MORENO, Manuel J. (2003): Grafología
y Diseño Gráfico Publicitario, Buenos Aires, Ed. Lasra, 206
páginas
PRÓLOGO DE LA PROF.
Mª LUZ PUENTE AL LIBRO DE MORENO,
Manuel J. (2003): Grafología
y Diseño Gráfico Publicitario, Buenos Aires, Ed. Lasra, 206
páginas.
Esta
obra revela la capacidad innovadora de mi colega Manuel J. Moreno Ferrero,
Profesor colaborador de las especialidades de Pericia Caligráfica Judicial y Peritaje Grafopsicológico de la
Universidad Autónoma de Barcelona, promoviendo la ciencia grafológica a nuevos
ámbitos de aplicación que celebramos con esta neotérica interdisciplinariedad
que supone la aportación de las leyes y principios grafopsicológicos al campo de
la publicidad, y en especial dentro de la misma, al diseño gráfico
publicitario.
Si el
diseño consiste en la adecuación de la forma a la función de desempeño, sin
renunciar por ello a los requisitos de belleza y plasticidad, en publicidad
además, el diseño gráfico debe
ajustarse a su objetivo primordial: la promoción y/o venta del producto; por
tanto, el creativo tratará por todos los medios de atraerse la atención del
público mediante la fusión estética del mensaje publicitario (cuyo discurso
imbrica prestaciones del producto con anhelos, deseos y fantasías irrealizables
del consumidor) con el movimiento, la forma y color, constituyendo un prodigio
de efectos visuales que activan las potencias sensoriales desencadenantes de los
factores psicofisiológicos que impulsan a la acción consumista.
En
palabras de Francisco Viñals Carrera, Director de las Especialidades
Grafológicas de la Universidad Autónoma de Barcelona, desde el punto de vista psicoanalítico,
la publicidad utiliza especialmente el “Pequeño Profesor” del Análisis
Transaccional, es decir, creatividad, ingenio, sutilidad y manipulación, con la ayuda del “Niño Libre” del AT, y
su capricho instintivo, temperamentalidad y espontaneidad anárquica, sobre todo en el “brainstorming” o
“lluvia de ideas”.
El
mensaje visual se produce a nivel de icono, como la fotografía (realidad observada),
a nivel indicativo (donde se necesita la deducción), como determinadas señales
de tráfico, y a nivel simbólico (símbolos codificados o signos alegóricos que
van más allá de la simplificación), emblemas de clubes, logotipos de
sociedades, grupos y empresas, etc. La composición de elementos visuales se
construye atendiendo a la profundidad (producto en primer plano sobre un fondo
claro), focalización (convergencia hacia un mismo punto), posición axial (el
producto ocupa el plano central del anuncio mientras el resto de elementos le
rodean de forma simétrica), y aparición secuencial (secuencia lógica que dirige
la atención visual al producto). Siendo los elementos gráficos del mensaje
publicitario decodificables a la luz de la Grafología, por ejemplo la
combinación de punto y líneas despiertan en el lector un amplio abanico de
sensaciones diferentes, desde curiosidad, sorpresa, y dinamismo hasta pasividad.
El punto actúa como origen, centro de atención y como fin; una sucesión de
puntos originará una línea y por lo tanto una direccionalidad. En nuestra
cultura occidental conviene no olvidar la secuencia arriba-abajo,
izquierda-derecha y la preeminencia de la línea diagonal de izquierda a derecha
sobre la contraria. La mancha en el diseño gráfico viene determinada por el
texto y depende de la tipografía, separación de caracteres y líneas, anchura,
densidad, etc (todos los parámetros de la grafología); con la mancha, se otorga
a la composición gráfica una gama de valores lumínicos: claros, oscuros, medios,
aún siendo en blanco y negro. El color ayuda al contraste claro-oscuro,
cercanía-alejamiento, calor-frío; y asimismo en la Grafología valoramos no sólo
el tono de configuración, el cual depende en mayor medida del escritor y no
tanto del útil inscriptor, sino también en el color de tinta habitualmente
seleccionado, trasladable asimismo a la grafología digital donde en la línea del
autor de esta investigación, he
podido efectuar algunas correlaciones con el test de
Luscher.
En Psicodiagnóstico por la Escritura
vislumbrábamos ya con el Prof. Francisco Viñals algunos puntos básicos de
conexión entre la grafología y la arquitectura, ello ha contribuido a que me
sienta cercana a la temática magistralmente desarrollada por nuestro distinguido
compañero Manuel J. Moreno. Efectivamente, los profesionales del diseño gráfico
al igual que los arquitectos saben que cuando dos líneas se cruzan, provocan la fijación de la mirada o
atención visual en el centro por la tendencia innata al encuadre, sin excluir el espacio contenido en caso de redondas ya que la curva
sugiere al ojo una inclusión de espacio, causando una sensación de limite o
frontera entre lo interno y lo externo, e induciendo la atención sobre lo
abarcado dentro del arco; ello se homologa con la Grafología, por la atracción
que supone la curva: la tendencia “ánima” de la seducción en sí, que incorpora la redonda y los bucles; la pose del arco que además de dar
apariencia supone también un límite a la intimidad, esto es, realza la forma y a
la vez autoprotege. Si el cruce se produce entre curvas y rectas, ya no existe
fijación vinculada a la zona circunscrita dentro de las curvas; se establece el
punto central rompiendo el aislamiento entre los espacios incluidos y excluidos
en el arco. En este caso se comunica la atención visual con espacios diferentes,
la línea horizontal lleva a la mirada en esa dirección de forma continuada y sin
esfuerzo, la recta fragmentada o rota quiebra la inercia del movimiento
adaptativo del ojo y exige un esfuerzo y fijación en la continuidad del
movimiento visual. Ahora bien, la
repetición de grafismos (figuras, rasgos, movimientos, símbolos, etc.)
discontinuos o armónicos, dada su estructura rítmica compensada, produce la
melodía, facilitando nuevamente la mirada y el desplazamiento inercial del
ojo, lo que posibilita la
distensión tal como ocurre con la música (compensación entre alturas y espacios,
equilibrio de sensaciones).
En
figuras con ángulos, el centro manifiesto coincide con el tácito, pues es el que
surge al cruzar por ejemplo, las diagonales en un cuadrado, pero en un círculo
no existe tal centro manifiesto, al no concurrir fuerzas contrarias; por ello se
produce un movimiento global hacia el centro. De ahí la atracción que interpreta
la curva en Grafología y el rechazo o desplazamiento que supone el ángulo, la cuchara recoge, el cuchillo separa.
Así también puede entenderse como en el círculo, el ojo se dirige hacia el
centro y si aplastáramos levemente el circulo, los dos centros de tensión que
aparecerían en los lados más angulosos provocarían el vacío en el centro tácito,
guiando la mirada hacia dichos polos; igualmente ocurre en el entrecruzamiento
de dos curvas, orientan el campo de visión hacia el punto de
encuentro.
Si un
cuadrado lo llenamos de pequeñas figuras, éstas quedarán inmediatamente
relacionadas entre si, por lo que se establecerá un vínculo, que se percibirá
especialmente en el caso de extraer una de ellas fuera del cuadrado,
advirtiéndose entonces una tensión extraña provocada por esa exclusión con respecto del conjunto; es
como si dicha figura quisiera incorporarse nuevamente al sistema. De ello
también se deriva que los símbolos externos a un encuadre tienen relación entre
sí, só1o por su referencia a éste. Con todo lo anterior no es difícil darse
cuenta de la importancia de una letra en relación a una palabra, a una línea, a
una página, y los rasgos entre sí.
Existe
un simbolismo arquetípico en la conciencia colectiva impreso genéticamente en
cada persona y, si estudiamos detenidamente estas leyes geométricas,
observaremos que no son más que un reflejo de la realidad psicofísica del ser
humano y de la existencia global. Así pues, el encuadre universal en las
dimensiones son coordenadas, y las
figuras o seres que se registran a si mismos como existentes en sí, se limitan
subjetivamente si no descubren su condicionada interrelación de substantividad
en función del marco referencial.
En
conclusión, hay aportaciones decisivas en el análisis científico de la
publicidad que únicamente las puede otorgar la grafología y éste es el gran
valor de este texto, donde se
grafoanalizan las diversas modalidades de diseño publicitario aportándose los
mensajes significados latentes en su actuación en el inconsciente. Al hilo de
esta grafología del diseño hablaríamos de “mayúsculas” y “subrayado” para
referirnos a esta obra y su
contenido, mis felicitaciones por tanto al autor Manuel J. Moreno Ferrero pues
su éxito está garantizado.
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Mariluz Puente Balsells
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Universidad Autónoma de Barcelona
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