Gracias Fara González!!!
Más Allá del Conocimiento y la
Sabiduría
Gregg Braden
www.greggbraden.com
Traducción:
Fara González
Difusión: Manantial del Caduceo en la Era del Ahora
http://www.manantialcaduceo.com.ar/libros.htm
https://www.facebook.com/ManantialCaduceo
En cualquier comparación, el siglo
veinte fue un paseo de locura para la gente de la Tierra. Entre el 1900 y el
2000 fuimos de un mundo de 1,6 billones a 6 billones, sobrevivimos a dos
guerras mundiales, nos escabullimos a lo largo de 44 años de Guerra Fría y unas
70,00 ojivas nucleares listas a explotar, descorrimos el cerrojo del código de
vida del ADN, caminamos por la luna y finalmente hicimos que las computadoras
que llevaron a los primeros humanos al espacio parecieran juguetes infantiles.
Fueron 100 años del más acelerado crecimiento poblacional y el mayor desafío
para nuestra extinción en 5.000 años de historia
registrada.
Muchos historiadores consideran el siglo veinte como
la era del conocimiento y es fácil ver por qué. Conjuntamente con los
descubrimientos científicos respecto a la naturaleza y la vida, también hicimos
grandes descubrimientos respecto a nuestro pasado. A mediados de siglo se
descubrieron los registros escritos que abordaban los conceptos básicos de las
tres religiones mundiales principales. Se formularon nuevas interpretaciones
respecto a artefactos aún más antiguos en lugares como Egipto, Sumeria y la
Península de Yucatán en México. Claramente el último siglo tuvo que ver
con la recuperación del conocimiento de nuestro pasado. Y aunque
indiscutiblemente continuemos haciendo nuevos descubrimientos que arrojen luz
adicional sobre nuestra historia, también queda claro que en este nuevo siglo,
nos encontramos de nuevo viviendo en un mundo muy diferente al conocido por
nuestros padres y abuelos.
El siglo 21 será reconocido como el siglo de la
sabiduría, como un tiempo en el que estaremos obligados a aplicar lo que hemos
aprendido para poder sobrevivir en el mundo que hemos creado. Para hacerlo,
tendremos que abordar nuestros problemas de manera muy diferente al pasado. Se
nos desafiará a recurrir a todo lo que conocemos para utilizarlo en formas
nuevas, creativas e innovadoras. Pero para hacerlo se necesitará otro tipo de
información de la que pocas veces se habla en los libros de ciencia sobre
teorías, pruebas y hechos. Tendremos que atemperar los hechos del conocimiento
científico – los datos de los reportes y los resultados de modelos,
gráficos y predicciones generados por computadoras – con la misma
habilidad que nos aparta de otras formas de vida. Tendremos que utilizar lo qué
las generaciones pasadas han denominado ‘sentido común’. El término
sentido común, sin embargo, puede que no sea tan ordinario como parece. En su
lugar, es el tipo de pensamiento que viene de un proceso sistemático y
organizado, uno donde consideramos el conocimiento proveniente de muchas
fuentes de información, mezclado todo de conjunto y sopesado cuidadosamente
antes de hacer nuestras elecciones. Y cuando parece que estamos en la cerca
respecto a la decisión final, es entonces que añadimos el factor intangible del
sentido común, basado generalmente en lo que llamamos ‘instinto’ o
‘una sensación en las tripas’.
Es algo bueno que hacemos, porque hay veces en el
pasado reciente ¡cuando es precisamente esa cualidad indefinida de la toma de
decisiones humana que puede haber salvado al mundo del desastre! Un evento en
el clímax de la Guerra Fría es un ejemplo hermoso del poder del sentido común.
El 26 de septiembre de 1983, Stanislav Petrov, un militar soviético de alta
graduación, estaba al mando de un sistema de alerta temprana que estaba
diseñado para detectar señales de ataque americano. Las tensiones ya estaban en
un punto máximo después de la intercepción y derribo soviético de un jumbo jet
civil y la pérdida de todos sus 269 pasajeros, incluyendo al congresista
norteamericano Lawrence McDonald a principios de ese mes. Después de los 30
minutos de la medianoche, en el momento en el que Petrov y su equipo esperaban
que no ocurriera lo que de hecho ocurrió, esto ocurrió. Relampaguearon las
luces de alarma, sonaron las sirenas y las pantallas de las computadoras en el
salón en el piso superior del Sistema Soviético de Alerta Temprana de Misiles
Balíticos (BMEWS) mostró cinco misiles nucleares que venían desde los Estados
Unidos dirigidos directamente hacia la Unión Soviética. En cuestión de
segundos, Petrov tenía que tomar la decisión que él temía – devolver el
fuego, o no – sabiendo que en ese momento, el comienzo potencial de la
Tercera Guerra Mundial y el destino de la humanidad, estaban en sus
manos.
El y los hombres bajo su mando eran militares
profesionales. Ellos se habían entrenado para ese momento precisamente. Sus
instrucciones eran claras. En caso de ataque, él debía presionar el botón de
inicio en su consola para lanzar un contraataque contra los Estados Unidos. Una
vez hecho eso, él sabía que el pondría en movimiento un sistema a prueba de
fallos diseñado para una guerra total. Una vez presionado el botón la secuencia
no se podía detener. Estaba diseñada para operar de ese momento en adelante sin
intervención humana. “La computadora principal no me preguntaría que
hacer” dijo Petrov más tarde. “Estaba especialmente diseñada de
forma que una vez que se apretara el botón nadie podía afectar las operaciones
del sistema.[i]
Para Petrov, sus operadores y el equipo, la
emergencia parecía real. Todos los datos coincidían. El sistema parecía estar
trabajando, y en cuanto a los detectores del radar, Rusia estaba bajo el ataque
nuclear que iniciaría la tercera guerra mundial. Pero
Petrov vaciló. Algo no le parecía bien. Con solamente cinco misiles
detectados, no era un ataque ‘general’ de los Estados Unidos y esa
era la parte que no tenía sentido. No parecía el escenario considerado por la
inteligencia militar.
Petrov tenía que actuar inmediatamente, pero antes de
hacerlo, tenía que estar claro respecto a lo que estaba sucediendo. ¿Sentía él
que verdaderamente la Unión Soviética estaba bajo un ataque nuclear de los
Estados Unidos o era otra cosa? En menos de un minuto él tomó la decisión.
Petrov reportó la alarma a sus superiores y a las otras postas, pero lo declaró
como una lectura ‘falsa’. Y entonces él esperó. Si estaba
equivocado, los misiles entrantes impactarían los objetivos rusos en 15
minutos. Después de lo que debe haberle parecido un cuarto de hora muy largo,
él – y sin duda muchos más en las postas a lo largo de la antigua Unión Soviética
– respiraron con alivio. No había sucedido nada: la compleja red de
satélites y computadoras habían emitido una falsa alarma. Una investigación
posterior confirmó que las lecturas se debieron a una ‘falla
imprevista’ en el radar.
La razón por la que comparto esta historia es por lo
que ella ilustra. Aun cuando toda la tecnología sofisticada le decía a Petrov
que Rusia estaba bajo ataque, aun cuando estaban en el punto más crítico de las
tensiones de la Guerra Fría en 1983, y aun con todo su condicionamiento como un
militar entrenado para seguir órdenes, protocolos y procedimientos, Stanislav
Petrov atemperó todo lo que él conocía con la experiencia intangible del
sentido común y una sensación en sus tripas – una experiencia que no se
puede enseñar en un aula o para la cual no se puede tomar una píldora. En este
caso, el sentido común de un hombre es la razón por la cual la Tercera Guerra
Mundial no comenzó en septiembre de 1983.
Veinte años más tarde, en el año 2004, Petrov obtuvo el
reconocimiento como el ‘hombre que salvó al mundo’ y fue honrado
por su coraje para confiar en sus instintos por la Asociación de Ciudadanos del
Mundo[ii]. Aunque afortunadamente a
ninguno de nosotros se les pedirá asumir la elección que le correspondió a
Petrov en 1983, no dudo que el sentido común siempre jugará un papel clave en
la evaluación del conocimiento que la ciencia pone en nuestras manos. Será
nuestro uso habilidoso de ese conocimiento, atemperado con una porción generosa
de sentido común, el que tienda un puente que cubra la brecha entre la ciencia
y su aplicación….la era del conocimiento y la era de la sabiduría. Y no
tiene que ocurrir de una gran forma global.
1 Lebedev, Anatasia.
“The Man Who Saved the World Finally Recognized.” 21 May 2004. Web.
<http://www.worldcitizens.org/pterov2.html>.
2 Ibid
Extractado
de Deep Truth páginas 37-40 por Gregg
Braden. Copyright © 2011 (Hay House)
Las
traducciones al español de Gregg Braden en archivo Word están a su disposición
para descargar en www.manantialcaduceo.com.ar/libros.htm
Para recibir
los mensajes en tu bandeja de correo suscríbete en http://www.egrupos.net/grupo/laeradelahora/alta
El Manantial del Caduceo en La Era
del Ahora

“Asistencia
Presencial y Online en Directo”
Toda la información en http://greggbradenbarcelona.com/
El Manantial del Caduceo agradece a las personas que comparten y
distribuyen estos mensajes tal cual se publican, con todos los créditos correspondientes,
pues así reflejan su propia transparencia al difundir la luz. Lamentablemente,
otras personas no actúan de esa manera y modifican o eliminan los créditos,
impidiendo así que sus propios lectores tengan acceso a los sitios donde
podrían encontrar mayor información. Vale la pena recordar que todos los sitios
individuales que hospeda El Manantial del Caduceo han sido autorizados por los
respectivos canalizadores/autores y contienen todo el material con sus
traducciones autorizadas.
Estamos en una nueva energía, creando un mundo nuevo. Seamos
conscientes de nuestras elecciones. ¿Queremos seguir creando competencias y
desazón? ¿O preferimos la colaboración e integridad? Por favor, honremos la
labor de cada persona que hace su parte para que nos lleguen estos mensajes,
respetando la totalidad de los créditos. Gracias.