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Dios Existe
 | Asunto: | [diosexiste] Lecturas, Santoral y Liturgia de las horas del Domingo 05 de Julio de 2020 | Fecha: | 5 de Julio, 2020 05:36:28 (+0200) | Autor: | Alfa Romeo <yj_adonai @.....es>
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Lecturas del Domingo 05 de Julio de 2020
14º domingo de tiempo ordinario
Santoral: Antonio María Zacaría, Berta
Zacarías 9,9-10: Mira a tu rey que viene a ti Salmo 144:
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey Romanos
8,9.11-13: El Espíritu Santo les da vida Mateo 11,25-30: Soy manso y
humilde de corazón
Zacarías 9,9-10 Mira a tu rey que viene a ti modesto
Así
dice el Señor: "Alégrate, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén; mira a
tu rey que viene a ti justo y victorioso; modesto y cabalgando en un
asno, en un pollino de borrica. Destruirá los carros de Efraín, los
caballos de Jerusalén, romperá los arcos guerreros, dictará la paz a las
naciones; dominará de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra."
Salmo responsorial: 144 Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi
rey.
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; / bendeciré tu nombre por siempre
jamás. / Día tras día, te bendeciré / y alabaré tu nombre por siempre
jamás. R.
El Señor es clemente y misericordioso, / lento a la cólera y rico
en piedad; / el Señor es bueno con todos, / es cariñoso con todas sus
criaturas. R.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, / que te bendigan
tus fieles; / que proclamen la gloria de tu reinado, / que hablen de tus
hazañas. R.
El Señor es fiel a sus palabras, / bondadoso en todas sus
acciones. / El Señor sostiene a los que van a caer, / endereza a los que
ya se doblan. R.
Romanos 8,9.11-13 Si con el Espíritu dais muerte a las obras del
cuerpo, viviréis
Hermanos:
Vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el
Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de
Cristo no es de Cristo. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre
los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a
Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo
Espíritu que habita en vosotros. Así, pues, hermanos, estamos en deuda,
pero no con la carne para vivir carnalmente. Pues si vivís según la
carne, vais a la muerte; pero si con el Espíritu dais muerte a las obras
del cuerpo, viviréis.
Mateo 11,25-30 Soy manso y humilde de corazón
En
aquel tiempo, exclamó Jesús: "Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y
tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se
las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido
mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que
el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo
se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y
agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que
soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque
mi yugo es llevadero y mi carga ligera."
Comentarios:
dominicos.org
Introducción
Fray Manuel González de la Fuente Valladolid
Las circunstancias que concurren en la
liturgia de hoy, con las lecturas del profeta Zacarías (después del
exilio) y el evangelio de san Mateo nos ofrecen el marco de nuestra
reflexión dominical. El Profeta ante el golpe que sufrió el pueblo de
Israel al quedarse sin la tierra prometida, con dificultades ante la
grandeza de David, sorprende a la audiencia con la llegada de un rey, no
fuerte y poderoso sino modesto, cabalgando en un pollino. No viene a
destruir, sino a romper arcos y dictar la paz, anunciando la llegada de
otro Mesías: pacífico, humilde y justo.
San Mateo, sorprende a su
vez, hablando de los sentimientos de Jesús, que se conmueve ante gente
descarriada, o ante los enfermos, paralíticos, paganos, o de mal vivir.
Hoy alaba y da gracias a Dios porque el mensaje es comprendido por sus
destinatarios, los que están preparados para dejarse sorprender por Dios
y sus criterios de liberación universal.
Comentario Bíblico
Fr. Gerardo Sánchez Mielgo Convento de Santo Domingo. Torrent
(Valencia)
Primera lectura: (Zacarías 9,9-10)
Marco: El fragmento
está tomado del así llamado segundo Zacarías. Esta segunda parte del
libro de Zacarías habría sido redactada algún tiempo más tarde que la
primera. Las circunstancias históricas ya no son las mismas. Acaso sea
obra de un autor distinto del que redactó la primera. Se sitúa en la
etapa posterior a las conquistas de Alejandro y está empapada de
esperanza mesiánica como una urgente necesidad del pueblo para
reencontrar su sentido en la historia y en el plan de Dios. Este
colorido mesiánico ilumina el fragmento que hoy proclamamos. Israel se
encuentra entre las naciones. Dios va a realizar un juicio y
purificación de las mismas.
Reflexiones
1ª) ¡Dios quiere que los hombres sean felices!
Alégrate,
hija de Sión; canta, hija de Jerusalén; mira a tu rey que viene a ti
justo y victorioso, modesto y cabalgando en un asno, en un pollino de
borrica. Estas palabras las recoge Lucas para introducir el saludo del
ángel en la Anunciación. Estas palabras se cumplirán cuando irrumpa en
la historia la Palabra eterna de Dios hecha realmente hombre a través de
María. Constituyen el frontispicio de la etapa del cumplimiento. Estas
mismas palabras son citadas por el narrador de la entrada de Jesús en
Jerusalén. El Dios poderoso no se vale de armas ni grandes ejércitos
para llevar adelante su proyecto. En cumplimiento de esta vigorosa
profecía de Zacarías, Dios se hace presente en la modesta figura humana
de su Mesías cabalgando sobre un asno, pero sin dejar de ser realmente
el rey victorioso. Las apariencias desmienten una vez más la realidad
profunda. ¡Dios es así y actúa así! Estas palabras que iluminan la
entrada en Jerusalén, se convierten en labios de Jesús en una invitación
a seguirle adoptando la misma actitud de modestia y no violencia que él
realizó y vivió. Es una llamada imperiosa a los discípulos de Jesús a
asumir esta forma paradójica del actuar de Dios. Pablo recordará que la
fuerza se realiza en la debilidad, en la forma de siervo: He rogado tres
veces al Señor para que apartase esto de mí y otras tantas me ha dicho:
«Te basta mi gracia, ya que la fuerza se pone de manifiesto en la
debilidad». Gustosamente, pues, seguiré presumiendo de mis debilidades,
para que habite en mí la fuerza de Cristo (2Cor 12,8.9) ¡Desconcertante
proceder!
2ª) ¡El Dios victorioso será el soberano universal!
Destruirá
los carros de Efraín, los caballos de Jerusalén, romperá los arcos
guerreros, dictará la paz a las naciones. Dominará de mar a mar, desde
el Éufrates hasta los confines de la tierra. Evocación de la obra
realizada en el exilio de Babilonia. El segundo Isaías había contemplado
la soberanía universal, sin fronteras, del Dios de Israel. Zacarías
asume esta visión y esta panorámica y la integra en su mensaje. Dios
será soberano indiscutible para la salvación de la humanidad. Este
universalismo, consolador, se convierte en una realidad sólo en el
tiempo del cumplimiento. Pero en contra de la estrechez de miras en que
poco a poco va sumiéndose el judaísmo inmediatamente anterior a la
venida de Jesús, Zacarías levanta la voz para advertir que la soberanía
de Dios es universal. Y alcanzará a todas las naciones. Nadie pude
ponerse al poder de Dios cuando decide actuar y realizar su proyecto. La
fraseología que encontramos aquí se encuentra a lo largo de toda la
Escritura. Hoy, que observamos el transitar por nuestras calles de
tantas gentes con otras culturas, otras formas religiosas, otras
situaciones económicas, pertenecientes a otras razas, estamos urgidos a
contemplar, meditar y poner en la práctica esta invitación a la
universalidad real de Dios, de nuestro Dios que es Padre de todos los
hombres. Se trata de una realidad tangible, que nos desconcierta y nos
escandaliza. ¡Incluso nos asalta la tentación de rechazarlos y
excluirlos! Pero los tenemos a nuestro lado. La palabra de Dios debe
iluminar todos los aspectos de nuestra vida real. Sólo así será
convincente nuestro ser en medio de nuestro mundo.
Segunda lectura: (Romanos 8,9.11-13)
Marco:A
lo largo de los próximos cinco domingos la segunda lectura será tomada
de este rico capítulo 8. Acaso sea una de las cimas más altas de la
carta a los romanos, de la doctrina y mensaje de Pablo y la de doctrina y
experiencia del Espíritu en la vida del creyente. Se trata de un
capítulo denso, pero muy realista a la vez. Entra en el meollo mismo de
la respuesta cristiana para los hombres de todos los tiempos. Tres
grandes temas son presentados en el conjunto y que se irán desgranando a
lo largo de estos domingos: la vida gozosa e inmarcesible que Dios
ofrece, la esperanza alentadora y el amor salvador de Dios. Juntos
constituyen la esencia del vivir cristiano. Y todos estos valores
esenciales y fundamentales están relacionados con el Espíritu, don
recibido en el bautismo.
Reflexiones
1ª) ¡El Espíritu, carta de identidad de la pertenencia a Cristo!
Vosotros
no estáis en la carne, sino en el espíritu, ya que el Espíritu de Dios
habita en vosotros. El que no tienen el Espíritu de Cristo, no es de
Cristo. La contraposición que Pablo establece en estas afirmaciones no
es entre el cuerpo y el alma (componentes del ser humano), sino entre
dos modos, dos talantes, dos criterios básicos de discernimiento en la
actuar de hombre. La carne conlleva un talante, un estilo de vida con
unas consecuencias evidentes a nuestra experiencia humana: la
esclavitud, el desprecio de la persona humana, los enfrentamientos, la
muerte violenta, la muerte en general. En la carta a los Gálatas
recogerá esta misma enseñanza y la concretiza en lo que él llama los
frutos de la carne: En cuanto a las consecuencias de esos desordenados
apetitos, son bien conocidas: fornicación, impureza, desenfreno,
idolatría, hechicería, enemistades, discordias, rivalidad, ira, egoísmo,
disensiones, cismas, envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes
(Gl 5,19-21. En cambio, el Espíritu es un medio o ambiente vital
totalmente nuevo, radicalmente distinto y enfrentado al anterior: en el
ámbito del Espíritu es posible la vida, la esperanza, la honradez, la
solidaridad auténtica entre los hijos de Dios; el gozo de sentirnos
hijos de Dios, como luego explicitará el Apóstol. También en la carta a
los Gálatas concretiza el autor los frutos del Espíritu: amor, alegría,
paz, tolerancia, amabilidad, bondad, fe (fidelidad), mansedumbre, y
dominio de sí mismo (Gl 5,22-23). El Espíritu realiza una obra radical
que garantiza todas las otras: es la carta de pertenencia viva a Cristo
con todas las consecuencias que ello conlleva para el tiempo presente y
para el destino definitivo. Pertenecer a Cristo es lo mismo que vivir el
mismo talante de vida que él llevó. El autor de la Carta de Juan dice
que “camina” como él. La sociedad de ayer y de hoy, como se puede
percibir, ha estado siempre asaltada por las mismas tentaciones. ¡Somos
muy poco originales e innovadores! Por tanto, el mundo de hoy como el de
ayer necesita la proclamación de esta obra realizada por el Espíritu.
Está en juego algo de mucha monta: la verdadera o falsa felicidad y
realización del hombre y de la mujer.
2ª) ¡La posesión del Espíritu, arras y garantía eficaz de resurrección y de
vida!
Si
el Espíritu que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en
vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará
también vuestros cuerpos mortales por el mismo Espíritu que habita en
vosotros. La pertenencia real a Cristo conlleva un mismo destino futuro.
Jesús, afirma Pablo, pasó realmente por la muerte. Pero el Espíritu
Vivificador lo arrebató de la muerte y lo devolvió a la vida, a una vida
en la resurrección, es decir, definitiva, total y universal. Este
pensamiento evoca el primer paso de la humanidad allá en los orígenes.
Dios sopla sobre el hombre y le concede del don del espíritu que da
vida. Este sello permanece indeleble en la intimidad del hombre y es el
garante del anhelo de vida que hay en lo hondo de todos los hombres y
mujeres de toda la historia. Pero ha quedado neutralizado por la ruptura
producida por el hombre frente a Dios y frente a los demás. Esta
ruptura ha sido restaurada en la muerte amorosa y sustitutiva de Jesús.
Ahora ha quedado de nuevo abierto y expedito el camino de la vida. El
garante de la misma vuelve a ser el Espíritu Vivificador. Pero en otro
plano más auténtico y definitivo. La presencia del Espíritu (que habita
permanentemente en los discípulos de Jesús) garantiza ya para siempre el
anhelo de vida continuada y feliz. Sabemos que en la etapa
preparatoria, narrada en el Antiguo Testamento, la donación del Espíritu
era esporádica y selectiva. En la etapa final irrumpe el Espíritu para
todos y para siempre. Es el fruto de la obra de Jesús. El Espíritu
habita ya para siempre y de modo superior en las personas de quienes
aceptan pertenecer a Jesús. Y ese mismo Espíritu que habita
permanentemente dentro de los hombres recibe la misión de vivificarlos
tras la amarga experiencia de la muerte. Mensaje singularmente
consolador.
Evangelio: (Mateo 11,25-30)
Marco: Este
fragmento pertenece al segundo bloque narrativo del evangelio de Mateo.
Este segundo bloque narrativo prepara el bellísimo discurso parabólico
que tendremos ocasión de proclamar y escuchar durante algunos domingos.
En medio de ese bloque narrativo encontramos esta perla preciosa que
acabamos de proclamar. Parece un meteorito descendido del evangelio de
Juan al evangelio de Mateo. Así lo discuten quienes se dedican a estos
estudios. En todo caso, necesitamos de la espiritualidad de Juan para
entenderlo mejor. Es un remanso consolador en medio de los avatares de
la vida de sufrimiento que soportó Jesús y que soportan sus discípulos.
Reflexiones
1ª) ¡Desbordante e incontenible alegría de Jesús por el modo de actuar de su
Padre!
Te
doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas
cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla.
Es un texto que encontramos, sustancialmente, en Mateo y en Lucas. No
lo encontramos en Marcos. Pero Lucas añade, como introducción de estas
afirmaciones de Jesús, una referencia al Espíritu Santo: En aquel
momento, el Espíritu Santo llenó de alegría a Jesús, que dijo... (Lc
10,21). Esta referencia al Espíritu no la encontramos en Mateo. Lucas
tiene especial predilección por el Espíritu y lo hace presente allí
donde los otros evangelistas refieren otras realidades. Esta
introducción baña el conjunto de una atmósfera entrañable. La intimidad
de Jesús se derrama en una sobrecogedora acción de gracias. Sabe que
todo viene de su Padre y todo vuelve a él. Jesús sabe la razón de su
alegría y la expresa de manera solemne y, a la vez, sobriamente
llamativa. El Señor del cielo y de la tierra, descripción habitual de
Dios que encontramos en la Escritura, dispone de las cosas, de las
personas y de los acontecimientos con indiscutible soberanía. Somos
invitados ahora a dirigir la mirada a los interlocutores de Jesús, a
aquellos a quienes se dirigen estas consoladoras palabras. En el marco
de la vida de Jesús los sabios y entendidos son los escribas y fariseos,
según su propia autoestima y autovaloración. No obstante, Jesús mismo
alaba la sabiduría de sus discípulos que saben sacar del arcón cosas
antiguas y nuevas. Jesús mismo ha instado a los discípulos a ahondar en
la palabra de Dios. Jesús mismo actúa como un maestro que llama entorno
así un grupo cada vez mayor de discípulos que aprenden su doctrina. El
reproche de Jesús va dirigido no a la sabiduría de los sabios sino al
talante de esos sabios. A la actitud profunda de esos sabios y
entendidos que están pagados de sí mismos, como Jesús denuncia a lo
largo de toda su predicación. No son sabios en el Reino porque no se
abren a la gratuidad y misericordia del Padre. En cambio los sencillos,
no necesariamente ignorantes, reciben el Reino como una gracia y se
ponen en marcha. Abren su intimidad de par en par y Dios puede realizar
esta admirable obra. Un texto que ilumina adecuadamente estas
afirmaciones de Jesús lo encontramos en Marcos cuando se aborda el
sentido de las parábolas y por qué Jesús hablaba en parábolas: A
vosotros se os ha comunicado el misterio del Reino de Dios, pero a los
de fuera todo les resulta enigmático (Mc 4,11). Estas palabras de Jesús
están redactadas sobre el cañamazo literario que se ha convenido en
llamar paralelismo antitético: los que rodean a Jesús (los sencillos)
como se han abierto a la gracia entienden a Jesús, sus gestos y sus
palabras; los de fuera (los “sabios y entendidos”) no alcanzan esta
comprensión. Sólo será posible su inclusión si Cambian de actitud básica
y se abren al Evangelio de la gracia. Jesús quiere advertir a unos y a
otros que la sabiduría de Dios es un don gratuito que hay que recibir
como un niño (Mt 18). Pero poniendo a disposición del Reino todas las
cualidades que se posean.
2ª) ¡Jesús, un oasis para todos los fatigados y rotos del mundo!
Venid
a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré. Cargad
con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y
encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga
ligera. Jesús dirige la mirada a su alrededor y contempla una humanidad
afanosa e inmersa en mil preocupaciones. La historia se repite. O quizá
en esa repetición aumenta la situación de agobio. Son palabras a tomar
en sentido directo. Pero quizá sea necesario recordar ciertas costumbres
entre los orientales que yo mismo pude observar en mi estancia en
Jerusalén. Los transportes se hacían sobre las espaldas de hombres
mediante un complejo de cuerdas apoyadas en la frente. Se pueden ver
todavía hoy cargas de hasta seis y ocho cajas de alimentos u otros
objetos o sacos de los productos más variados. La forma se parece mucho a
la de un yugo. Los hombres sucumben muchas veces bajo el peso de esa
carga a la que son sometidos, con frecuencia, violentamente o impelidos
por la necesidad sin salida. Ante esa imagen, Jesús invita a los
discípulos a contemplar su misión y su tarea como una carga dura para
los hombros humanos. Por eso sin él no es posible realizarla (Juan 15).
Pero con él todo es posible (Corintios). En estas palabras se evoca otro
campo no menos importante. Los rabinos tenían a gala definir la Ley
como un yugo sobre las espaldas de los hombres. Cargar con el yugo es
cargar con la ley y todas sus prescripciones. Jesús libera al hombre
también de esa terrible carga insoportable, como el mismo Jesús
reconocía en otras ocasiones. Jesús y sus mensajeros son enviados a
ofrecer al hombre una liberación de estas cargas. Estas palabras de
Jesús están relacionadas con la experiencia de la primera Iglesia que
dio lugar al Concilio de Jerusalén. La liberación de Jesús es una
realidad seria e imperiosa que alcanza al corazón de todos los tiempos y
de todos los hombres que quieran aceptar su oferta y entraren el grupo
de sus discípulos. ¿Qué raras suenan estas palabras a los oídos de
nuestros hombres y mujeres! ¿Sólo basta acercarse a un metro cualquiera
de una ciudad cualquiera para percatarnos cómo estamos todos! Siempre
corriendo y afanosos a todas partes. ¡Y no digamos se tomamos la
molestia de escuchar nuestras conversaciones diarias! ¿Tienen valor
estas palabras de Jesús hoy? ¿Tienen cabida en nuestro mundo? ¿No serán
una extraña utopía que corresponde a otro mundo que nada tiene que decir
al nuestro? Pues son más necesarias que nunca precisamente por eso.
ciudadredonda.org Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf Misionero
claretiano
A LA BÚSQUEDA DE LOS CANSADOS Y AGOBIADOS
Se puede decir: «Dime cómo es tu Dios -tu experiencia de Dios-, y
te diré cómo es tu comportamiento con los hombres». Si el rostro de Dios
que has encontrado es el de un ser exigente, controlador, al margen de
tu vida cotidiana, un Dios lleno de normas y obligaciones, un Dios que
me pone condiciones y espera mis esfuerzos y sacrificios para hacerme
caso... O si es un Dios que siempre me perdona aunque caiga una y otra
vez en lo mismo, que se alegra con mis alegrías y me quiere libre y es
fuente de mis alegrías y de mi paz, que me ha elegido para transformar
el dolor y el mal del mundo, etc... mi conducta humana estará amasada
con todos estos rasgos, y mi trato con los demás también.
Pues bien: El rostro de Dios que ha experimentado, del que vive y
habla Jesucristo es alguien cercano, a quien, en cualquier momento del
día, y en cualquier lugar, en medio de las cosas cotidianas, le dirige
espontánea y sencillamente lo que siente y lleva en el corazón. Y este
modo de sentir y vivir a Dios, le lleva a descubrirse y actuar como una
persona pendiente de «los cansados y agobiados».
Esa experiencia de libertad interior y de gozo le lleva a buscar, y convocar
(«venid»)
a quienes no la tienen para revelársela, para ayudarles a descubrirla.
Su Padre se conmueve ante los perdidos y abandonados de la sociedad y de
las estructuras religiosas, ante los que no tienen esperanza, ante
quienes se ven sobrecargados de preceptos, normas, condiciones, ritos
minuciosos, prohibiciones, condenas... incluso «en el nombre de Dios»...
Por eso mismo Jesús se siente llamado a ofrecer «otra cosa». Hoy parece
como si se le hubiera «escapado» delante de todos, una plegaria fresca,
gozosa, agradecida. Y en ella se descubre el rostro de un Dios
misericordia, consuelo, descanso, liberación...
Jesús es un profeta sobre todo «acogedor», y que ha formado un
grupo de discípulos acogedores, para que salgan a buscar, como él, a
quienes se sienten señalados, juzgados, rechazados, marginados,
olvidados... Y los acojan con gestos, palabras, actitudes y hechos... A
su lado, tienen que sentirse incondicionalmente queridos y aceptados.
Por eso hoy la Iglesia -cada bautizado-, tiene que ser capaz de
proclamar con mucha fuerza y claridad a los hombres de hoy y de todos
los tiempos: «Venid a mí... ven a mí tú que...»
§ Ven a mí, tú que estás agobiado con tantas normas y prohibiciones e
imposiciones religiosas, con tantas cosas que hay que cumplir para estar
en regla. Tú necesitas que te alivien, que te quiten tantos fardos de
encima. Sólo una «norma», una carga: la del amor.
§ Ven a mí, tú que estás cansado de que quienes tienen el poder saquen
tajada, y redacten las leyes que les beneficien, dejando tantas veces
desprotegidos a los más débiles, a los más pequeños. Ven, que te voy a
enseñar la felicidad que brota de servir y cuidar a los otros, ven que
te voy a mostrar quiénes son los favoritos de mi Padre del cielo, y lo
que está dispuesto a hacer por ellos, por ti, por vosotros.
§ Ven a mí tú que tanto intentas ser mejor, que te esfuerzas en corregir
tus fallos y errores sin conseguirlo o con pocos resultados, y te
acabas desanimando y cansando de luchar... Ven, que te quiero enseñar a
apoyarte en mi Padre, a mirarle más a Él que a ti mismo. Él es la
Fuerza de nuestra fuerza.
§ Ven a mí tú que te siente agobiado por tu futuro, por tus problemas,
porque no te llega el dinero, porque te falta un trabajo digno, por tu
salud... Ven, verás que te enseño a vivir todo eso con más paz, porque
mi Padre quiere que te preocupes por otras cosas, y dejes éstas en sus
manos. Él quiere que mires al cielo, que le mires a Él y descubras que
ninguna de esas cosas te puede ni te debe hundir. ¡Yo las he vencido
para ti!
§ Ven, tú que estás cansado de hacer todos los días lo mismo, que te ves
envuelto en la rutina y el aburrimiento, que te faltan ilusiones para
vivir, que piensas que ya «no hay nada nuevo bajo el sol», que no encuentras
un sentido a tu vivir: Ven, toma mi yugo ligero,
sujétate a mí con fuerza, y vamos a recorrer nuevas sendas; ya verás
que aún hay mucho que hacer, que siempre hay algo más, algo nuevo que
puedes hacer, alguien a quien amar... hasta el día en que descanses
definitivamente en los brazos de mi Padre.
§ Ven tú que estás «cargado» de convencionalismos sociales, esclavo de
las modas, esclavo de tu aspecto físico, esclavo de tu historia
personal, esclavo de tus limitaciones y defectos, esclavo del «qué
dirán»... Acércate a mí, que te voy a ayudar a liberarte de todo eso,
para que seas tú mismo, para que seas como mi Padre ha soñado que seas.
Sólo tiene que asumir la carga que yo te dé, una carga ligera, porque la
llevaremos juntos; una carga agradable, porque se trata de que te
ocupes de tus hermanos, que hagas tuyos sus pesos y sufrimientos, que
los alivies, que compartas lo que ellos quieran darte... en la medida de
tus fuerzas.
§ Ven tú que estás triste porque entre los que se llaman discípulos míos
hay «carrerismos», luchas de poder, amiguismos, oscuras alianzas con
los poderosos, lejanía de mis ovejas, zancadillas, chismes... Ven tú,
porque en mi Iglesia también se encuentran muchos que viven confiando,
amando, sirviendo calladamente, humildemente, con sencillez. Ellos serán
tu apoyo, como lo soy yo para que la cizaña no ahogue tu trigo.
No ha prometido el Señor que se van a «esfumar» las dificultades o que vamos a
tener éxito. No. Ha dicho: «Yo os aliviaré... y encontraréis descanso para
vuestras almas...».
Por eso su Iglesia (cada discípulo, también tú yo) sigue llamando
incansablemente: Ven... Ven... Ven... tu
sitio está aquí, junto con todos nosotros... Acudamos nosotros a él
continuamente para que nos alivie y descanse... y abramos también
puertas, corazones, espacios, instituciones... para que tantos más
«vengan».
evangeliodeldia.org
evangeli.net
P.
Antoni
POU OSB
Monje de Montserrat
(Montserrat, Barcelona, España)
«Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré
descanso»
Hoy, Jesús nos muestra dos
realidades que le definen: que Él es quien conoce al Padre con toda la
profundidad y que Él es «manso y humilde de corazón» (Mt 11,29). También
podemos descubrir ahí dos actitudes necesarias para poder entender y
vivir lo que Jesús nos ofrece: la sencillez y el deseo de acercarnos a
Él.
A los sabios y entendidos frecuentemente les es difícil entrar en el
misterio del Reino, porque no están abiertos a la novedad de la
revelación divina; Dios no deja de manifestarse, pero ellos creen que ya
lo saben todo y, por tanto, Dios ya no les puede sorprender. Los
sencillos, en cambio, como los niños en sus mejores momentos, son
receptivos, son como una esponja que absorbe el agua, tienen capacidad
de sorpresa y de admiración. También hay excepciones, e incluso, hay
expertos en ciencias humanas que pueden ser humildes por lo que al
conocimiento de Dios se refiere.
En el Padre, Jesús encuentra su reposo, y su paz puede ser refugio para
todos aquellos que han sido maleados por la vida: «Venid a mí todos los
que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso» (Mt 11,28).
Jesús es humilde, y la humildad es hermana de la sencillez. Cuando
aprendemos a ser felices a través de la sencillez, entonces muchas
complicaciones se deshacen, muchas necesidades desaparecen, y al fin
podemos reposar. Jesús nos invita a seguirlo; no nos engaña: estar con
Él es llevar su yugo, asumir la exigencia del amor. No se nos ahorrará
el sufrimiento, pero su carga es ligera, porque nuestro sufrimiento no
nos vendrá a causa de nuestro egoísmo, sino que sufriremos sólo lo que
nos sea necesario y basta, por amor y con la ayuda del Espíritu. Además,
no olvidemos, «las tribulaciones que se sufren por Dios quedan
suavizadas por la esperanza» (San Efrén).
fraynelson.com Fray Nelson Medina.org
1. Un pueblo y un rey humildes
1.1 Las lecturas de hoy enfatizan en la humildad y en la gente
humilde. Como esta no es la virtud popular de nuestro tiempo, este
domingo viene muy bien a todos, porque nos ayuda a descubrir una faceta
de la vida cristiana que nos hace mucho bien y que en cierto modo es la
puerta para muchos otros bienes.
1.2 Además, la humildad no es una virtud más dentro de una lista de
virtudes. Si miramos el conjunto del Antiguo Testamento, bien se puede
decir que todo el caminar del pueblo elegido tenía un motivo, y eso es
lo que subraya la primera lectura de hoy: al final, Dios quitará todos
los emblemas de grandeza, de lucha y de altivez.
1.3 Como que todo el Antiguo Testamento tenía una meta: preparar un
pueblo humilde, que pudiera aceptar a un que viene "humilde y montado en
un burrito," según las palabras de Sofonías.
2. Grandeza de los pequeños
2.1 Ser pequeño es ser débil pero también, a menudo, es ser
consciente de esa misma debilidad. Esa conciencia lleva a no confiar
demasiado en sí mismo y sobre todo, lleva a buscar ayuda o soporte, cosa
que suele abrir el corazón hacia Dios.
2.2 Los pequeños, además, suelen ser capaces de comprender primero
que nadie lo que significan las siguientes palabras: regalo,
solidaridad, gratitud y alegría. Todas ellas se pueden resumir en una:
Evangelio.
3. Aprender de Jesucristo
3.1 Ciertamente no hallaremos maestro de humildad como Jesús. Pruebas
externas de su humildad son: el género de vida que llevó, la facilidad
con que los pobres comprendían su mensaje de vida y sus palabras; la
capacidad suya para ser tratado siempre como uno más; su espíritu
continuo de servicio y dedicación a todos; la manera de su oración y
espíritu de obediente amor al Padre.
3.2 Puede juzgarse como extraño que Jesús se ponga a sí mismo como
modelo entre los humildes y mansos; parecería una falta de humildad,
precisamente. No es así, por supuesto. Lo que sucede es que la humildad,
aun siendo grande entre las virtudes, como todas ellas debe plegarse
ante la Reina, que es la caridad. Y aunque parecería más humildad que no
hubiera dicho que era humilde, ese silencio hubiera dejado incompleta
la medida de su caridad sin límites.
Santoral Antonio María Zaccaría Santo, Memoria Litúrgica,
Por: José María Setién | Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Presbítero y Fundador
Martirologio Romano: San
Antonio María Zaccaria, presbítero, fundador de la Congregación de los
Clérigos Regulares de San Pablo o Barnabitas, para la reforma de las
costumbres de los fieles cristianos, y que voló al encuentro del
Salvador en Cremona, ciudad de la Lombardía (1539).
Etimológicamente: Antonio = Aquel que es digno de estima, es de origen
latino.
Breve Biografía
Nació
en Cremona (Italia) el año 1502 y murió en la misma ciudad el 5 de
julio de 1539. Basta la escueta indicación de estas fechas para
comprender la trascendencia que, para la vida de la Iglesia, tuvieron
los días que vivió Antonio María Zacarías. Inquietud y aspiración de
reforma, ansias de renovación por caminos no siempre gratos a la
jerarquía eclesiástica, miedo pusilánime en unos y excesos imprudentes
en no pocos, definen el clima en el que debía germinar la semilla de un
nuevo reformador santo, entre otros que, como San Cayetano de Thiene y San
Ignacio de Loyola, produjo la Iglesia católica en el siglo XVI. Reformador,
santo y, además añadimos, precursor del gran San Carlos Borromeo en la
elevación espiritual de la diócesis de Milán.
Antonio María fue obra de la gracia, que comenzó por materializarse en
el regalo de una piadosísima madre; de su seno salió a contemplar la luz
de este mundo y de sus brazos tuvo la dicha indecible de volar a
contemplar la claridad de Dios. La buena Antonieta Pescaroli recibió con
conciencia de responsabilidad el encargo y la confianza que la
Providencia en ella depositó al darle un hijo para hacer de él un buen
cristiano; por fidelidad a él, y para mejor dedicarse a su formación,
rehusó la joven viuda un nuevo matrimonio. Antonio María Zacarías pudo
así aprender de su madre a ser pobre para poder ser caritativo, hasta
tanto que, con el fin de facilitar a ésta el ejercicio de la caridad en
favor de los necesitados, renunció notarialmente a los bienes que le
correspondían por herencia paterna; se nos hará, pues, natural que, como
un necesitado más, solicite humilde de su madre lo indispensable para
su sustento, sin permitirse jamás nada que pueda parecer superfluo o
lujoso; para Antonio María supondría ello privar a otros de lo necesario
para vivir.
Quiso prepararse por el estudio de la medicina para ser un ciudadano
útil a sus hermanos los hombres. Pero el Señor le quería escoger para
curar dolencias de otra índole. En los años de estudiante la piedad y
amor a la Santísima Virgen, a quien había consagrado su virginidad,
sostuvo firme su propósito de virtud y su espíritu de caritativo
servicio a los hermanos, que fue poco a poco transformándose en el deseo
de ser sacerdote. Pero, a pesar de que la decadencia de las costumbres,
aun en el clero, hiciera a sus contemporáneos poco respetable la
dignidad sacerdotal, supo él descubrir la grandeza de la misión del
sacerdote, a la vez que la profundidad de su indignidad, de manera que
sólo por el prudente consejo de su director espiritual se decidiera a
entrar por el camino del sacerdocio.
En una época en que la Reforma de la Iglesia aspiraba no solamente a la
purificación de las costumbres, sino a la consolidación de la doctrina,
no bastaba ser virtuoso para responder a las exigencias que su tiempo
tenía, consciente o inconscientemente, respecto de los sacerdotes. Hacía
falta doctrina sólida inspirada precisamente en las fuentes puras de la
revelación, en la Sagrada Escritura. Visto desde la perspectiva del
siglo XX, nos parece sumamente moderno y actual el esfuerzo puesto por
Antonio María Zacarías, estudiante para el sacerdocio, de llegar a la
comprensión de la doctrina católica, en la teoría y en el espíritu de
San Pablo, a través de sus preciosas epístolas. Libertad y gracia,
virginidad y cuerpo místico, locura por Cristo crucificado y desprecio
de las realidades terrestres, son unos de los muchos temas en los cuales
se fue empapando el futuro apóstol y reformador, cuya íntima
preocupación no fue otra que la de reproducir la imagen del apóstol
Pablo, gran enamorado de Cristo.
Once años escasamente fue Antonio María sacerdote; pero los santos saben
vivir con intensidad su tiempo, y así debió vivirlo quien en tan poco
tiempo mereció ser llamado por su bondad y caridad, por su prudencia y
celo, el "Ángel de Cremona" y el "Padre de la Patria". Su madre le
enseñó a compadecer y a aliviar el sufrimiento ajeno, y, ordenado
sacerdote, no tuvo que hacer otra cosa que seguir la misma trayectoria,
poniendo al servicio de sus hermanos el gran don del sacerdocio, que fue
en él luz, mortificación, amor.
En un siglo de exaltación de la razón y de la cultura, y de optimismo
desbordado por los valores humanos, Antonio María Zacarías luchó por
llevar a los creyentes la ceguera de la fe y la locura de la cruz; la
Eucaristía y la pasión fueron las devociones que con mayor ardor trató
de inculcar en el pueblo cristiano, y aún perduran todavía ciertas
prácticas que él introdujo, como son el recuerdo piadoso de la pasión y
de la muerte del Señor al toque de las tres de la tarde de todos los
viernes, y la práctica de las cuarenta horas de adoración al Santísimo
Sacramento, solemnemente expuesto sucesivamente en diversas iglesias
para salvar la continuidad del culto.
Los santos no suelen ser guardianes egoístas de los tesoros que en ellos
deposita la gracia; buscan la comunicación abundante y fecunda, en
vistas a una mayor eficacia apostólica; por esto es frecuente que en
torno a ellos surjan familias religiosas vivificadas por su espíritu y
penetradas de su misma inquietud apostólica. Antonio María descubrió en
el mundo en que la Providencia le situó, una gran indigencia; vio en su
cristianismo una radiante luz que la colmara; y su vida personal, lo
mismo que la de los clérigos de la Congregación de San Pablo, no será
otra cosa que la dedicación a la obra de la salvación de los hermanos,
en el sacrificio total de las apetencias puramente personales. Así nació
en Milán esta asociación para la reforma del clero y del pueblo, que
más tarde sería conocida con el nombre de los "barnabitas", por la sede
en que se instalaron definitivamente a partir del año 1545. Clemente VII
la aprobó en 1533. Un sacerdote y un seglar, Bartolomé Ferrari y Jacobo
Morigia, fueron sus primeros colaboradores. Y no solamente en el
espíritu y la doctrina quisieron estos hombres de Dios imitar a San
Pablo; como éste en el foro, se lanzaron ellos a las calles de Milán,
predicando, mucho más que por la preparación de su elocuencia, por la
austeridad y la mortificación de la vida. No faltaron quienes se
escandalizaron ante estas santas "excentricidades", acusándoles de
hipócritas y aun heréticos. Se les promovió una causa ante el senado y
la curia episcopal de Cremona, de la que la nueva asociación salió
fortalecida, pues le valió la bula de Paulo III, quien el año 1539 puso a
la nueva Congregación religiosa bajo la inmediata jurisdicción de la
Santa Sede.
Con el fin de llevar el espíritu de la Reforma a las jóvenes y a las
mujeres, Antonio María transformó un instituto erigido, con esta
finalidad por la condesa Luisa Torrelli de Guastalla en monasterio de
religiosas que tomará por nombre el de Angélicus, que fue también
aprobado por Paulo III. Siguiendo fiel a su espíritu, la base de la
transformación religiosa y moral la puso el fundador en la instrucción
religiosa, sin la cual no puede existir una verdadera reforma. San
Carlos Borromeo se sirvió de ella aun para la reforma de los
monasterios, elogiándola tanto que la llamó "la joya más preciosa de su
mitra".
No sería completa la reseña sobre la obra de San Antonio María Zacarías
si pasáramos por alto una de sus preocupaciones que plasmó en una
realización que a nosotros, hombres del siglo XX, nos parece
especialmente interesante y actual. Consciente por experiencia propia de
lo que la vida familiar, honradamente vivida, puede colaborar en la
elevación de las costumbres privadas y públicas, creó una Congregación
para los unidos en matrimonio, ordenada a la reforma de las familias.
Al echar ahora una mirada retrospectiva sobre la vida de Antonio María,
canonizado el 27 de mayo de 1890 por Su Santidad el Papa León XIII,
llama poderosamente la atención no sólo la abundancia de su obra,
realizada en tan breve espacio de tiempo, sino también, y en mayor grado
aún, la perspicacia y claridad de la visión que tuvo de los problemas,
que le hizo buscar los remedios verdaderos y permanentes de todas las
situaciones difíciles de la vida de la Iglesia: el estudio de la verdad,
el amor de la caridad, el sacrificio por el hermano. Por esto San
Antonio María Zacarías nos parece aun hoy un santo moderno, actual,
capaz de iluminarnos con el resplandor de su vida y de su espíritu.
Liturgia de las horas
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén. Aleluya.
Himno: QUE DOBLEN LAS CAMPANAS JUBILOSAS
Que doblen las campanas jubilosas, y proclamen el triunfo del amor, y
llenen nuestras almas de aleluyas, de gozo y esperanza en el Señor.
Los sellos
de la muerte han sido rotos, la vida para siempre es libertad, ni
la muerte ni el mal son para el hombre su destino, su última verdad.
Derrotados la muerte y el pecado, es de Dios toda historia y su final; esperad
con confianza su venida: no temáis, con vosotros él
está.
Volverán encrespadas tempestades para hundir vuestra fe y vuestra
verdad, es más fuerte que el mal y que su embate el poder del Señor, que os
salvará.
Aleluyas cantemos a Dios
Padre, aleluyas al Hijo salvador, su Espíritu corone la alegría que su
amor derramó en el corazón. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Señor, Dios mío, te vistes de belleza y majestad, la luz te
envuelve como un manto. Aleluya.
Salmo 103 I - HIMNO AL DIOS CREADOR
Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres! Te vistes de
belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto.
Extiendes los cielos como
una tienda, construyes tu morada
sobre las aguas; las nubes te sirven de carroza, avanzas en las alas del
viento; los vientos te sirven de mensajeros; el fuego llameante, de ministro.
Asentaste la tierra sobre sus cimientos, y no vacilará
jamás; la cubriste con el manto del océano, y las aguas se posaron sobre
las montañas;
pero a tu bramido huyeron, al fragor de tu trueno se
precipitaron, mientras subían los montes y bajaban los
valles: cada cual al puesto asignado. Trazaste una frontera que no
traspasarán, y no volverán a cubrir la tierra.
De los manantiales sacas los
ríos, para que fluyan entre los montes; en ellos beben
las fieras de los campos, el asno salvaje apaga su sed; junto a ellos
habitan las aves del cielo, y entre las frondas se oye su canto.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Señor, Dios mío, te vistes de belleza y majestad, la luz te
envuelve como un manto. Aleluya.
Ant 2. El Señor saca pan de los campos y vino para alegrar el corazón
del hombre. Aleluya.
Salmo 103 II
Desde tu morada riegas los montes, y la tierra se sacia de tu acción
fecunda; haces brotar hierba para los ganados, y forraje para los que sirven al
hombre.
Él saca pan de los campos, y vino que le alegra
el corazón; y aceite que da brillo a su rostro, y alimento que le da
fuerzas.
Se llenan de savia los árboles del Señor, los cedros del Líbano que él
plantó: allí anidan los
pájaros, en su cima pone casa la cigüeña. Los riscos son para las cabras, las peñas son madriguera de erizos.
Hiciste la luna con sus fases, el sol
conoce su ocaso. Pones las tinieblas y viene la
noche y rondan las fieras de la selva; los cachorros rugen por la presa, reclamando a Dios su comida.
Cuando brilla el sol, se retiran, y se tumban en
sus guaridas; el hombre sale a sus faenas, a su labranza hasta el
atardecer.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. El Señor saca pan de los campos y vino para alegrar el corazón del
hombre. Aleluya.
Ant 3. Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno. Aleluya.
Salmo 103 III
¡Cuántas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con sabiduría!; la
tierra está llena de tus creaturas.
Ahí está el mar: ancho y dilatado, en él
bullen, sin
número, animales pequeños y grandes; lo surcan las naves, y el Leviatán que modelaste para que retoce.
Todos ellos aguardan a que les eches comida a
su tiempo: se la echas, y la atrapan; abres tu
mano, y se sacian de bienes;
escondes tu rostro, y se espantan; les
retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo; envías tu aliento, y los
creas, y repueblas la faz de la tierra.
Gloria a Dios para
siempre, goce el Señor con sus obras. Cuando él mira la tierra, ella
tiembla; cuando toca los montes, humean.
Cantaré al Señor mientras viva, tocaré
para mi Dios mientras exista: que le
sea agradable mi poema, y yo me alegraré con el Señor.
Que se acaben los
pecadores en la tierra, que los malvados no existan más. ¡Bendice, alma mía, al
Señor!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno. Aleluya.
V. Dichosos vuestros ojos porque ven.
R. Y vuestros oídos porque oyen.
PRIMERA LECTURA
Comienza el libro de los Proverbios 1, 1-7. 20-33
EXHORTACIÓN PARA IR TRAS LA SABIDURÍA
Proverbios de Salomón, hijo de David y rey de Israel:
Para
aprender sabiduría y doctrina, para comprender las sentencias
prudentes, para adquirir disciplina y sensatez, justicia, equidad y
rectitud, para enseñar
sagacidad al inexperto, ciencia y reflexión al joven. Que escuche
el sabio y aumentará su ciencia, y el prudente adquirirá destreza para
entender proverbios y dichos, sentencias y enigmas. El temor del Señor es
el principio de la sabiduría. Los necios desprecian el saber y la
instrucción.
La
Sabiduría pregona por las calles, levanta su voz en las plazas, grita
desde las almenas de la muralla y anuncia en las puertas de la
ciudad:
«¿Hasta cuándo, inexpertos, seguiréis amando
vuestra inexperiencia? ¿Hasta cuándo, insolentes, os empeñaréis en la
arrogancia? Y vosotros, insensatos, ¿hasta
cuándo seguiréis odiando el saber? Volveos a escuchar mi
reprensión; yo os abriré mi corazón, os comunicaré mis palabras:
"Yo
os llamé y rehusasteis venir, extendí mi mano y no
hicisteis caso, rechazasteis mis consejos, no aceptasteis mi
reprensión; por eso me reiré de vuestra desgracia, me burlaré cuando os
llegue el terror, cuando os llegue como tormenta el espanto, cuando os
alcance como
torbellino la desgracia, cuando os lleguen la angustia y la
aflicción."
Entonces llamarán y no les responderé, me buscarán y
no me encontrarán, comerán el fruto de su conducta y se
hartarán de sus propios planes, porque aborrecieron el saber y no
iban tras el temor del Señor, porque no aceptaron mis consejos y
rechazaron mis reprensiones.
Su rebelión insensata los llevará a la muerte,
su necia despreocupación acabará con ellos. En cambio, el que me obedece
vivirá tranquilo y seguro, sin temer ningún mal.»
RESPONSORIO Rm 12, 16; 1Co 3, 18-19; 1, 23. 24
R. No os tengáis por sabios; el que
crea ser sabio entre vosotros, según los principios de este mundo,
hágase necio, para llegar a ser sabio; * pues la
sabiduría de este mundo es necedad ante Dios.
V. Nosotros predicamos a Cristo crucificado: fuerza de Dios y sabiduría
de Dios.
R. Pues la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Agustín, obispo.
(Sermón 19, 2-3: CCL 41, 252-254)
MI SACRIFICIO ES UN ESPÍRITU QUEBRANTADO
Yo reconozco mi culpa, dice el salmista. Si yo la reconozco,
dígnate tú perdonarla. No tengamos en modo alguno la presunción de que
vivimos rectamente y sin pecado. Lo que atestigua a favor de nuestra
vida es el
reconocimiento de nuestras culpas. Los hombres sin remedio son
aquellos que dejan de atender a sus propios pecados para fijarse en los
de los demás. No buscan lo que hay que corregir, sino en qué pueden
morder. Y, al no poderse
excusar a sí mismos, están siempre dispuestos a acusar a los
demás. No es así cómo nos enseña el salmo a orar y dar a Dios
satisfacción, ya que dice: Pues yo reconozco mi culpa, tengo presente
mi pecado. El que así ora no atiende a los pecados ajenos, sino
que se examina a sí mismo, y no de manera superficial, como quien palpa,
sino profundizando en su interior. No se perdona a sí mismo, y por esto
precisamente
puede atreverse a pedir perdón.
¿Quieres aplacar a Dios?
Conoce lo que has de hacer contigo mismo para que Dios te sea propicio.
Atiende a lo que dice el mismo salmo: Los sacrificios no te satisfacen,
si te ofreciera un
holocausto, no lo querrías. Por tanto, ¿es que has de prescindir
del sacrificio? ¿Significa esto que podrás aplacar a Dios sin ninguna
oblación? ¿Qué dice el salmo? Los sacrificios no te
satisfacen, si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Pero
continúa y verás que dice: Mi sacrificio es un espíritu quebrantado, un
corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias. Dios rechaza
los antiguos sacrificios, pero te enseña qué es lo que has de
ofrecer. Nuestros padres ofrecían víctimas de sus rebaños, y éste era su
sacrificio. Los sacrificios no te satisfacen, pero quieres otra
clase de sacrificios.
Si te ofreciera un holocausto —dice—,
no lo querrías. Si no quieres, pues, holocaustos, ¿vas a quedar sin
sacrificios? De ningún modo. Mi sacrificio es un espíritu
quebrantado, un corazón quebrantado y humillado tú no lo
desprecias. Éste es el sacrificio que has de ofrecer. No busques en el
rebaño, no prepares navíos para navegar hasta las más lejanas tierras a
buscar perfumes. Busca en tu corazón la ofrenda grata a Dios. El
corazón es lo que hay que quebrantar. Y no temas perder el corazón al
quebrantarlo, pues dice también el salmo: Oh Dios, crea en mí un
corazón puro. Para que sea creado este corazón puro, hay que
quebrantar antes el impuro.
Sintamos disgusto de nosotros mismos
cuando pecamos, ya que el pecado disgusta a Dios. Y, ya que no estamos
libres de pecado, por lo
menos asemejémonos a Dios en nuestro disgusto por lo que a él le
disgusta. Así tu voluntad coincide en algo con la de Dios, en cuanto que
te disgusta lo mismo que odia tu Hacedor.
RESPONSORIO
R. Mis pecados, Señor, se han clavado en mí como saetas; pero antes de
que en mí produzcan llagas, * sáname, Señor, con el remedio de la penitencia.
V. Crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu
firme.
R.
Sáname, Señor, con el remedio de la penitencia.
Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO
Señor, Dios eterno, alegres te cantamos, a ti nuestra alabanza, a ti,
Padre del cielo, te aclama la creación.
Postrados ante ti, los ángeles te
adoran y cantan sin cesar:
Santo, santo, santo es el
Señor, Dios del universo; llenos están el cielo y la tierra de tu
gloria.
A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles, la multitud de
los profetas te enaltece, y el ejército
glorioso de los mártires te aclama.
A ti la Iglesia santa, por todos
los confines extendida, con júbilo te adora y canta tu grandeza:
Padre,
infinitamente santo, Hijo eterno, unigénito de Dios, santo
Espíritu de amor y de consuelo.
Oh Cristo, tú eres el Rey de la
gloria, tú el Hijo y Palabra del Padre, tú el Rey de toda la creación.
Tú, para salvar
al hombre, tomaste la
condición de esclavo en el seno de una virgen.
Tú destruiste la muerte y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.
Tú vives ahora, inmortal y
glorioso, en el reino del Padre.
Tú
vendrás algún día, como juez universal.
Muéstrate, pues, amigo y
defensor de los hombres que salvaste.
Y recíbelos por siempre allá en tu reino, con tus santos y elegidos.
La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo, Señor, y bendice a tu heredad.
Sé su pastor, y
guíalos por siempre.
Día tras día te bendeciremos y alabaremos tu nombre por
siempre
jamás.
Dígnate, Señor, guardarnos de pecado en este día.
Ten piedad de
nosotros, Señor, ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre
nosotros, como lo
esperamos de ti.
A ti, Señor, me acojo, no quede yo nunca defraudado.
ORACIÓN.
OREMOS,
Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a
la humanidad caída, conserva a tus fieles en continua alegría y concede
los gozos del cielo a quienes has librado de la muerte eterna. Por
nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.
Porque el
Señor es un Dios grande, soberano de todos
los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las
cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que
modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo
al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su
pueblo, el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el
corazón
como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros
padres me pusieron a prueba y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años aquella
generación me repugnó, y dije: Es un pueblo de corazón extraviado, que
no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi
descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios.
Aleluya.
Himno: CRISTO, EL SEÑOR
Cristo, el Señor, como la primavera, como una nueva aurora, resucitó.
Cristo, nuestra Pascua, es nuestro rescate, nuestra salvación.
Es grano en la
tierra, muerto y florecido, tierno
pan de amor.
Se rompió el sepulcro, se movió la roca, y el fruto
brotó.
Dueño de la muerte, en el árbol grita su resurrección.
Humilde en la tierra, Señor
de los cielos, su cielo nos dio.
Ábranse de gozo las puertas del
Hombre, que al hombre salvó.
Gloria para siempre al Cordero humilde que nos
redimió. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Bendito el que viene en nombre del Señor. Aleluya.
Salmo 117 - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su
misericordia.
Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia.
Digan los fieles del
Señor: eterna es su misericordia.
En el peligro grité al Señor, y me
escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo; ¿qué podrá hacerme
el hombre? El Señor está conmigo y me auxilia, veré la derrota de mis
adversarios.
Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres, mejor es
refugiarse en el Señor que
confiar en los magnates.
Todos los pueblos me rodeaban, en el nombre
del Señor los rechacé; me rodeaban cerrando el cerco, en el nombre del Señor los
rechacé; me rodeaban como avispas, ardiendo
como fuego en las zarzas, en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban
y empujaban para derribarme, pero el Señor me ayudó; el Señor es mi fuerza y mi
energía, él es mi
salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria en las tiendas de los
justos: «La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa, la
diestra del Señor es poderosa.»
No
he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. Me castigó, me
castigó el Señor, pero no me entregó a la muerte.
Abridme las puertas del
triunfo, y entraré
para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor: los vencedores
entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los
arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra
alegría y nuestro gozo. Señor,
danos la salvación; Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en
nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor; el Señor es Dios: él nos
ilumina.
Ordenad una
procesión con ramos hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios, te
doy gracias; Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Bendito el que viene en nombre del Señor. Aleluya.
Ant 2. Cantemos un himno al Señor nuestro Dios. Aleluya.
Cántico: QUE LA CREACIÓN ENTERA ALABE AL SEÑOR Dn 3, 52-57
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres: a ti gloria y alabanza
por los siglos.
Bendito tu nombre, Santo y glorioso: a él gloria y alabanza por
los siglos.
Bendito eres en el templo de tu santa
gloria: a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres sobre el
trono de tu reino: a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres tú, que
sentado sobre querubines sondeas los abismos: a ti gloria y
alabanza por los siglos.
Bendito eres en la bóveda del cielo: a ti
honor y alabanza por los siglos.
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Cantemos un himno al Señor nuestro Dios. Aleluya.
Ant 3. Alabad al Señor por su inmensa grandeza. Aleluya.
Salmo 150 - ALABAD AL SEÑOR.
Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su augusto firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas, alabadlo por su inmensa grandeza.
Alabadlo
tocando trompetas, alabadlo con arpas y cítaras,
Alabadlo
con tambores y danzas, alabadlo con trompas y flautas,
alabadlo con
platillos sonoros, alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta, alabe
al Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Alabad al Señor por su inmensa grandeza. Aleluya.
LECTURA BREVE Ez 36, 25-27
Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de
todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar; y os daré un
corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo;
arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un
corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según
mis preceptos, y que guardéis y
cumpláis mis mandatos.
RESPONSORIO BREVE
V. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
V. Pregonando tus maravillas.
R. Invocando tu nombre.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.
Yo te bendigo, oh Padre, Señor del cielo y
de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y
las has descubierto a los pequeños.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a
su pueblo. suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por
boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de
nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la
misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa
alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para
concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le
sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros
días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás
delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el
perdón de sus
pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará
el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra
de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino
de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant.
Yo te bendigo, oh Padre, Señor del cielo y
de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y
las has descubierto a los pequeños.
PRECES
Invoquemos, hermanos, a nuestro Salvador, que ha venido al
mundo para ser «Dios-con-nosotros», y digámosle confiadamente:
Señor Jesús, rey
de la gloria, sé tú nuestra luz y nuestro
gozo.
Señor Jesús, sol que nace de lo alto y primicia de la humanidad
resucitada, haz que siguiéndote a ti no caminemos nunca en sombras de muerte,
sino que tengamos siempre la luz de la vida.
Que
sepamos descubrir, Señor, cómo todas las creaturas están llenas de tus
perfecciones, para que así, en todas ellas, sepamos contemplarte a ti.
No
permitas, Señor, que hoy nos dejemos vencer por
el mal, antes danos tu fuerza para que venzamos al mal a fuerza del
bien.
Tú que, bautizado por Juan en el Jordán, fuiste ungido con el Espíritu
Santo, asístenos durante este día para que
actuemos movidos por este mismo Espíritu.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Por Jesús nos llamamos y somos hijos de Dios; por ello nos atrevemos
a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste
a la humanidad caída, conserva a tus fieles en continua alegría y
concede los gozos del cielo a quienes has librado de la muerte eterna.
Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la
vida eterna.
R. Amén.
II VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén. Aleluya.
Himno: ¿DONDE ESTÁ MUERTE, TU VICTORIA?
¿Dónde está muerte, tu victoria? ¿Dónde está muerte, tu aguijón? Todo es
destello de su gloria, clara luz, resurrección.
Fiesta es la lucha terminada, vida es la
muerte del Señor, día la noche engalanada, gloria eterna de su amor.
Fuente perenne de la vida, luz siempre viva de su don, Cristo es ya vida
siempre unida a toda vida en aflicción.
Cuando la
noche se avecina, noche del hombre y su ilusión, Cristo es ya luz que lo
ilumina, Sol de su vida y corazón.
Demos al Padre la alabanza, por Jesucristo,
Hijo y señor, denos su espíritu esperanza viva
y eterna de su amor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Cristo es sacerdote eterno según el rito de Melquisedec.
Aleluya.
Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo del Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha, y haré de tus
enemigos estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu
cetro: somete
en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu
nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes
de la aurora.»
El Señor lo ha
jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno según el rito de
Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira, quebrantará a los reyes.
En su camino
beberá del torrente, por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Cristo es sacerdote eterno según el rito de Melquisedec. Aleluya.
Ant 2. Nuestro Dios está en el cielo, y lo que quiere lo hace. Aleluya.
Salmo 113 B - HIMNO AL DIOS VERDADERO.
No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria; por
tu bondad, por tu lealtad. ¿Por qué han de decir las naciones: «Dónde está su
Dios»?
Nuestro Dios
está en el cielo, lo que quiere lo hace. Sus ídolos, en cambio, son plata
y oro, hechura de manos humanas:
tienen boca, y no hablan; tienen ojos, y no
ven; tienen orejas, y no oyen; tienen nariz, y no
huelen;
tienen manos, y no tocan; tienen pies, y no andan; no tiene voz
su garganta: que sean igual los que los hacen, cuantos confían en ellos.
Israel
confía en el Señor: él es su
auxilio y su escudo. La casa de Aarón confía en el Señor: él es su auxilio
y su escudo. Los fieles del Señor confían en el Señor: él es su auxilio y su
escudo.
Que el
Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga, bendiga a la casa de Israel, bendiga a la casa de Aarón; bendiga a los fieles del Señor, pequeños y
grandes.
Que el Señor os acreciente, a
vosotros y a vuestros hijos; benditos seáis del Señor, que hizo el cielo y
la tierra. El cielo pertenece al Señor, la tierra se la ha dado a los hombres.
Los muertos ya no alaban al Señor, ni
los que bajan al silencio. Nosotros, sí, bendeciremos al Señor ahora y por
siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Nuestro Dios está en el cielo, y lo que quiere lo hace. Aleluya.
Ant 3. Alabad al Señor sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.
Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7
El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el
oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya
sólo al principio y al final de cada estrofa.
Aleluya. La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios (R.
Aleluya) porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya. Alabad al Señor sus siervos todos. (R. Aleluya) Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya. Porque reina el Señor, nuestro Dios,
dueño de todo. (R. Aleluya) Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya. Llegó la boda del cordero. (R.
Aleluya) Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Alabad al Señor sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.
LECTURA BREVE 2Ts 2, 13-14
Nosotros debemos dar continuamente gracias a Dios por
vosotros, hermanos, a quienes tanto ama el Señor. Dios os eligió desde
toda la eternidad para daros la salud por la santificación que obra el
Espíritu y por
la fe en la verdad. Con tal fin os convocó por medio del mensaje
de la salud, anunciado por nosotros, para daros la posesión de la gloria
de nuestro Señor Jesucristo.
RESPONSORIO BREVE
V. Nuestro Señor es grande y poderoso.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.
V. Su sabiduría no tiene medida.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Nuestro Señor es grande y poderoso.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.
Venid a mí todos los que andáis rendidos y agobiados, que yo os daré
descanso.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios,
mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones, porque el
Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su
misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con
su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba
del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos
los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su
siervo, acordándose de su misericordia —como lo
había prometido a nuestros padres— en favor de Abraham y su descendencia
por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant.
Venid a mí todos los que andáis rendidos y agobiados, que yo os daré
descanso.
PRECES
Demos gloria y honor a Cristo, que puede salvar definitivamente a
los que por medio de él se acercan a Dios, porque vive para interceder
en su favor, y digámosle con plena confianza:
Acuérdate, Señor, de tu
pueblo.
Señor Jesús, sol de justicia que iluminas nuestras vidas, al
llegar al umbral de la noche te pedimos por todos los hombres, que todos lleguen
a gozar eternamente de tu luz.
Guarda, Señor, la
alianza sellada con tu sangre y santifica a tu iglesia para que sea
siempre inmaculada y santa.
Acuérdate de esta comunidad aquí reunida, que tú
elegiste como morada de tu gloria.
Que los que
están en camino tengan un viaje feliz y regresen a sus hogares con salud
y alegría.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Acoge, Señor, a tus hijos difuntos y concédeles tu perdón y la vida
eterna.
Terminemos nuestras preces con la oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a
la humanidad caída, conserva a tus fieles en continua alegría y concede
los gozos del cielo a quienes has librado de la muerte eterna. Por
nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha
concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios
todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento,
palabra, obra y omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a
vosotros, hermanos, que intercedáis por mí
ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone
nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE
Cuando la luz del sol es ya poniente, gracias, Señor, es nuestra
melodía; recibe, como ofrenda, amablemente, nuestro dolor, trabajo y alegría.
Si poco
fue el amor en nuestro empeño de darle
vida al día que fenece, convierta en realidad lo que fue un sueño tu gran
amor que todo lo engrandece.
Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte de pecadora
en justa, e ilumina la senda de la vida y de la
muerte del hombre que en la fe lucha y camina.
Jesús, Hijo del Padre,
cuando avanza la noche oscura sobre nuestro día, concédenos la paz y la
esperanza de esperar cada noche tu gran día.
Amén.
SALMODIA
Ant 1. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.
Salmo 90 - A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.
Tú que habitas al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del
Omnipotente, di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío. Dios mío, confío en ti.»
Él
te
librará de la red del cazador, de la peste funesta. Te cubrirá con sus
plumas, bajo sus alas te refugiarás: su brazo es escudo y armadura.
No temerás
el espanto nocturno, ni la flecha que vuela
de día, ni la peste que se desliza en las tinieblas, ni la epidemia que
devasta a mediodía.
Caerán a tu izquierda mil, diez mil a tu derecha; a ti no te
alcanzará.
Tan sólo abre tus
ojos y verás la paga de los malvados, porque hiciste del Señor tu
refugio, tomaste al Altísimo por defensa.
No se te acercará la desgracia, ni la plaga
llegará hasta tu tienda, porque a
sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos;
te
llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra; caminarás sobre
áspides y víboras, pisotearás
leones y dragones.
«Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque
conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación, lo
defenderé, lo glorificaré; lo saciaré de largos días, y le haré ver mi
salvación.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.
LECTURA BREVE Ap 22, 4-5
Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y
no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque
el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y
reinarán por los siglos de los siglos.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que
velemos con Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los
pueblos
luz para alumbrar a las naciones y gloria
de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que
velemos con Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado
en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor
alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para
cantar
nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa
muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Madre del Redentor, Virgen fecunda, puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar.
Ante la admiración de cielo y tierra, engendraste
a tu santo Creador, y permaneces siempre virgen.
Recibe el saludo del
ángel Gabriel, y ten piedad de nosotros, pecadores.
Of La Tr Sx Nn Vs Cm
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