Deje
De Matar Al Mensajero - Sólo Importa El
Mensaje
Por
Julio Andrés Pagano
www.proyecto-despertar.com.ar
Preste
atención. Infinitos mensajes llegan a su vida para ayudar a que cambie, pero así
como vienen se van. La rutina, la seguridad, la indiferencia y la costumbre los
echan a patadas. La mente social alerta sobre el peligro de escuchar a los
desconocidos, teme perder el control. Perpetuar una realidad apática y
desequilibrada es el propósito de los que pretenden que el hombre permanezca de
rodillas y en las sombras. Deje de matar al mensajero. Escuche. La vida quiere
verlo disfrutar. Rompa sus cadenas. Vibre.
Cristo,
Buda, Krishna, Mahavira, Lao Tse, Chuang Tzu, un perro, una abeja, un pájaro, una flor, un
vagabundo... Qué importa quién transmite el mensaje. Lo que vale es lo que se
nos quiere decir. Sólo cuenta lo que la existencia, a través de sus infinitas
formas, nos hace llegar para que evolucionemos. Pero si en este momento su mente
está horrorizada preguntándose "¿cómo se le ocurre igualar a Cristo con un
perro?", me temo que usted no está comprendiendo lo que intento decir, y quizás
sea de los que piensan que sólo los que van a misa están cercanos a
Dios.
Las
diferencias están en nuestra cabeza. En nuestras particulares formas de percibir
y entender el mundo. La existencia no discrimina. Utiliza todo lo que nos rodea
para acercarnos aquello que nos quiere decir. Somos nosotros quienes hacemos las
distinciones, quien distorsionamos según nuestros miedos, condicionamientos o
conveniencias.
Las
fronteras y las separaciones son inventos del hombre que muy pronto sucumbirán.
Esas divisiones son las que conducen a las guerras, al aislamiento y a la
destrucción. Son las que nos hacen creer diferentes. Las que impiden que nos
reconozcamos como hermanos y que nos sintamos uno con el
Todo.
La
realidad es inmensamente rica. Nuestras miradas mezquinas son las que la
muestran descolorida y pobre. El pájaro, con su vuelo, nos enseña la libertad.
La nube, con sus transformaciones, nos enseña a fluir. La flor, expandiendo su
aroma, nos enseña a ser generosos. Todo enseña. A su modo, todo comunica. Varía
el lenguaje, cambia la forma de expresión que adopta lo que se nos pretende
transmitir, eso implica que debemos estar más atentos, más despiertos, cada día
más conscientes.
Si
cambiamos nuestra percepción, si ampliamos la mirada y conectamos con la
existencia, por medio del corazón, podemos trascender nuestras limitaciones. Y
cuando lo hagamos, no importará quien nos acercó el mensaje, porque habremos
comprendido que las categorizaciones corresponden a una función de la mente, y
que todo, absolutamente todo, forma parte del Creador.
Lo
que marca la diferencia no es quién lo dice, sino qué se nos dice. El valor del
mensaje está en su poder de transmutación, en su fuerza para impulsar los
cambios. Si lo que recibimos nos ayuda a convertirnos en personas más positivas,
sensibles y equilibradas, éso es lo que verdaderamente cuenta. El mensajero es
como la baranda de una escalera, cumple una función, constituye un medio para
ayudar a elevarnos.
No
se olvide que la mejor manera de que alguien continúe preso es haciéndole creer
que está en libertad. Tenemos que abrir los ojos. Pensamos que somos libres, sin
embargo estamos cautivos por nuestras estructuras mentales. Permanecemos
inmovilizados por las cadenas de las creencias. Así no hay posibilidades de
remontar vuelo.
Si
continuamos con el corazón cerrado, sin darnos el permiso de humanizar nuestros
días, el sufrimiento, la violencia y la desesperanza serán el aire que
respiremos. Aduéñese de su vida. ¿Por qué restar pudiendo sumar? ¿Por qué elegir
quedarnos estancados, rumiando penas, pudiendo ser felices? El exterior sólo nos
muestra un reflejo de nuestro interior. Si lo que vemos fuera no nos gusta,
cambiemos entonces lo que está dentro y mágicamente nuestra vida será otra. Se
volverá luminosa.
Aprendamos
a conocernos. Descubramos quiénes somos. Recuperemos el vínculo con nuestro niño
interior. Sólo cuando demos este primer paso podremos confiar. Recién ahí
conectaremos con la esencia de los mensajes. Ese día no importará si fue Cristo,
Buda, la naturaleza, una mariposa o una flor quien nos acercó la enseñanza.
Habremos comprendido que la existencia, fiel a su naturaleza creativa, se
disfraza de millones de maneras para acercarnos aquello que necesitamos
saber.... Que caigan nuestras barreras. Demos paso al mensajero. Lo que importa
es el mensaje.
Te
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