En lugar de
eso, nos limitaremos a copiar un texto del Antiguo Testamento, para que se tenga
bien claro lo que nos puede pasar como Nación si no rectificamos este lamentable
desacierto de la política del número (Aprendan los innúmeros Casarettos que
andan dispersos por el mundo: no se puede dialogar con el Demonio y la Verdad no
se plebiscita).
No nos
engañemos, la corrupción de lo mejor es lo peor. Si renunciamos al destino de
Nación Católica al que la Argentina ha sido llamada en razón de su ascendencia,
la España Eterna, a causa de su elección, la férrea defensa de la Fe Católica
por parte de nuestros padres fundadores, y por la consagración reiterada a la
Santísima Virgen de Luján por parte de las más altas autoridades del país; sólo
nos quedará disolvernos en el barro en el que hoy nos revolcamos.
Del Libro del
Levítico (26, 14 y sig.):
"Pero si no
escuchareis, ni cumpliereis todos estos mandamientos; si despreciareis mis leyes
y no hiciereis caso de mis juicios, dejando de hacer lo que tengo establecido, e
invalidando mi pacto; ved aquí la manera con que Yo también me portaré con
vosotros: Os castigaré prontamente con hambre, y con un ardor que os abrazará
los ojos, y consumirá vuestras vidas. En vano haréis vuestra sementera, porque
será devorada por vuestros enemigos. Os dirigiré una mirada con rostro airado, y
caeréis a los pies de vuestros enemigos, y quedaréis sujetos a los que os
aborrecen. Os entregaréis a la fuga sin que nadie os persiga.
Y si aún
con eso no me obedeciereis, os castigaré todavía siete veces más por causa de
vuestros pecados, y quebrantaré el orgullo de vuestra rebeldía; y haré desde lo
alto que el cielo sea de hierro para vosotros, y de bronce la tierra. Se irá en
humo todo vuestro trabajo; la tierra no producirá su esquilmo, ni los árboles
darán fruto. Si quisiereis apostároslas conmigo, desobedeciendo mis órdenes,
aumentaré siete veces más vuestras plagas, por causa de vuestros pecados; y
enviaré contra vosotros las fieras del campo, para que os devoren a vosotros y a
vuestros ganados; reduciéndoos a un corto número, y haciendo desiertos vuestros
caminos.
Y si ni aún
con eso queréis enmendaros, sino que prosiguiereis oponiéndoos a Mí, Yo también
proseguiré oponiéndome a vosotros. y os castigaré siete veces más por vuestros
pecados, y haré descargar sobre vosotros la espada, que os castigará por haber
roto mi alianza. Y si os refugiareis en las ciudades, os enviaré peste, y seréis
entregados en manos de vuestros enemigos...
Pero si aún
con todo eso no me escuchareis, sino que prosiguiereis pugnando contra Mi, Yo
asimismo procederé contra vosotros con saña de enemigo, y os azotaré con siete
plagas por vuestros pecados, de suerte que vengáis a comer la carne de vuestros
hijos, y de vuestras hijas. Destruiré vuestros santuarios altos (lugares donde
se daba culto a falsos dioses), demoleré vuestros monumentos, amontonaré
vuestros cadáveres sobre los cadáveres de vuestros sucios ídolos y mi alma os
tendrá asco, en tanto grado que reduciré a soledad vuestras ciudades, y asolaré
vuestros santuarios, ni aceptaré ya más el perfume de vuestros sacrificios.
Talaré vuestra tierra, y quedarán atónitos viéndola vuestros enemigos, cuando
entraren a morar en ella...
Y a los que
de vosotros quedaren, infundiré espanto en sus corazones en medio de los países
enemigos. Se estremecerán al ruido de una hoja volante, huyendo de ella como de
una espada; caerán sin que nadie los persiga; se atropellarán unos a otros, como
quien huye de la batalla. Pereceréis entre las naciones, y la tierra enemiga os
consumirá.
Y si
todavía quedaren algunos de éstos, se irán pudriendo por sus iniquidades en el
país de sus enemigos, y serán afligidos por los pecados de sus padres y por los
suyos, hasta que confiesen sus maldades, y la de sus mayores, con que
prevaricaron y se rebelaron contra Mí"
Mientras
tanto, pequeño rebaño fiel, la persecución se avecina; no es profecía sino
observación de la realidad de países como Canadá, Gran Bretaña, Holanda, etc.,
en donde es delito penal decir la verdad. Preparémonos para el combate. Dios no
nos pide el triunfo, que sólo a Él pertenece, sino la lucha. Porque la vida del
católico en esta tierra es milicia. Aunque desde hace muchos años, los gestores
de esta derrota de la Cristiandad que ahora visualizamos en todo el orbe, nos
han reiterado hasta el cansancio que no somos militantes sino peregrinos. Los
frutos del desatino y la renuncia contenidos en esa frase son
innegables.
Preparémonos,
pues, rezando de rodillas frente al Santísimo Sacramento, la siguiente oración a
Cristo Rey por la Patria. Para que Él guíe nuestros pasos y sea nuestro
consuelo, aliento y fortaleza.