1.
La eterna búsqueda del secreto del éxito y la felicidad.
Los pensamientos se
asemejan al viento, no los podemos ver o tocar, pero siempre podemos observar
los resultados de su presencia. -Wayne Dyer
El postulado general
expresado por la ley de la atracción Ha sido tema de interés desde mucho antes
de la era cristiana. Casi mil años antes, Salomón, rey de Israel, escribió en su
libro de Proverbios: Como él piensa dentro de sí, así es él". (Proverbios 23:7)
En el libro del profeta
Habacuc, escrito cerca del año 612 a.C., donde él expone el drama de
los poderes humanos se puede leer: "Y el Señor me respondió: Escribe la visión,
y declárala en tablillas, para que pueda leerse de corrido. Pues la visión se
realizará en el tiempo señalado; marcha hacia su cumplimiento, y no dejará de
cumplirse. Aunque parezca tardar, espérala; porque sin falta vendrá---. (Habacuc
2: 2,3)
Para los filósofos griegos
de la antigüedad, la naturaleza del ser humano, el universo que lo rodeaba, y la
búsqueda y significado de la felicidad fueron el tema central del gran volumen
de conocimiento generado durante varios siglos.
Sócrates propuso que el ser
humano alcanzará la verdad mediante el autoconocimiento -conócete a ti mismo-, y
el desarrollo continuo de su intelecto -sólo sé que nada sé-. La ignorancia nos
llevará al fracaso, por lo que a través del conocimiento y la inteligencia
alcanzaremos la virtud.
Pero esa inteligencia hay
que desarrollarla, estimulando nuestro deseo por aprender de todas nuestras
experiencias. Sólo asÍ lograremos programar nuestra mente con el conocimiento y
la razón que nos permita ser cada vez mejores seres humanos. Esa voz interior
constituirá la única guía moral del individuo.
Sócrates no considera que
la persona deba recibir un premio especial por llevar una vida virtuosa, ya que
las consecuencias de esa vida son su mejor recompensa. Siglos antes, Salomón ya
había enunciado este mismo concepto al escribir: Instruye al sabio, y se hará
más sabio; enseña al justo, y aumentará su saber. Si eres sabio, tu premio será
tu sabiduría; si eres insolente, sólo tú lo sufrirás". (Proverbios 9:9,12)
Éste es -en esencia- el
resultado final de la ley de la atracción: la felicidad que experimentamos al
llevar una vida virtuosa es el mejor premio a nuestra decisión.
Si el fin del ser humano es
la felicidad, como lo asevera Platón -alumno de Sócrates- y ésta sólo puede ser
lograda mediante la virtud, aquel que sabotea su propio éxito y malogra su
propia felicidad no lo hace a propósito, sino por ignorancia.
Él basa esta conclusión en
la certidumbre de que sólo la persona virtuosa es realmente feliz, y puesto que
el individuo siempre desea su propia felicidad, nunca pensaría en hacer algo a
propósito que la saboteara. Sin embargo, la ley de la atracción es muy clara en
precisar que el ser humano atrae hacia sí mismo lo que forma parte de su
existencia y lo hace continuamente, no importa si es el resultado de un esfuerzo
consciente o no.
Aristóteles también afirmó
que el fin último de la vida humana es la felicidad. Cuando miraba a su
alrededor, veía que los seres humanos persiguen cosas distintas. Algunos anhelan
la riqueza, otros sueñan con el poder y la fama, y otros más buscan el amor y la
aceptación. En ocasiones parecemos perseguir cosas totalmente opuestas.
Mientras que la persona
cauta busca la seguridad, la temeraria persigue la aventura y hasta el peligro.
No obstante, detrás de todas las diferencias superficiales, todos buscamos lo
mismo: La felicidad.
Él es claro al apuntar que
ésta consiste, en parte, en el desarrollo de las virtudes éticas y en el hábito
de obrar siempre con moderación, evitando los dos extremos: el exceso y la
escasez. Esto reafirma lo postulado por la ley de la atracción respecto al hecho
de que al centrar nuestra manera de pensar en estos extremos, igualmente
viciosos, el exceso o la escasez, lo único que lograremos atraer será una vida
fuera de balance que producirá insatisfacción e infelicidad.
Y aunque este capítulo no
pretende establecer una validación de la ley de la atracción basada en las
Sagradas Escrituras, cabe mencionar que en el nuevo testamento, se encuentran
numerosas referencias que dejan de manifiesto que la ley de la atracción, lejos
de ser un planteamiento esotérico en su esencia, encierra muchos de aquellos
principios que Jesús compartiera con sus discípulos.
Para quienes encuentran
difícil creer que todo lo que necesitamos hacer para atraer algo hacia nuestra
vida es pedir, la
Biblia nos dice: Pidan y se les dará; busquen, y encontrarán;
llamen, y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca,
encuentra; y al que llama, se le abre". (Mateo 7:7-8). No obstante, más
adelante, el mismo evangelista nos recuerda que el poder de nuestros
pensamientos y nuestras palabras pueden ser la causa de nuestros éxitos o
nuestros fracasos: Porque por sus palabras serán justificados, y por sus
palabras serán condenados". (Mateo 12:37)
De hecho, la Biblia nos recuerda que
sucede con quien pudiendo enfocarse en la abundancia decide, en cambio, albergar
en su mente pensamientos de miedo, duda y escasez. Porque a todo el que tiene,
se le dará más, y tendrá en abundancia. Al que no tiene se le quitará hasta lo
que tiene" (Mateo 25: 29).
No obstante, una y otra
vez, aparece claramente enunciado el precepto que le da el verdadero poder a la
ley de la atracción: "Jesús, les dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que
si tuviereis fe, y no dudareis, le dirías a esta montaña: quítate y échate en el
mar, y sería hecho. Todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis".
(Mateo 21:21-22)
Es claro que mucho se ha
escrito sobre lo que podemos hacer para vivir una vida de plenitud, lograr el
éxito, aprovechar nuestro potencial al máximo y atraer hacia nosotros la riqueza
y la felicidad a la cual tanto anhelamos. Sin embargo, muchos de nosotros
experimentamos tal escasez en nuestras vidas que es como si en realidad todos
los principios de éxito expuestos a lo largo de más de tres milenios fueran
secretos a los cuales sólo unos cuantos tienen acceso.
¿Qué podemos hacer para
aprovechar la riqueza y sabiduría encerrada en toda esta información? Séneca,
pensador y filósofo del siglo I dijo: "Las mejores ideas son propiedad de
todos". Si nos apropiamos de ellas, las utilizamos bien, las hacemos parte de
nuestra manera de pensar y actuar, veremos una gran diferencia en nuestras
vidas.
Todo
comienza con nuestra visión del mundo
Por largo tiempo, el ser
humano ha buscado respuesta a una de las mayores incógnitas acerca de si mismo:
la magnitud del poder que reside en su mente y el papel que ésta juega en el
logro de su felicidad.
Tristemente, muchas veces
en medio de nuestro afán por lograr el éxito y la felicidad, buscamos fuera de
nosotros algo que siempre se ha encontrado en nuestro interior: el secreto para
vivir una vida plena y feliz.
Todos queremos ser felices
y tener éxito en la vida; deseamos saber cuál es el secreto que nos permita
lograrlo, pero al no creernos poseedores de tan valiosa fortuna, buscamos fuera
de nosotros algo que es parte de nuestra esencia misma. Porque lo cierto es que
todo lo que necesitamos saber para triunfar y vivir una vida plena y feliz se
encuentra dentro de cada uno de nosotros.
Las respuestas a todas
nuestras preguntas, las soluciones a todos nuestros problemas, el poder para
hacer realidad nuestras metas más ambiciosas se encuentra en nuestro interior.
Lo único que necesitamos hacer es preguntar, escuchar y confiar.
La lección más importante
que debemos aprender es que las acciones y sucesos externos son sólo la
manifestación física de las acciones y sucesos internos. Las imágenes mentales
que consistentemente mantenemos en nuestro subconsciente, buscarán siempre
manifestarse en nuestro mundo exterior.
El pesimista vive en un
mundo negativo y deprimente, mientras que el optimista ha elegido vivir en un
mundo positivo y lleno de oportunidades. Lo más curioso de todo es que se trata
del mismo mundo. Las diferencias que ellos observan son sólo el resultado de sus
pensamientos dominantes. Estos han sido los encargados de atraer la felicidad o
la angustia que cada uno de ellos experimenta en su vida. Y lo mismo sucede con
todos nosotros.
La buena noticia es que si
en este momento no estamos viviendo la clase de vida que siempre hemos deseado,
podemos crear una nueva realidad cambiando el tipo de información con la cual
alimentamos nuestra mente. Nuestros pensamientos son las semillas de lo que
ocurrirá en nuestra vida, y todos somos responsables de ellos.
El ser humano es,
literalmente, lo que piensa. Cada persona construye sus condiciones, su éxito,
sus negocios y su destino en virtud de los pensamientos que escoge y guarda en
su mente. Todo lo que se manifiesta en nuestra vida es el resultado de lo que
previamente se ha manifestado en nuestra mente. Así que todos nosotros somos
"los arquitectos de nuestro propio destino".
En su libro: Como piensa el
ser humano, así es su vida, James Allen se refiere a éste como a uno de los
secretos más conocidos y menos practicados: ¡Todo ser humano es el forjador de
sí mismo!
Los seres humanos
construyen su destino de acuerdo con los pensamientos que escogen y guardan en
su mente. Ésta es como un telar donde tejemos nuestro carácter y donde, con los
pensamientos que mantenemos, atraemos hacia nosotros nuestras circunstancias,
creamos hábitos y labramos nuestro destino. Nuestro carácter es la suma de todos
nuestros pensamientos. Esta es la esencia de la ley de la atracción.
La buena noticia es que,
aun si hasta ahora hemos tejido ignorancia y sufrimiento, siempre tenemos la
opción de cambiar nuestra manera de pensar, y podemos comenzar a tejer sabiduría
y felicidad. Esta idea no sólo se limita a tu ser, sino que abarca cada
condición y circunstancia de tu vida.
Así como cada planta brota
de su semilla, y no podría ser de otra manera, nuestras acciones surgen de las
semillas invisibles de nuestros pensamientos, y no habrían existido sin ellos.
Lo anterior es aplicable por igual a aquellos actos considerados "espontáneos" y
"no premeditados" como a aquellos que se ejecutan deliberadamente.
Las acciones son retoños
que han crecido a partir de nuestros pensamientos, y la dicha o el sufrimiento
son sus frutos. De este modo los seres humanos cosechan los frutos, dulces o
amargos, de aquello que ellos mismos han sembrado.
De manera que la calidad de
vida que cualquier individuo experimenta tiene poco que ver con sus
circunstancias y mucho, con su actitud personal y su manera de pensar.
En su libro: El camino a la
felicidad, Orison Swett Marden relata que en un congreso de agricultura le
preguntaron a un viejo granjero qué terreno le parecía más apropiado para el
cultivo de cierto fruto, a lo que él respondió: "No importa tanto la clase de
tierra en que se siembre, como la clase de persona que vaya a sembrarla".
El labrador preparado en su
oficio saca provecho del suelo pobre, mientras que el inepto vive en la miseria,
aún en el terreno más fértil.
Esta anécdota deja claro
que la felicidad no depende tanto de las circunstancias favorables, como de
nuestra actitud mental. Cualquiera es capaz de mantener una actitud positiva y
optimista cuando vive en condiciones ideales. Solamente el ser equilibrado y
dueño de si mismo es capaz de conservarla, aún en medio de las condiciones más
difíciles y hostiles. Si no llevamos la semilla de la felicidad en nuestro
interior, no la hallaremos en ninguna parte.
Con
la manera de pensar, somos los arquitectos de nuestro destino
Cuando el poeta inglés
William E. Henley escribió sus proféticas palabras: "Soy el dueño de mi destino,
soy el capitán de mi alma", debió habernos informado que la razón por la cual
somos los dueños de nuestro destino es porque tenemos el poder de controlar
nuestros pensamientos.
En su libro: Piense y
hágase rico, Napoleón Hill afirma que "nuestros pensamientos dominantes tienden
a magnetizar nuestro cerebro y, por mecanismos que nadie conoce bien, actúan
como imanes que atraen hacia nosotros las fuerzas, las personas y las
circunstancias de la vida que armonizan con la naturaleza de dichos
pensamientos".
Lo único que el ser humano
debe hacer para ver un mundo que funciona correctamente, es asegurarse que él
piensa y actúa correctamente. En la medida en que cambia su manera de pensar
respecto a sus circunstancias y a las demás personas, las situaciones y la gente
cambiarán respecto a él.
Debido a la ley de la
atracción sus pensamientos rápidamente se traducen en hábitos, y los hábitos se
transforman en sus circunstancias. Los pensamientos dañinos y perjudiciales de
todo tipo se cristalizan en hábitos que atraen y producen confusión y debilidad;
y éstos, a su vez, se manifiestan en circunstancias de calamidad e infortunio.
Y puesto que todo atrae su
igual, los pensamientos de temor, duda e indecisión se cristalizan en hábitos
que paralizan e impiden actuar al ser humano; hábitos que conducen al fracaso,
la escasez, y la dependencia. Los pensamientos de odio y condena se vuelven
hábitos de acusación y violencia, los cuales se convierten, a su vez, en injuria
y persecución. Los pensamientos egoístas de todo tipo se transforman en hábitos
que atraen angustia y frustración.
Por otro lado, los
pensamientos nobles de cualquier tipo se manifiestan en hábitos de prosperidad y
bondad, y estos, a su vez, se tornan en felicidad y bienestar. Los pensamientos
virtuosos se convierten en hábitos de autocontrol y dominio de sí mismo, que
atraen paz y tranquilidad. Cuando albergamos en nuestra mente pensamientos de
auto confianza y decisión, creamos hábitos de valor y coraje, que se traducen en
éxito, plenitud y libertad. De igual manera, los pensamientos de amor y
compasión se vuelven hábitos de desprendimiento, que atraen la prosperidad
perdurable y la riqueza verdadera a la vida de quien los alberga.
En general, cada
pensamiento, bueno o malo, que albergamos y permitimos que encuentre cabida en
nuestra mente, produce el único resultado posible, tanto en el carácter que
forma, como en las circunstancias que genera. Una persona no puede escoger
directamente sus circunstancias, pero al elegir sus pensamientos, indirectamente
las crea.
La naturaleza se encarga de
permitir que cada persona atraiga hacia sí misma los resultados de sus
pensamientos dominantes, y de presentarle las oportunidades que hagan realidad
de la manera más rápida posible tanto sus pensamientos constructivos como
destructivos.
Todo lo que el ser humano
logra, o deja de lograr, es resultado directo de sus pensamientos. En un
universo justo y ordenado, la debilidad o fortaleza de cada persona, su
condición de vida, su integridad o corrupción son suyas y de nadie más; emanan
de adentro; ella misma las crea, y no otro, y sólo ella puede alterarlas. Una
persona fuerte no puede ayudar a una débil a menos que ésta desee ser ayudada. Y
aun así, la débil debe hacerse fuerte por sí misma, con su propio esfuerzo, ya
que nadie más que ella puede alterar su condición.
Como el ser humano piense,
así es él; como siga pensando, así seguirá siendo.
Es común creer que la razón
por la cual muchas personas viven en la pobreza, o bajo el yugo de la
esclavitud, el abuso, o la discriminación es debido a la opresión de otros. Así
que repudiemos a los opresores. Sin embargo, la ley de la atracción nos plantea
que es posible invertir dicho juicio y decir: "Una persona es opresora porque
muchos optan por ser esclavos, y aceptan ser abusados y discriminados, así que
repudiemos a los esclavos". Eleanor Roosevelt solía decir: "nadie puede hacerte
sentir inferior sin tu consentimiento".
El ser humano sólo puede
elevarse y alcanzar el éxito, elevando sus pensamientos. Pero permanecerá débil,
abatido y miserable si se niega a elevar su manera de pensar.
El universo no favorece al
codicioso, al deshonesto, o al vicioso, aunque aparentemente a veces parezca
hacerlo. El universo conspira para ayudar al honesto, al generoso y al virtuoso.
Los grandes maestros de todas las épocas han manifestado esto de distintas
maneras, y para probarlo y entenderlo lo único que se necesita es persistir en
hacerse cada vez más virtuoso elevando nuestros pensamientos.
Cada persona puede lograr
gran éxito material, e incluso alcanzar actitudes sublimes en el mundo
espiritual y, aún así, descender otra vez a la miseria, si permite que los
pensamientos arrogantes, egoístas y corruptos entren y encuentren cabida en su
mente.
Cómo
utilizar nuestros pensamientos para crear un nuevo futuro
"El ancestro de toda acción
es un pensamiento. Toda acción ha sido precedida por un pensamiento". -Ralplí
Waldo Emerson
Si nosotros nos hemos
encargado de atraer y crear nuestras circunstancias externas con nuestros
propios pensamientos, esto quiere decir que la creación física de las cosas está
precedida por una creación mental, y que tu futuro se está formando en este
preciso instante en el interior de tu mente.
Lo que tú piensas, crees y
visualizas habitualmente se convierte en la base de todo lo que experimentarás
en tu vida. Los pensamientos que crecen como semillas en el jardín del
subconsciente darán forma a tu vida futura.
Lo interesante es que un
pensamiento no equivale a más que una décima de voltio de electricidad. Y pese a
que la gran mayoría de nosotros le prestamos poca importancia a nuestros
pensamientos, esta décima de voltio ejerce una enorme influencia en nuestras
emociones, acciones y en nuestro futuro. Aun cuando no podemos agarrarlos con
nuestras manos, nuestros pensamientos son tan reales como cualquier objeto que
podamos percibir a través de nuestros sentidos.
Si observamos con cuidado,
nos podremos dar cuenta que la realidad que nos rodea, y de cuya existencia no
dudaríamos, no se encuentra más que en nuestro pensamiento.
Piensa en tu relación de
pareja, o en tu relación con tus padres o tus hijos. ¿En qué consiste eso que tú
llamas tu relación? ¿Qué tan real es? Veamos.
¿Se encuentra esta persona
en este preciso instante contigo? Si la respuesta es no, ¿quiere decir eso que
tu relación con ella no existe en este momento? Por supuesto que no. Dicha
relación persiste a pesar de su ausencia, ¿no es cierto?
Esto quiere decir que en
este preciso instante esa relación sólo existe en tu pensamiento. Pero no por
eso es menos real. Entonces, ¿qué es aquello que constituye lo que llamas tu
relación con esa persona? Sólo pensamiento. Es mas, todo lo que ha sucedido
hasta este momento en tu vida ya no existe mas que en tu pensamiento. Tu
experiencia, temores, creencias, debilidades y preocupaciones existen sólo en tu
mente. Pero eso no los hace menos reales.
Recuerdo el caso de un
estudiante que se desmayó durante un examen en la universidad. El pobre joven
estaba totalmente convencido que si reprobaba el examen, lo expulsarían de la
escuela, su padre lo echaría de casa y perdería la oportunidad de hacer algo
productivo con su vida.
Por supuesto, esta tragedia
existía sólo en su pensamiento. Él se había encargado de armar todo este drama
por si solo; tanto se había enfocado en ello y en la inminencia de un posible
fracaso que para su cuerpo fue como si ya lo hubiese experimentado. Y el poder
de este pensamiento negativo fue suficiente para producir cambios químicos en su
cuerpo que le provocaron un desmayo.
Este es un gran ejemplo de
cómo nosotros podemos sabotear nuestro éxito al enfocarnos en eventos, ideas o
cosas que crean imágenes nocivas y autodestructivas. En ocasiones extremas, las
consecuencias pueden ser catastróficas. Un ejemplo es el Trastorno Dismórfico
Corporal (TDC), un desorden mental caracterizado por una excesiva preocupación
por un defecto en el cuerpo completamente imaginario -o muy trivial como para
ser detectado por otra persona- que le causa a quienes lo padecen, deterioro
físico, psíquico y social. No sólo están inconformes con su aspecto sino que
están excesivamente preocupadas y hasta obsesionadas por él.
De acuerdo con la doctora
Katharine Phillips, no estamos hablando de personas con deformaciones físicas,
sino de personas con un aspecto normal, que "lucen bien", pero que se ven a sí
mismas como feas, deformes o incluso hasta «horrorosas" o "monstruosas". Su
defecto imaginario puede involucrar cualquier parte del cuerpo, aunque suele
enfocarse en la cara, la piel, el pelo o la nariz.
Se calcula que entre tres y
seis millones de personas sufren de este desorden. Hombres y mujeres que viven
con el temor constante de estar siendo valorados negativamente por los demás;
creen que otras personas están enfocadas en su "defecto". El doctor David Véale
del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Londres, dice que
las consecuencias de este trastorno son muy reales. De acuerdo con sus
observaciones, quienes lo padecen suelen presentar desventajas en el trabajo o
estar desempleados; permanecen socialmente aislados; muchos son solteros o
divorciados y, en general, suelen sufrir de depresión y ansiedad y llegan a
contemplar pensamientos suicidas o autodestructivos, todo como resultado de las
imágenes que han formado en su mente, producto de sus pensamientos dominantes.
De la misma manera, la
incapacidad de ciertas personas para hablar en público, el temor a las alturas,
las fobias por los sitios cerrados no se deben a imposibilidades o barreras de
naturaleza física, sino a limitaciones generadas y concebidas en la mente.
Con el éxito sucede
exactamente lo mismo, tanto la persona que piensa y cree que va a triunfar, como
la que piensa y cree que fracasará, están en lo cierto, ya que el poder para
lograr lo uno o lo otro se encuentra en su mente. Aquellos que no pueden hacer
algo, saben que no pueden y se visualizan así; piensan en su incapacidad
constantemente y como resultado nunca lo logran.
Hay dos premisas
fundamentales sobre cómo los pensamientos moldean nuestro futuro.
La primera idea es que tú
solo puedes actuar basado en aquello que mantienes en tu pensamiento. Es
imposible hacerlo sobre una idea que no se encuentre en la mente. Con frecuencia
encuentro personas que no se explican por qué no han podido triunfar. Al
preguntarles que les gustaría lograr descubro que no tienen la menor idea. ¿Cómo
puedes lograr una meta que no tienes? Así que si quieres atraer algo a tu vida,
tienes que asegurarte de ponerlo primero en tu mente. Recuerda que toda acción
está precedida por un pensamiento.
La segunda idea es que todo
aquello en lo que piensas tiende a expandirse en tu vida. Todo aquello en lo que
enfoques tu mente tiende a hacerse realidad. Si te enfocas en tus debilidades,
éstas tenderán a expandirse y manifestarse en tu vida. Si piensas que eres un
inepto es porque seguramente siempre estás pensando en tus debilidades. Y entre
más incapaz te sientas, más incompetente te percibirán los demás y así mismo te
tratarán, lo cual sólo reafirmará lo que ya sabías: que eres un inepto. ¿Te das
cuenta de lo peligroso que es este círculo vicioso?
Si estás experimentando
escasez en algún área de tu vida, debes entender que ésta es simplemente la
manifestación de algún pensamiento dominante que desde el interior de tu mente
dirige tu vida y tus acciones. Aquello que sientes que falta en tu vida es,
seguramente, en lo que siempre estás pensando, y carecerás de ello mientras
continúes concentrado en lo mismo. Los pensamientos de insuficiencia invadirán
tu mente y actuarás de acuerdo con dicha conciencia de escasez. De igual manera,
si te enfocas constantemente en tus fortalezas, éstas se harán cada vez más
visibles.
En nuestras relaciones
sucede lo mismo. Si constantemente estás pensando en lo que le falta a tu
pareja, cada día lo verás con mayor facilidad. ¿Quieres ver a tus hijos haciendo
las cosas cada vez mejor? Empieza por sorprenderlos haciendo algo bien. Si te
enfocas en todo lo que están haciendo mal, con seguridad, cada día los verás
peores.
Hace poco una madre me
decía que su hijo de seis años no hacía nada bien y que siempre lo sorprendía
haciendo alguna travesura, que no se podía quedar quieto y no hacía caso. Todo
esto la tenía muy mal. Así que me trajo al niño para que yo le ayudara y ella
pudiera sentirse mejor. Hablé con el pequeño y él me aseguró que no tenía ningún
problema.
Entonces, yo me pregunto
¿quién necesita tratamiento, el niño que actúa de acuerdo con su edad, o la mamá
que siempre busca sorprenderlo en medio de alguna de sus travesuras y lo logra?
Después de conversar con el muchacho, le dije a su madre: ¿Quiere que su hijo
mejore? Busque la manera de sorprenderlo cuando esté haciendo las cosas bien y
entre más lo sorprenda en esta actitud, más lo verá haciendo cosas buenas.
Hoy, en este preciso
instante tienes la oportunidad de comenzar a construir un nuevo futuro lleno de
logros, abundancia y felicidad. Todo lo que debes hacer es cambiar la calidad de
pensamientos con los cuales has venido alimentando tu mente. Piensa en los
sueños que deseas alcanzar; piensa en las fortalezas que tienes y las
habilidades que deseas desarrollar; reflexiona sobre los hábitos que deseas ver
en ti mismo y en los demás y verás como estos pensamientos tenderán a
manifestarse en tu vida. ♣