Lección 199
No soy un cuerpo. Soy libre.
No
podrás ser libre mientras te percibas a ti mismo como un
cuerpo. El cuerpo es un límite. El que busca su libertad en un
cuerpo la busca donde ésta no se puede hallar. La mente puede
ser liberada cuando deja de verse a sí misma como que está
dentro de un cuerpo, firmemente atada a él y amparada por su
presencia. Si esto fuese cierto, la mente sería en verdad
vulnerable.
La
mente que está al servicio del Espíritu Santo es
ilimitada para siempre y desde cualquier punto de vista, transciende
las leyes del tiempo y del espacio; está libre de ideas
preconcebidas y dispone de la fortaleza y del poder necesarios para
hacer cualquier cosa que se le pida. Los pensamientos de ataque no
pueden entrar en una mente así, toda vez que ha sido entregada
a la Fuente del amor, y el miedo no puede infiltrarse en una mente
que se ha unido al amor. Dicha mente descansa en Dios. ¿Y
quién que viva en la Inocencia sin hacer otra cosa que amar
podría tener miedo?
Es
esencial para tu progreso en este curso que aceptes la idea de hoy y
que la tengas en gran estima. No te preocupes si al ego le parece
completamente descabellada. El ego tiene en gran estima al cuerpo
porque mora en él, y no puede sino vivir unido al hogar que ha
construido. Es una de las partes de la ilusión que ha ayudado
a mantener oculto el hecho de que él mismo es algo ilusorio.
Ahí
se esconde y ahí se le puede ver como lo que es. Declara tu
inocencia y te liberas. El cuerpo desaparece al no tener tú
ninguna necesidad de él, excepto la que el Espíritu
Santo ve en él. A tal fin, el cuerpo se percibirá como
una forma útil para lo que la mente tiene que hacer. De este
modo se convierte en un vehículo de ayuda para que el perdón
se extienda hasta la meta todo-abarcadora que debe alcanzar, de
acuerdo con el plan de Dios.
Ten
en gran estima la idea de hoy, y ponla en práctica hoy y cada
día. Haz que pase a formar parte de cada sesión de
práctica que lleves a cabo. No hay pensamiento cuyo poder de
ayudar no aumente con esta idea, ni ninguno que de esta manera no
adquiera regalos adicionales para ti. Con esta idea hacemos resonar
la llamada a la liberación por todo el mundo. ¿Y
estarías acaso tú excluido de los regalos que haces?
El
Espíritu Santo es el hogar de las mentes que buscan la
libertad. En Él han encontrado lo que buscaban. El propósito
del cuerpo deja de ser ahora ambiguo. Y su capacidad de servir un
objetivo indiviso se vuelve perfecta. Y en respuesta libre de
conflicto e inequívoca a la mente que sólo tiene como
objetivo el pensamiento de libertad, el cuerpo sirve su propósito
y lo sirve perfectamente. Al no poder esclavizar, se vuelve un digno
servidor de la libertad que la mente que mora en el Espíritu
Santo persigue.
Sé
libre hoy. Y da el regalo de libertad a todos aquellos que creen
estar esclavizados en el interior de un cuerpo. Sé libre, de
modo que el Espíritu Santo se pueda valer de tu liberación
de la esclavitud y poner en libertad a los muchos que se perciben a
sí mismos encadenados, indefensos y atemorizados. Permite que
el amor reemplace sus miedos a través de ti. Acepta la
salvación ahora, y entrégale tu mente a Aquel que te
exhorta a que le hagas este regalo. Pues Él quiere darte
perfecta libertad, perfecta dicha, así como una esperanza que
alcanza su plena realización en Dios.
Tú
eres el Hijo de Dios. Vives en la inmortalidad para siempre. ¿No
te gustaría retornar tu mente a esto? Practica entonces
debidamente el pensamiento que el Espíritu Santo te da para el
día de hoy. En él tus hermanos y tú os alzáis
liberados; el mundo es bendecido junto contigo; el Hijo de Dios no
volverá a llorar y el Cielo te da las gracias por el aumento
de gozo que tu práctica le proporciona incluso a él.
Dios Mismo extiende Su amor y felicidad cada vez que dices:
No soy un cuerpo. Soy libre. Oigo la Voz que Dios me
ha dado, y es sólo esa Voz la que mi mente obedece.
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