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Católica
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Le invita a
escuchar:
"Los Signos de los
Tiempos"
Primera conferencia del Ciclo
"La Profecía y el Fin de los Tiempos"
Dictada por el R. P. Dr. Leonardo
Castellani, S.J.
(1899 - 1981)
El 6 de Junio de 1969
En una audiencia general
del 16 de abril (de 1969), el Sumo Pontífice (Pablo VI) destacó como “misión
ineludible del hombre de hoy”, dijo, “escrutar los signos de los tiempos”. Esa
palabra “signo de los tiempos” ha sido traída hoy a significar vulgarmente
cualquier peculiaridad de la época. Pero Jesucristo la usa en el sentido de
signos de los tiempos últimos y en ese sentido el Papa y el Concilio la usan
seis veces.
Las profecías han atraído
siempre la curiosidad de la gente, sobre todo en los tiempos turbados; basta
recordar las muchedumbres que se agolparon en Fátima de Portugal y en nuestros
días en Garabandal de España. La gente se pregunta hoy día adónde va a parar
este mundo. Desde 1914 esa pregunta se ha vuelto ansiosa.
Pero no es la curiosidad lo
más importante. Hay una cosa más importante en las profecías y es la esperanza.
Créase o no, las profecías, tanto privadas como canónicas, han sido hechas para
consuelo como dice San Pablo, “ad consolationem”. Con esa intención hablo yo
ahora, y no para satisfacer una vana curiosidad. Parece mentira, porque las
profecías suelen anunciar calamidades, y las profecías canónicas, la mayor
calamidad, la calamidad por excelencia, la mayor tribulación que ha habido en el
mundo desde el Diluvio acá, dijo Cristo. O sea, como la agonía de este mundo,
con todo lo que está dentro de él.
Y sin embargo, Cristo
termina su predicción, que está en Mateo, capítulo 24, diciendo que cuando
veamos se cumplen esas cosas, cosas pavorosas por cierto, levantemos las cabezas
e incluso nos alegremos. La razón es que las congojas que nos aquejan ahora y
han aquejado también en otros tiempos a los hombres están descritas de antemano
como pasaje a un estado feliz del hombre. Definitivo. Y esta persuasión de la
esperanza es el fuste de la religión cristiana como fue el fuste de la hebraica.
O sea que los últimos dolores, que serán los más grandes de todos, no son agonía
sino parto. Y esta metáfora del parto la usan literalmente tanto Jesucristo como
su discípulo Juan, el apokaleta. Así pues, recurrimos aquí contra el miedo al
único remedio que hay, que es la profecía. Me dirán que los que tienen miedo son
unos cuantos locos, que la masa de la gente negocia, junta plata, se casan, se
divierte, farrea, va al cine, contempla televisión y compra revistas descocadas.
Y eso lo hacen, preguntaré yo, ¿con tranquilidad o con afán? Lo hacen con fiebre
y afán, para aturdirse, porque tienen miedo; necesitan aturdirse.
La especie de fiebre de
diversiones, placeres, pamplinas y liviandades que sufren hoy día las masas
probablemente tienen detrás el temor y obedece a la necesidad de aturdirse. No
hay más que ver una cancha de fútbol o un ring de box para ver el estado de
febrilidad en que está la gente, en un estado febricitante y no en un estado de
tranquilidad, ni de diversión, ni de alegría, ni de gozo, ni de júbilo. La
realidad es que hoy día la más grande emoción aislada que domina nuestra vida es
el temor...
Al final de la entrada
correspondiente de nuestro blog, encontrará, junto a los enlaces que permiten
bajar el archivo de audio, el enlace que lo habilitará para bajar la
transcripción de la conferencia.
Para
comenzar a oír y/o descargar la conferencia, visite nuestro blog en el siguiente
enlace:
http://pagina-catolica.blogspot.com/2010/08/los-signos-de-los-tiempos.html
(Duración
de la versión completa 49' 44")
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Blog. Para oír, recorra la página hacia abajo hasta visualizar
el dibujo del reproductor cuyo botón PLAY debe oprimir. Debajo del
reproductor encontrará dos enlaces que permiten bajar el archivo. El
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