso en la carne. Vivir no es fácil. Hay que hacer
muchas apuestas, hay que aplazar al futuro el canto mientras el presente
sólo deja ver lágrimas de esfuerzo y renuncia.
1.4 Lo que nos dice Amós es entonces que sólo en Dios el esfuerzo
tiene su corona, la vida tiene su sentido y la siembra alcanza a la
cosecha. Enrique no se cansaba de explicarnos esto de mil maneras.
2. Jesús, El Novio
2.1 Vayamos ahora al texto del evangelio de hoy. He aquí que buscando
de qué acusar al Señor le han presionado sus detractores, mas de tal
acoso ha salido una bellísima imagen: Jesús, el Novio.
2.2 Hubiera podido decirnos otras cosas, pero ha querido calificar la
alegría de su presencia con una expresión entrañable y cálida: el
Novio. No es posible ayunar cuando Él está.
2.3 Me gusta decir que Jesús no es un soltero ni un solterón; es un
Novio. No ha cancelado sus bodas, pues sigue siendo verdad lo que dijo
su Padre al principio: "no es bueno que el hombre esté solo" (Gén 2,18).
Cristo no ha renunciado al matrimonio, lo ha aplazado para el momento
final. Y es tal el gozo que de allí brota, que no es posible ayunar a la
vista y degustación de tal banquete.
Santoral
Santa, Memoria Litúrgica
Por: n/a | Fuente: Corazones.org
Reina de Portugal y Terciaria Franciscana.
Martirologio Romano: Santa
Isabel, reina de Portugal, admirable por su desvelo en conseguir que
reyes enfrentados hiciesen las paces y por su caridad en favor de los
pobres. Muerto su esposo, el rey Dionisio, abrazó la vida religiosa en
el monasterio de monjas de la Tercera Orden de las Clarisas de Estremoz,
en Portugal, que ella misma había fundado, y en el cual murió cuando se
esforzaba por conseguir la reconciliación entre un hijo y un nieto
suyos que estaban enfrentados († 1336).
Etimológicamente: Isabel = "Promesa de Dios", viene de la lengua hebrea
Breve Biografía
Nacida
en Aragón, España en 1271, santa Isabel es la hija del rey Pedro III de
ese reino y nieta del rey Jaime el Conquistador, biznieta del emperador
Federico II de Alemania. Le pusieron Isabel en honor a su tía abuela,
Santa Isabel de Hungría.
Su
formación fue formidable y ya desde muy pequeña tenía una notable
piedad. Le enseñaron que, para ser verdaderamente buena debía unir a su
oración, la mortificación de sus gustos y caprichos. Conocía desde
pequeña la frase: "Tanta mayor libertad de espíritu tendrás cuando menos
deseos de cosas inútiles o dañosas tengas". Se esmeró por ordenar su
vida en el amor a Dios y al prójimo, disciplinando sus hábitos de vida.
No comía nada entre horas .
La
casaron cuando tenía 12 años con el rey Dionisio de Portugal. Esta fue
la gran cruz de Santa Isabel ya que era un hombre de poca moral, siendo
violento e infiel. Pero ella supo llevar heroicamente esta prueba. Oraba
y hacía sacrificios por el. Lo trataba siempre con bondad. Tuvo dos
hijos: Alfonso, futuro rey de Portugal y Constancia, futura reina de
Castilla. Santa Isabel llegó hasta educar los hijos naturales de su
esposo con otras mujeres.
El
rey por su parte la admiraba y le permitía hasta cierto punto su vida
de cristiana auténtica. Ella se levantaba muy temprano y leía 6 salmos,
asistía a la Santa Misa y se dedicaba a regir las labores del palacio.
En su tiempo libre se reunía con otras damas para confeccionar ropas
para los pobres. Las tardes las dedicaba a visitar ancianos y enfermos.
Hizo
construir albergues, un hospital para los pobres, una escuela gratuita,
una casa para mujeres arrepentidas de la mala vida y un hospicio para
niños abandonados. También construyó conventos y otras obras para el
bien del pueblo. Prestaba sus bellos vestidos y hasta una corona para la
boda de jóvenes pobres.
Santa
Isabel frecuentemente distribuía Monedas del Tesoro Real a los pobres
para que pudieran comprar el pan de cada día. En una ocasión, el Rey
Dionisio, sospechando de sus actos, comenzó a espiarla. Cuando la Reina
comenzó a distribuir monedas entre los pobre, el rey lo observó y
enfurecido fue a reclamarle. Pero el Señor intervino, de manera que,
cuando el rey le ordenó que le enseñara lo que estaba dando a los
pobres, las monedas de oro se convirtieron en rosas.
Forjadora de la paz
El
hijo de Isabel, Alfonso, tenía como su padre un carácter violento. Se
llenaba de ira por la preferencia que su padre demostraba por sus hijos
naturales. En dos ocasiones promovió la guerra civil contra su padre.
Isabel hizo todo lo posible por la reconciliación. En una ocasión se fue
en peregrinación hasta Santarém lugar del Milagro Eucarístico, y
vestida de penitente imploró al Señor por la paz.
Llegó
hasta presentarse en el campo de batalla y, cuando los ejércitos de su
esposo y su hijo se disponían a la guerra, la reina se arrodillaba entre
ellos y de rodillas ante su esposo e hijo, les pedía que se
reconciliasen.
Se conservan algunas de sus cartas las cuales reflejan el calibre evangélico
y la audacia de nuestra santa.
A
su esposo: "Como una loba enfurecida a la cual le van a matar a su
hijito, lucharé por no dejar que las armas del rey se lancen contra
nuestro propio hijo. Pero al mismo tiempo haré que primero me destrocen a
mí las armas de los ejércitos de mi hijo, antes de que ellos disparen
contra los seguidores de su padre".
A
su hijo: "Por Santa María Virgen, te pido que hagas las paces con tu
padre. Mira que los guerreros queman casas, destruyen cultivos y
destrozan todo. No con las armas, hijo, no con las armas, arreglaremos
los problemas, sino dialogando, consiguiendo arbitrajes para arreglar
los conflictos. Yo haré que las tropas del rey se alejen y que los
reclamos del hijo sean atendidos, pero por favor recuerda que tienes
deberes gravísimos con tu padre como hijo, y como súbito con el rey".
Consiguió la paz en mas de una ocasión y su esposo murió arrepentido, sin
duda por las oraciones de su santa esposa.
Entra en el convento de las Clarisas después de enviudar
Por
el amor tan grande que Santa Isabel le tenía a la Eucaristía, se dedicó
a estudiar la vida de los santos mas notables por su amor a la
Eucaristía, en especial Santa Clara. Después de enviudar, Santa Isabel
se despojó de todas sus riquezas. Emprendió un peregrinaje a Santiago de
Compostela, donde le entregó la corona al Arzobispo para recibir el
hábito de las Clarisas como terciaria. El Arzobispo fue tan movido por
este acto de la santa, que el le entregó su callado pastoral para que la
ayudara en su regreso a Portugal.
Vivió los últimos años en el convento, dedicada a la adoración
Eucarística.
Cuando
estalló la guerra entre su hijo y su yerno, el rey de Castilla, Santa
Isabel, a pesar de su ancianidad, emprendió un largísimo viaje por
caminos muy peligrosos y logró la paz. Sin embargo el viaje le costó la
vida. Al sentir próxima la muerte pidió que la llevasen al convento de
las Clarisas que ella misma había fundado. Allí murió invocando a la
Virgen Santísima el 4 de julio de 1336.
Dios bendijo su sepulcro con milagros. Su cuerpo se puede venerar en el
convento de las Clarisas en Coimbra.
Fue canonizada en 1625.
Santa Isabel de Portugal, ruega por la paz en nuestros países.
Es patrona de los territorios en guerra.
Oficio de Lecturas
V/. -Señor, Ábreme los labios. R/. -Y mi boca
proclamará tu alabanza.
Invitatorio Salmo 94: Invitación a la alabanza divina
Ant: Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle. Venid,
aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su
presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.
-se repite la antífona
Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su
mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar,
porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos.
-se repite la
antífona
Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
-se
repite la antífona
Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como
en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron
a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
-se repite la antífona
Durante cuarenta años aquella generación me asqueó, y dije: "Es un pueblo de
corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que
no entrarán en mi descanso."»
-se repite la antífona
Gloria al Padre y al Hijo
y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de
los siglos. Amén.
Himno
se utiliza el himno de Laudes:
Gracias, Señor, por
la aurora; gracias, por el nuevo día; gracias, por la Eucaristía; gracias, por
nuestra Señora:
Y gracias, por cada hora de nuestro andar peregrino.
Gracias,
por el don divino de tu paz y de tu amor, la alegría y el dolor, al compartir tu
camino.
Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo, por los
siglos de los siglos. Amén.
Salmo 130: Abandono confiado en los brazos de Dios
Ant: El que se haga pequeño como un niño, ése es el más grande en el reino de
los cielos.
Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no
pretendo grandezas que superan mi capacidad; sino que acallo y modero mis
deseos, como un niño en brazos de su madre.
Espere Israel en el Señor ahora y por
siempre.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: El que se haga pequeño
como un niño, ése es el más grande en el reino de los cielos.
Salmo 131-I:
Promesas a la casa de David
Ant: Dios mío, con sincero corazón te lo ofrezco
todo.
Señor, tenle en cuenta a David todos sus afanes: cómo juró al Señor e hizo
voto al Fuerte de Jacob:
"No entraré bajo el techo de mi casa, no subiré al
lecho de mi descanso, no daré sueño a mis ojos, ni reposo a mis párpados, hasta
que encuentre un lugar para el Señor, una morada para el Fuerte de Jacob".
Oímos
que estaba en Efrata, la encontramos en el Soto de Jaar: entremos en su morada, postrémonos ante el estrado de sus pies.
Levántate, Señor, ven a tu mansión, ven con el arca de tu poder: que tus sacerdotes se vistan de gala, que tus
fieles vitoreen. Por amor a tu siervo David, no niegues audiencia a tu Ungido.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Dios mío, con sincero corazón
te lo ofrezco todo.
Salmo 131-II:
Ant: El Señor juró a David una promesa: su
reino permanecerá eternamente.
El Señor ha jurado a David una promesa que no
retractará: "A uno de tu linaje pondré sobre tu trono.
Si tus hijos guardan mi
alianza y los mandatos que les enseño, también sus hijos, por siempre, se
sentarán sobre tu trono".
Porque el Señor ha elegido a Sión, ha deseado vivir en
ella: "Ésta es mi mansión por siempre, aquí viviré, porque la deseo.
Bendeciré
sus provisiones, a sus pobres los saciaré de pan, vestiré a sus sacerdotes de
gala, y sus fieles aclamarán con vítores.
Haré germinar el vigor de David, enciendo una lámpara para mi Ungido. A sus enemigos los vestiré de ignominia, sobre él brillará mi diadema".
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: El Señor juró a David una promesa: su reino permanecerá eternamente.
V/.
Venid a ver las obras del Señor. R/. Las maravillas que hace en la tierra.
Lectura
V/. Venid a ver las obras del Señor. R/. Las maravillas que hace en la
tierra.
El pecado de David 2S 11,1-17.26-27 Al
año siguiente, en la época en que los reyes van a la guerra, David
envió a Joab con sus oficiales y todo Israel, a devastar la región de
los amonitas y sitiar a Rabá. David, mientras tanto, se quedó en
Jerusalén; y un día, a eso del atardecer, se levantó de la cama y se
puso a pasear por la azotea del palacio, y desde la azotea vio a una
mujer bañándose, una mujer muy bella. David mandó preguntar por la
mujer, y le dijeron: «Es Betsabé, hija de Alián, esposa de Urías, el hitita.» David
mandó a unos para que se la trajesen; llegó la mujer, y David se acostó
con ella, que estaba purificándose de sus reglas. Después Betsabé
volvió a su casa, quedó encinta y mandó este aviso a David: «Estoy encinta.» Entonces David mandó esta orden a Joab: «Mándame a Urías, el hitita.» Joab se
lo mandó. Cuando llegó Urías, David le preguntó por Joab, el ejército y la
guerra. Luego le dijo: «Anda a casa a lavarte los pies.» Urías
salió del palacio, y detrás de él le llevaron un regalo del rey. Pero
Urías, durmió a la puerta del palacio, con los guardias de su señor; no
fue a su casa. Avisaron a David que Urías no había ido a su casa, y
David le dijo: «Has llegado de viaje, ¿por qué no vas a casa?» Urías le
respondió: «El
arca, Israel y Judá viven en tiendas; Joab, mi jefe, y sus oficiales
acampan al raso; ¿y voy yo a ir a mi casa a banquetear y a acostarme con
mi mujer? ¡Vive Dios!, por tu vida, no haré tal.» David le dijo: «Quédate aquí
hoy, mañana te dejaré ir.» Urías
se quedó en Jerusalén aquel día. Al día siguiente, David lo convidó a
un banquete y lo emborrachó. Al atardecer, Urías salió para acostarse
con los guardias de su señor, y no fue a su casa. A la mañana siguiente,
David escribió una carta a Joab y se la mandó por medio de Urías. El
texto de la carta era: «Pon a Urías en primera línea, donde sea más recia la
lucha, y retiraos dejándolo solo, para que lo hieran y muera.» Joab,
que tenía cercada la ciudad, puso a Urías donde sabía que estaban los
defensores más aguerridos. Los de la ciudad hicieron una salida,
trabaron combate con Joab, y hubo algunas bajas en el ejército entre los
oficiales de David; murió también Urías, el hitita. La mujer de
Urías oyó que su marido había muerto e hizo duelo por él. Cuando pasó el
luto, David mandó a por ella y la recogió en su casa; la tomó como
esposa, y le dio a luz un hijo. Pero el Señor reprobó lo que había hecho
David. R/. Mataste a espada a Urías, el hitita, y te quedaste con su
mujer. ¿Por qué has despreciado tú la palabra del Señor, haciendo lo
que a él le parece mal? V/. Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto. No
matarás, no cometerás adulterio. R/. ¿Por qué has despreciado tú la palabra del
Señor, haciendo lo que a él le parece mal?
L. Patrística
Reconoce el mal que
has hecho, ahora que es el tiempo propicio San Cirilo de Jerusalén Catequesis
1,2-3. 5-6 Si
hay aquí alguno que esté esclavizado por el pecado, que se disponga por
la fe a la regeneración que nos hace hijos adoptivos y libres; y así,
libertado de la pésima esclavitud del pecado y sometido a la dichosa
esclavitud del Señor, será digno de poseer la herencia celestial.
Despojaos, por la confesión de vuestros pecados, del hombre viejo,
viciado por las concupiscencias engañosas, y vestíos del hombre nuevo
que se va renovando según el conocimiento de su creador. Adquirid,
mediante vuestra fe, las arras del Espíritu Santo, para que podáis ser
recibidos en la mansión eterna. Acercaos a recibir el sello sacramental,
para que podáis ser reconocidos favorablemente por aquel que es vuestro
dueño. Agregaos al santo y racional rebaño de Cristo, para que un día,
separados a su derecha, poseáis en herencia la vida que os está
preparada. Porque los que conserven adherida la aspereza del pecado, a
manera de una piel velluda, serán colocados a la izquierda, por no
haberse querido beneficiar de la gracia de Dios, que se obtiene por
Cristo a través del baño de regeneración. Me refiero no a una
regeneración corporal, sino al nuevo nacimiento del alma. Los cuerpos,
en efecto, son engendrados por nuestros padres terrenos, pero las almas
son regeneradas por la fe, porque el Espíritu sopla donde quiere. Y así
entonces, si te has hecho digno de ello, podrás escuchar aquella voz:
Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor, a saber, si tu conciencia
es hallada limpia y sin falsedad. Pues, si alguno de los aquí
presentes tiene la pretensión de poner a prueba la gracia de Dios, se
engaña a sí mismo e ignora la realidad de las cosas. Procura, oh hombre,
tener un alma sincera y sin engaño, porque Dios penetra en el interior
del hombre. El tiempo presente es tiempo de reconocer nuestros
pecados. Reconoce el mal que has hecho, de palabra o de obra, de día o
de noche. Reconócelo ahora que es el tiempo propicio, y en el día de la
salvación recibirás el tesoro celeste. Limpia tu recipiente, para que
sea capaz de una gracia más abundante, porque el perdón de los pecados
se da a todos por igual, pero el don del Espíritu Santo se concede a
proporción de la fe de cada uno. Si te esfuerzas poco, recibirás poco,
si trabajas mucho, mucha será tu recompensa. Corres en provecho propio,
mira, pues, tu conveniencia. Si tienes algo contra alguien,
perdónalo. Vienes para alcanzar el perdón de los pecados: es necesario
que tú también perdones al que te ha ofendido. R/. El que oculta su crimen no
prosperará, el que lo confiesa y se enmienda obtendrá misericordia. V/. Si
confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos perdonará los
pecados. R/. El que lo confiesa y se enmienda obtendrá misericordia.
Oremos:
Padre
de bondad, que por la gracia de la adopción nos has hecho hijos de la
luz, concédenos vivir fuera de las tinieblas del error y permanecer
siempre en el esplendor de la verdad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos. Amén.
Laudes
Si Laudes es la primera oración del día se reza el Invitatorio
V/. -Señor, Ábreme los labios. R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.
Invitatorio Salmo 94: Invitación a la alabanza divina
Ant: Del Señor es la
tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle. Venid, aclamemos al Señor, demos
vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.
-se repite la antífona
Porque el Señor es un Dios
grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo, la
tierra firme que modelaron sus manos.
-se repite la antífona
Entrad,
postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es
nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
-se repite la
antífona
Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a
prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
-se repite la antífona
Durante
cuarenta años aquella generación me asqueó, y dije: "Es un pueblo de corazón
extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no
entrarán en mi descanso."»
-se repite la antífona
Gloria al Padre y al Hijo y
al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de
los siglos. Amén.
Himno
Gracias, Señor, por la aurora; gracias, por el nuevo
día; gracias, por la Eucaristía; gracias, por nuestra Señora:
Y gracias, por
cada hora de nuestro andar peregrino.
Gracias, por el don divino de tu paz y de
tu amor, la alegría y el dolor, al compartir tu camino.
Gloria al Padre, gloria
al Hijo, gloria al Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo
118,145-152: XIX (Coph)
Ant: Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Te
invoco de todo corazón: respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes; a ti grito:
sálvame, y cumpliré tus decretos; me adelanto a la aurora pidiendo auxilio, esperando tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias, meditando tu
promesa; escucha mi voz por tu misericordia, con tus mandamientos dame vida; ya
se acercan mis inicuos perseguidores, están lejos de tu voluntad.
Tú, Señor,
estás cerca, y todos tus mandatos son estables; hace tiempo comprendí que tus
preceptos los fundaste para siempre.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu
Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant: Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Exodo 15,1-4.8-13.17-18:
Himno a Dios, después de la victoria del mar Rojo
Ant: Mi fuerza y mi poder es
el Señor, él fue mi salvación.
Cantaré al Señor, sublime es su victoria, caballos y carros ha arrojado en el mar. Mi fuerza y mi poder es el Señor, Él
fue mi salvación.
Él es mi Dios: yo lo alabaré; el Dios de mis padres: yo lo
ensalzaré. El Señor es un guerrero, su nombre es "El Señor."
Los carros del
Faraón los lanzó al mar, ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes.
Al soplo
de tu nariz, se amontonaron las aguas, las corrientes se alzaron como un dique, las olas se cuajaron en el mar.
Decía el enemigo: "Los perseguiré y
alcanzaré, repartiré el botín, se saciará mi codicia, empuñaré la espada, los agarrará mi
mano."
Pero sopló tu aliento, y los cubrió el mar, se hundieron como plomo en
las aguas formidables.
¿Quién como tú, Señor, entre los dioses? ¿Quién como tú,
terrible entre los santos, temible por tus proezas, autor de maravillas?
Extendiste tu diestra: se los tragó la tierra; guiaste con misericordia a tu
pueblo rescatado, los llevaste con tu poder hasta tu santa morada.
Lo introduces
y lo plantas en el monte de tu heredad, lugar del que hiciste tu trono, Señor; santuario, Señor, que fundaron tus manos. El Señor reina por siempre jamás.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Mi fuerza y mi poder es el
Señor, él fue mi salvación.
Salmo 116: Invitación universal a la alabanza
divina
Ant: Alabad al Señor, todas las naciones.
Alabad al Señor, todas las
naciones, aclamadlo, todos los pueblos.
Firme es su misericordia con nosotros, su
fidelidad dura por siempre.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como
era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant:
Alabad al Señor, todas las naciones.
Lectura
2P 1,10-11 Hermanos,
poned cada vez más ahínco en ir ratificando vuestro llamamiento y
elección. Si lo hacéis así, no fallaréis nunca; y os abrirán de par en
par las puertas del reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
V/. A
ti grito, Señor: tú eres mi refugio. R/. A ti grito, Señor: tú eres mi refugio. V/. Y mi lote en el país de la vida. R/. Tú eres mi refugio. V/. Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo R/. A ti grito, Señor: tú eres mi refugio.
Cántico Ev.
Ant: Ilumina, Señor, a los que viven en tinieblas y en sombra de
muerte.
† Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a
su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo, por boca de sus santos profetas.
Es la
salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos
odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su
santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos
que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con
santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te
llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus
caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.
Por la
entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo
alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar
nuestros pasos por el camino de la paz.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu
Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant: Ilumina, Señor, a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte.
Preces
Bendigamos
a Cristo, que, para ser ante Dios el sumo sacerdote compasivo y fiel,
quiso parecerse en todo, menos en el pecado, a sus hermanos, y
supliquémosle, diciendo: Concédenos, Señor, los tesoros de tu amor - Señor, Sol
de justicia, que nos iluminaste en el bautismo, te consagramos este nuevo día. -
Que sepamos bendecirte en cada uno de los momentos de nuestra jornada y
glorifiquemos tu nombre con cada una de nuestras acciones. - Tú que tuviste por
madre a María, siempre dócil a tu palabra, encamina hoy nuestros pasos, para que
obremos también, como ella, según tu voluntad. - Haz que, mientras vivimos aún en
este mundo que pasa, anhelemos la vida eterna y, por la fe, la esperanza y el
amor, gustemos ya anticipadamente las delicias de tu reino.
Con la misma
confianza que tienen los hijos con su padres, acudamos nosotros a nuestro Dios,
diciéndole:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y
líbranos del mal.
Final
Te
pedimos, Señor, que la claridad de la resurrección de tu Hijo ilumine
las dificultades de nuestra vida; que no temamos ante la oscuridad de la
muerte y podamos llegar un día a la luz que no tiene fin. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Primeras Vísperas† (se hace la señal de la cruz mientras se dice:) V/.
-Dios mío, ven en mi auxilio. R/. -Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya Himno ¡Luz que te entregas! ¡Luz que te niegas! A tu busca va el pueblo de noche: alumbra su senda. Dios
de la luz, presencia ardiente sin meridiano ni frontera: vuelves la noche
mediodía, ciegas al sol con tu derecha. Como columna de la aurora, iba en la
noche tu grandeza; te vio el desierto, y destellaron luz de tu gloria las
arenas. Cerró la noche sobre Egipto como cilicio de tinieblas, para tu pueblo
amanecías bajo los techos de las tiendas. Eres la luz, pero en tu rayo lanzas el día o la
tiniebla: ciegas los ojos del soberbio, curas al pobre su ceguera. Cristo Jesús,
tú que trajiste fuego a la entraña de la tierra, guarda encendida nuestra
lámpara hasta la aurora de tu vuelta. Amén. Salmo 118,105-112: XIV (Nun): Himno a la
ley divina Ant: Lámpara es tu palabra para mis pasos, Señor. Aleluya Lámpara es
tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero; lo juro y lo cumpliré: guardaré tus
justos mandamientos; ¡estoy tan afligido! Señor, dame vida según tu promesa. Acepta, Señor, los votos que pronuncio, enséñame tus mandatos; mi vida está
siempre en peligro, pero no olvido tu voluntad; los malvados me tendieron un
lazo, pero no me desvié de tus decretos. Tus preceptos son mi herencia
perpetua, la alegría de mi corazón; inclino mi corazón a cumplir tus leyes, siempre y
cabalmente. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant: Lámpara es
tu palabra para mis pasos, Señor. Aleluya Salmo 15: El Señor es el lote de mi
heredad Ant: Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor. Aleluya. Protégeme,
Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres mi bien». Los dioses y
señores de la tierra no me satisfacen. Multiplican las estatuas de dioses
extraños; no derramaré sus libaciones con mis manos, ni tomaré sus nombres en mis
labios. El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano: me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad. Bendeciré al Señor, que
me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al
Señor, con él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, se
gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la
muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. Me enseñarás el sendero de
la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant: Me saciarás de gozo en tu
presencia, Señor. Aleluya. Filipenses 2,6-11: Cristo, Siervo de Dios, en su
misterio pascual Ant: Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en
la tierra. Aleluya. Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su
categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de
esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso
Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo
que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el
abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ant: Al nombre de Jesús toda
rodilla se doble en el cielo y en la tierra. Aleluya. Lectura Col 1,2b-6a Os
deseamos la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre. En nuestras
oraciones damos siempre gracias por vosotros a Dios, Padre de nuestro
Señor Jesucristo, desde que nos enteramos de vuestra fe en Cristo Jesús y
del amor que tenéis a todos los santos. Os anima a esto la esperanza de
lo que Dios os tiene reservado en los cielos, que ya conocisteis cuando
llegó hasta vosotros por primera vez el Evangelio, la palabra, el
mensaje de la verdad. Éste se sigue propagando y va dando fruto en el
mundo entero, como ha ocurrido entre vosotros. V/. De la salida del sol hasta
su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. R/. De la salida del sol hasta su
ocaso, alabado sea el nombre del Señor. V/. Su gloria sobre los cielos. R/.
Alabado sea el nombre del Señor. V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu
Santo R/. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. Cántico Ev. Ant: Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde
de corazón. † (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar) Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi
salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por
mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en
generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos
los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su
siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros
padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Gloria al Padre y al
Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los
siglos de los siglos. Amén. Ant: Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy
manso y humilde de corazón. Preces Demos
gracias al Señor, que ayuda y protege al pueblo que se ha escogido como
heredad, y, recordando su amor para con nosotros, supliquémosle,
diciendo: Escúchanos, Señor, que confiamos en ti - Padre lleno de amor, te
pedimos por el Papa N. y por nuestro obispo N.: protégelos con tu fuerza y
santifícalos con tu gracia - Que los enfermos vean en sus dolores una
participación de la pasión de tu Hijo, para que así tengan también parte en su
consuelo - Mira con piedad a los que no tienen techo donde cobijarse y haz que
encuentren pronto el hogar que desean - Dígnate dar y conservar los frutos de la
tierra, para que a nadie falte el pan de cada día - (o bien: Guarda, Señor, de
todo mal a nuestro país, para que goce siempre de paz y prosperidad) - Ten,
Señor, piedad de los difuntos y ábreles la puerta de tu mansión eterna Movidos
por el Espíritu Santo, dirijamos al Padre la oración que nos enseñó el Señor: Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a
nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy
nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos
del mal. Final Oh
Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la
humanidad caída, concede a tus fieles la verdadera alegría, para que
quienes han sido librados de la esclavitud del pecado alcancen también
la felicidad eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos
de los siglos. Amén.
Completas
† (se hace la señal de la cruz mientras se dice:) V/. -Dios mío,
ven en mi auxilio. R/. -Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre y al
Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los
siglos de los siglos. Amén. Aleluya
Examen de conciencia
Hermanos: Llegados
al fin de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos humildemente
nuestros pecados. Todos examinan en silencio su conciencia. Después se prosigue
con una de las fórmulas siguientes: Primera fórmula: Yo confieso ante Dios
todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento,
palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso
ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros,
hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
Segunda fórmula: V/.
Señor, ten misericordia de nosotros. R/. Porque hemos pecado contra ti. V/.
Muéstranos, Señor, tu misericordia. R/. Y danos tu salvación.
Tercera fórmula: V/. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten
piedad. R/. Señor, ten piedad. V/. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo,
ten piedad. R/. Cristo, ten piedad. V/. Tú que estás sentado a la derecha del
Padre para interceder por nosotros: Señor, ten piedad. R/. Señor, ten piedad.
Si
preside la celebración un ministro, él solo dice la conclusión siguiente; en caso
contrario, la dicen todos: V/. Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. R/. Amén.
Himno
El
sueño, hermano de la muerte, a su descanso nos convida; guárdanos tú, Señor, de
suerte que despertemos a la vida.
Tu amor nos guía y nos reprende y por nosotros
se desvela, del enemigo nos defiende y, mientras dormimos, nos vela.
Te
ofrecemos, humildemente, dolor, trabajo y alegría; nuestra plegaria balbuciente: «Gracias, Señor, por este día.»
Recibe, Padre, la alabanza del corazón que en
ti confía y alimenta nuestra esperanza de amanecer a tu gran Día.
Gloria a Dios
Padre, que nos hizo, gloria a Dios Hijo Salvador, gloria al Espíritu divino: tres
Personas y un solo Dios. Amén.
Salmo 4: Acción de gracias
Ant: Ten piedad de
mí, Señor, y escucha mi oración.
Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor
mío; tú que en el aprieto me diste anchura, ten piedad de mí y escucha mi oración.
Y
vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor, amaréis la falsedad y buscaréis el
engaño? Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor, y el Señor me escuchará
cuando lo invoque.
Temblad y no pequéis, reflexionad en el silencio de vuestro
lecho; ofreced sacrificios legítimos y confiad en el Señor.
Hay muchos que
dicen: "¿Quién nos hará ver la dicha, si la luz de tu rostro ha huido de
nosotros?"
Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría que si abundara
en trigo y en vino.
En paz me acuesto y en seguida me duermo, porque tú sólo,
Señor, me haces vivir tranquilo.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.
Salmo 133: Oración
vespertina en el templo
Ant: Durante la noche, bendecid al Señor.
Y ahora
bendecid al Señor, los siervos del Señor, los que pasáis la noche en la casa del
Señor.
Levantad las manos hacia el santuario y bendecid al Señor.
El Señor te
bendiga desde Sión, el que hizo cielo y tierra.
Gloria al Padre y al Hijo y al
Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant: Durante la noche, bendecid al Señor.
Lectura
Dt 6,4-7 Escucha,
Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu
Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las
palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria, se las repetirás a tus
hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y
levantado.
V/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. R/. A tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu. V/. Tú, el Dios leal, nos librarás. R/. Encomiendo
mi espíritu. V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo R/. A tus manos,
Señor, encomiendo mi espíritu.
Cántico Ev.
Ant: Sálvanos, Señor, despiertos,
protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
† (se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar) Ahora, Señor,
según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han
visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para
alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre y al Hijo
y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de
los siglos. Amén.
Ant: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras
dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
Final
Oremos:
Después de las I Vísperas de domingo o de solemnidades que coinciden con el
domingo:
Guárdanos,
Señor, durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear el nuevo día,
la celebración del domingo nos llene con la alegría de la resurrección
de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Después de
las Vísperas de solemnidades que no coinciden con el domingo:
Visita,
Señor, esta habitación: aleja de ella las insidias del enemigo; que tus
santos ángeles habiten en ella y nos guarden en paz, y que tu bendición
permanezca siempre con nosotros. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
† (se
hace la señal de la cruz mientras se dice:) V/. El Señor todopoderoso nos conceda
una noche tranquila y una muerte santa. R/. Amén.
Se canta o se dice una de
las siguientes antífonas marianas: Dios te salve, Reina y Madre de
Misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve.
A ti llamamos
los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle
de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos
misericordiosos, y, después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito
de tu vientre.
¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! o bien: Madre del Redentor, virgen fecunda, puerta del cielo siempre abierta, estrella
del mar, ven a librar al pueblo que tropieza y quiere levantarse.
Ante la
admiración de cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador, y permaneces
siempre virgen.
Recibe el saludo del ángel Gabriel, y ten piedad de nosotros,
pecadores. o bien: Salve, Reina de los cielos y Señora de los ángeles; salve
raíz; salve, puerta, que dio paso a nuestra luz.
Alégrate, virgen gloriosa, entre todas la más bella; salve, oh hermosa doncella, ruega a Cristo por
nosotros. o bien: Bajo tu protección nos acogemos, santa Madre de Dios; no
deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien,
líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita.
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