Publicado en Diario UNO, Mendoza, el martes 19 de marzo de 2013
Francisco, el de la Nueva Era
La elección de este nombre implica un Papa a favor de los desposeídos, que se opondrá al lujo, a la pompa; y que condenará a los curas pederastas.
Por Alicia Contursi Astróloga
Como ya se ha dicho en todos los medios, por primera vez en la historia de la Iglesia, la elección del Papa ha recaído en un sacerdote jesuita.
Muchos especulamos, en el corto lapso de tiempo que transcurrió hasta que se supo qué nombre adoptaría el nuevo Pontífice, que elegiría Ignacio, en honor de San Ignacio de Loyola, el fundador de la Compañía de Jesús.
Eligió a otro Santo, también fundador de una Orden: la de los franciscanos.
œEl nombre es arquetipo de la cosa, dice Borges. ¿Qué diferencia hay entre uno y otro Santo y qué significa llevar adelante un papado con uno u otro nombre?
Repasemos un poco.
Ignacio de Loyola -en realidad Iñigo Lopez de Loyola- de origen vasco, vivió en la 1491 al 1556, siglo XVI. Se lo considera un principal representante de la llamada Contrarreforma, movimiento dentro de la Iglesia y con obediencia al Papado que buscó depurar las estructuras que se habían contaminado. En ese mismo tiempo, pocos años antes, Martín Lutero, teólogo y fraile agustino, había provocado una escisión entre la cristiandad. Realizó la Reforma Protestante, en contra de la degeneración que se había producido en las altas esferas religiosas y la venta de las indulgencias, dinero.
Ignacio tuvo profundas experiencias místicas y es el creador de œLos Ejercicios Espirituales, un tratado sobre estados de conciencia privilegiados que se logran por la contemplación de la imagen de Jesucristo en la Cruz.
Los jesuitas recorrieron el mundo como misioneros creando escuelas, universidades y seminarios. Llegaron a América y fundaron Misiones.
La Orden era monacal, organizada como un ejército, con absoluta obediencia al Papa. Su lema Ad maiorem Dei gloriam («A mayor gloria de Dios»). Desplegaron el conocimiento y la inteligencia al servicio de la Fe.
Francisco de Asis es muy anterior, del siglo XI-XII: vivió del 1181 al 1226. Es la época de las Cruzadas, de Bernardo de Clairvaux, el fundador de los Templarios y el que propicia el culto a la Virgen María, del Cyd Campeador, del Rey Arturo.
œIl poverello d'Assisi se enfrentó al boato y a la riqueza del clero en Roma, presentándose desnudo ante el Papa. Entregó sus bienes a los pobres. Fundó la orden monacal que fue llamada mendicante. Adoptó la pobreza como virtud y forma de vida. Realizó el primer pesebre viviente para recordar la Natividad de Jesús, con una cuna de paja. Nos dejó la oración œSeñor haz de mí un instrumento de tu paz¦" Habló del servicio como la mayor riqueza. Encarn franciscana y el amor por los niños, por los animales, por la Naturaleza, son sus características.
Ambos santos, con experiencias en la vida militar, vivieron una conversión de vida, tuvieron vivencias místicas y fundaron órdenes. Uno con gran despliegue de su inteligencia, el otro de su solidaridad.
Si Bergoglio hubiese tomado el nombre de Ignacio significaría que seguiría al fundador de la orden a la que pertenece ocupándose de cuestiones teológicas, dogmáticas, que trataría de œaggiornar a la Iglesia.
Quizás desde esta posición podría abrirse a los nuevos tiempos, a la Nueva Era. Darle a la mujer el lugar que le corresponde. Superar el dogmatismo y hablar del Dios interior y del valor de todas las religiones. Aceptar el matrimonio gay, permitir que comulguen los divorciados, tener otra visión sobre el aborto justificado. Sería un reformista.
Al tomar el nombre de Francisco, significa que estará a favor de los desposeídos, que se opondrá a la pompa y al lujo, a los oros vaticanos. Su mirada destacará lo económico y lo puro.
Podemos esperar que condene con fuerza a los curas pederastas. Que abogue por los necesitados del mundo. Que trate de limpiar las finanzas. Que sea la voz de la justicia social. Que realice grandes avances en la Doctrina Social de la Iglesia, en la línea de JuanXXIII.
Esto también forma parte de la Nueva Era, de la nueva conciencia que une espíritu con materia.
Le queda por delante un largo y difícil camino.
Se enfrenta a una estructura muy férrea: la Santa Sede. Es fácil desde afuera decir lo que hay que cambiar. Desde adentro, los inter juegos, los lazos, los intereses, las concatenaciones, las implicancias, los factores, grupos y relaciones de poder, terminan por imponerse. La telaraña es asfixiante.
No esperemos que modifique los dogmas. Enhorabuena que el espíritu franciscano, de amor solidario y paz, acompañe esta gestión papal.