El Festival de Luna
Llena tiene lugar este mes en el signo de Leo. Por lo tanto, Leo cualifica el
flujo de energía desde nuestro centro solar, el Sol. Condiciona el tipo de
energía que podemos recibir y distribuir en meditación.
En el Festival del mes
pasado, la energía de Cáncer influenció la conciencia colectiva de la
humanidad, estimulando la tendencia hacia la autoconciencia. En Leo, el
individuo se vuelve plenamente autoconsciente, autoperceptivo y autosirviente,
hasta que eventualmente, a través de la experiencia y del crecimiento, surge
la tendencia hacia la conciencia grupal, reemplazando el egocentrismo. Este
desarrollo siempre es debido a una creciente sensibilidad a la influencia del
alma. El discípulo en Leo se vuelve crecientemente consciente del ser
superior, el alma, adentrándose gradualmente en esa condición de total fusión
con el alma, característica del descentralizado servidor mundial.
Cuando sabemos qué
fuerzas se encuentran disponibles y cuales deberían ser sus efectos sobre la
conciencia humana, podemos trabajar con inteligencia y amor para ayudar a
establecer esos efectos mediante la exactitud de nuestra orientación en la
meditación. Nuestro trabajo oculto con la energía crea la cruz de brazos
iguales, el símbolo del discípulo y del servidor en la nueva era de Acuario.
La penetración vertical en la conciencia, a medida que abrimos nuestro canal
de alineamiento en la meditación, debe equilibrarse con la transmisión
horizontal de energía de acuerdo al tema y objetivo de nuestro trabajo. Este
necesario equilibrio también depende de la forma en que vivimos nuestras vidas
diarias. Dicho de otra forma, el trabajo subjetivo debe proceder totalmente
paralelo a su aplicación objetiva.
La energía disponible
durante la meditación en cada Festival de Luna Llena estimula al alma humana.
Esta cualidad particular y efecto de Leo conduce al individuo, consciente de
sí mismo, hacia el alma consciente del grupo. Sólo el alma tiene conciencia
grupal. Sólo el alma puede transformar las actitudes egoístas y separatistas
de la mente y del corazón. Sólo el alma puede conocer el Plan en toda su
belleza y sólo el alma puede inspirar la mente humana con ese conocimiento.
Leo presenta una
relación singular con el sol, en el corazón de nuestro sistema planetario. El
alineamiento planetario y sistemático establecido durante este Festival es un
alineamiento de corazón/alma. El corazón de la humanidad, el corazón del
planeta: la
Jerarquía espiritual y el corazón del sol, crean el canal que se extiende
hasta Sirio, la gran "estrella de iniciación" del universo. Sirio tiene una
relación única con nuestro planeta Tierra y, desde Sirio, la energía de amor
puro fluye a través del centro solar y al corazón planetario.
Esta alineación,
establecida durante el período de la Luna Llena de Leo, evoca los principios
cósmicos de Amor y Libertad, fluyendo ambos a nuestro campo de percepción a
través de Sirio y Leo.
Estos dos principios
están ejerciendo un impacto creciente sobre la conciencia humana, afectando a
todas las áreas de la vida. En nuestro intento por trabajar con estas energías
y por colaborar con la Jerarquía
espiritual del planeta, el resultado debería ser la creciente
manifestación en la humanidad del principio de Amor y la liberación de la vida
humana de las ataduras del materialismo y de todo cuánto tiende a aprisionar
el espíritu humano.
En cuanto al alma, el
discípulo puede responder al reto lanzado a quienes buscan servir al Plan
durante esta época de crisis en la historia humana, un reto que un conocido
instructor ha puesto en las siguientes palabras: "Que todos cuántos buscan
ayudar, consideren cuidadosamente que pueden hacer y qué contribución pueden
realizar. Que sopesen, tras la debida reflexión, qué pueden sacrificar y de
qué forma pueden sumergir sus personalidades, normalmente egoístas, en este
gran impulso, dado por la Jerarquía al nuevo grupo de
servidores del mundo y a los hombres y mujeres de buena voluntad de todo
el mundo. Las barreras que separan a persona de persona y a nación de nación
pueden desaparecer. El Espíritu de la Paz puede volverse tan poderoso que los
ajustes necesarios se realicen natural y suavemente. La iluminación de las
mentes de la humanidad y la renovada organización de los esfuerzos humanos,
hacia la hermandad, pueden ser estimulados a una nueva y mayor actividad.
La nota clave del
discípulo en Leo, que podemos tomar en nuestro pensamiento meditativo como
idea simiente, es: "Yo soy Ése y Ése soy Yo". Yo soy el alma,
la relación entre el aspecto divino de la humanidad y la forma material, la
personalidad sobre el plano físico.
A través de una
repetida experiencia bajo la influencia de Leo, el discípulo puede ciertamente
decir: "Yo soy el alma. Como alma, sirvo a los propósitos del Plan. Como alma,
soy la conciencia del Cristo interno. Como alma, puedo tocar el centro solar,
la fuente de vida y amor y luz. Como alma, puedo transmitir estas potencias y
tocar el alma de otros. Como alma, puedo elevar, redimir y transformar, de
acuerdo al Plan".
De este modo,
meditamos al ritmo del alma de la humanidad, porque el alma es el tema
consciente, sensible, del Plan Divino, la fuente de conciencia y la meta de
todos los procesos evolutivos actuales.
Todo cuanto es, es
creado por la meditación, por el deseo fundiéndose en pensamiento fugaz, y el
pensamiento fugaz convirtiéndose en pensamiento claro y, eventualmente, en
pensamiento abstracto y trascendente. Una prolongada concentración sobre
alguna u otra forma se convierte, eventualmente, en meditación sobre aquello
que no es parte de la naturaleza de la forma: su significado y vida
inherentes; pasando de ahí a esa contemplación que es la fuente de inspiración
y de iluminación.
La meditación produce
un alineamiento creativo entre el instinto, el intelecto y la intuición, así
como la identificación consciente. Relaciona (en una unidad indisoluble) la
llamada mente inferior o concreta, la mente grupal, la mente jerárquica y la
mente universal. La meditación conduce a un alineamiento consciente de los
centros del discípulo y también de los tres centros planetarios: la humanidad,
la Jerarquía y Shamballa;
es de naturaleza invocativa, exigente, fusionante, receptiva y distributiva.
Para el discípulo, la meditación es el agente que crea o construye el
antakarana y controla “vía el alma o la Triada espiritual” el centro de la
cabeza (el centro entre las cejas) que, en el discípulo, es el principal
agente para la distribución de energía espiritual.
En la meditación,
ocupamos nuestro lugar en el centro de la cruz de brazos iguales, en
alineación con la corriente de energía que nos está disponible en este
Festival. El camino vertical de luz es nuestra línea de intención espiritual:
nuestra intención vital. El sendero horizontal es la extensión de nuestro
servicio. El centro es el punto de tensión donde los dos caminos se funden y
mezclan y donde el trabajo avanza. En ese punto, el discípulo puede afirmar:
Soy un punto de
luz dentro de una Luz mayor.
Soy una
corriente de energía amorosa
dentro de la corriente de Amor divino.
Soy un punto de
fuego del sacrificio,
enfocado dentro de la ardiente Voluntad de Dios.
Y así permanezco.
Soy un camino
por el cual los hombres pueden llegar a la realización.
Soy una fuente
de fuerza que les permite permanecer.
Soy un haz de
luz que ilumina su camino.
Y así permanezco.
Y permaneciendo
así, giro.
Y huello el camino de los hombres,
Y conozco los caminos de
Dios.
Y así permanezco.