Facundo Manes:
atravesar los duelos, un proceso entre aferrarse y soltar
Nada vuelve
a ser igual cuando muere una persona querida. A veces los síntomas se tornan
muy intensos y prolongados. Y hasta es posible sentir que se ve y escucha a
quien ya no está. Contención y apoyo son las claves para salir adelante.
La muerte de
una persona querida transforma la realidad de cuajo. Nada vuelve a ser igual:
se convive como se puede con el recuerdo, el dolor y la ausencia de aquel otro
que, de alguna manera, le daba sentido a la propia vida. Y, como en otras
habilidades, algunos pueden más y otros, menos.
La película
El amor brujo, que combinó el cine de Carlos Saura con la música de Manuel de
Falla, pone en escena un cúmulo de tradiciones, conjuros y rituales gitanos,
cuyo fin es que Candela pueda afrontar la nueva vida sin el recuerdo
perturbador de José, su marido muerto. El filme cuenta la imposibilidad que
tiene para transitar esa pérdida.
El duelo es
un estado de transición que nos permite asimilar que una persona pr
fallecido. Se trata de una reacción normal y esperable. Pero esta condición se
transforma en lo que conocemos como œduelo complicado cuando los síntomas se
tornan excesivamente intensos y prolongados en el tiempo. Entonces se vive un
estado similar (pero al mismo tiempo diferente) al de la depresión o el estrés
postraumático.
Puede
manifestarse como la dificultad para aceptar la muerte o la sensación de no
creer que la persona haya fallecido. Es posible sentir, como Candela, que se la
ve o escucha. Otros síntomas son tener sentimientos de bronca, verg
culpa de manera intensa aunque hayan pasado años del fallecimiento.
La culpa se
presenta al pensar que se pudo haber impedido la muerte o que no se brindó la
suficiente asistencia. Los recuerdos de esa persona o las imágenes acerca de
las circunstancias de la muerte pueden invadir la vida impidiendo el desarrollo
de las actividades cotidianas. Los deseos de aferrarse a un objeto o al
recuerdo de su voz son maneras de sobrellevar una realidad insoportable. A
veces visitan los lugares donde solían compartir momentos. En la película,
Candela se viste todas las noches con las ropas que tenía en el momento
fatídico del asesinato y se dirige al lugar donde su marido murió para
invocarlo y reunirse con él.
Muchas
veces, quienes atraviesan esta situación tienen creencias que contribuyen a que
este estado permanezca. Si el duelo es visto como una forma de demostrar cariño
por la persona fallecida, la tristeza que lo caracteriza es una manera de estar
más cerca de ella. Por eso las alegrías o las ocasiones de festejo se viven de
manera culposa y la persona comienza a aislarse. En este sentido, continuar con
los propios proyectos y seguir adelante puede vivirse como una traición hacia
quien ya no está. Se siente que los proyectos más importantes ya no tienen
sentido y se sufre una profunda soledad.
No todos
experimentamos los duelos de la misma forma. Muchas veces los entornos
familiares piensan que quienes sufren demasiado ante la muerte del ser querido
están tratando de llamar la atención. En consecuencia, no se los comprende y se
los critica. La contención y el apoyo de la familia y los amigos son clave para
poder salir adelante.
En la
película de Saura, con la melodía de Manuel de Falla como leitmotiv y con el
fin de romper la fatalidad del recuerdo que la atormenta, Candela baila las
danzas rituales del fuego y del conjuro junto a Carmelo (el inolvidable Antonio
Gades) para que la aparición atormentadora de su marido cese y se permita una
nueva oportunidad de vida.