| Asunto: | [RedLuzArgentina] "Rotulamos para la misma Aurora" | Fecha: | Miercoles, 17 de Diciembre, 2014 16:13:58 (-0300) | Autor: | Juana Aliberti Martinez <juanaaliberti @.....com>
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Arteixo 15 de Diciembre de 2014
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Nosotros también cobijo, alero, protección¦ Nosotros
también amparo, abrigo, cuidado, calor..., ahora que la lluvia llama a nuestros
cristales y el blanco amenaza desde la montaña. Nosotros también pluma
envolviendo al desamparado, al último, al desprotegido¦, porque sólo volará
alto la pluma que planeó en el mundo y se cubrió de su polvo y se manchó de su
barro. Las más sublimes lecciones nunca se escribieron con tinta.
La Madre Naturaleza es el libro inmenso que no tiene ni principio, ni final.
¿Quien hallará su prólogo? ¿Quién su epílogo? Cada humano un refugio, igual que
árbol y sus ramas, igual que el ave y sus alas. La belleza de la imagen, la
fuerza del testimonio traiga su vivo reflejo en el discurrir de nuestros días,
en el acontecer sobre nuestras ramas ¿Cuánto que aprender del reino animal?
¿Cuántos indefensos por cubrir bajo nuestras alas...? El Misterio nos provea de
su infinito calor, de sus más candorosos brazos. Podamos seguir el ejemplo... 
¿Conexión permanente? El sol se esfuerza por lanzar sus más cálidos rayos a las puertas del invierno. Camino frente a su luz y calor ya mermados, a lo largo de un paisaje de altura sobrecogedor. O Couso y sus piedras centenarias y sus caravanas recientes, rudimentarias van quedando abajo, cada vez más lejos. Dicen que allí arriba se toca los cielos. Subo a las colinas en busca de más ancha vista, de más horizonte para el alma. La naturaleza sagrada nos invita a sacralizar el instante, a sellar los labios, a brotar la mirada agradecida. El silencio interior es la vasta geografía que aún nos resta por descubrir al humano. Aún nos aterra poner una pica en su infinito y enigmático espacio. Ojalá no hubiera señal de móvil y poder sentir entera la señal de la caricia del sol. Ojalá a veces no hubiera comunicación con el mundo y poder conectarnos más y más con nuestra propia Presencia. Tienta sacar el aparato e intentar compartir esa sublime belleza del verdor gallego circundante. ¿Hacia dónde dirigir nuestra atención en medio del éxtasis de contemplación: hacia afuera tecleando el número de rigor o hacia adentro, horadando el abismo pendiente? El revolucionario poder comunicativo de estas maquinitas es un arma de doble filo. El estar conectados con todos en todo momento tiene el peligro de desconectarnos con nosotros mismos. El móvil nos acerca más entre nosotros, pero tiene el riesgo de mantenernos exiliados en nuestra periferia. Sostenemos un prodigioso invento en el oído, mientras acampamos en nuestras a menudo en intrascendentes afueras. Nuestro avance de conciencia aún va a la zaga de los progresos tecnológicos. La conexión permanente encierra el peligro de no saber desconectarnos en el momento preciso. Ahora más que nunca nos enfrentamos al peligro de ahogar el silencio imprescindible en un océano de palabras más o menos vanas; palabra inmediata, desde cualquier lugar, en cualquier momento, pero tantas veces prescindible. La amplia cobertura alcanza ya casi el último rincón del mundo, pero descuida la cobertura hacia la geografía más íntima. ¿Cuántos instantes únicos nos perdemos por el mero capricho de empezar a teclear un número y conectarnos con una persona remota? ¿Cuánto de verdadera vivencia no sacrificamos al llevarnos el aparato a la oreja? El teléfono móvil bombardea demasiado a menudo nuestros baluartes interiores, dificulta recuperarnos a nosotros mismos y nuestra imprescindible conexi fuera ya con wasshap, ya con voz. Ganamos mucho con esta tecnología, pero también perdemos. Perdemos por supuesto en relaciones œvis a vis, pero sobre todo en relaciones con nosotros mismos. Al borde del instante mágico en medio de la naturaleza habremos de dejar de acariciar el móvil en nuestro bolsillo derecho. Sacarlo puede implicar desperdiciar un momento único.
Rotulamos para la misma Aurora Tu marca también la mía. Tus sueños, tus visiones, tus anhelos fraternidad, de más compartir que ya felizmente se anuncia, será preciso entonar más el nosotros, entrenarnos más en la primera del plural. El día pasado vaciábamos los trastes y los libros de un espacio de Luz en el corazón de Madrid. Los amigos de Dharana han debido cerrar su local, al no poder asumir el coste económico de la renta. Pesaban esos fardos, lastraba la pena por la persiana bajada antes de tiempo. Hoy más que nunca en la ancha tierra quemada del asfalto son necesarios los espacios de Luz. Todos los espacios de Luz, de colectivo crecimiento, de compartir, son nuestros espacios; todos los espacios donde se afirman valores, principios universales; donde se ancla la paz, la armonía, la belleza, la amistad¦, son nuestros espacios. He paseado muchas noches el barrio de Malasaña en dirección a la casa de mi amigo, noches densas, provocadoras, siempre dispuestas a atraparnos, a seducirnos con sus m crepúsculos, en medio de esas luces lunares y sus fatales reclamos, he constatado el valor y el mérito de un centro de Luz como el de Dharana, a escasos metros de la Gran Vía. En Malasaña había mil y un bares, pubs, locales de alterne y otros lupanares, pero quizás sólo un espacio de Luz y para la Luz¦ Contemplar más a lo largo, latir más al unísono, respirar más acompasados, reclama la inmensa Esperanza que encarna este momento. Ganar en corresponsabilidad es ganar un poco todos, es progreso del Afán colectivo. La marca es pasajera, la forma es circunstancial. Resta desapego de nuestras propias etiquetas, nos falta más amparo de otras etiquetas que también son las nuestras. Nos falta crecer en conciencia grupal. Hay Plan, hay un Trabajo, hay infinidad de plasmaciones de esa Trama Divina, de concreción de esa Tarea colectiva, planetaria. Todos los espacios de luz son nuestros espacios, son dignos de nuestro apoyo, merecen nuestro sostén, nuestro cuidado. Con las primeras luces del Futuro escribimos un letrero en el que caben todos los letreros. Todos rotulamos para la misma Aurora. Nunca fue tan ancha y poderosa la conspiración de la Luz. Deberemos ampararla en todas sus expresiones, no importa el nombre que se lea en la entrada, no importa quien levante, con músculo de acero, a las nueve de la mañana la pintarrajeada persiana .

La era de los milagros
Ha entrado con tanto sigilo que quizás no nos hemos percatado de su omniabarcante presencia. El milagro ha llegado, pero apenas lo hemos saludado. Lo que jamás siquiera ayer imaginábamos hoy es presente, universal, cotidiano. Vivimos la era de los milagros en el ámbito de la ciencia y la tecnología, de la maravilla otrora ni remotamente concebida. Sólo tenemos el peligro de avanzar en esta era prodigiosa sin necesaria conciencia, sin debida reverencia. Ese pulgar moviéndose familiarmente por la pantalla tiene detrás toda una historia humana, bruta, dificultosa, sufrida¦. Vivimos los tiempos del privilegio. Apenas un levísimo toque para que el milagro se consume. La punta del dedo se desliza suave y vamos a cualquier parte del mundo virtual. Pienso entonces en mi padre que no le dio tiempo a llevar su dedo a la pantalla, que aún no pudo vivir la magia del doble "click". Pienso en mi abuelo cuando armaba rudimentarias radios en su casa de forma artesanal. ¿Cuál no sería su asombro ante estas pequeñas ventanas al mundo entero? Reparo en quienes apenas se pudieron asomar a la era de los milagros, trato de imaginar todos los esfuerzos que nos precedieron hasta deslizar el dedo por la "tablet". Sí, ayer sábado nosotros también nos metimos en la vorágine de los grandes almacenes, hicimos inmensa cola con la cajita. Los navegadores del œMac portátil ya estaban obsoletos y decidimos sumergirnos en la locura de una gran superficie. Era mi primera "tablet". Ya en casa, el asombro se desat a las tantas de la madrugada, me seguía emocionando. Peleaba contra el sueño, pues de alguna forma el sueño se situaba ya al alcance de mi dedo. ¡Que presente el que hemos elegido para encarnar¦! En nuestras manos está el hacer un elevado uso de estos prodigios. Lo lacerante y lo apasionante pujan por hacerse con este tiempo único. Que las nuevas y milagrosas tecnologías no nos borren la memoria. Que podamos ofrendar esta dicha a quienes nos precedieron, pues el privilegio que ahora gozamos, en importante medida, se lo debemos a ellos/as. Los avances no fueron gratuitos. El ya habitual y cotidiano œclickeo no merme una interna expresión de sincera gratitud. A fuerza de deslizar los dedos por los revolucionarios dispositivos, de viajar con la pantalla a donde queramos, de disfrutar de sus infinitas posibilidades (¿se dice apps"?), podemos llegar a perder noción de la deuda. El asombro por el presente, vaya siempre acompañado de nuestro abrazo al pasado. Han sido muchos esfuerzos, mucha abnegación y renuncia hasta llegar a esa universal pantalla de cristal. No sé lo que nuestros ojos ver Podamos hacer elevado uso de las tecnologías que ya están llegando, de las que mañana el Cielo tendrá a bien facilitar a la humanidad para su avance evolutivo, para la creciente interrelación entre los humanos, para la facilitación de su vida y el progreso de su conciencia. Un sublime "Adeste fideles" resuena al otro lado de la casa. Alguien saca a la tablita de cristal recién estrenada unos villancicos para la próxima convivencia. Mientras en otro aparato, escribo e intento compartir magia y asombro. Nunca ceda la fascinación por lo que nos está alcanzando, por lo que de Arriba nos están cediendo. La reflexión que tecleo, los cantos que ensayaremos puedan ir imbuidos de nuestro infinito agradecimiento. * Imagen extraída de la web de "Apple store"

Milagrosa luz sanadora o el ajedrez de cristal en mitad
del cierzo leonés
No sé dónde pasamos la tarde del domingo. ¿Era una casa de madera o una nave
del futuro? En medio de ese platillo fuera del tiempo, sobre una mesa baja rodeada
de gente, los frascos de la luz. Desde la puerta de entrada pensé que, a la
vera de las llamas, se jugaba una gran partida de ajedrez. Esos reyes, torres y
alfiles de transparente cristal susurraban las palabras de Thay. œEl
sufrimiento es impermanente, es por eso que podemos transformarlo. En aquella
gran casa de madera rústica y futurista en las estribaciones de la montaña
leonesa se afanaban en ello. Iban en pos del sufrimiento cargados de la sola
luz. No sé cómo, pero a fe que lo transformaban. La luz lograba que los dedos
se cerraran y las rodillas se flexibilizaran y el dolor empezará a mermar¦ En
mitad de toda la reunión estaba el doctor Moncayo, el promotor de esa pacífica revolución
en el ámbito de la sanación. Estábamos con el reputado m
œAcqua de luz se aplican en las extremidades y miembros dañados cada vez más
pacientes a ambos lados del Atlántico.
Fui de taxista, pero me pusieron igualmente silla junto a aquel ajedrez de la
luz, sin otro rival que el sufrimiento del mundo. Pudimos calentar nuestros
cuerpos, pero sobre todo participar del noble afán de la quincena de médicos,
pacientes y estudiantes allí reunidos. Apenas podía captar lo que hablaban, pero
igualmente me impliqué con ellos en pos de esa invisible luminaria y sus
efectos sanadores. No sé cómo meten la luz en el agua, cómo le aplican las
frecuencias precisas. Pasé seis horas sin entender apenas nada de lo que
hablaban y sin embargo no perdía palabra. Tenía la sensación de privilegio, de
viajar al futuro. Aquella luz capturada en esos frasquitos parecían guardar muy
importantes claves de la sanación del mañana.
En razón de la teoría del doctor, nuestros cuerpos serían en realidad luz condensada.
Nuestra enfermedad tendría su reflejo en una alteración del comportamiento de
los electrones. El método Moncayo trataría de restablecer esas anomalías
electrónicas. Sólo fui de acompañante, pero me vi envuelto enseguida en esa
fascinante exploración de nuestros œcuerpos luz, en ese anhelo colectivo de
ayudarse unos a otros, de aliviar al enfermo. Allí no había predistigitación,
sino búsqueda concienzuda y científica. Sobre el gran tablero las fichas no
paraban de moverse y aplicarse. Se destaponaban se aplicaban y volvían a sus
filas en su flanco correspondiente.
Todo era sano, fraterno. Nada más lejos de un juego erótico cuando las mujeres
en torno a la mesa se quitaban los pantys y rociaban su rodillas castigadas con
el agua sanadora. Los presente hablaban otro idioma, pero la coherencia parecía
hilarse y las aguas comenzar a sacar el mal de adentro. Vi en el renombrado
doctor un hombre generoso y cargado de buen humor, conocedor del cuerpo y su
más profunda física, dispensando a diestro y siniestro claves de sanación.
Fuera de la casa, el viento leonés traía el aviso de un invierno acercándose a
pleno galope, pero a la vera del fuego, en torno al doctor, nosotros
permanecíamos en otro mundo sin cierzos, ni dolores, en otra galaxia, jugando
con la luz, el agua y el tiempo, adelantándonos a la hora.
Junto a sus alumnos y visitantes el doctor repetía una y otra vez que la œMujer
es Dios. En realidad es de lo poco que entendí. Resonaba por dentro aquella
sentencia definitiva. Por lo visto cuando ella está embarazada, cuando se
prepara para recibir a un nuevo ser, le entra una espectro de luz diferente que
le libra de los males. En ese seno sagrado empezó el largo peregrinaje del
doctor en pos de la luz capaz de transformar el sufrimiento.
Nada más lejos de mi intención explicar lo que se me escapa, pura física
cuántica que se derrama por ese tablero inabarcable , por esa mesa alrededor de
la cual se aplica un método œcapaz de reconfigurar la estructura del electrón
en el átomo de hidrogeno. Asegura el doctor que œm
los átomos, existe un orden que subyace y al que toda la vida responde en
armonía. Mario Moncayo y su equipo han explorado durante m
œtratando de observar esa armonía en el ámbito atómico y han experimentado que
es posible observar la salud desde un punto de vista del comportamiento atómico
de los electrones. De todos sus concienzudos y probados estudios, deducen que
es posible œayudar a restaurar el bienestar actuando en restablecer la armonía
en la función del átomo de hidrógeno.
Frío helador al tener que abandonar aquel ajedrez de luz y descender de la
nave. Cinco horas de viaje por delante, que nos harían llegar a casa casi al
rayar el nuevo día. No importa, veníamos del futuro, de intimar con las torres
y alfiles de avezada vanguardia, de jugar con la luz sanadora del mañana.
¡Gracias Doc, gracias Goyo!
Toda la info: http://www.institutomoncayo.com Koldo Aldai
Actividades * Domingo 21 de Diciembre. Convivencia de domingo. œHogar Aroa (Arteixo. A Coruña) * 27 y 28 de Diciembre. Convivencia gestación de grupo comunitario. en Artaza(Navarra)Más info http://www.comunidadaroa.org * 29 de Diciembre. Jornada de puertas abiertas para dar a conocer el proyecto comunitario a quienes deseéis estar informados/as.
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FORO INTERREDES
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