| Asunto: | [redluzargentina] [semillas de luz] 29 de setiembre San Miguel Arcangel | Fecha: | Domingo, 30 de Septiembre, 2007 20:58:19 (-0300) | Autor: | Alicia Y Amira Contursi y Manzur <alicia.amira @.....com>
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San Miguel,
Arcángel
Príncipe
de los ángeles fieles al Señor. Su nombre significa: «¿Quién como Dios?». En la
Sagrada Escritura, aparece en el Libro de Daniel, en la Epístola del Apóstol
Judas y en el Apocalipsis. Como a Gabriel y Rafael, se le llama «arcángel» en un
sentido puramente genérico (más que simple ángel), pero son, los tres, altísimos
serafines. —Fiesta: 29 de septiembre.
Aunque la mentalidad moderna se
rebele a ello, es cierto que Dios, al componer el poema de la Historia humana,
concede lugar de preferencia a los espíritus angélicos. Miguel es entre ellos un
astro de primera magnitud, figura principal entre los que sirven inmediatamente
al trono del Señor y bajan a la tierra para anunciar o hacer cumplir sus
designios. Protector del pueblo de Dios, de Israel, en la antigua Ley; de la
Iglesia de Cristo en el Nuevo Testamento. En la Sagrada Escritura ha hallado su
fundamento la piedad popular de todos los tiempos para erigir a San Miguel en
Príncipe de los ejércitos celestiales, guerrero victorioso en las luchas
cósmicas contra el espíritu rebelde, el dragón de las tinieblas.
Daniel,
el profeta de las revelaciones angélicas, nos da a conocer el nombre de nuestro
arcángel. Miguel, llamado gran jefe de los israelitas, lucha por la liberación
del pueblo de Dios, desterrado y sometido al dominio persa. Allí mismo se habla
de los príncipes de Persia y de Grecia, refiriéndose, según el común sentir, a
los ángeles guardianes de estas naciones.
San Judas Apóstol, en su Carta
Católica, cita el ejemplo del «Arcángel Miguel, disputando al demonio el cuerpo
de Moisés». De nuevo, pues, aparece nuestro santo ángel como defensor del pueblo
de Israel, al que Satanás querría desviar de su fe en el Señor.
El
Apocalipsis, Carta Magna de la nueva Jerusalén, que es la Iglesia, nos presenta
a San Miguel en su misión definitiva, culminante. Ante la aparición de la Mujer,
símbolo de María y de la Iglesia, con su Hijo, en el cielo se traba una
batalla.
Miguel y el Dragón frente a frente, el Arcángel fiel contra el
soberbio Ángel de la luz. Cada uno manda un ejército de ángeles. Vence Miguel y
el Dragón es sepultado en los infiernos.
De esta visión del profeta de
Patmos se derivan las imágenes medievales del guerrero de alas brillantes con
labrada armadura, al que no le falta la lanza que destruye al dragón, vencido a
sus pies.
Toda la vida de la Iglesia militante fluye bajo el signo de la
batalla, incorporada a la lucha entre Jesucristo y el demonio, entre el Redentor
y el pecado.
En nuestra propia carne experimentamos la escisión. Nuestra
gran fuerza es la gracia de Jesucristo, pero los ángeles son servidores de
Cristo en la lucha de la Iglesia, y a su frente Miguel, el vencedor por
excelencia.
La Iglesia misma le reconoce el título de defensor de sus
huestes, le llama «ángel del Paraíso», «príncipe de las milicias espirituales»,
y en las letanías de los santos le asigna el primer lugar detrás de la Santísima
Virgen. Su protección no nos abandona hasta después de la muerte.
En el
momento solemne de ofrecer el sacrificio por sus difuntos, la Iglesia le invoca
para que presente las almas a la luz santa del Juicio divino.
La devoción
popular, que ha influido notablemente en estos textos litúrgicos y que, por otra
parte, tiene ya precedentes en tradiciones judaicas, le considera como «pesador
de las almas», y así le vemos en curiosas miniaturas de la Edad Media, con la
balanza de la justicia divina en las manos, felizmente inclinado un platillo
hacia la gloria del cielo.
Acontecimientos prodigiosos, ocurridos en
Oriente y Occidente, contribuyeron a formar este hálito universal en torno a la
figura del Arcángel. Es tradición oriental que, ya en los primeros decenios del
cristianismo, salvó de la destrucción un templo dedicado a su honor en Colosae y
que por su intervención milagrosa brotaron allí mismo aguas medicinales, por lo
cual le honraban como médico celestial.
En Constantinopla tenía un templo
dedicado a. su nombre y era también muy famoso el Mikaelion de Sostenión, cerca
de la capital bizantina, donde, según tradición, Miguel había curado
milagrosamente al emperador Constantino.
En Occidente también se apareció
el Arcángel repetidas veces; sus apariciones más famosas son las del Monte
Gárgano en Italia, alrededor del año 500, y la del monte Adriano, donde el año
611 el Papa Adriano IV le construye un oratorio, sobre el que sería más tarde
Castillo de Sant'Ángelo.
En España alcanzó renombre su aparición en la
serranía navarra de Aralar para ayudar al noble caballero don Teodosio de Goñi
en lucha contra el dragón infernal.
El Mont Saint-Michel, en Normandía,
con una abadía gótica dedicada a su honor, también testificó su ayuda para con
los navegantes.
Hoy día ya no se dan tales apariciones aparatosas, pero
el Arcángel se mantiene fiel a su misión de custodio de la Iglesia, como lo
proclama la oración a él dirigida al fin de la Misa, preceptuada por León
XIII.
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Amado
Arcangel Miguel,
Protege
con tu espada azul y cristal, a todas las Semillas de Luz! Asi es,
Korina
mensaje enviado por:
Korina Ron,
Florida,
EEUU
Colaboradora de Semillasdeluz
"Sólo se ve bien con el
corazón; Pues lo esencial es invisible para los ojos" Saint- Exúpery.( Del
Libro el Principito ).
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