Desde que
me dedico a la investigación ”quizás con más fruición que a la aplicación” de
las Terapias Alternativas o Complementarias, ha venido sistemáticamente llamando
mi atención el œfenómeno homeopático. No, no, me temo que están equivocados: no
me refiero a la probada eficiencia de este abordaje. Estoy hablando del supino
desconocimiento que los médicos practicantes de la misma tienen sobre las causas
de su efectividad.
En efecto,
he tenido el gusto de sentarme a charlar café de por medio con algunos
especialistas, probos hombres de Academia que, a mi ladina pregunta sobre porqué
”jugando de abogado del diablo, sicario eventual del materialismo dialéctico” la
Homeopatía funciona (ya saben, si se supone que las sucesivas
exceden el número de Avogadro, desapareciendo todo elemento físico o químico
susceptible de actuar sobre la fisiología) encontrarme con un rictus mezcla
discepoliana de confusión e incomodidad, más la frase: œY¦ algo habrá de quedar¦
porque funciona.
Estamos
aviados. Entre médicos homeópatas incapaces de (...)"