Gracias Fara González!!!
¿Cuándo Está Demasiado Roto para
Arreglarlo?
Por Jennifer
Hoffman
http://enlighteninglife.com
6 de Abril 2015
Traducción: Fara
González
Difusión: El Manantial del Caduceo
http://www.manantialcaduceo.com.ar/libros.htm
https://www.facebook.com/ManantialCaduceo

Esta es una foto de mi antigua aceitera. Está hecha pedazos porque
está rota, aunque dediqué un tiempo considerable – dos días – para
tratar de arreglarla. No me gusta desechar cosas y pienso que lo utensilios de
cocina deben durar para siempre pero en este caso, aunque no funcionaba
correctamente, lo hice peor tratando de arreglarla. Después de tratar diversas
cosas, llegué al punto donde tuve que reconocer que estaba más allá de toda
reparación y tenía que tirarla. A veces nuestras elecciones de liberación
tienen que ver con la evaluación de si hacemos un buen uso del tiempo y energía
para tratar de arreglar algo y reconocer cuando está más allá de toda
reparación posible. Decir no puede ser el objetivo de una lección y la fuente
de su mayor empoderamiento. Utilizo una aceitera que pueda rellenar en lugar de
rociadores enlatados porque soy alérgica a los propulsores que ellos contienen.
La aceitera funcionó bien al principio pero entonces se puso pegajosa y no
rociaba. Así que hice lo que siempre hago cuando las cosas no funcionan,
las desarmo. Entonces sumergí las partes en vinagre blanco, y en agua jabonosa
caliente, las sequé y traté sin éxito de armarla de nuevo. Es ahí
donde decidí que iba a arreglarla y hacer que funcionara. Así que volví a
desarmarla rompiéndola más allá de toda reparación. Entonces entendí que estaba
dedicando más tiempo del necesario tratando de arreglarla y era tiempo de
tirarla.
¿Dónde está ese punto donde algo está
roto más allá de la reparación y necesitamos liberarlo para siempre? Es una
decisión fácil con la aceitera, no tan fácil con algo muy diferente, duradero,
que cambia nuestras vidas y tiene consecuencias más serias. Pero a veces la
elección de liberar algo para siempre es nuestra única opción,
independientemente de cuánto no queramos tomar la decisión de soltar algo.
Y no siempre es nuestra elección, a veces
alguien decide que lo que tienen con nosotros está roto más allá de toda
reparación y nos botan a nosotros, conjuntamente con nuestros sueños y
esperanzas para un futuro con ellos. Entonces se siente como si fuésemos la víctima
de la elección de otros. No lo somos, pero tenemos que hacer una elección
respecto a sí los liberamos a ellos y a esa situación y de no ser así, cuánto
estamos dispuestos a hacer para arreglarlo. Esa elección también involucra
decidir cuando algo no se puede arreglar porque está roto más allá de la
reparación.
¿Cómo saben cuándo las cosas están rotas
más allá de la reparación? Ayuda observarlas desde el otro lado, ¿cuánto tiempo
quieren dedicar a tratar de arreglarlas? ¿Y cuánto de su tiempo y energía
estará involucrada? Les va a tomar todo lo que tienen para hacerlas funcionar y
¿qué sucede entonces? Si tienen que cambiarse a sí mismos al punto donde se
convierten en alguien que ya no conocen para que algo funcione, ¿merece la
pena? Y si hay alguien más involucrado, ¿qué quiere?
La pregunta más difícil es, cuando hay
alguien más involucrado, es si ellos quieren lo mismo que nosotros. ¿Quieren
ellos que esto funcione y están listos para invertir una cantidad equivalente
de tiempo, energía y esfuerzo para llegar al mismo resultado que nosotros
queremos? A veces tememos hacer esa pregunta porque tememos escuchar la
respuesta. Yo veo a clientes cuyos matrimonios o relaciones terminan en un
final que les sorprende. Aunque el final sorprende, ellos admiten que las
señales de la ruptura estaban ahí, solamente que ellos no querían verlas. Y
aunque ellos quisieran avanzar, la decisión tiene que ver con la energía y el
tiempo que llevará crear ese resultado. Para ser sinceros, a veces no merece el
esfuerzo.
Cuando renté un coche en Europa hace
algunos años, el agente de rentas me preguntó si yo sabía cómo manejar un coche
de embrague. Yo dije, “sí, por supuesto, yo aprendí a manejar con
transmisión manual”. Ella me hizo la pregunta porque alguien recientemente
había alquilado uno de sus coches y viajado desde Munich hasta París, unas 520 millas, en primera
velocidad, porque no sabía cómo manejar con una transmisión manual. Si han
manejado muy rápido en una velocidad baja saben que el motor hace mucho ruido y
no avanza. Eventualmente el motor se recalentará, echará humo y el coche se
detendrá, qué es lo que sucedió cuando ella llegó a París. Pero cómo ella
manejó tan lejos sin preguntarse por qué el coche no avanzaba y no se percató
de los pitazos y luces encendidas de los choferes en la carretera señalándole
que algo estaba mal? Ignoró el problema y siguió avanzando con la esperanza de
llegar a su destino de una pieza y que el problema desaparecería? ¿Por qué no
se detuvo en una estación de gasolina y pidió ayuda? También me imagino que
sucedería cuando ella llegó a París con un coche que estaba roto más allá de
toda reparación. ¿Alquilaría otro para comenzar de nuevo?
Si lo vemos todo en nuestras vidas desde
una posición de plenitud, alegría y paz podemos hacer ajustes por el camino al
darnos cuenta que las cosas no fluyen con esa intención en lugar de esperar
hasta que todo se rompa y no se puedan hacer más elecciones sencillas (o menos
difíciles y exigentes)
No es fácil admitir que ya no somos necesarios
en una situación, que nuestro objetivo no se cumplirá como esperábamos o
imaginábamos o que alguien ya no nos quiera más, o que hayan encontrado a
alguien más, pero esas cosas suceden. En lugar de sentirnos rechazados y
descartados, el ser objetivos y enfocar la situación desde un punto de vista de
lo que mejor funciona para nosotros puede suavizar el golpe y darnos una
perspectiva más práctica. Desde este punto también hacemos elecciones más
poderosas, ancladas en nuestra alegría en lugar de reaccionar desde nuestro
dolor. O peor, ignorar la situación, pretendiendo que no existe y esperando que
funcione de forma mágica, milagrosa y con la menor cantidad de daño para
nosotros, para nuestra alegría y nuestros sueños.
A veces las cosas se rompen, sea una
aceitera, un empleo, una relación o cualquier otra situación en la vida. La
ruptura puede ser fácil o difícil y la cuestión no es “qué puedo hacer
para arreglar esto para que funcione de nuevo?” a veces es,
“¿merece mi tiempo, energía y paz mental arreglarla?”
¿Qué ganan tratando de arreglar algo y qué pierden? ¿Qué sucede
después de eso?
Cuando puedan hacerse
esas preguntas, pueden decidir si están listos para soltar algo que ya se ha
ido y abrirse a recibir algo que lo reemplace y que estará más alineado con sus
nuevas intenciones de vida y servirá mejor a su deseo de paz, amor, alegría y
plenitud.
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Derechos de autor
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