Querida hermana:
quise escribirte estas lineas, con la memoria y la percepción fresca de lo que tus palabras -de descargo y aclaración- enviadas a RedLuz, me dejaron.
Sólo quería decirte que suscribo a todos y cada uno de los conceptos allí expresados. Con las diferencias naturales, surgidas de aspectos individuales, creo que yo hubiese escrito exactamente lo mismo (¡de haber podido escribir con esa meridiana claridad!).
Con mucha frecuencia, cuando leo tus escritos, siento esa maravillosa afinidad, que me hace saber que estoy en conexión con alguien con quien tengo verdadera afinidad vibracional (perdón por la redundancia). Sin embargo, no te había escrito hasta hoy, en que sentí que debía hacerlo, más allá de -y por- la polémica que pudo haber suscitado tu invitación a la unidad del 8 de noviembre.
Me preguntaba si responderías, y qué dirías en tal caso. Hoy tuve la respuesta al ver tu escrito, y creo que no podrías haberlo hecho mejor. No hay ni una sola palabra de más allí, ni un sólo concepto discutible allí. Está todo tan claro, y dicho con tanta altura y dignidad, humana y espiritual...
Me sentí tan representada, en tus palabras. Sentí que representabas tan absolutamente mi pensamiento y lo expresabas tan maravillosamente, que no puedo dejar pasar este momento para comunicarme, decirte que te respeto profundamente, y darte un GRACIAS gigante por hablar -o mejor dicho, escribir!- con valor y con grandeza, manifestando lo que -estoy segura- muchos hubieramos querido decir.
Un abrazo, grande, grande, en el amor fraterno. Y mucha fuerza, querida hermana!
Soledad García Mesías