Imagina que has ido a la cocina y haz abierto la canilla. Arma un puño duro con ambas manos e intenta obtener un buen trago de agua de la canilla de tus puños. No podrás.
Ahora abre tus manos, ponlas en forma de copa. Ponlas bajo la canilla y acepta el agua fluyendo libremente en tus manos. Serás capaz de beber hasta que tu corazón quiera. Tu sed será saciada y el pensamiento de "no es suficiente" no entrará siquiera en tu mente.
Funciona de la misma forma con nuestro dinero. Si nos aferramos a él con fuerza, no estamos abiertos a recibir o incluso notar todo lo que puede intentar fluir en nuestro camino. Debemos aprender a liberar nuestro agarre.