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Dios Existe
 | Asunto: | [diosexiste] Lecturas, Santoral y Liturgia de las horas del Miércoles 07 de Octubre de 2020 | Fecha: | 7 de Octubre, 2020 04:24:54 (+0200) | Autor: | Alfa Romeo <yj_adonai @.....es>
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Miércoles 27ª semana de tiempo ordinario
Lecturas
Gál 2,1-2.7-14: Reconocieron el don que recibí Salmo 116: Vayan al mundo entero y proclamen el Evangelio Lc 11,1-4: Señor, enséñanos a orar
Santoral:
Ntra. Sra. del Rosario
Liturgia de las horas
Of La Tr Sx Nn Vs Cm
Lecturas del Miércoles 07 de Octubre de 2020
Gálatas 2, 1-2. 7-14 Reconocieron el don que he recibido
Hermanos: Transcurridos catorce años, subí otra vez a Jerusalén en compañía de
Bernabé, llevando también a Tito.
Subí por una revelación.
Les expuse el Evangelio que predico a los gentiles, aunque en
privado, a los más representativos, por si acaso mis afanes de entonces o
de antes eran vanos.
Al contrario, vieron que Dios me ha encargado de anunciar el
Evangelio a los gentiles, como a Pedro de anunciarlo a los judíos; el
mismo que capacita a Pedro para su misión entre los judíos me capacita a
mí para la mía entre los gentiles.
Reconociendo, pues, el don que he recibido, Santiago, Pedro y
Juan, considerados como columnas, nos dieron la mano a Bernabé y a mí en
señal de solidaridad, de acuerdo en que nosotros fuéramos a los
gentiles y ellos a los judíos.
Una sola cosa nos pidieron: que nos acordáramos de sus pobres, y esto lo he
tomado muy a pecho.
Pero cuando Pedro llegó a Antioquía, tuve que encararme con él, porque era
reprensible.
Antes de que llegaran ciertos individuos de parte de Santiago,
comía con los gentiles; pero cuando llegaron aquellos, se retrajo y se
puso aparte, temiendo a los partidarios de la circuncisión.
Los demás judíos lo imitaron en esta simulación, tanto que el mismo Bernabé se
vio arrastrado con ellos a la simulación.
Ahora que, cuando yo vi que su conducta no cuadraba con la verdad
del Evangelio, le dije a Pedro delante de todos: "Si tú, siendo judío,
vives a lo gentil y no a lo judío, ¿cómo fuerzas a los gentiles a las
prácticas judías?"
Salmo responsorial: 116 Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
Alabad al Señor, todas las naciones, / aclamadlo, todos los pueblos. R.
Firme es su misericordia con nosotros, / su fidelidad dura por siempre. R.
Lucas 11, 1-4 Señor, enséñanos a orar
Una
vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus
discípulos le dijo: "Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus
discípulos".
El les dijo: "Cuando oréis, decid: "Padre, santificado sea tu
nombre, venga tu Reino, danos cada día nuestro pan del mañana,
perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo
el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación".
Comentarios:
ciudadredonda.org
Misioneros claretianos
Pablo se siente legítimo apóstol de los gentiles. La Iglesia de
Jerusalén (Santiago, Juan y Pedro) así se lo han confirmado. Esta es la
carta de legitimación de que su predicación es auténtica, frente a las
tendencia judaizantes que querían someter a los cristianos gentiles a
las prescripciones judías. Pablo pone en evidencia uno de los grandes
conflictos que tuvo la Iglesia de los primeros tiempos, y que estuvo a
punto de escindir la Iglesia. Al final la unidad se mantuvo, no sin
dolor, renuncia y diálogo en la búsqueda de la voluntad de Dios allí
donde Dios se nos muestra.
En el evangelio Jesús nos enseña la oración del Padrenuestro. Es la
respuesta a la inquietud de sus discípulos por la oración: “Señor,
enséñanos a orar”. Es la oración fundamental, es decir la que nos lleva a
fondo de nuestra fe, a nuestra experiencia filial. El Padrenuestro es
un maravilloso y sencillo mapa para viajar al centro. En la versión de
Lucas, nos lleva al centro a través de cuatro peticiones esenciales: el
reino, el pan, el perdón, la preservación de la tentación. Jesús ora
porque necesita viajar al centro de su experiencia filial, porque
necesita respirar el cariño de su Abbá. Jesús es el gran experto del
"viaje al centro". Y, desde el centro, se conecta con todos y con todo.
Sé que estas expresiones pueden malentenderse en tiempos en que hemos
hablado, más bien, de la necesidad de viajar la periferia. No hay
contradicción. Aquí el "centro" no significa el ámbito del poder sino el
núcleo de la persona, su corazón. Viajar al centro es viajar al
santuario de nuestra identidad, en el que descubrimos a Dios, nos
descubrimos a nosotros mismos de un modo nuevo, nos vinculamos a los
demás en la raíz y nos insertamos en el mundo. Por eso orar es como
respirar.
Hoz la Iglesia celebra también la Vírgen del Rosario. Según la
tradición, la Virgen del Rosario se apareció a Santo Domingo de Guzmán
hacia el año de 1208 y le enseñó a rezar el Rosario. A través del rezo
del Santo Rosario, María nos acompaña recorriendo los misterios de la
Vida de Jesüs ayudándonos a escuchar y acoger su Palabra en nuestro
corazón, como hizo ella desde su Si en respuesta al saludo del Ángel:
"He aqui la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra".
evangeliodeldia.org
evangeli.net
Fr.
Austin Chukwuemeka
IHEKWEME
(Ikenanzizi, Nigeria)
«Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a
sus discípulos»
Hoy vemos cómo uno de los
discípulos le dice a Jesús: «Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a
sus discípulos» (Lc 11,1). La respuesta de Jesús: «Cuando oréis, decid:
Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, danos cada día
nuestro pan cotidiano, y perdónanos nuestros pecados porque también
nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en
tentación» (Lc 11,2-4), puede ser resumida con una frase: la correcta
disposición para la oración cristiana es la disposición de un niño
delante de su padre.
Vemos enseguida que la oración, según Jesús, es un trato del tipo
“padre-hijo”. Es decir, es un asunto familiar basado en una relación de
familiaridad y amor. La imagen de Dios como padre nos habla de una
relación basada en el afecto y en la intimidad, y no de poder y
autoridad.
Rezar como cristianos supone ponernos en una situación donde vemos a
Dios como padre y le hablamos como sus hijos: «Me has escrito: ‘Orar es
hablar con Dios. Pero, ¿de qué?’. —¿De qué? De Él, de ti: alegrías,
tristezas, éxitos y fracasos, ambiciones nobles, preocupaciones
diarias..., ¡flaquezas!: y hacimientos de gracias y peticiones: y Amor y
desagravio. En dos palabras: conocerle y conocerte: ¡tratarse!’» (San
Josemaría).
Cuando los hijos hablan con sus padres se fijan en una cosa: transmitir
en palabras y lenguaje corporal lo que sienten en el corazón. Llegamos a
ser mejores mujeres y hombres de oración cuando nuestro trato con Dios
se hace más íntimo, como el de un padre con su hijo. De eso nos dejó
ejemplo Jesús mismo. Él es el camino.
Y, si acudes a la Virgen, maestra de oración, ¡qué fácil te será! De
hecho, «la contemplación de Cristo tiene en María su modelo insuperable.
El rostro del Hijo le pertenece de un modo especial (...). Nadie se ha
dedicado con la asiduidad de María a la contemplación del rostro de
Cristo» (Juan Pablo II).
fraynelson.com
Fray Nelson Medina OP
1. ¿Controversias de Alto Nivel?
1.1 Es comprensible: hay personas que con la mejor buena voluntad
desearían que no hubiera una sola discusión más al interior de la
Iglesia. Quisieran que todo estuviera tan claro para todas las personas
que la idea de una disensión o altercado les indispone y enerva. La
primera lectura de hoy nos invita a tener una perspectiva distinta.
Queda claro que hasta cierto punto es normal que mientras caminamos en
esta tierra haya disputas y queda claro también que algo bueno puede
salir de ellas.
1.2 Es interesante notar la actitud de Pablo: por una parte reconoce
de lleno y sin ambages la autoridad de los apóstoles a los que llama
"columnas." Más interesante aún notar su motivación interior y personal:
"no sea que tanto entonces como ahora me estuviera esforzando
inútilmente." Esas palabras indican la convicción de un hombre que sabe
que apartarse de la comunión con la Iglesia es "esforzarse inútilmente."
Se pueden lograr cosas pero será esfuerzo perdido en buena parte. A la
larga, el que no edifica junto a los apóstoles no edifica para Cristo.
1.3 Pero esa obediencia de Pablo va unida a lo que podríamos llamar
un gran sentido crítico. Pablo no es un tonto ni un cobarde. Se da
cuenta de las cosas y obra en consecuencia, denunciando el doblez
incluso en la cabeza más alta de la Iglesia. No deja de ser cristiano
por criticar y hacer ver su punto de vista. Es decir, en él se juntan
una obediencia auténtica y un espíritu fuerte que se pliega sólo ante la
verdad. Algo así necesita siempre la Iglesia.
2. La Oración del Señor
2.1 El Padre Nuestro ha sido motivo continuo de meditación para los
cristianos a lo largo de los siglos. Hoy damos la palabra a un teólogo
contemporáneo, Emiliano Jiménez Hernández, quien en su obra
"Padrenuestro. Fe, oración y vida", nos ofrece una preciosa catequesis
sobre el evangelio de hoy. La he tomado de una página de comentarios
bíblicos desde el ámbito católico: http://www.mercaba.org , el cual
recomiendo vivamente. Lo que sigue es de Jiménez Hernández.
2.2 Tertuliano dice que el Padrenuestro es "la síntesis de todo el
Evangelio". Es la "oración del Señor", porque Él nos la enseñó y porque
es la oración que El dirigía al Padre. El se ha encarnado, vivido y
muerto en cruz para santificar el nombre del Padre. Para ello ha orado:
"Padre, glorifica tu nombre". Él nos ha anunciado el reino de los cielos
y con El ha llegado a nosotros el reino de Dios. Su vida, su alimento y
su muerte no han sido otra cosa que "hacer la voluntad de Dios" en la
tierra como eternamente la ha hecho en el cielo. Su "pan" es toda
palabra que sale de la boca del Padre. Del Padre espera cada día el
alimento, sin tentarlo a cambiar las piedras en pan. Y Él, el inocente,
sin pecado alguno, ¿cómo ha pedido "perdónanos nuestras deudas? "Al que
no conoció pecado, Dios le hizo pecado por nosotros" (2Cor 5,21).
Nuestras deudas eran en realidad deudas suyas, nuestros pecados eran sus
pecados: no porque Él los cometiera, sino porque cargó con nuestros
pecados. Con toda verdad podía orar "perdónanos nuestras deudas como
nosotros perdonamos a los que nos ofenden". "Y líbranos del mal", para
eso ha venido al mundo: para vencer al Maligno.
2.3 También la "oración sacerdotal" de Jesús, que recoge Juan,
inspira, desde dentro, las grandes peticiones del Padrenuestro: la
preocupación por el Nombre del Padre (Jn 17,6. 11.12.26), el deseo de su
Reino (la Gloria: Jn 17,1.5.10.23-26), el cumplimiento de la voluntad
del Padre, de su designio de salvación (Jn 17,3.6-10.25) y la liberación
del mal (Jn 17,15).
2.4 Según Tertuliano, sólo Dios podía enseñarnos cómo quiere que le
recemos. Sólo de Él podía venirnos la oración del Padrenuestro. "Esta
oración del Señor Jesucristo, pronunciada por sus divinos labios y
animada por su Espíritu, sube al cielo por su gracia y encomienda al
Padre lo que el Hijo nos ha enseñado". La oración es el muro que protege
nuestra fe; es nuestra arma contra el enemigo que nos rodea. Protege
nuestra fe como los brazos de Cristo en la cruz protegen al mundo. Por
ello, al rezar el Padrenuestro, "nosotros no sólo alzamos las manos
hacia el Padre, sino que también las extendemos (1 Tim 2,8). Así
imitamos la pasión del Señor y, orando, profesamos nuestra fe en
Cristo". Y san Cipriano nos dice:
2.5 Cristo, que nos ha traído a la vida, también nos ha enseñado a
orar, para que orando al Padre como Él nos ha enseñado seamos escuchados
con más facilidad. Ya antes había dicho que estaba cerca la hora en que
"los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad" (Jn
4,23). Ahora cumple su promesa, para que nosotros, que hemos recibido el
espíritu y la verdad a través de su obra de santificación, adoremos en
espíritu y en verdad. Pues la oración espiritual es solamente aquella
que nos ha enseñado Cristo, del cual nos viene también el Espíritu
Santo. Para el Padre solamente es verdadera la oración salida de la boca
del Hijo, que es la verdad. Es amiga y familiar la oración que se hace a
Dios con sus mismas palabras, la misma oración de Cristo presentada
ante Él. Cuando oramos, el Padre debe reconocer las palabras de su Hijo:
que el que está en nuestro corazón esté también en nuestros labios. Lo
tenemos de "abogado por nuestros pecados" junto al Padre (1Jn 2,1-2);
por eso, como pecadores, cuando oremos por nuestros pecados hagámoslo
con las mismas palabras de nuestro abogado. Él ha dicho que "todo lo que
pidamos al Padre en su nombre, lo obtendremos" (Jn 16,23). Obtendremos
más eficazmente lo que pedimos en el nombre de Cristo si lo pedimos con
su misma oración.
2.6 Cada una de las siete peticiones, cuando se ora de verdad,
empieza a cumplirse en el momento mismo en que es formulada. Al
pronunciar el nombre de Dios Padre ya estamos glorificando su nombre. Si
deseamos que venga a nosotros su reino, nuestro deseo atestigua que
pertenecemos ya al reino. Al pedir que se cumpla su voluntad, nos
abandonamos confiadamente a ella. En la medida en que verdaderamente
pedimos el pan de cada día estamos aceptando lo que Dios nos da cada
día. Si perdonamos a nuestros deudores, ya nosotros hemos sido
perdonados por Dios. En fin, al pedir el auxilio divino contra las
tentaciones y los asaltos del maligno, ya nos aseguramos la victoria
contra todos los enemigos.
3. Oración de los discípulos del Señor
3.1 El Padrenuestro es la oración que Jesús ha transmitido a sus
discípulos, y que la Iglesia, a su vez, nos transmite a nosotros. La
Iglesia, de este modo, nos conduce a Cristo y Cristo nos presenta al
Padre. Es el camino de la oración.
3.2 El cristiano invoca a Dios como Padre, dirigiéndose a El "en el
nombre de Cristo", unido a Cristo, con Cristo. Si podemos decir con san
Pablo: "Vivo, pero no vivo yo, es Cristo quien vive en mi", podemos
igualmente decir: "Oro, pero no oro yo, es Cristo quien ora en mi". "Dos
en una sola voz", dice san Agustín. El esposo y la esposa son dos en
una sola carne. Cristo y la Iglesia son dos, orando en una sola voz. El
Espíritu del Hijo, derramado en nuestros corazones, es el que testimonia
a nuestro espíritu que somos hijos, gritando en nosotros o haciéndonos
gritar: ¡Abbá, Padre! (Gál 4,6; Rom 8,15).
3.3 Jesús ora "con gritos y lágrimas" al Padre (Hb 5,7-8). El
Espíritu en el cristiano también "grita y gime" con la misma expresión:
"Abbá, Padre" (Ga 4,6-7; Rm 8,14-16). Sólo, después de que sea infundido
el Espíritu filial en el bautismo, el cristiano puede decir "Abbá,
Padre" (Rm 8,26-27; 2Cor 3,18). Recibido el Espíritu del Hijo, en la
iniciación se transmite el Padrenuestro Y el Espíritu es el que nos hará
gritar: "Abbá, Padre". También la DIDAJÉ coloca el Padrenuestro al
hablar del bautismo y antes de pasar a la eucaristía.
3.4 Con el efeta la Iglesia abre los oídos del catecúmeno. Desde ese
momento ya puede escuchar los secretos "arcanos de la familia", puede ya
recibir el Padrenuestro. Esta disciplina del "arcano" prohibía divulgar
la Oración del Señor entre los paganos y catecúmenos, hasta llegar a
ser discípulos del Señor. A ellos se la enseñó Jesús y, por ello, la
Iglesia la reservó para los fieles, a quienes el bautismo ha
transformado en hijos de Dios. El Padrenuestro, como oración
característica del cristiano, se enseñaba en la catequesis prebautismal y
tras haber sido bautizados y haber recibido el Espíritu de filiación
divina, con gozo exultante, clamaban por primera vez: "¡Abbá, Padre!".
Pablo, recoge este clamor dos veces (Ga 4,16; Rom 8, 14-17).
3.5 Por los testimonios patrísticos podemos imaginar la emoción de
los catecúmenos al recibir el Padrenuestro. Llegados del paganismo, con
una idea extraña de Dios, en las catequesis prebautismales se les
descorría el velo del misterio de Dios. Se sentían amados; más aún, se
les anunciaba que por el bautismo iban a ser realmente hijos de Dios; le
podrían invocar como Padre. Su existencia cambiaba radicalmente,
inaugurando un nuevo estilo de vida. "Por una transmisión viva, el
Espíritu Santo, en la 'Iglesia creyente y orante' [DV 8], enseña a orar a
los hijos de Dios" [CEC 2650].
3.6 El Padrenuestro es una oración eclesial, una oración coral, de la
comunidad: Padre nuestro, venga a nosotros tu reino, danos el pan
nuestro, perdona nuestras ofensas, no nos dejes caer, líbranos del mal.
Es la madre la que enseña al hijo a reconocer al padre y a decir "papá".
Es la Iglesia la que nos enseña a reconocer a Dios como Padre y la que
nos entrega la oración del Padrenuestro, invitándonos a unir nuestra voz
a la voz de la asamblea, que se atreve a invocarlo como Padre.
Tertuliano nos dice:
3.7 Quien confiesa a Dios como Padre, profesa también la fe en el
Hijo. Pero quien confiesa la fe en el Padre y el Hijo, anuncia también a
la Madre, la Iglesia. Sin ella no se da allí ni el Hijo ni el Padre.
3.8 Para hablar con Dios, hace falta humildad y audacia. Es la
actitud de nuestro padre en la fe. Abraham, polvo y ceniza, considera
una osadía hablar a su Señor: "en verdad es atrevimiento el mío al
hablar a mi Señor; ya que soy polvo y ceniza" (Gén 18,27). Y llamar a
Dios Padre seria una temeridad, si el mismo Hijo de Dios no nos hubiera
animado a hacerlo, como nos recuerda la Iglesia en la liturgia
eucarística: "Fieles a la recomendación del Señor y siguiendo su "divina
enseñanza, nos atrevemos a decir: Padre nuestro". Como nos dice san
Pablo: "Cristo Jesús, Señor nuestro, es quien, mediante la fe, nos da
valor para llegarnos confiadamente a Dios" (Ef 3,12).
3.9 La llamada liturgia de san Juan Crisóstomo hace preceder la
oración del Padrenuestro con la monición: "¡Oh Señor!, dígnate
concedernos que con alegría y sin temeridad osemos invocarte a ti, Dios
de los cielos, como Padre, y que digamos: Padre nuestro...".
3.10 Y san Cipriano nos invita a vigilar, prestando atención con todo
el corazón a lo que decimos: "¿Cómo puedes pedir que Él te escuche,
cuando no escuchas siquiera tú mismo?". Dios escucha no las palabras de
la boca, sino la voz del corazón. Ana, modelo de la Iglesia, oraba a
Dios en lo íntimo de su corazón, hablaba más con el corazón que con la
boca, porque sabía que de este modo el Señor escucha a quien le reza;
así obtuvo lo que había pedido con fe. Dice la Escritura: "Hablaba con
el corazón y sus labios apenas se movían, y no se oía su voz... y el
Señor la escuchó" (1 Sam 1,13). También en los salmos leemos: "Hablad en
vuestros corazones" (Sal 4,5)
servicioskoinonia.org
En el camino de la vida, personas y comunidades,
experimentamos dificultades, conflictos, sinsabores y encrucijadas. Desde luego
que los primeros cristianos también tuvieron obstáculos en el camino, uno de
ellos, la acogida de los paganos en las comunidades, lo cual generó malestar y
diferencias. Buscando soluciones establecieron ministerios específicos, unos
coordinados por Pedro para atender a los judíos y otros por Pablo para cuidar de
los paganos.
Para resolver los conflictos que se van presentando en la vida es
necesario un sano discernimiento acompañado de la oración. Jesús, en el
Evangelio, dedica tiempo a sus discípulos para compartirles su experiencia de
oración en el trato con Dios: el Padre Nuestro. Lucas ofrece la versión más
antigua.
Son 5 pedidos: dos dirigidos a Dios (el nombre y el reino), dos a la
comunidad (el perdón y la tentación). En el corazón está el pedido por el pan de
cada día, quiere decir, por lo que posibilita la vida hoy, para todos los seres
vivientes. ¿Nuestra oración es un encuentro con el Padre?
Santoral Marcos I Santo, XXXIV Papa
Por: . | Fuente: ACI
Prensa
XXXIV PapaMartirologio Romano: En
Roma, san Marcos, papa, que fundó el título «in Palacinis» y edificó
una basílica en el cementerio de Balbina, en la vía Ardeatina, donde fue
sepultado (336).
Fue el primer Papa elegido después de que Constantino dio
carta de ciudadanía a la Iglesia.
El
santo no se dejó llevar por la bonanza de las nuevas circunstancias,
sino que redobló su celo en aquella era de paz, sabedor de que el
demonio jamás concede una tregua a los cristianos. San Marcos, que había
trabajado por la Iglesia durante el pontificado de San Silvestre, fue
elevado a la sede apostólica el 18 de enero de 336. Sólo ciñó la tiara
pontificia durante 8 meses y veinte días, ya que murió el 7 de octubre
del mismo año.
Liturgia de las horas OFICIO DE LECTURA
Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Venid, adoremos a Cristo, Hijo de María Virgen.
Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén. Aleluya.
Himno: LUCERO DE LA MAÑANA
Lucero de la mañana, norte que muestra el camino, cuando turba de
continuo nuestro mar la tramontana. Quien tanta grandeza explica sin alas puede
volar, porque no podrá alabar a la que es más santa
y rica.
Sois pastora de tal suerte, que aseguráis los rebaños de
mortandades y daños, dando al lobo cruda muerte. Dais vida a quien se os aplica,
y en los cielos y en la tierra libráis las
almas de guerra, como poderosa y rica.
Si vuestro ejemplo tomasen las
pastoras y pastores, yo fío que de dolores para siempre se librasen. Tanto Dios
se os comunica, que sin fin os alabamos, y más
cuando os contemplamos en el mundo la más rica. Amén
SALMODIA
Ant 1. La misericordia y la fidelidad te preceden, Señor.
Salmo 88, 2-38 I - HIMNO AL DIOS FIEL A LAS PROMESAS HECHAS A DAVID
Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad
por todas las edades. Pues dijiste: «Cimentado está por siempre mi amor, asentada
más que el cielo mi lealtad.»
Sellé
una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo: «Te fundaré un
linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades.»
El cielo proclama
tus maravillas, Señor, y tu fidelidad, en
la asamblea de los ángeles. ¿Quién sobre las nubes se compara a Dios? ¿Quién como el Señor entre los seres divinos?
Dios es temible en el consejo de
los ángeles, es grande y
terrible para toda su corte. Señor de los ejércitos, ¿quién como tú? El
poder y la fidelidad te rodean.
Tú domeñas la soberbia del mar y amansas la
hinchazón del oleaje; tú
traspasaste y destrozaste a Rahab, tu brazo potente desbarató al enemigo.
Tuyo es el cielo, tuya es la tierra; tú cimentaste el orbe y cuanto contiene; tú has creado el norte y el sur, el Tabor y el
Hermón aclaman tu nombre.
Tienes un brazo poderoso: fuerte es tu
izquierda y alta tu derecha. Justicia y derecho sostienen tu trono, misericordia
y fidelidad te preceden.
Dichoso el pueblo que sabe aclamarte: caminará,
¡oh Señor!, a la luz de tu rostro; tu nombre es su gozo cada día, tu
justicia es su orgullo.
Porque tú eres su honor y su fuerza, y con tu favor
realzas nuestro poder. Porque el Señor es
nuestro escudo, y el Santo de Israel nuestro rey.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. La misericordia y la fidelidad te preceden, Señor.
Ant 2. El Hijo de Dios nació según la carne de la estirpe de David.
Salmo 88, 2-38 II
Un día hablaste en visión a tus amigos: «He ceñido la corona a un héroe, he levantado a un soldado sobre el pueblo.»
Encontré a David, mi siervo, y lo
he ungido con óleo
sagrado; para que mi mano esté siempre con él y mi brazo lo haga
valeroso;
no lo engañará el enemigo ni los malvados lo humillarán; ante él desharé a sus
adversarios y
heriré a los que lo odian.
Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán, por mi nombre crecerá su poder: extenderé su izquierda hasta el mar, y su
derecha hasta el Gran Río.
Él
me invocará: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora»; y yo lo
nombraré mi primogénito, excelso entre los reyes de la tierra.
Le mantendré
eternamente mi favor, y mi
alianza con él será estable; le daré una posteridad perpetua y un trono
duradero como el cielo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. El Hijo de Dios nació según la carne de la estirpe de David.
Ant 3. Juré una vez a David, mi siervo: «Tu linaje será perpetuo.»
Salmo 88, 2-38 III
Si sus hijos abandonan mi ley y no siguen mis mandamientos, si profanan
mis preceptos y no guardan mis mandatos, castigaré con la vara sus pecados y a
latigazos sus culpas;
pero no les retiraré mi favor ni
desmentiré mi fidelidad, no violaré mi alianza ni cambiaré mis promesas.
Una vez juré por mi santidad no faltar a mi palabra con David: «Su linaje será
perpetuo, y su trono como el
sol en mi presencia, como la luna, que siempre permanece: su solio será
más firme que el cielo.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Juré una vez a David, mi siervo: «Tu linaje será perpetuo.»
V. La explicación de tus palabras ilumina.
R. Da inteligencia a los ignorantes.
PRIMERA LECTURA
Del libro de Ben Sirá 3, 19—4, 11
HUMILDAD Y SOBERBIA
Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te querrán más
que al hombre generoso. Hazte pequeño en las grandezas humanas, y
alcanzarás el favor de Dios; porque es grande la misericordia de Dios, y
revela sus secretos a los humildes. No pretendas lo que te
sobrepasa ni escudriñes lo que se te esconde; atiende a lo que te han
encomendado, pues no te importa lo profundo y escondido; no te preocupes
por lo que te excede, aunque te
enseñen cosas que te desbordan, son tan numerosas las opiniones de
los hombres, y sus locas fantasías los extravían!
El terco
saldrá malparado, el que ama lo bueno lo conseguirá; el terco se acarrea
desgracias, el cobarde añade pecado a pecado. Donde faltan los
ojos, falta la luz, donde falta inteligencia, no hay sabiduría. No
corras a curar la herida del cínico, pues no tiene cura, es brote de
mala planta. El sabio
aprecia las sentencias de los sabios, el oído atento a la
sabiduría se alegrará.
El agua apaga el fuego ardiente y la
limosna expía el pecado. Al bienhechor lo recuerdan más tarde, cuando
resbale
encontrará apoyo. Hijo mío, no te burles de la vida del afligido,
no deprimas al que sufre amargamente; no le gruñas al necesitado ni te
cierres al ánimo abatido; no exasperes al que se siente abatido ni
aflijas al
pobre que acude a ti, ni niegues limosna al indigente; no rechaces
la súplica del pobre, no le des ocasión de maldecirte: si en la
amargura de su dolor clama contra ti, su Hacedor escuchará su clamor.
Hazte
simpático a la asamblea, inclina la cabeza al que manda; haz caso
del pobre y responde a su saludo con llaneza; libra al oprimido del
opresor y no te repugne hacer justicia. Sé padre para los huérfanos y
marido para las
viudas, y Dios te llamará hijo y su favor te librará de la
desgracia.
RESPONSORIO Cf. Sir 3, 31. 32
R. El sabio aprecia las sentencias de los sabios, * el oído atento a
la sabiduría se alegrará.
V. El corazón sabio y prudente se guardará de pecar, y por las obras
buenas prosperará.
R. El oído atento a la sabiduría se alegrará.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Bernardo, abad
(Sermón sobre el Acueducto: Opera omnia, edición cisterciense, 5 [1968],
282-283)
CONVIENE MEDITAR LOS MISTERIOS DE SALVACIÓN
El hijo, en ti engendrado, será santo, será Hijo de Dios. ¡La
fuente de la sabiduría, la Palabra del Padre en las alturas! Esta
Palabra, por tu mediación, Virgen santa, se hará carne, de manera que
el mismo que afirma: Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí
podrá afirmar igualmente: Procedo y vengo del Padre.
Ya al
comienzo de las cosas -dice el Evangelio- existía la Palabra. Manaba ya
la fuente,
pero hasta entonces sólo dentro de sí misma. Y continúa el texto
Sagrado: Y la Palabra estaba con Dios, es decir, morando en la luz
inaccesible; y el Señor decía desde el principio: Mis designios son de
paz y
no de aflicción. Pero tus designios están escondidos en ti, y
nosotros no los conocemos; porque, ¿quién había penetrado la mente del
Señor?, o ¿quién había sido su consejero?
Pero
llegó el momento en que estos designios de paz se convirtieron en
obra de paz: La Palabra se hizo carne y ha puesto ya su morada entre
nosotros; ha puesto ciertamente su morada por la fe en nuestros
corazones, ha puesto su morada en
nuestra memoria, ha puesto su morada en nuestro pensamiento y
desciende hasta la misma imaginación. En efecto, ¿qué idea de Dios
hubiera podido antes formarse el hombre, que no fuese un ídolo fabricado
por su
corazón? Era incomprensible e inaccesible, invisible y superior a
todo pensamiento humano; pero ahora ha querido ser comprendido, visto,
accesible a nuestra inteligencia.
¿De qué modo?, te preguntarás.
Pues
yaciendo en un pesebre, reposando en el regazo virginal,
predicando en la montaña, pasando la noche en oración; o bien pendiente
de la cruz, en la lividez de la muerte, libre entre los muertos y
dominando sobre el poder de la
muerte, como también resucitando al tercer día y mostrando a los
apóstoles la marca de los clavos, como signo de victoria, y subiendo
finalmente ante la mirada de ellos hasta lo más íntimo de los cielos.
¿Hay
algo de esto que no sea objeto de una verdadera, piadosa y santa
meditación? Cuando medito en cualquiera de estas cosas, mi pensamiento
va hasta Dios y, a través de todas ellas, llego hasta mi Dios. A esta
meditación la
llamo sabiduría, y para mí la prudencia consiste en ir saboreando
en la memoria la dulzura que la vara sacerdotal infundió tan
abundantemente en estos frutos, dulzura de la que María disfruta con
toda plenitud en el
cielo y la derrama abundantemente sobre nosotros.
RESPONSORIO
R. Virgen María, no hay quien se
asemeje a ti entre las hijas de Jerusalén: tú eres la madre del Rey de
los reyes, tú la señora de los ángeles, tú la reina de los
cielos. * Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu
vientre.
V. Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.
R.
Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor, que por el anuncio del ángel nos has hecho conocer la
encarnación de tu Hijo, infunde tu gracia en nosotros y concédenos, por
la intercesión de la Santísima Virgen María, que podamos
alcanzar, por la virtud de la pasión y de la cruz de tu Hijo
Jesucristo, la gloria de su resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es
Dios, por
los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Venid, adoremos a Cristo, Hijo de María Virgen.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.
Porque el
Señor es un Dios grande, soberano de todos
los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres
de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron
sus manos.
Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo
al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su
pueblo, el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el
corazón
como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros padres
me pusieron a prueba y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años aquella
generación me repugnó, y dije: Es un pueblo de corazón extraviado, que no
reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi
descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Himno: RESPLANDECIENTE DE ALEGRÍA.
Resplandeciente de alegría, amargo mar de los pesares, vestida de gracia
y de gloria, te cantamos, oh Virgen María.
Gozosa cuando a Dios concibes, cuando
anhelante das el fruto, cuando lo ofreces y lo
pierdes, al Hijo, que es la luz del mundo.
Salve, primera de los
mártires, en el dolor de tu martirio; tu corazón supo de espinas. tu alma de
cruces y de lirios.
Reina de gloria refulgente, Madre
fecunda de la Iglesia, cuando las llamas del Paráclito del mundo ardieron
las tristezas.
Recoged las Aves Marías para un rosario de azucenas; cantad a
María alabanzas, que es Madre de eterna belleza.
Amén.
SALMODIA
Ant 1. De María nació Jesús, que es el Mesías.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te
contemplaba en el santuario viendo tu
fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis
labios.
Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré de
manjares exquisitos, y mis
labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti y velando
medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con
júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me
sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. De María nació Jesús, que es el Mesías.
Ant 2. Unidos a ti, Madre, bendecimos al Señor, que al morir nos puso
como hijos bajo tu cuidado.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por
los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid
al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al
Señor; astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos
todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y
heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y
hielos, bendecid al
Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al
Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al
Señor, ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al
Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al
Señor; mares y ríos,
bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo,
bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos
por los siglos.
Hijos de los
hombres, bendecid al Señor; bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del
Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y
espíritus justos, bendecid al
Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías
y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al
Padre, al Hijo y al
Espíritu Santo, ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor
en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se
dice Gloria al Padre.
Ant. Unidos a ti, Madre, bendecimos al Señor, que al morir nos puso como
hijos bajo tu cuidado.
Ant 3. La Virgen María ha sido glorificada por encima de los coros de
los ángeles y lleva una corona de doce estrellas sobre su cabeza.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de
los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas, cantadle con
tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la
victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en
filas: con vítores a Dios en la boca y espadas de
dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos y aplicar el
castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con
esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada es un honor para
todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. La Virgen María ha sido glorificada por encima de los coros de los
ángeles y lleva una corona de doce estrellas sobre su cabeza.
LECTURA BREVE Is 61,10
Desbordo de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios: porque
me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como a una novia que se adorna con sus joyas.
RESPONSORIO BREVE
V. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
R. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
V. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
R. El Señor está contigo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.
Madre dichosa, Virgen intacta, Reina
gloriosa del mundo: haz que sintamos tu protección los que hoy
celebramos esta fiesta en tu honor.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a
su pueblo. suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por
boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros
enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la
misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y
el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que,
libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad
y justicia, en su presencia, todos nuestros días.
Y a
ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás delante del
Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de
sus pecados.
Por la
entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de
lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para
guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant.
Madre dichosa, Virgen intacta, Reina
gloriosa del mundo: haz que sintamos tu protección los que hoy
celebramos esta fiesta en tu honor.
PRECES
Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen,
y digámosle:
Que tu santa Madre, Señor, interceda por nosotros.
Sol de
justicia, a quien María Virgen precedía
cual aurora luciente, haz que vivamos siempre iluminados por la
claridad de tu presencia.
Palabra eterna del Padre, tú que elegiste a María como
arca de tu morada, líbranos de toda ocasión de
pecado.
Salvador del mundo, que quisiste que tu Madre estuviera junto a
tu cruz, por su intercesión concédenos compartir con alegría tus padecimientos.
Señor Jesús, que colgado en la cruz
entregaste María a Juan como madre, haz que nosotros vivamos también
como hijos suyos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Según el mandato del Señor, digamos confiadamente:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, que por el anuncio del ángel nos has hecho conocer la
encarnación de tu Hijo, infunde tu gracia en nosotros y concédenos, por
la intercesión de la Santísima Virgen María, que podamos
alcanzar, por la virtud de la pasión y de la cruz de tu Hijo
Jesucristo, la gloria de su resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es
Dios, por
los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén. Aleluya.
Himno: RESPLANDECIENTE DE ALEGRÍA.
Resplandeciente de alegría, amargo mar de los pesares, vestida de gracia
y de gloria, te cantamos, oh Virgen María.
Gozosa cuando a Dios concibes, cuando
anhelante das el fruto, cuando lo ofreces y lo
pierdes, al Hijo, que es la luz del mundo.
Salve, primera de los
mártires, en el dolor de tu martirio; tu corazón supo de espinas. tu alma de
cruces y de lirios.
Reina de gloria refulgente, Madre
fecunda de la Iglesia, cuando las llamas del Paráclito del mundo ardieron
las tristezas.
Recoged las Aves Marías para un rosario de azucenas; cantad a
María alabanzas, que es Madre de eterna belleza.
Amén.
SALMODIA
Ant 1. El ángel del Señor anunció a María, y concibió por obra del
Espíritu Santo.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están
pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada como
ciudad
bien compacta. Allá suben las tribus, las tribus del Señor,
según la
costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales
de justicia en el palacio de David.
Desead
la paz a Jerusalén: «Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus
muros, seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros, voy a decir:.
«La paz contigo.» Por la
casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. El ángel del Señor anunció a María, y concibió por obra del
Espíritu Santo.
Ant 2. Estaba su madre junto a la cruz de Jesús.
Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.
Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el
Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que
madruguéis, que veléis hasta muy
tarde, los que coméis el pan de vuestros sudores: ¡Dios lo da a sus amigos
mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos; una recompensa es
el fruto de las entrañas: son saetas en
mano de un guerrero los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que
llena con ellas su aljaba: no quedará derrotado cuando litigue con su adversario en la
plaza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Estaba su madre junto a la cruz de Jesús.
Ant 3. Alégrate, Virgen Madre, Cristo ha resucitado del sepulcro.
Aleluya.
EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido
en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
El
nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear
el mundo, para que fuésemos consagrados e irreprochables ante él por el
amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a
ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que
tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza
suya.
Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de
los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría
y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el
misterio de su voluntad.
Éste es el plan que había proyectado realizar por
Cristo cuando llegase el momento culminante: hacer
que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, las del cielo y las de
la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Alégrate, Virgen Madre, Cristo ha resucitado del sepulcro.
Aleluya.
LECTURA BREVE Ga 4, 4-5
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de
una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la
ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.
RESPONSORIO BREVE
V. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
R. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
V. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
R. El Señor está contigo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.
María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios,
mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones, porque el
Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su
misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con
su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba
del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos
los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su
siervo, acordándose de su misericordia —como lo
había prometido a nuestros padres— en favor de Abraham y su descendencia
por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant.
María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
PRECES
Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso
que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y
supliquémosle diciendo:
Mira a la llena de gracia y escúchanos.
Señor,
Dios nuestro, admirable siempre en tus obras que has querido que
la inmaculada Virgen María participara en cuerpo y alma de la gloria de
Jesucristo, haz que todos tus hijos deseen y caminen hacia esta misma gloria.
Tú
que nos diste a María por Madre, concede por su mediación salud a
los enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores, y a todos
abundancia de salud y de paz. Tú que hiciste de María la
llena de gracia, concede la abundancia de tu gracia a todos los
hombres. Haz, Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por
el amor, y que todos los fieles perseveren unánimes en la
oración con María, la madre de Jesús.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que coronaste a María como reina del cielo, haz que los difuntos
puedan alcanzar con todos los santos la felicidad de tu reino. Confiando en el
Señor que hizo obras grandes en
María, pidamos al Padre que colme también de bienes al mundo
hambriento:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, que por el anuncio del ángel nos has hecho conocer la
encarnación de tu Hijo, infunde tu gracia en nosotros y concédenos, por
la intercesión de la Santísima Virgen María, que podamos
alcanzar, por la virtud de la pasión y de la cruz de tu Hijo
Jesucristo, la gloria de su resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es
Dios, por
los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha
concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios
todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento,
palabra, obra y omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a
vosotros, hermanos, que intercedáis por mí
ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone
nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE
Cuando la luz del sol es ya poniente, gracias, Señor, es nuestra
melodía; recibe, como ofrenda, amablemente, nuestro dolor, trabajo y alegría.
Si poco
fue el amor en nuestro empeño de darle
vida al día que fenece, convierta en realidad lo que fue un sueño tu gran
amor que todo lo engrandece.
Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte de pecadora
en justa, e ilumina la senda de la vida y de la
muerte del hombre que en la fe lucha y camina.
Jesús, Hijo del Padre,
cuando avanza la noche oscura sobre nuestro día, concédenos la paz y la
esperanza de esperar cada noche tu gran día.
Amén.
SALMODIA
Ant 1. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.
Salmo 30, 2-6 - SÚPLICA CONFIADA Y ACCIÓN DE GRACIAS.
A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado; tú, que eres justo,
ponme a salvo, inclina tu oído hacia mí;
ven aprisa a librarme, sé la roca de mi
refugio, un baluarte donde
me salve, tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y
guíame: sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi amparo.
En tus
manos encomiendo mi espíritu: tú,
el Dios leal, me librarás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.
Ant 2. Desde lo hondo a ti grito, Señor.
Salmo 129 - DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR.
Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz; estén tus oídos
atentos a la voz de mi súplica.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién
podrá
resistir? Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto.
Mi alma
espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el
centinela la aurora.
Aguarde
Israel al Señor, como el centinela la aurora; porque del Señor viene la
misericordia, la redención copiosa; y él redimirá a Israel de todos sus delitos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant. Desde lo hondo a ti grito, Señor.
LECTURA BREVE Ef 4, 26-27
No lleguéis a pecar; que la puesta del sol no os sorprenda en vuestro
enojo. No dejéis lugar al diablo.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que
velemos con Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los
pueblos
luz para alumbrar a las naciones y gloria
de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Ant.
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que
velemos con Cristo y descansemos en paz.
ORACION
OREMOS,
Señor Jesucristo, tú que eres manso y humilde de corazón ofreces
a los que vienen a ti un yugo llevadero y una carga ligera; dígnate,
pues, aceptar los deseos y las acciones del día que hemos terminado: que
podamos descansar durante la noche para que así, renovado
nuestro cuerpo y nuestro espíritu, perseveremos constantes en tu
servicio. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa
muerte.
R. Amén.
ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza
nuestra, Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti
suspiramos , gimiendo y llorando en este valle de
lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos
misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de
tu vientre.
¡Oh
clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
Of La Tr Sx Nn Vs Cm
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