La humildad es la fuente
del gran conocimiento porque nos aparta del ego y
nos sitúa en el corazón. El corazón sabe y
comprende que todo es amor, que en realidad todos
estamos en esta tierra para recordar que con amor,
todo se resuelve.
Nuestra esencia
divina nos hermana y por eso somos
iguales en ella. Dentro de cada corazón habita un
alma llena de luz. Da igual lo que haga, lo que
diga o lo que manifieste, al sumergirse en la
dualidad. El alma sigue siendo alma, sigue siendo
luz.
A veces, la dualidad oprime tanto que
el ego toma el mando y, entonces, la persona
comienza a crear desde la desconexión, la
desconexión interna que le impide mostrar amor.
Pero el alma sigue ahí, en su interior, clamando
por ser escuchada, intentando emerger,
manifestarse, iluminar¦
Es al alma de cada
ser humano a la que debemos mirar,
para no perdernos en los juegos del ego, el alma
que intenta abrirse camino en su realidad. Al
mirar al alma y no a sus actos o palabras nos
daremos cuenta de que todos nos
enfrentamos a los mismos retos, a
las mismas pruebas evolutivas. A algunos les
cuesta más que a otros pero, internamente, todos
avanzamos en la misma dirección: estamos aprendiendo
a ser amor en medio de la
oscuridad.
Ése es el gran
reto al que hoy se enfrenta la humanidad: ser amor pase lo
que pase, escuchar al corazón
antes que al ego. El ego quiere
controlar, sentirse fuerte, importante, dirigir¦
Pero el ego no posee el plan de ruta; lo tiene el
corazón. Al corazón no le importa el poder ni el
reconocimiento externo, no se considera superior,
ni tampoco inferior. El corazón sólo quiere
irradiar amor y sabe que todos, absolutamente
todos, estamos capacitados para
hacerlo.
El coraz
al alma que habita en cada ser,
porque resuena con ella; es su hermana.
El
corazón no busca culpables, ni idea el modo de
castigar. No se siente herido cuando otro juzga o
hiere. Emite compasión y comprensión.
El
corazón no juzga ni se juzga. Sabe que todos somos
aprendices del amor y realiza un
ejercicio de reflexión interna, cuando todo se
confunde a su alrededor, para
descubrir la prueba que se oculta tras la
confusión.
El corazón es humilde, sin que
esa humildad le lleve a considerarse inferior. El
corazón sabe que todos somos iguales, que no
existen los maestros, porque el verdadero maestro de
cada ser humano se encuentra en su
interior.
La humildad es la
llave del gran conocimiento porque nos aparta del
ego y nos lleva hasta el corazón, el lugar que a
todos nos hermana y nos demuestra que nuestra verdadera
esencia es el
amor.
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