| Asunto: | [redluzargentina] Transnacionales, saqueo de recursos y conflicto ambiental en Latinoamerica | Fecha: | Jueves, 9 de Noviembre, 2006 17:19:07 (-0600) | Autor: | Red Iberoamericana de Luz <ricardoredluz @.....com>
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|
[image: Revista Globalización][image: (Home
page)]<http://rcci.net/globalizacion/index.htm>
*Transnacionales, saqueo de recursos y conflicto ambiental en
Latinoamér
ica
*
*Ricardo Cifuentes Villarroel *(*)
Los grandes proyectos de las empresas transnacionales basados en el saqueo
de recursos naturales y la destrucción del medioambiente a una escala
nun
ca
vista hasta ahora, se han convertido en la fuente principal de conflictos
ambientales en América Latina. La proliferación de estas operaciones
económicas es favorecida por planes que fomentan las exportaciones,
fundamentalmente de materias primas, con miras "al crecimiento y el
desarrollo" de una región con vastas riquezas minerales, con la mayor
reserva de biodiversidad, con un tercio del agua dulce y cerca de un tercio
de los bosques del planeta.
La situación se identifica en los últimos quince años con una
globali
zación
financiera y corporativa, que ha asumido una posición central en todos
lo
s
negocios internacionales. Este mercado global entre empresas
transnacionale
s
define el rumbo de una acumulación: fuerte en el centro y débil en las
periferias, desarrollando un estilo colonial en la explotación de los
recursos. Estas operaciones, dominadas por el capital transnacional y su
búsqueda exclusiva de ganancias inmediatas, distorsionan las cifras del
producto bruto de cada país, al incluirse la explotación de recursos
en
el
rubro correspondiente a la producción nacional.
El proceso está marcado por la entrega abierta de territorio, exenciones
tributarias, facilidades en las concesiones de aguas y de explotaciones
mineras, servicios baratos generalmente provistos por fondos públicos,
desprotección de la fuerza de trabajo, del medio ambiente y de la salud
y
el
modus vivendi de muchas comunidades. Este proceso se está dando de modo
similar en diferentes países latinoamericanos, conformando en algunos
cas
os
verdaderos modelos de operación, donde las transnacionales, con una
inversión mínima se llevan recursos de enorme valor, dejando un saldo
d
e
contaminación y destrucción del medio ambiente y un empeoramiento de
la
s
condiciones económicas y de salud de las poblaciones afectadas directa o
indirectamente por su accionar.
Como el objetivo básico es incrementar el capital, el mundo corporativo
impulsa preferentemente el desarrollo de industrias que garanticen las
mayores ganancias, como los monocultivos agroindustriales y la minería.
M
ás
aún, dentro de cada una de estas actividades se da prioridad al tipo de
producción más rentable. Así, los monocultivos se orientan hacia la
exportación de alimento animal o de celulosa, y la actividad minera
muest
ra
una tendencia a centrarse en la extracción de oro y uranio.
Frente a esta arremetida de las transnacionales que operan en el ámbito
d
e
la extracción de recursos, los gobiernos locales no han hecho la
inversi
ón
necesaria en educación, capacitación, ciencia y tecnología para crear
capacidades orientadas a la obtención de un potencial valor agregado
dirigido a un "desarrollo hacia adentro". Mas bien, las nuevas promociones
de técnicos y profesionales pasan a constituir otro aporte nacional al
éxito
de la inversión extranjera, al entrar de lleno al juego de la
"competitividad" de los países, medida en términos del crecimiento de
l
as
exportaciones de las empresas transnacionales.
Todos los componentes de la ecuación -grandes corporaciones en busca de
l
a
máxima rentabilidad, organizaciones económicas intergubernamentales
instrumentalizadas por el gran capital para la obtención de sus fines,
gobiernos y políticos locales obsecuentes, legislaciones débiles o
inexistentes, desinformación y ausencia de espacios de participación
ciudadana real- contribuyen a fortalecer la salida vertiginosa de los
recursos de América Latina. Se establece así una suerte de destino
manifiesto en el servicio de los intereses corporativos, cuya
orientación
es
totalmente opuesta al desarrollo, al mejoramiento de la calidad de vida, la
justicia social, la sustentabilidad. Por el contrario, y pese al ambiguo y
autocomplaciente discurso macroeconómico de gobiernos y elites
nacionales
,
en buena parte de la región se vive un constante deterioro de las
condiciones económicas y sociales de sectores mayoritarios de la
poblaci
ón,
incluso en países que se presentan como paladines de esta cruzada
neoliberal. El caso de Chile es paradigmático, con su sorprendente y
siem
pre
creciente desigualdad en la distribución del ingreso.
*Ocupación del territorio*
El desarrollo de los proyectos extractivos exige ocupar e intervenir
inmensas extensiones de territorio, utilizar enormes cantidades de agua
pur
a
y emplear substancias tóxicas de modo intensivo. La satisfacción
combin
ada
de estas necesidades implica la destrucción masiva del medioambiente y un
deterioro grave de las condiciones de vida de las comunidades afectadas,
qu
e
incluso pueden verse privadas del acceso a recursos vitales como el agua y
los recursos marinos. Poco importa para este tipo de explotaciones que los
territorios intervenidos sean ricos en biodiversidad o que sirvan de
sustento a determinadas comunidades.
Resulta ilustrativo revisar el crecimiento de la superficie ocupada por
estos proyectos. Entre 1990 y 2000 se deforestaron 467.000 km2 en América
Latina para destinarlos a usos tales como la agroindustria y las
explotaciones mineras (1 <http://rcci.net/globalizacion/2006/fg633.htm#1>).
La deforestación de la Amazonia brasileña había llegado en 2005 a
uno
s
680.000 km2, de acuerdo con un informe gubernamental que identifica con
imágenes satelitales las áreas destruidas por plantaciones para
celulos
a,
siembras de soya, empresas mineras y otros depredadores. (
http://www.mre.gov.br/<http://www.mre.gov.br/portugues/noticiario/nacional/
selecao_detalhe.asp?ID_RESENHA=136490>,
acceso el 21 de marzo de 2006)
En 2002 las plantaciones de eucaliptos en Brasil sobrepasaban los 30.000
km
2
y ahora se discute una ley que permite la devastación forestal
práctica
mente
ilimitada. Se estima que Argentina perdió casi dos tercios de sus bosques
originarios durante el siglo veinte. Gran parte de ese territorio está
ah
ora
ocupado por cultivos de soya, algodón y maíz transgénicos (140.000
km
2) y
plantaciones de pinos y eucaliptos. En Paraguay la superficie sembrada de
soya creció entre 1995 y 2003 de 8.000 km2 a casi 20.000 km2. Para
cultiv
ar
soya en Bolivia se deforestaron más de 10.000 km2 de bosque durante los
últimos 15 años.
El área concesionada a proyectos mineros tiende a cubrir un promedio del
10%
del territorio de los países en la región. Esta dimensión varía
con
la
duración de las faenas (entre 5 y 20 años) y si las solicitudes de
exploración y explotación se refieren más de una vez a un mismo
secto
r.
También hay que considerar que el área de influencia de la
explotació
n
minera es siempre mayor que la superficie concesionada, puesto que implica
toda la infraestructura de vías de comunicación y accesos a
suministros
,
fuentes de energía y agua. La energía proviene en parte de centrales
hidroeléctricas -existentes o proyectadas- que ocupan a su vez más
territorio, más agua y generan otros conflictos.
En Perú la superficie concesionada a las mineras creció de 1,49% en
199
1 a
8,2% en 2006 (105.504 km2); en México, 3% en 1994 y 8%, en 2002
(158.595km2); en Chile, 7,3% en 2002 y 10,6% en 2003 (
80.000 km2); en Ecuador, 5% en 2000 y 16,7% en 2004 (45.513 km2). En este
último país las solicitudes de concesiones cubrían el 69% del país
en 2000 y
el 84,5% en 2004. (2 <http://rcci.net/globalizacion/2006/fg633.htm#2>)
*Los daños*
A las emisiones nocivas lanzadas por estas industrias al aire (CO²,
SO²
), al
agua y los suelos (dioxinas y derivados del uso de cianuro, arsénico y
mercurio, entre otros), se agregó en los últimos años la
contaminaci
ón con
plaguicidas y transgénicos de los monocultivos. Además de provocar
seri
os
problemas de salud y deterioro de condiciones de vida a poblaciones
campesinas de varios países, la aplicación masiva de agroquímicos
est
á
produciendo daños de otro tipo que en un futuro no tan lejano
agravarán
el
panorama más allá de cualquier predicción. Se teme que la
destrucci
ón de su
hábitat, el uso de plaguicidas y la introducción de cultivos invasores
está
causando la disminución de polinizadores, lo que pone en el peligro de
extinción a muchas especies vegetales
(3<http://rcci.net/globalizacion/2006/fg633.htm#3>).
Las empresas transnacionales de plaguicidas producen también las semillas
transgénicas y son propietarias de la mayoría de las patentes de
biotecnología agrícola, con lo que pueden tener el control de la
agricu
ltura
y de la cadena alimentaria a nivel mundial
(4<http://rcci.net/globalizacion/2006/fg633.htm#4>).
La contaminación transgénica es un negocio adicional de estas
industria
s,
que por la vía judicial exigen pago a los agricultores cuyos cultivos
accidentalmente se han contaminado con semillas patentadas. Incluso cuando
no pueden cobrar por sus patentes, como le ocurrió a Monsanto en
Argentin
a,
se beneficiaron con la venta de plaguicidas
(5<http://rcci.net/globalizacion/2006/fg633.htm#5>).
La operación de cada planta de celulosa requiere de cientos de miles de
hectáreas de plantaciones, conocidas ya como "desierto verde" porque han
significado la destrucción de una superficie similar o mayor de bosque
nativo con la correspondiente pérdida de biodiversidad en flora y fauna,
la
contaminación y el agotamiento de cauces de agua. Además, la cantidad
d
e
agua que precisa cada una de estas fábricas en sus procesos es tan enorme
que tienen que instalarse junto a grandes ríos para aprovechar el
recurso
y
luego desecharlo seriamente dañado.
Empresas y gobiernos presentan en sus campañas a los monocultivos de
ár
boles
como "forestación". Sin embargo, los estudios confirman los efectos
negativos de esta actividad al registrar destrucción de bosque nativo,
disminución de biodiversidad y fuentes de agua, problemas de salud a
comunidades vecinas, contaminación de agua y degradación de suelos
(6<http://rcci.net/globalizacion/2006/fg633.htm#6>).
La devastación que produce la minería queda patente en los grandes
dep
ósitos
de escoria contaminada que han acumulado años de explotación en cada
un
o de
los países. Esta destrucción continúa y se agrava a medida que crece
el
número de las explotaciones a tajo abierto de cobre y sobre todo de oro y
uranio. Como en estos casos el mineral está diseminado en extensos
terren
os,
su extracción implica remover con explosivos grandes cantidades de roca y
someter el material resultante a un proceso de lixiviación que emplea
enormes cantidades de agua mezclada con ácido sulfúrico para extraer
co
bre y
uranio, y con cianuro para recuperar el oro. Parte importante de estas
labores se efectúa a más de mil metros de altura sobre el nivel del
mar
,
cerca de fuentes acuíferas. Los desechos quedan ahí para siempre y se
convierten en fuente de contaminación de aguas superficiales y
subterrá
neas
que al descender hacia los valles afectan a sectores con economías
basada
s
en principalmente en la agricultura.
En 1998, 23 de los 29 proyectos mineros del departamento de Cajamarca en
Perú correspondían a extracción de oro. Las empresas socias del
Conse
jo
Minero -que extraen casi la totalidad del cobre, oro, plata y molibdeno de
Chile- explotaban en 2004 nueve yacimientos de oro en ese país. Ese mismo
año se realizaban operaciones en 23 yacimientos de oro en
Centroamérica
. La
cifra tiende a aumentar en esa subregión: este año se otorgaron 16
lice
ncias
para exploración de oro solamente en el altiplano guatemalteco de San
Marcos.
En Latinoamérica únicamente Argentina, Brasil y México usan uranio
pa
ra
producir energía eléctrica, por lo que despertó preocupación la
den
uncia
sobre exploraciones de uranio en Guatemala desde enero de 2005 y el
otorgamiento de nuevas licencias este año para explorar el elemento
radioactivo en ese país. En marzo de 2006 más de 32 empresas realizaban
prospecciones y exploraciones de uranio en Argentina, Bolivia, Brasil,
Guatemala, México y Perú (http://www.wise-uranium.org/upsam.html,
acces
o el
27 de marzo de 2006).
El negocio parece asegurado para los próximos años puesto que la
Agenci
a
Internacional de Energía Atómica anunció recientemente la
instalaci
ón de 130
nuevas centrales nucleares y el precio del uranio sigue en ascenso. Dadas
las precarias condiciones actuales para supervisar las explotaciones de oro
cabe preguntarse cómo se va a controlar la extracción del uranio.
Convi
ene
recordar la mina de uranio de Wismut, que funcionó entre 1945 y 1990 en
l
a
ex República Democrática Alemana y dejó más de 5.000 mineros
muerto
s de
cáncer al pulmón (7 <http://rcci.net/globalizacion/2006/fg633.htm#7>).
En 2004 Perú contaba con ocho funcionarios para monitorear en terreno
m
ás de
6.200 concesiones mineras; ese mismo año el gobierno chileno dictaba un
decreto para que la empresa Barrick Gold hiciera fiscalización aduanera
a
su
propio proyecto de plata y oro en la frontera con Argentina
(8<http://rcci.net/globalizacion/2006/fg633.htm#8>).
Con tan mínima fiscalización estas industrias pueden ocultar buena
part
e de
sus actividades, incluyendo escapes radiactivos o tóxicos, intencionados
o
accidentales. De hecho, en 1999 lluvias fuertes desenterraron centenares de
tambores de cianuro de sodio en Amapá, Brasil, en terrenos de una mina
asociada al Grupo AngloGold/Anglo American. Hubo muertos y los peces
desaparecieron del río Vila Nova, pero nadie se hizo responsable
(9<http://rcci.net/globalizacion/2006/fg633.htm#9>).
En Chile, en 2005, a raíz de un accidente radiactivo en una planta de
celulosa de Celco en construcción, se supo que la empresa había
ocultad
o
hechos similares en el pasado
(10<http://rcci.net/globalizacion/2006/fg633.htm#10>).
Poco después se descubrió que otra empresa de celulosa en Chile, CMPC,
ocultó durante diez años un derrame de mercurio en una de sus plantas
(11<http://rcci.net/globalizacion/2006/fg633.htm#11>).
*Reacción de los afectados*
Pese a que las elites políticas hacen frente común con las empresas en
las
operaciones de blanqueo de imagen y en la represión de las protestas a
través de paramilitares o mercenarios - práctica habitual en Africa
(12<http://rcci.net/globalizacion/2006/fg633.htm#12>)
y situación cada vez más común en países latinoamericanos como
Colo
mbia,
Ecuador y Perú (13 <http://rcci.net/globalizacion/2006/fg633.htm#13>) -
l
a
reacción de las comunidades ha ido en aumento al conocerse el real
impact
o
de estos proyectos sobre su salud, sus patrimonios ambientales, sus
cultura
s
y sus economías. Comienza a saberse que estas operaciones industriales
generan falsas expectativas de empleo y ni siquiera aportan ingresos a los
gobiernos nacionales, ya sea en impuestos o regalías. A las
movilizacione
s
indígenas y campesinas en Brasil, Bolivia, Colombia, Guatemala y Ecuador,
que se han enfrentado por años a las compañías mineras, petroleras y
forestales, se agregan ahora las protestas de sectores ciudadanos que
rechazan la instalación de megaproyectos destructivos del medio ambiente
en
Argentina, Brasil, Chile y Uruguay. La gente también está reaccionando
contra las políticas que por un lado impiden que la población tenga
acc
eso a
los recursos vitales y por otro los entregan al negocio transnacional, como
sucede con la privatización del agua y la concesión a privados de los
m
ares
territoriales y bordes costeros. Se suma a lo anterior una oposición cada
vez más fuerte a los tratados de libre comercio bajo los términos de
la
s
corporaciones transnacionales, que facilitan el saqueo y la destrucción
d
e
recursos al disminuir aún más las débiles regulaciones nacionales.
La reacción frente a las protestas es asumida indistintamente por las
empresas o los gobiernos, por separado o en conjunto. Son numerosos y
repetidos los casos de abusos a los derechos humanos cometidos para
facilitar la instalación y desarrollo de estos negocios. Estos atropellos
van desde la persecución de opositores individuales hasta la represión
masiva y el desplazamiento de comunidades. Estos últimos años se han
reportado casos graves de esta índole en Brasil, Colombia, Ecuador,
Guatemala, Honduras, Paraguay y Perú. Pero la represión puede tomar
otr
as
formas, como en Chile, donde se echa mano a leyes antiterroristas para
encarcelar a dirigentes de comunidades indígenas que defienden sus
derech
os
territoriales frente a la expansión de las empresas forestales. La
mayor
ía
de éstas se halla involucrada en denuncias por participar en acciones
represivas contra comunidades indígenas, por conflictos de tierra o
destrucción de bosques.
Afianzadas en la región durante los regímenes dictatoriales de la
segun
da
mitad del siglo veinte, estas industrias no constituyen una fuente
importante de empleo. Más bien prescinden de la población, excepto
como
mano
de obra barata ocasional. Su accionar destructivo del entorno promueve el
despoblamiento de las zonas donde operan.
*Los beneficios*
En definitiva, los únicos beneficiados reales resultan ser las empresas
inversoras y sus accionistas. En 2004 los ingresos de las 10 empresas
mineras más grandes que operan en Latinoamérica fueron de más de 130
mil
millones de dólares (Alcoa, AngloGold/Anglo American, Barrick Gold,
BHP-Billiton, Meridian Gold, Newmont, Noranda, Phelps Dodge, Placer Dome y
Rio Tinto). Cinco empresas forestales productoras de celulosa tuvieron
ingresos por US$10.501 millones en 2004 (Aracruz Celulose, Celulosa Arauco,
CMPC, Bahia Sul Celulose, Votorantim Celulose) Tres productoras de semillas
transgénicas y plaguicidas tuvieron ingresos por US$20.645 millones en
20
05
(DuPont Agriculture & Nutrition, Monsanto y Syngenta)
(14<http://rcci.net/globalizacion/2006/fg633.htm#14>).
Cargill, la empresa de agronegocios señalada como caso ilustrativo de
luc
ro
con la destrucción de la Amazonia, tuvo ingresos de más de 63 mil
millo
nes
de dólares en 2003 (15
<http://rcci.net/globalizacion/2006/fg633.htm#15>)
.
Entre 1994 y 2001, el Banco Mundial, a través de su Corporación
Financi
era
Internacional (CFI), otorgó préstamos por más de 790 millones de
dó
lares
para proyectos mineros en Bolivia, Brasil, Chile, México, Perú y
Venezu
ela
(a Anglo American, BHP-Billiton, Barrick Gold, Mitsubishi, Mitsui, Newmont,
Pan American Silver y Rio Tinto, entre otras). En Aracruz y Bahia Sul hay
participación del Banco Mundial, a través de la CFI (
http://www2.ifc.org/ogmc/eirprojects.htm, acceso 8 de noviembre de
2004) (16<http://rcci.net/globalizacion/2006/fg633.htm#16>).
Por otro lado, desde 1988 hasta 2005 el Organismo Multilateral de
Garantí
a
de Inversiones (MIGA) había girado garantías por un total de US$1.110,6
millones a proyectos mineros en general. Los nombres de las empresas
señaladas anteriormente se repiten entre los beneficiados
(17<http://rcci.net/globalizacion/2006/fg633.htm#17>).
La magnitud alcanzada por estas instalaciones productivas resulta posible
gracias a la participación interesada de la elite política, que
actúa
como
facilitadora de concesiones y encubridora de una inmensa contaminación
ambiental, a la vez que abandona su rol cautelar de los derechos
económic
os
y sociales de los sectores mayoritarios de la población. Ya no es la
cl
ásica
corrupción ligada al indebido enriquecimiento personal o de pequeños
gr
upos.
Ahora se trata de elites políticas nacionales integradas al tejido de las
transnacionales, con sus funcionarios saliendo y entrando de puestos
públicos a privados (en directorios de empresa, agencias de lobby o de
asesorías) o a cargos en organismos intergubernamentales, colocando a sus
familiares y correligionarios en puestos de poder, obteniendo
financiamient
o
para los partidos políticos, recibiendo honores y participación en
fundaciones u otras plataformas para seguir en el negocio.
Todo se enmarca en una legalidad ad hoc, diseñada en muchos casos por
juristas y economistas vinculados a las pasadas dictaduras militares y
lueg
o
ampliada y perfeccionada por las corporaciones y los gobiernos civiles. En
las negociaciones previas y en la puesta en marcha de cada industria opera
el arte de la no transparencia, fenómeno ya documentado en el caso de las
petroleras a nivel mundial
(18<http://rcci.net/globalizacion/2006/fg633.htm#18>).
La aplicación de políticas neoliberales coordinadas e impuestas a
trav
és del
Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial y Organización Mundial de
Comercio, en connivencia con las redes políticas locales, crea un
ambient
e
favorable para estos proyectos, traducido en débiles obligaciones
laboral
es,
ambientales y de fiscalización, grandes facilidades financieras y amplia
disponibilidad de mano de obra barata. Tales condiciones permiten a las
empresas operar con un ostensible desprecio por las comunidades a las que
afectan y utilizar procesos destructivos y contaminantes rechazados en
países desarrollados.
Esta situación se ha ido enraizando profundamente hasta constituirse en
e
l
modelo natural de hacer las cosas, que origina un convencimiento
gubernamental reforzado por los dogmas neoliberales predominantes en la
clase política. Los países latinoamericanos deben "crecer hacia
fuera",
en
brazos corporativos. Se trata de "la única vía posible de crecimiento",
afirman a coro el sector empresarial y los políticos. Este desastre se ha
constituido así en sistema, y el avance de una crítica se hace
difíci
l ya
que debe enfrentar a la totalidad de las fuerzas involucradas en este
exitoso esquema de explotación colonial y de alienación, quizás el
m
ás
perfecto de la historia. La información disponible nos dice que en la
reg
ión
nos encontramos con una pérdida brutal de recursos naturales y humanos,
c
on
una gigantesca distorsión en el desarrollo y con un proyecto destinado a
causar situaciones de pobreza y deterioro ambiental irreversibles.
*NOTAS*:
1. Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL),
(20
05)
*Objetivos de Desarrollo del Milenio: una mirada desde América Latina
y el
Caribe<http://www.eclac.cl/cgi-bin/getProd.asp?xml=/publicaciones=
/xml/1/21541/P21541.xml&xsl=/tpl/p9f.xsl&base=/tpl-i/top-bottom.xslt>
*, Santiago: CEPAL, p. 182.
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min
ería
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Seguimiento y Gestión Minero. Estadística de Áreas y Hectáreas,
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(2006) "Pollination Decays in Biodiversity
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*, Montevideo: WRM-OLCA, p. 66-68.
7. Diehl, Peter (1995) *Uranium Mining in Europe: The Impacts on Man
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Amsterdam: WISE.
8. Alcayaga, J., Luna, D. and Padilla, C. (2004) *El Exilio del
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*, Santiago: OLCA.
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garimpo Vila
Nova<http://folhadoamapa.com.br/more.php?id=6054_0_12_0_C=
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Folha do Amapá, 10 de septiembre.
10. Alonso, Carla (2006) 'Documento confirma que hubo irradiados en
planta Celco de
Valdivia<http://www.lanacion.cl/prontus_noticias/site/artic/20060417/pags/2=
0060417214541.html>',
La Nación, 18 de abril.
11. Diario Siete (2006) 'Mercurio en planta de celulosa
Laja<http://www.olca.cl/oca/chile/region08/cmpc001.htm>',
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12. Baracyetse, Pierre, (1999) *L'Enjeu Géopolitique des Sociétés
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Congo<http://www.grandslacs.net/doc/3746.pdf>
*, Buzet: SOS Rwanda-Burundi.
Human Rights Watch, (2005) *The Curse of
Gold<http://hrw.org/reports/2005/drc0505/>
*, Washington: HRW.
13. Maldonado, Adolfo, (2001) *La Manera Occidental de Extraer
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Auditable Public Company Fundamentals, 2005 y Hemscott Group Limited y
Hoover's, Inc, 2005.
15. Greenpeace (2006) *Devorando la
Amazonia<http://www.greenpeace.org/espana/reports/devorando-la-amazonia>
*, Amsterdam: Greenpeace.
16. CFI, (2005) *Informe
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*, Washington: IFC, p. 120-128.
17. MIGA, (2005) *Supporting Mining
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*, Washington: MIGA, p. 3.
18. Laurent, Éric (2006) *La Face cachée du pétrole*, Paris: Plon
*(*) Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales
(OLCA)<http://www.olca.cl/>
*
http://rcci.net/globalizacion/2006/fg633.htm<http://rcci.net/globalizaci
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