| Asunto: | [redluzargentina] Causalidades o sincronias? | Fecha: | Lunes, 3 de Enero, 2005 00:11:25 (-0600) | Autor: | Anahuak Home <redanahuak @...............mx>
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From: JAVI <soleil2000@euskalnet.net>
Date: Sun, 02 Jan 2005 21:37:39 +0100
CASUALIDADES
¿Alguien mueve los hilos?
¿Por qué tenemos la sensación de que "alguien" está detrás de esas
coincidencias sorprendentes que todos hemos vivido alguna vez? ¿No es
demasiada casualidad atribuir tan extraños y reiterativos acontecimientos
a
l
simple azar? ¿Son avisos del inconsciente, o ironías de los dioses sin
rostro que juegan a las marionetas con nosotros? ¿Indican la existencia de
alguna relación entre la mente humana y una hipotética "mente" cósmica?
Estas preguntas no se las plantean adivinos de feria, sino científicos de
primera fila que han escudriñado el resbaladizo mecanismo de las
coincidencias y han llegado a conclusiones escalofriantes.
CONTRA TODA PROBABLIDAD
Rey Umberto de Italia
Una sorpresa inclasificable espera al rey Umberto de Italia la noche del 28
de julio de 1900, cuando decide ir a cenar a una posada próxima a Milán:
¡e
l
posadero es su vivo retrato! Pero más sorprendido queda cuando, al
conversa
r
con él, descubre que ambos han nacido en la misma ciudad, su doble se llama
Umberto como él, se había casado en igual día que el mismo rey, en idéntica
ciudad y con una joven llamada Margarita, como la reina. El día en que
Umberto fue coronado rey, el otro Umberto había abierto su posada.
Desconcertado, el rey volvió al palacio. Al día siguiente le fue notificado
que su sosías había muerto en un accidente de caza. Poco después de
manifestar su deseo de acudir al funeral del posadero, el rey Umberto dejó
de existir, abatido por tres disparos de un anarquista.
Un tal Hugh Williams
El 5 de diciembre de 1664 un navío naufraga durante su travesía por el
estrecho de Menay, en el mar de Irlanda. Uno solo de los sesenta y un
pasajeros sobrevive, un hombre llamado Hugh Williams. Otro 5 de diciembre,
el de 1785, otro barco se hunde en el mismo sitio. Y, de nuevo, se
encuentr
a
a un solo superviviente, un tal Hugh Williams. Finalmente, el 5 de agosto
d
e
1820, caen en esas aguas 24 pasajeros de un velero perdido. Sólo un hombre
se salvará; un hombre llamado... ¡Hugh Williams!
Winston Churchill
Considerado como uno de los diez personajes más influyentes del siglo XX,
e
l
famoso primer ministro británico era propenso a las coincidencias y gracias
a ellas salvó la vida en numerosas ocasiones. Durante la guerra de
Sudáfric
a
huyó de los bóers, que le tenían prisionero en Mozambique, y fue a parar a
una comunidad minera. Llamó al azar a una puerta y resultó que era la única
casa en cuarenta kilómetros donde no lo entregarían, pues el propietario
er
a
británico. En la I Guerra Mundial, su trinchera fue destruida por un
proyectil justo después de haberla abandonado. Su esposa Clementine cuenta
que, en los años de la II Guerra Mundial, Churchill siempre entraba en su
coche por la puerta derecha. Pero un día, durante un bombardeo, se detuvo,
dio la vuelta y entró por el otro lado. En el trayecto hacia Downing
Street
,
una bomba hizo levantar el coche del lado derecho. "¿Qué te hizo cambiar de
opinión?", le preguntó la mujer. "Algo me ha dicho ¡detente!", confesó él.
En 1943, el propio Churchill declaraba ante un grupo de mineros: "A veces
tengo la impresión de que una mano orientadora ha interferido en mi vida".
Arthur C. Clarke y su intervención quirúrgica "anunciada"
El escritor famoso autor de 2001, una odisea del espacio, que predijo en
su
s
novelas de ficción el uso del correo electrónico o de la telefonía móvil,
contaba a los lectores del diario Locus, en 1991, una extraña coincidencia
de la que fue protagonista.
Acababa de recuperarse de una operación quirúrgica de próstata, a la que
fu
e
sometido en el University College Hospital de Londres, y durante la cual
había sido conectado a tres tubos insertados en uretra, nariz y vena.
Regresó a su casa de Sri Lanka y, de pronto, encontró una carta que le
habí
a
escrito años antes su amigo J. B. S. Haldane en la que éste le decía:
"Acab
o
de regresar de Londres, donde he sido operado en el University College
Hospital, y me he despertado con tres tubos insertados en otros tantos
lugares: uretra, nariz y vena".
Joyce y el Ulises
Ningún novelista ha dado más importancia a las casualidades significativas
que James Joyce. Más de cien aparecen en su obra Ulises, cuya acción abarca
tan sólo un día en la vida de Dublín. Cuando comprendió que iba a morir sin
terminar su novela Finnegans Wake, Joyce eligió a su amigo James Stephens
para completarla, no por sus cualidades literarias, sino porque había
nacid
o
el mismo día que él, 2 de febrero de 1882, también en Dublín; y porque
Stephens se llamaba James, como el propio Joyce.
Lincoln y Kennedy
Se han descubierto más de 30 extrañas coincidencias entre la vida y muerte
de ambos presidentes. Fueron elegidos con un siglo de diferencia (1860 y
1960). Los vicepresidentes de ambos se llamaban Johnson y nacieron en 1808
y
1908 respectivamente. Las esposas de los dos perdieron un hijo mientras
ocupaban la Casa Blanca. Ambos fueron asesinados un viernes con sendos
disparos en la cabeza. El asesino de Lincoln, John Wilkes Booth (nacido en
1839), lo hizo en un teatro y se refugió en un almacén. Lee Harvey Oswald
(nacido en 1939) disparó desde un almacén y se refugió en un teatro. Los
do
s
fueron asesinados antes del juicio. Lincoln tenía un secretario apellidado
Kennedy que le advirtió que no fuera al teatro. Kennedy tenía un secretario
apellidado Lincoln que le aconsejó no ir a Dallas. La simetría entre las
vidas y funerales de ambos presidentes es tan milimétrica que se ha
convertido en uno de los casos más extraordinarios de coincidencia.
Jefferson y Adams, tal para cual
Thomas Jefferson, segundo presidente de EE UU, fue autor de la Declaración
de Independencia de este país. John Adams, amigo suyo, fue el tercero y uno
de quienes la promulgó. Ambos murieron el mismo año y día, 4 de julio de
1826, exactamente en el cincuenta aniversario del Día de la Independencia
norteamericana.
La bala que halló a su víctima después de 20 años
En 1893 Henry Ziegland, de Texas, abandonó a su amada. Ésta se suicidó y,
para vengarla, su hermano disparó contra Ziegland, pero la bala paso
rozand
o
la cara del novio desertor y fue a incrustarse en un árbol. Veinte años
después, Ziegland intentó cortar el árbol que tenía la bala en su interior
y
uso para ello dinamita. La explosión disparó la vieja bala, que mató a
Ziegland.
Saltar la banca
Charles Wells, el hombre que, contra toda probabilidad hizo saltar la banca
de Monte Carlo en 1891, realizó dos apuestas idénticas sobre el rojo y el
negro y ganó cada vez 100.000 francos. La tercera vez hizo su apuesta sobre
el cinco, 35 contra 1, y ganó. Repitió cinco veces la operación y el cinco
salió cinco veces, algo tan altamente improbable que puede considerarse
imposible en la práctica. Wells retiró su dinero y se fue tranquilamente.
¿Salvados por Dios?
Una célebre y múltiple coincidencia, publicada por la revista Life en 1950,
es la del coro del pueblo de Beatrice, en el estado norteamericano de
Nebraska. El ensayo estaba convocado para el 1 de marzo a las 7:20 de la
tarde, pero ese día sus quince componentes llegaron tarde por las más
diversas razones. La familia del pastor se retrasó porque tuvo que terminar
la colada, a otro se le averió el coche, un chico tuvo que terminar los
deberes del colegio, a una madre le costó despertar a su hija de la siesta,
otro quedó absorto con un programa de radio. El retraso de todos ellos
resultó un increíble golpe de suerte, porque un fallo de la caldera hizo
qu
e
la iglesia estallara a las 7:25 de aquella tarde. Un matemático calculó que
la probabilidad de que esta cadena de acontecimientos se debiese al azar
er
a
sólo una contra un millón.
Presagios tenebrosos
El famoso bandido Jesse James veía en sus sueños que un amigo le mataría
po
r
la espalda. Y así ocurrió. Estaba en Missouri, sentado en una silla y sin
pistolas, cuando un amigo suyo le asesinó con un rifle que el propio Jesse
le había regalado.
Devolución de favores
Noche de junio de 1930. Allan Falby, policía motorizado de El Paso (Texas),
persigue a un camión por exceso de velocidad. En una curva, su motocicleta
choca contra el camión y Falby sufre la rotura de una arteria de su pierna
derecha. Si Alfred Smith, el conductor del camión, no se hubiera parado
par
a
ayudarle, haciéndole un torniquete, Falby hubiera muerto. Una noche, cinco
años más tarde, Falby se encuentra patrullando de nuevo cuando recibe un
mensaje por radio: un automóvil a chocado contra un árbol en la Nacional
80
.
Llega antes que la ambulancia. El conductor está inconsciente. De una
arteria abierta de su pierna derecha mana sangre abundantemente. Falby hace
un torniquete y logra cortar la hemorragia. A continuación contempla el
rostro de la víctima: es Alfred Smith.
Tragedia con suerte
Treinta personas murieron cuando un tren de cercanías cayó desde un puente
a
la bahía de Newark, en Nueva York. Trágico accidente que, sin embargo, hizo
ganar grandes sumas de dinero a los neoyorquinos: una fotografía del
accidente aparecida en los periódicos mostraba el número 932 en el último
vagón del tren siniestrado. Presintiendo que ese número tenía un
significado, muchas personas apostaron aquel día al 932 en la lotería de
Manhattan. Y ganaron.
Titanic
Morgan Robertson, en su novela "Futilidad" describe un trasatlántico
llamad
o
"Titán" que se hunde al chocar con un iceberg. La novela se escribió 14
año
s
antes de que el Titanic partiera del puerto de Southampton - el mismo
descripto por Robertson - en su primer viaje.
El imaginario "Titán" y el auténtico "Titanic" eran aproximadamente del
mismo tamaño, tenían la misma capacidad de pasaje y desarrollaban la misma
velocidad. Ambos se hundieron exactamente en el mismo punto del Atlántico
Norte. Ambos chocaron contra el iceberg "en una fría noche de abril".
LA LEY DE LA SERIALIDAD
La fascinación que algunos científicos han sentido por estas "casualidades"
ha dado lugar a diversas teorías sobre su sentido y el papel que juegan en
nuestras vidas. A principios del siglo XX, el biólogo austríaco Paul
Kammerer se sintió tan atraído por lo que llamó "coincidencias seriales"
qu
e
coleccionó durante veinte años cientos de ellas. Se trataba sobre todo de
hechos que tienden a presentarse en secuencias y que él definió "como una
recurrencia coherente de cosas o acontecimientos similares que se repiten
e
n
el tiempo o en el espacio sin estar conectados por una causa activa".
Algunos son tan comunes que la sabiduría popular ha inventado refranes para
describirlos, como "hablando del rey de Roma, por la puerta se asoma", "no
hay dos sin tres" o "el mundo es un pañuelo". Un ejemplo aportado por
Kammerer nos bastará para ilustrar este tipo de "casualidades". El 18 de
septiembre de 1916, su esposa esperaba turno en la consulta del médico
cuando, al hojear una revista, quedó impresionada con el trabajo de un
pintor llamado Schwalbach y pensó en comprarle algún cuadro. En aquel
momento entró la recepcionista y preguntó: "¿Está la señora Schwalbach?, la
llaman por teléfono".
¿Quería decir esto que la señora Kammerer haría bien invirtiendo en la
pintura de ese artista? Las coincidencias guardan sus mensajes celosamente,
en general, sólo pueden ser interpretadas por la persona que las
experiment
a
y ésta nunca sabrá con certeza cuál es su significado. En cualquier caso,
Kammerer vio en este fenómeno la manifestación de fuerzas inexplicadas en
acción, e incluso escribió un libro, La ley de la serialidad, en el cual
afirmó que dichas fuerzas posiblemente actúan de acuerdo con un principio
universal de la naturaleza, tan fundamental y desconocido como la
gravitación universal antes de ser descubierta.
Este principio físico operaría, según él, independientemente de la ley de
causa y efecto y nos llevaría "directamente a la imagen de un mundo
caleidoscópico que tiende a reunir siempre los factores semejantes".
El asombro y desconcierto que producen las coincidencias recurrentes
tambié
n
queda patente en las historias en las cuales se "repite un hecho", como la
sucedida a los actores Michael Caine y Charles Chaplin. Ambos nacieron en
Kensington, un barrio del sur de Londres; y, en las dos únicas ocasiones en
que Caine sintió nostalgia de su antiguo barrio y decidió visitarlo de
incógnito, se encontró "casualmente" con Chaplin, que también estaba dando
un paseo nostálgico.
Existen historias aún más raras, denominadas "salto en el tiempo", como la
que ilustra la experiencia del chófer de autobús británico D. J. Page.
Durante la II Guerra Mundial, éste vio como su correspondencia era
entregad
a
por error a otro hombre llamado también Page y cuyo documento de identidad
tenía el número 1509322, mientras que el suyo era el 1509321. Tiempo
despué
s
de terminar la guerra, Page fue a reclamar a Hacienda los excesivos
impuestos deducidos de su salario. Y comprobó que habían confundido su
nómina con la de su viejo "amigo desconocido" Page, cuyo número de carné de
conducir era curiosamente 29222, mientras el suyo era 29223.
Existen asimismo "resonancias" como la ocurrida al actor Malcom McDowell,
mundialmente famoso por haber sido protagonista de La naranja mecánica.
McDowell comenzó su vida laboral vendiendo café y fue representando el
pape
l
de un vendedor de café en la película Un hombre de suerte que habría de
saltar a la fama.
La "resonancia" se produce a veces de forma espectacular entre personas muy
distantes. Es el caso de dos gemelos de Ohio cuya historia fue relatada en
1980 por el Reader ‘s Digest. Tras ser adoptados por familias distintas y
vivir alejados durante 39 años, se conocieron y descubrieron que los dos se
llamaban Jim; ambos habían estudiado diseño industrial; se casaron con
mujeres llamadas Linda y tuvieron hijos llamados James; se divorciaron y se
volvieron a casar con mujeres llamadas Bety y, por si fuera poco, cada uno
tenía un perro llamado Toy.
¿Quiere decir esto que los gemelos permanecían unidos a través de la
distancia por un hilo tan sutil como desconocido? Más fáciles de
interpreta
r
son las coincidencias recurrentes que trasladan los hechos "de la ficción a
la vida real", porque en ese caso parecen confirmar que la imaginación del
escritor está inspirada por las musas. Así, cuando Norman Mailer comenzó su
novela Barbary Shore, no sabía nada de espías rusos. Pero su protagonista
s
e
convirtió paulatinamente en uno de ellos. Acababa de terminar la obra
cuando, en el mismo edificio donde vivía, fue detenido el espía ruso
Rudolp
h
Abel.
Este caso es incluso mucho menos extraño que la exacta predicción que los
ficticios astrónomos de Liliput, país que Swift inventara en Los Viajes de
Gulliver, hicieran de la órbita y el diámetro de los satélites de Marte, un
siglo y medio antes de que éstos fueran descubiertos. Asimismo, en 1838 Poe
describió, en Las aventuras de A. Gordon Pym, el fallecimiento de un
grumet
e
llamado Richard Parker, devorado por los supervivientes de un naufragio. Y,
en 1884, el periódico The Times relataba la muerte de un grumete del mismo
nombre y en idénticas circunstancias que las imaginadas por el escritor.
SINCRONIAS
Frente a las recurrencias de Kammerer, que en ciertos casos parecen hechos
casuales, pues no está claro su sentido, Carl Gustav Jung reparó en otro
tipo de casos conectados de forma tan significativa que el azar
representab
a
un grado de improbabilidad demasiado alto. El psicólogo pensó que estaban
conectados por un principio que denominó "sincronicidad" y que, por
definirlo de forma concisa, sería "la concurrencia no casual de un suceso
psíquico y otro físico, que desafía la ley de la probabilidad y tiene
sentido".
En una ocasión, Jung estaba tratando a una joven que le contaba haber
soñad
o
con un escarabajo dorado. De pronto oyó un ruido en la ventana, a sus
espaldas. "Me levanté – escribe él mismo –, abrí la ventana y cogí al
vuelo
,
en el momento en que entraba en la habitación, un insecto que era lo más
semejante a un escarabajo dorado que pudiera hallarse en nuestras
latitudes". ¿Qué había llevado al insecto a meterse en una habitación
oscur
a
justo en esos momentos?
El hecho de que el escarabajo sea, en culturas como la egipcia, un símbolo
de renacimiento y que a partir de ese día la joven mejorara de su dolencia,
hizo pensar al psicólogo que el insecto había aparecido como un mensaje
arquetípico surgido del inconsciente: una señal para indicar que al fin
ell
a
podía iniciar el proceso de transformación buscado. Ello le llevó a pensar
que esta clase de sincronía provenía de algún mecanismo desconocido.
Aunque
,
por otra parte, acabó razonando que, cuando los hechos fortuitos parecen
tener un significado simbólico, dejan de ser coincidencias para la persona
interesada, ya que la psique puede estar actuando sobre la realidad externa
para causarlos. Una explicación que, por cierto, nos sitúa ante el enigma
que plantean las extrañas y desconocidas relaciones entre la mente y el
mundo llamado "objetivo".
El hombre occidental, acostumbrado a verter su mente en cosas concretas,
rechaza de antemano esta sensación, tan contraria a la estructura de la
lógica de su pensamiento, y se refugia en la comodidad de negar sentido
alguno a las casualidades.
Los chinos, por el contrario, consideran que éste es "el mundo de las
10.00
0
cosas", de modo que un suceso cualquiera no puede explicarse sino por una
multiplicidad de armonías y desarmonías simultáneas, y no por una simple
relación de causa-efecto. En su visión de la Naturaleza como un todo
orgánico no existen fronteras entre el microcosmos y el macrocosmos, entre
el ser humano y el universo en que se desarrolla su vida. La conexión entre
dos acontecimientos no es para ellos de causa a efecto, sino de homología
entre dos fenómenos que ocurran en el mismo instante. ¿Estoy triste porque
el cielo esta nublado, o está nublado el cielo porque estoy triste? Para la
visión clásica china del mundo, expresada en el taoísmo, ambas preguntas
carecen de sentido.
Si queremos entender el concepto junguiano de sincronicidad – directamente
inspirado en el taoísmo –, hemos de imbuirnos de esa peculiar sensación que
despierta, por ejemplo, la pintura china, donde paisaje y estado de ánimo
forman un todo indisoluble, o reflexionar sobre la hipótesis Gaia: la
Tierr
a
sería un ser vivo del que formamos parte, y no un simple mecanismo de
relojería, como sostiene ese planteamiento dieciochesco y "racional" que
todavía predomina en occidente.
Si el espacio y el tiempo son percepciones subjetivas, y la realidad es
otr
a
cosa – hipótesis de trabajo que plantea Jung -, es posible suponer que esa
percepción espacio-temporal pueda estar condicionada por la psique. De modo
que cuando una imagen llega a la consciencia coincidiendo con un fenómeno
"exterior", la psique percibe un significado de esa yuxtaposición de
acontecimientos. Pero, ¿existe también un significado "fuera" de la psique?
Jung ha sido el único científico del siglo XX que se ha atrevido a formular
una pregunta de tal calibre.
¿Quién mueve los hilos de las casualidades al otro lado del escenario? Ante
el lector dejamos la tarea de reflexionar sobre si unas y otras
coincidencias son proyecciones de nuestra mente o la manifestación de un
principio no casual invisible y secreto que rige nuestro destino y el de
todos los seres, poniendo orden en el caos aparente de nuestras vidas, o
determinando, sin que nos percatemos, algunas decisiones cruciales que
pensamos son el resultado de nuestra libre elección o del azar.
Desde ahora, cuando Ud. vaya a decir: ¿Qué casualidad, no? píenselo dos
veces, pues puede ser que no lo sea.
Gloria Garrido José León Cano
¿LE HA OCURRIDO A USTED?
Aprenda a conocer las situaciones significativas.
(Reproducido del libro Conectar con el fluir de la vida, de Charlene Belitz
y Meg Lundstrom, Ed. EDAF).
Alguna vez...
1) Llegaba tarde a alguna parte, pero todos los semáforos se han ido
poniendo verde a su paso. 2) Pensaba llamar por teléfono a alguien y esa
persona le ha llamado antes. 3) Necesitaba dinero y éste ha aparecido como
por arte de magia: lotería, herencia, préstamo, trabajo... 4) Ha encontrado
aparcamiento a la primera en la calle más ajetreada de la ciudad un sábado
por la noche. 5) Descubrió de pronto información que necesitaba
desesperadamente. 6) Vio a un amigo en un sitio totalmente inusual. 7)
Hall
ó
un objeto perdido de forma inesperada. 8) Experimentó una serie de
coincidencias que parecían llevarle a un lugar en particular. 9) Estuvo en
el momento adecuado para rescatar a alguien o ha sido rescatado por
casualidad. 10) Se enfrentó con una dificultad para luego descubrir que era
positiva para usted. 11) Pensó en una pregunta y recibió la respuesta justa
en la radio, la televisión, un cartel publicitario o la conversación con
otras personas. 12) Descubrió que una coincidencia confirmaba la dirección
en la que iba.
SOLUCION
Cuente el número de preguntas que ha respondido afirmativamente:
00-04: Aún no se ha abierto a la magia de la sincronicidad. 05-08: Ha
empezado a notar que ahí afuera pasa algo interesante. 09-10: Sigue los
signos y presta atención a su entorno.
11-12: Está preparado para enseñar a otros cómo entrar en el flujo de la
vida y percibir las coincidencias.
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