 | Asunto: | [redluzargentina] Manifiesto sobre el papel de la ciencia y el arte ante el cambio global / I Foro Internacional Saberes para el Cambio | Fecha: | Domingo, 2 de Marzo, 2008 09:43:40 (-0600) | Autor: | Proyecto Interredes <lacasadelared @.....com>
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From: Proyecto Interredes <lacasadelared@gmail.com>
Date: 02-mar-2008 9:36 Subject: Manifiesto sobre el papel de la ciencia y el arte ante el cambio global / I Foro Internacional Saberes para el Cambio To: RED ANAHUAK <redanahuak@elistas.net>
Manifiesto sobre el papel de la ciencia y el arte ante el cambio global
Clausurado en Sevilla el I Foro internacional Saberes para el Cambio
La Universidad Internacional de Andalucía celebró en Sevilla, entre el
29 de enero y el 1 de febrero de 2008, el I Foro Internacional
Saberes para el Cambio. El Papel de la ciencia y el arte ante el cambio
global. Dirigido por Carlos Montes, catedrático de ecología de la
Universidad Autónoma de Madrid y por María Novo, directora de la
cátedra UNESCO de Educación Ambiental y Desarrollo Sostenible,el Foro
fue clausurado por Federico Mayor Zaragoza. Tras las intensas jornadas
de trabajo que congregaron a un importante grupo de expertos nacionales
e internacionales de las distintas ramas del saber, los congregados
firmaron el siguiente "Manifiesto sobre el papel de la Ciencia y el
arte ante el cambio global".
Vivimos un momento histórico de transformaciones graves y cada vez más
aceleradas. Un mundo en crisis genera el cambio global, con altas cotas
de azar e incertidumbre. Ni siquiera un colapso socioecológico de
dimensiones mundiales está excluido. Atravesamos una problemática que
es ecológica, pero también política, económica, cultural y social; y
que afecta directamente al bienestar humano. Los modelos de desarrollo
inadecuados son en gran parte causantes de esta crisis: corresponde a
la humanidad ser artífice de las soluciones. Se está viendo mermada la
diversidad biológica y cultural que constituye la garantía más robusta
de nuestras perspectivas de futuro: las lenguas y las palabras
desaparecen incluso a un ritmo superior a la extinción de especies.
Prácticas humanas como la ciencia y el arte, que no son neutrales,
pueden y deben contribuir a una transición a la sostenibilidad.
Pese a los avances en la concienciación ambiental, que
han sido desiguales y, por desgracia, quizá más superficiales de lo que
creemos, seguimos sin afrontar el conflicto básico entre finitud de la
biosfera y nuestros sistemas socioeconómicos en expansión continua,
impulsados por la dinámica de la acumulación del capital. Este asunto
constituye el elemento central de la crítica ecologista desde hace
decenios.
Afrontar el cambio requiere la construcción de nuevas
miradas sobre el mundo. Miradas creativas que nos permitan interpretar
lo que vemos y reconstruir los lazos que unen a las personas entre sí y
con la naturaleza. Miradas integradoras que superen la percepción
atomizada de la realidad y que vayan más allá de las soluciones a corto
plazo, concebidas en términos lineales de causa-efecto.
Las nuevas miradas, y las prácticas coherentes con
ellas, tienen el reto de asumir el conflicto y abordar con valentía el
antagonismo que actualmente existe entre la economía y la ecología;
entre la cultura occidental, que se autopercibe como universal, y otras
culturas invisibilizadas; entre la lógica de la acumulación y la lógica
de los cuidados; entre los tiempos de la vida y la velocidad de los
negocios. Las nuevas ópticas se nutren de visiones científicas y
artísticas complementarias, capaces de mostrar y alumbrar nuevos
esquemas de pensamiento mestizo que nos enseñen a vivir enraizados en
la tierra, respetándola y pisando ligeramente sobre ella.
Hay que cambiar para afrontar el cambio: y cambiar siempre
cuesta. Hemos de superar los modelos que fragmentan y simplifican la
complejidad del entramado ecológico y social. No hay un solo mundo. En
este momento de crisis se hace urgente celebrar la diversidad de todo
lo vivo y de la rica red de relaciones que lo constituye, para retejer
vínculos sociales entre el ser humano y la naturaleza y entre el
individuo y la colectividad.
Las sociedades humanas no pueden adaptarse a los cambios
que ocasiona la crisis ambiental y social sin renunciar a nada. No es
posible cambiar la vida sin cambiar de vida. Tenemos que soñar un
futuro que nos permita avanzar hacia la sostenibilidad ecológica y la
equidad social. Todos podemos ganar, pero para ello es preciso caminar
hacia la autocontención y dejar atrás insostenibles prácticas
consumistas. Es necesario también trabajar con la memoria y los saberes
de los pueblos. Desde ellos, imaginar un futuro diferente será el
primer paso para construirlo.
¿Qué pueden aportar el pensamiento científico, la
creación artística y el diálogo entre ambos en la construcción de esta
nueva mirada? La transformación necesaria tiene muchas dimensiones, y
entre ellas una ineludible dimensión cultural. Nuestras formas de
conocer, interpretar, investigar, dar sentido y celebrar el mundo han
de cambiar. La creatividad cultural que se plasma en las ciencias y las
artes puede ser parte del problema o parte de la solución. Un arte que
fomente el consumismo irresponsable, por ejemplo, o una ciencia
subordinada al proyecto tecnocientífico de incremento de la dominación,
formarían más bien parte del problema. Pero un arte que alumbre las
dimensiones de la finitud humana, o una ciencia de la sostenibilidad
que contribuya a incrementar la resiliencia socioecológica y oriente
nuestras prácticas hacia una gestión adaptativa de los cambios,
formarían parte de la solución.
La ciencia y la tecnología tienen amplias posibilidades
pero también límites. Para aprender a habitar la tierra con sabiduría
debemos aplicar el principio de precaución en cuestiones como los
organismos transgénicos, la introducción de sustancias químicas en las
cadenas tróficas y tantas otras… La consciencia de nuestra ignorancia
es importante, porque nos indica lo que no sabemos y nos obliga a
aprender desde la incertidumbre. Aprender haciendo, hacer aprendiendo,
supone no alterar irreversiblemente la dinámica de la vida natural y
social.
La ciencia del siglo XXI debe volver a unir hechos y
valores, superando las ilusiones de neutralidad, restituyendo los
principios éticos e incentivando el control social como pautas de las
políticas científicas y tecnológicas. Una ciencia sin conciencia
resulta indeseable y peligrosa. Del mismo modo, necesitamos un arte
comprometido con la vida y la sostenibilidad, más que una
espectacularización de las prácticas culturales. Los procesos
culturales inspirados por criterios éticos, que surgen de algunos
científicos y artistas, así como de las redes ciudadanas son, a la
larga, y a pesar de su complejidad, mucho más eficaces para el
desarrollo humano y la igualdad de oportunidades, base de la
construcción de una ciudadanía responsable.
Necesitamos superar los enfoques de la ciencia económica
convencional. Su mecanicismo unidimensional reduce los valores de la
vida a términos monetarios. Desde esta óptica, los principios que
sirven de fundamento a este sistema están en contraposición con los que
utiliza la biosfera para autoorganizarse. Otras economías son posibles
a partir del análisis del intercambio biofísico entre sociedad y
naturaleza, del reconocimiento de los límites de biosfera y del respeto
a los procesos que la regulan. Otras economías son posibles si se
abordan las relaciones socioeconómicas tomando en cuenta la
especificidad de los contextos, de los sistemas socioculturales y de
los sujetos.
No podemos olvidar que la cultura, entendida como
experiencia elaborada y compartida, se está convirtiendo en un bien
escaso de carácter especulativo, frente al valor de uso que debería
tener. La diversidad de las prácticas culturales se ve amenazada por la
mercantilización de la cultura. En un mundo en el que el acceso al
conocimiento está cada vez más comercializado y dominado por las
grandes empresas globales, la cuestión del poder institucional, el
dominio público y la libertad de decisión resultan más importantes que
nunca. Los líderes políticos y sociales tienen una responsabilidad
especial a la hora de romper la mercantilización y privatización de la
vida y de los bienes y saberes colectivos, que se corresponden con una
práctica depredadora e injusta. Las personas debemos recuperar desde la
ciencia y el arte el valor intrínseco de la vida, los bienes comunes,
los nexos de reciprocidad, la gratuidad de los intercambios, las
múltiples formas de resolver problemas sin pasar por el mercado…
Todas las culturas tradicionales saben que demasiado de
lo bueno puede convertirse en malo: pero a la cultura occidental,
aquejada de tecnolatría y mercadolatría, le falta ese conocimiento
básico. Unas ciencias y artes reorientadas hacia la sostenibilidad
contribuirán a redescubrir el camino medio, apreciar el tamaño óptimo
de cada proyecto y situar el reconocimiento de la alteridad en el
corazón de nuestra cultura.
Los cambios hasta ahora evocados implican también
cambios en la idea misma de educación. Es necesario practicar un
aprendizaje a lo largo de toda la vida, que nos conecte con los valores
de la naturaleza sintiéndonos como parte de ella y no como dominadores.
La educación debe superar la barrera entre conocimiento experto y
conocimiento común, dando acogida a los saberes científicos y
artísticos junto con los saberes tradicionales. La educación es una
herramienta de emancipación que contribuye a la resistencia frente a la
dominación y el pensamiento único.
En cada situación, aquí y ahora, al vivir nuestro
presente estamos creando futuros: individuales y colectivos. El "aquí y
ahora" es el lugar de nuestra responsabilidad. Somos constructores de
futuro, conscientes hoy de las graves amenazas que pesan sobre el
porvenir humano. Este futuro nos compromete, no sólo socialmente sino
también de forma individual. Los grandes cambios comienzan con un paso,
y ese paso puede ser la propia vida. Sociedad e individuo deben
realimentarse dinámicamente, para dar a luz una forma de vivir
sostenible y esperanzada.
Narciso Barrera Bassols
Manuel Delgado Cabeza
Santiago Eraso
Sagrario Herrero
Ezequiel Martínez
Michela Mayer
Carlos Montes
María Novo
Jorge Riechmann
Federico Mayor Zaragoza
7 Febrero 2008 Fuente: http://blogs.unia.es/auladesostenibilidad/blog/2008/02/07/manifiesto-de-la-unia-sobre-el-papel-de-la-ciencia-y-el-arte-ante-el-cambio-global/
www.portaldorado.com
Más información:
http://150.214.47.215/auladesostenibilidad/files/2008/01/aulasostenibilidad.pdf
http://blogs.unia.es/auladesostenibilidad/aula-de-sostenibilidad/
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