La
presentación de las entidades dévicas o angélicas en su prodigiosa
diversidad como los agentes ocultos de todo fenómeno en la vida de
la Naturaleza, geológico, eléctrico, psíquico o espiritual,
irradiará una nueva luz hacia la comprensión del mecanismo
psicológico que por encima de la voluntad
humana, origina en el éter del espacio toda
clase de reacciones las cuales se transforman progresivamente en las
leyes cíclicas de la Naturaleza con sus perfectos ritmos, cálidas
demostraciones del poder creador de la divinidad, en la
manifestación natural de todas y cada una de las especies vivientes
y en la creación de los ambientes psíquicos o sociales de la
humanidad.
Por todos
estos motivos consideramos que este Tratado -si bien insuficiente
todavía para abarcar las inmensas profundidades del maravilloso
mundo dévico- serviría al menos para ofrecer una
mejor
noción del permanente milagro que se realiza en las infinitas
oquedades de los éteres universales y planetarios para llevar la
magna obra de la evolución, así como estimular a los sinceros
aspirantes espirituales del mundo para que dediquen parte de su vida
y de sus esfuerzos a establecer un vínculo de amorosa unión con el
mundo oculto de los Ángeles, sabiendo de antemano que Éstos están
aguardando con inmensa simpatía y comprensión, el inicio de estos
sinceros y particulares intentos para ofrecer a cambio la
inapreciable dádiva de su espiritual inspiración.
Dedicamos
nuevamente nuestro cálido y sentido agradecimiento a los Ángeles
amigos que tan gentilmente nos ofrecieron su ayuda en el intento de
descubrir los Misterios de su Reino y nos hicieron partícipes del
tesoro de gracia que emana de sus serenas y esplendentes Vidas. Este
es, al final de este Tratado Esotérico sobre los Ángeles, el
sentimiento que embarga nuestro corazón humano y que nos ha
orientado en el devenir de nuestras investigaciones, sabiendo
intuitivamente que se trataba de una Obra jerárquica llena de
enseñanza oculta y trascendente para todos los sinceros aspirantes
espirituales del mundo. Acéptese pues el testimonio íntimo de
nuestra humilde ofrenda y el encendido fervor de nuestra eterna
plegaria...
En las
Montañas de Montserrat
bajo el
Signo de Libra, de 1980
Vicente Beltrán
Anglada |